La Justicia «made in Spain»

junio 1, 2009

Dos opiniones  recogidas  de «El País» , 1 de junio 2009  y un comentario.

Primera:

Monstruos

ALMUDENA GRANDES 01/06/2009

El sueño de la razón produce monstruos. Francisco de Goya grabó esta advertencia bajo uno de sus Caprichos el mismo año en que Carlos IV le nombró pintor de cámara. También fue en 1799 cuando el rey empezó a resentirse de las contradicciones a las que le abocaba la alianza con Francia, que desde 1795 le obligaba no sólo a apoyar a una potencia empeñada en difundir las ideas que más aborrecía, sino a enfrentarse con otras monarquías absolutas, que enarbolaban su propio credo contrarrevolucionario para combatir a Napoleón. Representando una cosa y haciendo la contraria, España se exhibía en Europa como un país anormal, un fenómeno de feria.

Yo no sé si los magistrados del Supremo que han actuado contra Garzón conocerán esta historia. Supongo que no, y que además les trae sin cuidado, pero su decisión nos ha devuelto al desconsuelo de Goya. En España, la razón sigue sembrando el pánico, pero los monstruos se toleran mucho mejor, no hay más que verlo. Este país, gobernado una vez por el más cretino de los reyes absolutistas, es hoy una democracia que desprecia su tradición democrática, que ampara al asesino que la masacró y, de propina, persigue a sus víctimas. ¿Tecnicismos? No, gracias. Prefiero razonar despierta, mientras el PP, tan contradictorio en sí mismo como el sistema que consiente que un partido presuntamente democrático no condene el golpe de Estado de 1936, aplaude regocijado. Está claro que Manos Limpias, el sindicato ultraderechista vinculado, al parecer, a algunos de sus miembros, no le ofende.

Vivimos en un país anormal, que reniega de su pasado en nombre de su futuro sin comprender que así nos alejamos de él hasta acercarnos, por ejemplo, a 1799, cuando un ilustrado español advertía ya que el sueño de la razón produce monstruos, sabiendo seguramente que, aquí, eso es lo mismo que predicar en el desierto.

Segunda:

Cartas al Director

Justicia y franquismo

JAVIER GUTIÉRREZ HERRADOR – Laredo, Cantabria – 01/06/2009

Si la Audiencia Nacional resulta competente para perseguir delitos contra la humanidad cometidos fuera de nuestras fronteras, lo que se ha venido en denominar la universalización de la jurisdicción penal para la persecución de crímenes de lesa humanidad, y así lo vemos en las actuaciones judiciales que se llevaron a cabo contra Pinochet, contra las matanzas indiscriminadas en Gaza, las torturas en Guantánamo o los abusos y delitos que el Gobierno chino presuntamente viene cometiendo en Tíbet; si eso es así, si se trata de una jurisdicción universal e imprescriptible para este tipo de delitos contra la humanidad, me resulta incomprensible que se admita a trámite la querella contra el juez Garzón por un presunto delito de prevaricación, alegándose que era incompetente para investigar la causa general que se abrió contra el régimen franquista por los crímenes que cometió durante cuatro décadas.

Está claro que lo que vale para fuera no vale para casa. ¿Alguno de ustedes se imagina esta situación rocambolesca en la Alemania democrática actual: que un juez de ese país pueda ser imputado como presunto prevaricador por investigar crímenes del régimen nazi?

La propia fiscalía ha desaconsejado que se admita a trámite la querella contra Garzón y recuerdo que el propio Comité de los Derechos Humanos de la ONU apoyó con todas sus fuerzas aquella investigación del juez Garzón. Las verdaderas y únicas víctimas aquí son las que parece que no tienen ningún derecho: las víctimas del franquismo.

¿A qué juez pueden estas víctimas acudir a reclamar justicia en nuestro Estado de derecho? ¿Alguien puede responder a esta sencilla pregunta.

Comentario:

Los parches aplicados a esta democracia nuestra se están despegando y esta se parece al (bibendum) muñeco , ese que representa una marca de neumáticos en el país vecino, desinflándose. Una democracia arrugada.

Nuestra Justicia tiene pinta de desastroso mecánico reparando ruedas en un trastero cochambroso, con las manos pringadas.

Pedro-Vicente Romero de Castilla Ramos.