«No sé si mis versos eran buenos o malos, sé que eran versos necesarios»…

marzo 2, 2009

La vida de Marcos Ana es un poema colectivo de hombres y mujeres que, según Saramago, «cerrando los labios y los dientes bajo los extremos de la tortura, reinventaron la dignidad humana en los lugares donde, según el catón de los criminales, deberían acabar perdiéndola».

David Fernández

marcos-ana-entre-barrotesFernando Macarro Castillo nació en 1920 en una aldea salmantina, al regazo de una familia de jornaleros «pobrísimos». Con seis años, de la mano de su hermana Margarita, viaja a Alcalá de Henares, donde se pone a trabajar, y a los 15 participa en el congreso que funda las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). La Guerra Civil marca su adolescencia: el 8 de enero de 1937 los junkers alemanes bombardean Alcalá y él recoge de entre los escombros el cadáver de su padre. Aunque aún es menor, decide enrolarse en la defensa de Madrid «como una manera de comprometerme más por la muerte de mi padre». Y en 1939, tras escaparse del campo de concentración de Albatera, que retratara Max Aub en su Laberinto mágico, es detenido en Madrid, acusado de dirigir la JSU. No saldría de prisión hasta 1961, después de unas campañas internacionales clamando por su libertad, siendo el preso de la guerra civil que más años pasó entre rejas. Sus años de
cautiverio, con dos sentencias de muerte a cuestas y sufriendo tras los muros la muerte de su madre a los pies de la prisión, nada más conocer la segunda de ellas (dictada tras presentarse como responsable de una publicación en la cárcel para festejar el Primero de Mayo de 1943), fueron siempre una demostración de dignidad.
En la cárcel fue el aliento constante de los demás presos, a quienes incitaba a levantar la cabeza y no bajar los brazos. Estuvo 22 años encarcelado, mientras sus versos salían como pájaros libres de la prisión, en boca de compañeros o escondidos entre papeles, hasta conseguir liberarle a él. Así se fue forjando este poeta -cuyo nombre es un homenaje a sus padres-, uno de los más humanos e íntegros que vio el siglo XX. Él recuerda: «El día en que salí en libertad, los compañeros se amontonaron a la puerta del patio y recuerdo que me decían: ¡no nos olvides! Eso que para ellos era una esperanza, para mí es un compromiso que yo cumpliré toda la vida. Porque allá donde voy, ellos vienen conmigo. Y por eso me siento un hijo de la solidaridad y dedico a ella todo mi tiempo».
América Latina en el corazón
Al salir de prisión, cruza el charco para agradecer la solidaridad que le brindaron los pueblos latinoamericanos. Allí le espera un recibimiento multitudinario y conoce a Neruda, a buena parte del exilio español y a tantas otras figuras políticas y culturales que le hacen estrechar unos lazos inquebrantables.
«En las cárceles chilenas, uruguayas y argentinas -nos cuenta- pasaban mis poemas clandestinamente a sus prisiones y decían «¡como Marcos Ana hay que resistir!», y no puede haber nada más gratificante que te digan esas cosas, que te dieras cuenta de que un papel que tú habías escrito en una prisión servía para alentar el corazón de otros, en circunstancias semejantes». Y concluye: «No sé si mis versos eran buenos o eran malos, lo que sé es que eran versos necesarios, porque contribuyeron a movilizar al mundo por mis compañeros».
La vida en la cárcel
Para Marcos Ana hubo dos partes en su vida en prisión. «La primera duró hasta el `44, que fue un periodo de supervivencia, donde no sólo morías en paredones de eje- cución, sino que te encontrabas por la mañana cuando despertabas con compañeros al lado que habían muerto de hambre, o de frío, o producto de las torturas, o de infecciones.

.. Fue una época terrible en la que te comías la hierba que salía entre las baldosas del patio. Y la segunda época es a partir de que el ejército soviético rompe el espinazo del ejército alemán en Stalingrado. Entonces los guardianes estaban desmoralizados, porque comprendían que la guerra no la iban a ganar ellos. Se acercaban a nosotros justificándose, y hablándonos mal de otros guardianes... Y así hicimos de la cárcel una universidad».

