El parque recuperó en la tarde de ayer la normalidad tras dos meses de excavaciones.
http://www.nortecastilla.es/20090711/palencia/concluyen-trabajos-carcavilla-restos-20090711.html
El parque recuperó en la tarde de ayer la normalidad tras dos meses de excavaciones.
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Artículo extraído del periódico el Norte de Castilla en su edición digital Norte de Castilla.es el 12 de julio de 2009: 12.07.09 / A. V. PASCUAL – COLPISA. MADRID
Sólo desde el conocimiento de la historia puede recuperarse su memoria. Y ello exige el reconocimiento del papel central del PCE y de su política de unidad democrática en la lucha antifranquista, que consiguió aglutinar a un amplio campo de fuerzas políticas y sociales en los años 70, aunque fue insuficiente para conseguir la ruptura democrática. Ello hizo que la salida del régimen franquista se quedara a medias, consiguiéndose las Libertades democráticas, la Amnistía y los Estatutos de Autonomía (reivindicados unitariamente por la oposición democrática aglutinada en la Junta Democrática, la Plataforma Democrática y posteriormente la Coordinación Democrática que las aglutinó, la llamada «Platajunta»), pero no el Gobierno Provisional que hubiera plasmado la ruptura democrática, resultando así cercenado el Proceso Constituyente al no poderse debatir libremente sobre la forma de Estado, y en particular sobre la opción entre Monarquía y República.
Al margen de dicho movimiento unitario de la oposición al franquismo quedaron la ETA (que ha pervivido a través de sucesivas escisiones) y el PCE-ml, que se disolvió tras el fracaso de su estrategia de «guerra popular» a través del FRAP). Por lo que se refiere al llamado «gobierno en el exilio», del que fue expulsado el PCE al inicio de la guerra fría, estaba totalmente desconectado de las luchas contra el franquismo dentro de España. Sólo desde el desconocimiento de la historia puede «reivindicarse» su papel en los años 70.
Otras fuerzas minoritarias, como la que encabezara Enrique Lister, se integraron posteriormente en el PCE.
No obstante, es importante distinguir netamente entre el papel del PCE en la lucha antifranquista, en el que su política de «reconciliación» contribuyó a la unidad democrática contra el franquismo, incluyendo sectores sociales y personas con antecedentes familiares vinculados al franquismo, y la actuación del PCE durante la transición, y en particular durante el proceso de elaboración condicionada de la Constitución de 1978. La renuncia a defender la República en dicho proceso ha sido reconocida posteriormente como un grave error por el Comité Federal del PCE.
Una de las consecuencias negativas del modo como tuvo lugar la transición del franquismo a la democracia formal fue el olvido durante varias décadas de lo que representó la Segunda República y posteriormente la lucha guerrillera contra el franquismo. No obstante, a partir de 1991 el PCE, además de recuperar la reivindicación de la República como forma de Estado, asumió también la lucha por la recuperación de la memoria histórica bajo la bandera republicana, tanto en la II República como en la guerrilla antifranquista.
Cuando desde el Gobierno del PSOE se procedió, después de reiteradas dilaciones, a proponer un proyecto de Ley de Memoria Histórica, el PCE, junto con las asociaciones por la recuperación de la memoria, se opuso tanto a su pretendida «equidistancia» entre republicanos y franquistas durante la guerra como a la renuncia a la anulación de los juicios franquista, con la consiguiente plena restitución de los derechos vulnerados de las víctimas de la represión franquista. Y aunque se consiguió atenuar dicha»equidistancia», quedó pendiente la mencionada anulación. Por ello, el PCE, que fue además ninguneado por el Gobierno en el proceso de su debate, no opoyó la Ley de Memoria Histórica que fue finalmente aprobada, y discrepó de los acuerdos a los que la entonces mayoría de IU alcanzó con el PSOE para dicha aprobación. En todo caso, la nueva correlación de fuerzas y dinámica unitaria en IU tras su última Asamblea favorece que IU juegue el papel que le corresponde en la lucha por la recuperación de la memoria.
En este contexto, no obstante, es importante que la recuperación de la memoria sea integral, lo que supone reconocer:
1) Lo que representó la II República en los años 30 como principal experiencia democrática en la historia de España.
2) El papel heroico jugado por quienes no se resignaron a asumir la derrota y continuaron en la guerrilla la lucha contra el franquismo, contribuyendo así desde España a la lucha mundial contra el fascismo en los años 40.
3) El papel central jugado por el PCE en los años 60 y 70 para impulsar un movimiento unitario de lucha por la democracia, a través de lo que se llamó su política de «reconciliación» y posteriormente de «Pacto por la Libertad».
