
Wenceslao
Una misiva imposible, en recuerdo, desde el dolor.
Querido nieto:
Hace 72 años que quería enviarte esta carta. Ahora que os veo con un trajín de documentos, archivos, peticiones de exhumación y quehaceres judiciales me parece buen momento para preguntarte algunas cosas.
La verdad es que tengo un hueco importante en la memoria, no sé si estaba de pié o arrodillado, de frente o de espalda, ni cuantos balazos me atravesaron ¿Hubo orificios de entrada y otros de salida de las balas? Tampoco sé si llevaba las manos atadas, que ropa vestía y cuanto tiempo estaba sin comer ni beber después de esos tres días en el cuartelillo.
Claro que si alguien, un forense por ejemplo, o nuestra familia pudiese haber examinado mi cuerpo, te lo habrían dicho.
Me gustaría decirte que grité !Viva la República! Tampoco lo sé porque no hay testigos (o los verdugos no quisieron contarlo). No puedo indicarte donde llevarme unas flores de vez en cuando, porque nadie me enterró. Estamos tirados, por ahí en una fosa común, con otros muchos, en mi acta de defunción me ponen: inhumación (tachado). Pero tú ya sabes que eso ocurrió el 16 de septiembre de 1936.
Me he enterado que celebran el trigésimo aniversario de una Constitución inscrita en el B. O .E. el 28 de diciembre de 1978, día de los Santos Inocentes., ¡Que barbaridad!, ¿A caso os habéis olvidado que tenemos la del 31? Y para colmo tenéis un rey.
¿Que os pasa, hemos muerto en vano? Luego está eso de “reparación moral” que no entiendo muy bien. Hazme caso nieto, primero ayúdame a tapar todos esos vacíos en mi memoria: ¿Por qué me asesinaron, donde estoy, quien apretó el gatillo y quien mandó hacerlo, caí boca abajo, quienes yacen conmigo?
Ya ves, cosas que podrás contar a tus hijos y de paso llevarme algunas flores cuando vengáis a visitarme.
Que no se te olvide: ¡Salud, Libertad, Igualdad y Fraternidad!
Un abrazo de tu abuelo Wenceslao quien hubiese querido conocerte.
Fotografía y texto: Pedro V. Romero de Castilla Ramos
si señor
Me gustaMe gusta
Muchos hoy hacen como los tres monos chinos, insensatos y cobardes : ni escuchan, ni ven (no quieren ver ni quieren saber) y mucho menos hablan (sino para rechazar e insultar).
Es obvio que cuando se pierde la memoria, se pierde el futuro y que no se puede vivir sólo lo actual; nuestra vida es inseparable del pasado.
Me gustaMe gusta