En la cárcel vivían en comuna, perfectamente organizados entre compañeros, y se daba la paradoja de que «a veces, al salir a la calle, había quien quedaba completamente hundido en la soledad». En Burgos, el poeta funda una tertulia, La Aldaba, de la que pronto nace su propia revista. «Allí empecé a escribir mis poemas», apunta, «que luego los sacábamos por esos caminos milagrosos que abríamos en la noche de nuestras cárceles. Nunca publiqué en ninguna editorial; los que los sacaban a la luz eran los comités de solidaridad». Con el tiempo, la ilusión y el esfuerzo, los reclusos consiguieron montar una obra de teatro sobre la vida de Miguel Hernández. «En la prisión luché mucho contra esa división entre presos políticos y comunes. Había entre los presos políticos una tendencia a menospreciarlos. Y ellos eran presos sociales, gente joven que estaba presa por haber robado un poco de pan.
Cambiamos la política allí y empezamos a incorporarlos en nuestras clases de cultura. Cuando comenzaron a dejarnos jugar al fútbol, yo creé el equipo de Los Aguilillas, que eran todo presos comunes, y nos llevábamos todos los campeonatos. Son presos sociales, producto de una situación como la que vivimos hoy», apunta. «Y luego ocurrió el fenómeno de que muchos de ellos volvían a la cárcel al año, o a los seis meses, por trabajo clandestino».
El árbol y sus frutos
«Yo sólo con una noche condenado a muerte podría escribir un libro (los ruidos, los pensamientos que tienes, una mosca, una hormiga… las gotas de agua cayendo en el silencio). La fuerza de las ideas era lo que me hacía sobrevivir». Su libro Decidme cómo es un árbol recopila estremecedoras anécdotas sobre su vida. Manuel Vázquez Montalbán quería ser quien escribiera sus memorias.
Pero el destino quiso que el barcelonés encontrara la muerte antes de poder realizarlas. Y Marcos Ana se decidió a escribir el libro con la intención de que «el mensaje llegue. Es un libro que he hecho, no pensando en mis camaradas ideológicos, sino pensando en esa inmensa mayoría de gente que no nos conoce y que tiene de nosotros una imagen prefabricada durante años y años, y que algunas veces resulta infame. Y luego también pensando en la juventud, algo que a mí me obsesiona, porque si no logramos que las nuevas generaciones estén en contacto con nuestras ideas y recojan la bandera…». Dice que cada día le escriben muchos jóvenes, muchos de ellos despolitizados, lo que para él es su pequeña recompensa. «Son más bien jóvenes asombrados», dice. «Yo había vivido en el subsuelo de este país y ellos no conocían la historia». Advierte con humildad que «la experiencia puede llegar a ser contrarrevolucionaria. Por eso tengo
discusiones con compañeros de mi generación, porque pienso que no se ha encontrado un lenguaje para llegar a la juventud. Y si no actualizas tu experiencia, se convierte en un estorbo para los impulsos y la iniciativa de quien viene detrás. Además, les quieren hablar desde arriba, y enseñándoles los caminos…».
Cuando salió de prisión tenía 41 años y, a pesar de haber sufrido una experiencia tan dura, mantenía intacto su corazón de niño. Una entrañable y estremecedora historia con una prostituta al salir a la vida ha dado pie para que Pedro Almodóvar se comprometa a hacer una película sobre su historia.
Información enviada por: Gustavo.