4) La insuficiente acumulación de fuerzas para conseguir la ruptura democrática, y los errores cometidos por la dirección del PCE a finales de los 70 y principio de los 80, con la renuncia a reivindicar la República y una deformación institucionalista que minusvaloraba el papel de la movilización social, errores que fueron reconocidos en un proceso de autocrítica a partir de los 90.
Es importante destacar que los «recordatorios» hagiográficos de la transición que se han venido realizando en los últimos años han pretendido ningunear lo que representa actualmente el PCE, pretendiendo dar una imagen en la que aparentemente su historia habría terminado cuando Santiago Carrillo dejó de ser su secretario general y abandonó el PCE conduciendo a sus seguidores a integrarse en el PSOE. De este modo se ha llevado a cabo una nueva manipulación de la memoria, usurpando su protagonismo a la clase trabajadora y pretendiendo reducirla al trío Carrillo-Suárez-Juan Carlos, en un ejercicio además de exaltación de la Monarquía frente al ascenso del movimiento republicano.
Todo ello hace especialmente importante la reivindicación de la figura de Marcos Ana, que no sólo representa en su historia personal la defensa de la república (hasta su presencia junto al puerto de Alicante en el último bastión de resistencia de la II República) y la lucha antifranquista, con su largo período en la prisión y su papel de portavoz primero del colectivo de presos políticos y después de la política de unidad democrática del PCE, sino que, a diferencia de otros, se ha mantenido fiel a su partido, al PCE, en las reuniones de cuyo Comité Federal coincidimos habitualmente.
Ciertamente debemos lamentar que el premio de la concordia para el que se le propone, y que merece sobradamente como representante de la política del PCE contra el franquismo, tenga un nombre dinástico, el del «Príncipe de Asturias», figura que debería pasar lo más pronto posible al museo de la historia. Igual que, en otro ámbito, debemos lamentar que uno de los acontecimientos anuales más populares lleve el nombre de «Copa del Rey». Pero resulta lamentable que la oposición a dicho premio ( http://www.kaosenlared.net/noticia/manifiesto-contra-candidatura-marcos-ana )se plantee precisamente cuando el candidato es Marcos Ana: si finalmente se le concede, ello representará un reconocimiento por parte de los poderes del Estado de la vigencia de las ideas republicanas (y comunistas) que Marcos Ana también representa, y deberá ser un estímulo para continuar la lucha por la III República y con ello el fin también de los rótulos dinásticos a los premios otorgados por el Estado a los ciudadanos y ciudadanas que se hayan destacado en sus méritos en favor del progreso de nuestros pueblos.
http://www.kaosenlared.net/noticia/marcos-ana-lucha-antifranquista-memoria-historica
Si un periódico es un diálogo mayor con sus lectores, éste es un pequeño capítulo de oro que no debe importar a muchas personas, pero sí a algunas muy importantes: Eulalio Ferrer, capitán del bando republicano en la Guerra Civil, exiliado en México, relataba en esta misma página cómo acompañó a Antonio Machado y a su madre en sus últimos días antes de morir en Colliure. Machado tiritaba de frío junto a su madre, acurrucada sobre él, en un banco de una plaza. «Don Antonio iba sin abrigo y coloqué sobre sus hombros el mío, pese a necesitarlo tanto. Fue muy triste…», contaba Ferrer, 88 años, a Juan Bedoya, al desayunar.
Esta alicantina ha hilado la historia de los españoles que liberaron París
Muy lejos, en París, una persona leía esta historia y descubría una pieza en el puzle que intenta encajar desde hace 10 años: Eulalio Ferrer era el anónimo miliciano que ella, Evelyn Mesquida, menciona en La Nueve, una meticulosa reconstrucción de la historia nunca reconocida de los republicanos que lucharon contra el nazismo y que liberaron París.
Mesquida (Alicante, 1945) se sienta hoy en un restaurante francés de Madrid, el que hemos elegido para situarnos más cerca de la historia que viene a contar. Pero llegadas aquí, lo cierto es que pasa del papillote y se anima con unas buenas alubias con chorizo que también ofrece el menú. Española afincada en París, Mesquida ha dedicado los últimos 10 años a entrelazar los hilos de un relato infinito que jamás estuvo en los libros de historia franceses. «Mi objetivo es que Francia reconozca que debe una parte de su libertad a más de 200.000 republicanos que combatieron con una experiencia y entrega que no tuvieron los franceses, que Francia también recupere su memoria histórica».
