Ha llovido mucho desde aquel 18 de julio, continuar con el silencio sería un suicidio de nuestra identidad; defender, promover la verdad histórica es el único camino de futuro que tenemos.
¿Cómo olvidarlo? A pesar de la “Transición” y su pacto de silencio, admitido y firmado por todos los grupos políticos que entraron a “saco” al pastel, a las migajas del pastel.
El 18 de julio mal parieron un estado ilegal, y somos acreedores de mantener la memoria viva. Nosotr@s, nuestra historia, no empieza en 1976, nuestra historia continúa desde aquel fatídico 18 de julio, y en esa historia están nuestros compañeros, nuestros luchadores, intelectuales, políticos, obreros y campesinos, unos conocidos y otros, personajes anónimos, que son mayoría, como los que hoy seguimos queriendo sacar de las cunetas, ciudadanos que fueron fieles a un proyecto colectivo y unitario que se recogió con la victoria del Frente Popular, frente a la concepción nacionalista española, el conservadurismo tradicionalista y por supuesto la España católica, obligadamente católica.
Son la herencia de aquel golpe, de aquellas fechas, de aquella reaccionaria iglesia que se opuso desde el primer día a la emancipación del pueblo, defendiendo la ignorancia y la sumisión.
Aquel golpe de “sangre y fuego” fue ideado y ejecutado por militares traidores a la democracia, personajes forjados en el colonialismo africanista, perpetradores de la extática majestuosa de la Hispanidad, de las cruzadas salvadoras, del inmovilismo clasista. Militares que asesinaron en la contienda bélica que ellos montaron, fueron los pioneros en asesinar al pueblo llano montando una gran “carnicería” , pueblo indefenso que se desplazaba contra las bombas, la venganzas, contra el terror. Se trataba de exterminar al enemigo, de sembrar todo el estado de pánico, de terrorismo golpista.
Militares insurrectos, la Iglesia y la Falange se encargaron de justificar esa brutal represión, justificando así la sublevación ¡volvían las cruzadas! Militares matando a los infieles, falangistas ajusticiando y la santa iglesia apostólica y romana, esparciendo su bendición.
Debajo de la “bota” fascista quedarían los asesinados, los confiscados (saqueados), l@s pres@s del trabajo esclavo y reeducación, l@s huérfan@s hij@s de “rojo”, las mujeres de pelo afeitado y aceite de ricino en público, l@s señalad@s a dedo día a día, los exiliados… un país desgarrado.
Del sentimiento colectivo de la República, al individualismo que hoy seguimos teniendo en herencia. El silencio que se va rompiendo poco a poco, para no olvidar, porque no olvidamos.
Ha llovido mucho desde aquel 18 de julio, continuar con el silencio sería un suicidio de nuestra identidad; defender, promover la verdad histórica es el único camino de futuro que tenemos. No podemos aceptar un sistema impuesto por verdugos. Lo contrario seria seguir perpetuando la herencia index.php?de la ilegalidad constitucional, disfrazar la sangre de los asesinatos, de la represión, poner guantes a las manos manchadas de muerte. ¡Lo que ellos siguen haciendo!
¡18 de julio, contra el olvido y la impunidad!
¡Memoria y Justicia!
Dos novedades para acercarse más a la realidad histórica:
– Un libro: La gran represión. Los años de plomo del franquismo
– Un documental: Crónicas de aquel infierno
– Una nota que refleja la realidad de donde estamos, y como el estado actual entiende “la memoria”
http://www.loquesomos.org/
Enlace de la fuente:
http://www.kaosenlared.net/noticia/18-de-julio-sangre-y-fuego