El cuarto oscuro del franquismo…

marzo 2, 2009

hospicioEn la Granada de posguerra hubo casos de bebés «perdidos» que fueron adoptados por familias acaudaladas que dejaban cuantiosas propinas z Entre 1937 y 1942 los orfanatos acogieron a 500 niños

ÁLVARO CALLEJA. GRANADA Madres ´rojas´ capaces de saltar las tapias del hospicio para recuperar a sus hijos y bebés que misteriosamente eran adoptados por familias desconocidas pero adineradas, que dejaban una buena aportación económica de propina. Son situaciones que tuvieron lugar en Granada inmediatamente después de la Guerra Civil, similares a las que el juez Baltasar Garzón, tan denostado hoy por la derecha, mencionó en un auto el pasado mes de noviembre sobre la necesidad de investigar los casos de «niños perdidos» del franquismo, a los que, en muchos casos, la dictadura arrebató su identidad.
No es fácil seguirles la pista porque, entre otras razones, los libros de registros que aún se conservan en la Diputación de Granada no detallan, por lo general, la identidad de los padres adoptivos, según explica Maribel Brenes, historiadora y presidenta de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica. «Hay gente que ahora pueden rondar los 70 años que fue adoptada y no lo sabe», admite la historiadora granadina, consciente de que son datos sensibles que no pueden airearse si no hay un interés manifiesto por las propias víctimas.
Curiosamente, la petición de Garzón de investigar estos casos de niños arrebatados a sus padres en la década de los años 40 -una de las razones por las que el juez sostenía que los delitos no habían prescrito- llevó a algunas personas mayores a acudir a los archivos de la Diputación para conocer si se les había robado a ellos su identidad, según confirmaron fuentes de la propia institución, sin que, por el momento, se haya esclarecido ningún caso.
La tesis que en su día presentó Maribel Brenes dedica un capítulo a la situación de los orfanatos durante la posguerra, además de bucear en el el estudio de las ´mujeres caídas´, como eufemísticamente se denominaba el ejercicio de la prostitución a la que muchas madres y adolescentes recurrieron para sacar adelante a sus familias.
El orfanato provincial, entonces situado en el desvencijado Hospital Real, que servía además de centro de maternidad y de manicomio, se quedó pequeño para dar cabida a los cientos de niños desamparados, cuyos padres murieron durante la guerra o cumplían condena en prisión o simplemente los abandonaban por falta de recursos.
No siempre se autorizaban los ingresos. Era necesario un certificado de pobreza y la presentación de la partida de bautismo, así como un informe del alcalde y del cura párroco. De ahí que fuera habitual dejar a los hijos a las puertas del orfanato con las pocas pertenencias que dispusiera y un cartel donde figuraba su nombre y edad.
En aquellos difíciles años se habilitaron centros de menores en distintos puntos de la ciudad gestionados, en algunos casos, por órdenes religiosas y en otros por la Asociación Granadina de Caridad. Así, en función de la edad, se podían recluir a los niños en las casas de destete si eran bebés, en casas cuna hasta los seis años o en orfanatos donde permanecían hasta los 17 años si no eran adoptados o reclamados por sus familiares.
Cada centro disponía de su propio libro de registro. Sólo en 1939, año en el que se pone fin a la contienda fraticida, ingresan en los orfanatos más de 180 niños. Según los datos facilitados por la historiadora, entre 1937 y 1942 se acogieron a 500 niños en condiciones que no siempre eran óptimas. Todo lo contrario.Un informe gráfico sobre la inspección del Hospital Real, remitido al entonces gobierno del dictador Franco, denunciaba los peligros que entrañaba un destartalado edificio además de las pésimas condiciones higiénicas y de alimentación que padecían los internos.
Era habitual, según explica Maribel Brenes, que aparecieran reseñas en la prensa local solicitando ayuda, sobre todo alimentos y ropa puesto que los niños ni siquiera tenían con qué taparse. La situación era tan calamitosa que las autoridades de la época decidieron elevar la altura de los muros para ocultar lo que allí estaba pasando. La miseria y el oscurantismo echaron el telón de fondo sobre la vida de los internos.
El centro de leprosería, entonces en San Lázaro, se trasladó a las afueras de la ciudad para adaptar el edificio en centro de desinfección y desparasitación de cientos de mendigos y niños abandonados. Un dato revelador que refleja la problemática fue el hecho de que la Delegación Provincial de Auxilio Social retiró de las calles en los ocho primeros meses de 1941, con la entrada en vigor de una normativa, un total de 4.107 niños que practicaban la mendicidad. En algunas ocasiones, eran los padres los que utilizaban a sus hijos para pedir limosna.
Adopción. El procedimiento se ajustaba a la legalidad en la mayor parte de los casos aunque, en multitud de ocasiones, «se acudía a los orfanatos para solicitar mano de obra barata a partir de los doce años», asegura Brenes. Las niñas eran ´contratadas´ como servicio doméstico mientras que a los niños se les requería para trabajos en el campo o para los talleres.
No era necesario ni siquiera formar matrimonio. Un sólo individuo también podía solicitar un prohijamiento de un niño y hacerse cargo de su manutención. E incluso podía renunciar a él siempre y cuando no transcurriera un plazo de dos años.
Lo cierto es que en la mayor parte de las ocasiones, según mantiene Maribel Brenes, cuando un niño salía del centro no se aclaraba en la ficha si era cedido o adoptado. «En algunos casos figuraba que no se sabía el motivo del alta, lo que hace sospechar, sobre todo porque son bebés, que eran los que más salida tenían. El número de estos casos es bastante superior al de niños que salían porque eran reclamados por sus familias, tutores o amigos de la familia», desvela la historiadora que ultima un libro sobre esta problemática.