La memoria histórica oficial no sólo es débil en España. Francia creyó vitorear a sus hombres en París, pero eran Gómez, Puig o Pujol quienes desfilaban y escaso el rastro que dejaron en los archivos oficiales. «He ido reconstruyendo su historia a base de testimonios dispersos, de tumbas en los escenarios clave, y siempre me encontraba con militares escépticos que hablaban de ‘un puñado’ de españoles sin relevancia». A lo largo de estos años, Mesquida ha ido encontrando a los supervivientes, visitándoles, venciendo sus resistencias a recuperar tan tarde la voz pública y trabando con cuidado una historia interminable.
Suma ya miles de documentos, cientos de encuentros y decenas de presentaciones del libro que se van convirtiendo en territorios de lloros y emociones, de reencuentro de nietos, hijos, vecinos o protagonistas olvidados con un tardío legado de unos parientes tan desconocidos. «He visto la alegría de los descendientes al conocer por el libro las heroicidades de sus abuelos, al saber que la historia no terminó en aquellos campos de concentración franceses, como creían, sino en batallas gloriosas que trajeron la libertad a Europa, aunque no a España», relata. La comida se ha quedado fría, habla de cada uno de ellos como de un ser querido y ha ido construyendo una enorme pandilla global unida por esa historia. Con todos mantiene el contacto.
Salvo con Eulalio Ferrer. Al reconocerle en esta última página de EL PAÍS, le escribió, le envió su libro y sabe que lo recibió. «Iba a ir a verle a México», confiesa. Pero en marzo, él falleció.
Y eso -que estos hombres rudos y dignos mueran con reconocimiento- es lo que quiere.
– Alubias: 10,50 euros.
– Papillote de lubina: 16:50.
– Tarta tatín: 7.
Total: 34 euros.
TZIAR BLANCO – Vitoria – 12/07/2009 21:00
Público.es
Vicenta Sagarna Uriarte se emociona sólo con recordar a su hermano: «He llorado todos los días desde que fue asesinado». José Sagarna no llevaba ni un año en la parroquia cuando fue asesinado por las tropas franquistas. Tenía entonces 24 años. Así lo rememora su hermana, que reconoce que la misa estuvo «muy bien», porque los obispos «han reconocido sus errores».
A esta familia, ligada por varios de sus miembros a la institución eclesiástica, sólo le queda ver cumplido un deseo: «Pedimos que coloquen una placa en la casa que nació, en Zeanuri [Vizcaya], que es donde seguimos viviendo».
En la celebración de ayer no faltaron tampoco los amigos de Gerbasio Albizu. La hija de la familia con la que este sacerdote vivió antes de su ejecución recuerda que, cariñosamente, le llamaban Asio. La misa fue un momento duro, porque le volvieron los recuerdos de su juventud a la memoria y se puso «triste». No obstante, se siente satisfecha y agradecida por la «buena acogida» que ha tenido esta recuperación de la memoria entre la ciudadanía.
El origen de sus desgracias se enmarca en el periodo de tiempo comprendido entre julio de 1936 y junio de 1937, cuando más de 60 sacerdotes y religiosos fueron ejecutados en la Diócesis de Vitoria, en los territorios controlados por uno y otro bando. Una parte de ellos, concretamente 14 presbíteros 12 sacerdotes diocesanos de Vitoria, un misionero claretiano y un carmelita descalzo fueron ejecutados por quienes luego vencieron en la contienda. Además de no contar en su día con una celebración pública de exequias, se extendió sobre ellos un silencio de 73 años de duración.
Así, junto a Jose Sagarna Uriarte y Gerbasio Albizu Bidaur, quedaron relegados al olvido Jose Adarraga Larburu, Jose Ariztimuño Olaso, Martin Lekuona Etxabeguren, Alejandro Mendikute Lizeaga, Jose Otano Migelez C.M.F. (claretiano), Jose Joakin Arin Oiartzabal, Leonardo Guridi Arrazola, Jose Markiegi Olazabal, Jose Ignazio Peñagarikano Solozabal, Zelestino Onaindia Zuloaga, Jose Iturrikastillo Aranzabal y Roman de San Jose Urtiaga Elezburu O.C.D. (carmelita).
El único eclesiástico que logró escapar de las armas franquistas fue el obispo de Vitoria, Mateo Múgica, pese a condenar en su diócesis los abusos del bando sublevado contra clérigos y creyentes. Finalmente fue condenado al ostracismo hasta su muerte.
Pero la Iglesia fue la única que decidió correr un tupido velo sobre ellos, porque sus amigos y familiares no dejaron de pensar en ellos un solo día, tal y como demostraron ayer en la misa que por fin les dio un funeral.