En la Granada de posguerra hubo casos de bebés «perdidos» que fueron adoptados por familias acaudaladas que dejaban cuantiosas propinas z Entre 1937 y 1942 los orfanatos acogieron a 500 niños
ÁLVARO CALLEJA. GRANADA Madres ´rojas´ capaces de saltar las tapias del hospicio para recuperar a sus hijos y bebés que misteriosamente eran adoptados por familias desconocidas pero adineradas, que dejaban una buena aportación económica de propina. Son situaciones que tuvieron lugar en Granada inmediatamente después de la Guerra Civil, similares a las que el juez Baltasar Garzón, tan denostado hoy por la derecha, mencionó en un auto el pasado mes de noviembre sobre la necesidad de investigar los casos de «niños perdidos» del franquismo, a los que, en muchos casos, la dictadura arrebató su identidad.
No es fácil seguirles la pista porque, entre otras razones, los libros de registros que aún se conservan en la Diputación de Granada no detallan, por lo general, la identidad de los padres adoptivos, según explica Maribel Brenes, historiadora y presidenta de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica. «Hay gente que ahora pueden rondar los 70 años que fue adoptada y no lo sabe», admite la historiadora granadina, consciente de que son datos sensibles que no pueden airearse si no hay un interés manifiesto por las propias víctimas.
Curiosamente, la petición de Garzón de investigar estos casos de niños arrebatados a sus padres en la década de los años 40 -una de las razones por las que el juez sostenía que los delitos no habían prescrito- llevó a algunas personas mayores a acudir a los archivos de la Diputación para conocer si se les había robado a ellos su identidad, según confirmaron fuentes de la propia institución, sin que, por el momento, se haya esclarecido ningún caso.
La tesis que en su día presentó Maribel Brenes dedica un capítulo a la situación de los orfanatos durante la posguerra, además de bucear en el el estudio de las ´mujeres caídas´, como eufemísticamente se denominaba el ejercicio de la prostitución a la que muchas madres y adolescentes recurrieron para sacar adelante a sus familias.
El orfanato provincial, entonces situado en el desvencijado Hospital Real, que servía además de centro de maternidad y de manicomio, se quedó pequeño para dar cabida a los cientos de niños desamparados, cuyos padres murieron durante la guerra o cumplían condena en prisión o simplemente los abandonaban por falta de recursos.
No siempre se autorizaban los ingresos. Era necesario un certificado de pobreza y la presentación de la partida de bautismo, así como un informe del alcalde y del cura párroco. De ahí que fuera habitual dejar a los hijos a las puertas del orfanato con las pocas pertenencias que dispusiera y un cartel donde figuraba su nombre y edad.
En aquellos difíciles años se habilitaron centros de menores en distintos puntos de la ciudad gestionados, en algunos casos, por órdenes religiosas y en otros por la Asociación Granadina de Caridad. Así, en función de la edad, se podían recluir a los niños en las casas de destete si eran bebés, en casas cuna hasta los seis años o en orfanatos donde permanecían hasta los 17 años si no eran adoptados o reclamados por sus familiares.
Cada centro disponía de su propio libro de registro. Sólo en 1939, año en el que se pone fin a la contienda fraticida, ingresan en los orfanatos más de 180 niños. Según los datos facilitados por la historiadora, entre 1937 y 1942 se acogieron a 500 niños en condiciones que no siempre eran óptimas. Todo lo contrario.Un informe gráfico sobre la inspección del Hospital Real, remitido al entonces gobierno del dictador Franco, denunciaba los peligros que entrañaba un destartalado edificio además de las pésimas condiciones higiénicas y de alimentación que padecían los internos.
Era habitual, según explica Maribel Brenes, que aparecieran reseñas en la prensa local solicitando ayuda, sobre todo alimentos y ropa puesto que los niños ni siquiera tenían con qué taparse. La situación era tan calamitosa que las autoridades de la época decidieron elevar la altura de los muros para ocultar lo que allí estaba pasando. La miseria y el oscurantismo echaron el telón de fondo sobre la vida de los internos.
El centro de leprosería, entonces en San Lázaro, se trasladó a las afueras de la ciudad para adaptar el edificio en centro de desinfección y desparasitación de cientos de mendigos y niños abandonados. Un dato revelador que refleja la problemática fue el hecho de que la Delegación Provincial de Auxilio Social retiró de las calles en los ocho primeros meses de 1941, con la entrada en vigor de una normativa, un total de 4.107 niños que practicaban la mendicidad. En algunas ocasiones, eran los padres los que utilizaban a sus hijos para pedir limosna.
Adopción. El procedimiento se ajustaba a la legalidad en la mayor parte de los casos aunque, en multitud de ocasiones, «se acudía a los orfanatos para solicitar mano de obra barata a partir de los doce años», asegura Brenes. Las niñas eran ´contratadas´ como servicio doméstico mientras que a los niños se les requería para trabajos en el campo o para los talleres.
No era necesario ni siquiera formar matrimonio. Un sólo individuo también podía solicitar un prohijamiento de un niño y hacerse cargo de su manutención. E incluso podía renunciar a él siempre y cuando no transcurriera un plazo de dos años.
Lo cierto es que en la mayor parte de las ocasiones, según mantiene Maribel Brenes, cuando un niño salía del centro no se aclaraba en la ficha si era cedido o adoptado. «En algunos casos figuraba que no se sabía el motivo del alta, lo que hace sospechar, sobre todo porque son bebés, que eran los que más salida tenían. El número de estos casos es bastante superior al de niños que salían porque eran reclamados por sus familias, tutores o amigos de la familia», desvela la historiadora que ultima un libro sobre esta problemática.
Fuente: laopiniondegranada.es
Estoy recabando información sobre las adopciones de niños en los años inmediatamente posteriores a la guerra Civil 1940-1945. He leido el comentario sobre los trabajos de Maribel Brenes y me gustaría poder contactar con ella o bien conseguir datos de donde puedo consultar los trabajos realizados por ella. Muchas gracias
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Mi padre pasò tambièn por la casa cuna y posteriormente transladado a Armilla.En su partida de nacimiento no aparece nada más que su nombre y apellidos
No aparece el nombre de sus padres ni abuelos.la fecha de nacimiento se desconoce.Lo mismo que en su partida de bautismo en la que sòlo aparece el nombre de dos testigos.Mi padre fue adoptado pero quiso saber de su familia biològica,pero con tan pocos datos no consiguiò ningün tipo de información.
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