Fuente: laopiniondegranada.es


La dignidad tiene nombre en Pedro Bernardo…

marzo 2, 2009

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No hay mayor injusticia, que aquella que se comete contra quien hace justicia y hace cumplir las leyes establecidas; aunque estas no nos favorezcan. Por eso desde estas páginas le damos nuestro apoyo a la Teniente de Alcalde del pueblo de Pedro Bernardo, que cumpliendo con la Ley de la Memoria histórica, está siendo objeto de una campaña de desprestigio y presión una vez más por parte de la sin razón.

Como bien dice el cartel de apoyo, la dignidad tiene nombre, y se llama Isabel Fernández…¡Isabel, no estás sola!

La Memoria Viv@

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«Les Chants de l’Ombres, tragedia de un niño español»…

marzo 2, 2009

Esta es la respuesta que aparece en los comentarios de éste blog, enviada a Saulo Mercader a raíz de los dos correos que tan amablemente tuvo a bien enviarnos, apoyando la labor que llevamos a cabo todos(as) los que formamos parte de La Memoria Viv@. Este comentario viene a colación del reconocimiento; una vez más, que desde estas humildes páginas queremos transmitir a todos los testimonios vivos del sufrimiento y de la barbarie del hombre. No hay mejor testigo, que aquél que puede declarar con el conocimiento y la triste experiencia sufrida. Os recomiendo aquellos que podáis seguir la lectura del libro de Saulo, que lo hagáis; para los que no podáis accder a él, me àrece apropiado adjuntar el correo enviado por nuestra amiga Raquel desde Francia:

Respuesta a Saulo:

Le agradezco sus amables palabras, aunque el mérito no está en lo que nosotros hacemos; sino, en lo que tuvieron que pasar ustedes, en las circunstancias que les tocó por desgracia vivir y en la valentía de seguir luchando cada día contra un mundo hóstil y los fantasmas de los recuerdos. Nosotros, por idealismo y conciencia de nuestros valores, sólo intentamos recuperar una parte de la historia, fundamentados en las propias historias de nuestros familiares. Lo que nos hizo tener conciencia de todo lo sucedido, y por lo tanto, nos implicó directamente en la búsqueda de esa parte no contada de nuestro pasado y de sus vidas.

Nuestro afán, es el de recuperar el máximo posible de documentación, testimonios y hechos que nos permitan conocer mucho más allá de cualquier interés político, el máximo posible de sucesos, datos e informaciones que nos ayuden a recoinstruir el puzzle de la historia nacional de este país desmemoriado e injusto con sus hijos; y así mismo, intentar dignificar las vidas y las muertes de todos(as) aquellas personas que lucharon o no, por un gobierno legítimo y que esa posición les causó la muerte, la privación de libertad o el exilio. Y que por tal hecho se merecen ser reconocidos y homenajeados; absueltos de los delitos imputados arbitrariamente, de las sentencias sumarias y alejadas de las garantías jurídicas básicas, etc. (que no fueron más que la decencia, la justicia y la libertad -independientemente de que en una guerra no hay nadie exento de cometer atrocidades, incluidos nosotros-)

Para nosotros es tarde, ya que los testimonios vivos cada vez son menos; y el tiempo y la falta de voluntad política nos dificulta mucho esta tarea; pero estamos convencidos de una cosa. Que no podemos dejar de buscar y de contar todo aquello que nos ha sido privado durante tanto tiempo.

Por eso amigo mío (permítame la confianza), el valor y el agradecimeinto de nuestra parte a usted y a todos aquellos que con sus testimonios nos ponen en el camino de completar nuestra obra. Muchas gracias.

Estamos a su entera disposición para aquello que considere necesario u oportuno transmitirnos o solicitarnos.

Reciba un cordial saludo de nuestra parte y que tenga usted muchos años de salud y libertad. Tanto Pedro V. Romero como yo mismo estaremos encantados de ayudarle en lo que podamos.

Pedro Vicente Romero de Castilla Ramos
Jordi. L. Carreño Crispín
Fundadores de la Asociación La Memoria Viv@

El libro de Saulo:

Les chantes de l'ombres

Texto de Raquel Arto:

Érase una vez, en un país que llevaba un Dictador, un niño adulterino. Con su madre y hermanos, vivía en la casa, grande e imponente, de un padre abogado-hijo-de-general. En el salón de terciopelo le encantaban las imágenes rusas de la Madona; allí era señorito.

Mas, en aquellos tiempos, no tan remotos, de persecución y vigilancia, que ordenaba El Dictador, la buena sociedad no toleraba a los hijos no oficiales y, un mal día, el buen padre abogado-e-hijo-de-general, echó a la calle a la familia ilegítima.

Han corrido los años. Con cincuenta más, el niño adulterino es  hoy Saülo Mercader. Ya no sigue callado. Hoy lo dice TODO. ¡ A voces !.  La «tragedia de un niño español».

Cuenta la calle de los malditos y condenados, los torcidos, abandonados y heridos, despreciados y fuera-de-ley, víctimas de un pasado sangriento y un presente dictatorial.

Las noches sin tejado, el refugio furtivo de un coche, el cobijo entre las rocas, el pesebre de una cuadra.

Noches de los parias y de todas las sombras.

Hambre, sufrimiento y rebelión

Cuenta las inclusas que El Dictador llamaba Asilo para los niños perdidos.

Hijos del pecado o hijos de rojos, retoños no deseados, niños del diablo, minusválidos de todas clases.

Cuenta también la barbaridad de los tratos y la crueldad de las palabras, el baño helado de las 6 de la madrugada, el esparto y las postillas. Sangre redentora. La avena tostada. Las mondas de patatas hervidas. El pan negro en el agua caliente. Mendrugo mata-hambre. Mendrugo-teta. Sobrevivir. ¡ Viva la muerte ! El odio ciego. La monja y los hombres con uniforme y el olor fétido de su espíritu corrupto.

Un relato tremendo.

Saülo  Mercader no perdona a sus verdugos.

Solo desea que aquellas vivencias de tantos niños sacrificados sean conocidas de los hombres.

saulo-mercaderUna vez más…; gracias a todos(as) los que trabajáis buscando completar la historia no contada; pero, especialmente nuestro total agradecimiento aquellos, que hurgando en las heridas de la memoria, se atreven a contarnos sus experiencias y lo que vivieron en la época más oscura de la historia de este país.