La exhumación de las últimas fosas sirve para recuperar 49 cuerpos…

julio 21, 2009

El equipo de investigación aprovechó su estancia en la comarca para trabajar en el enterramiento de Villalba de Duero, que guardaba los restos de otras tres personas

El homenaje coincidió con las últimas labores de exhumación.

David Docampo

I.M.L. / Milagros

Los trabajos de exhumación de fosas comunes datadas en los inicios de la Guerra Civil en la comarca ribereña se saldaron este fin de semana con el resultado de 49 cuerpos recuperados. La gran mayoría, 45 de ellos, estaban enterrados en el término municipal de Milagros mientras que los cuatro restantes se localizaron en Villalba de Duero, hasta donde se desplazó el equipo de investigación de la Sociedad Aranzadi aprovechando su presencia en la Ribera.
Entre las personas que estaban enterradas en la primera fosa, excavada en el mes de agosto de 1936, los investigadores constataron la presencia de dos adolescentes, de 16 y 17 años respectivamente. Además, aprovechando que la veintena de arqueólogos, médicos y antropólogos forenses dirigidos por Francisco Exteberría llevaron a cabo la exhumación en apenas una semana, pudieron recuperar en la otra fosa, ubicada en Villalba, los restos de un vecino de Gumiel de Mercado, Florencio García Molinero y dos de La Aguilera, Juan Aguado Solano y Vitorino Velázquez Estefanía.
A lo largo de la mañana de ayer, los trabajos de exhumación fueron tocando a su fin. Mientras los expertos embolsaban los últimos huesos para su posterior estudio, entorno a la fosa de Milagros se reunió más de medio centenar de familiares de los enterrados en ese lugar y simpatizantes del bando republicano para rendir un homenaje a la memoria de los asesinados en aquel lugar. La presencia de familiares en ese lugar ha sido una constante a lo largo de los siete días que han durado estos trabajos. La fuerte carga emocional que suponía para ellos asistir a las labores de exhumación fue mitigada por el apoyo de los voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y representantes de la ONG Psicólogos sin Fronteras, que se desplazaron hasta Milagros para acompañar a las familias en ese trance.

memoria viva. Entre los asistentes al homenaje, destacó la figura de Gervasio Puerta, presidente de la Asociación de Expresos y Represaliados por el Franquismo y natural de la localidad de Milagros, que estuvo asistiendo a los últimos trabajos de exhumación. «Ha sido una experiencia para mí de gran importancia política, moral y práctica, porque no es lo mismo verlo por la televisión que verlo directamente: el trabajo tan científico que se realiza y la dedicación que se pone en él», confesó Gervasio Puerta, que quiso reconocer la labor de los investigadores «que lo hacen desinteresadamente sólo por dar a conocer la realidad triste de los acontecimientos y reivindicar la memoria de estas personas y sus familiares».
Los representantes de la ARMH en la comarca explicaron a los presentes que las labores de identificación definitiva de los restos hallados en fosas anteriores, como la de Costaján y La Lobera, están a punto de finalizar. Sin embargo, los trabajos para cotejar el ADN de los restos recuperados en Milagros con las muestras tomadas a posibles familiares tendrá que esperar hasta que se consiga la subvención estatal necesaria para sufragar el elevado presupuesto que supone.

Enlace:

http://www.diariodeburgos.es/noticia.cfm/Ribera/20090720/exhumacion/ultimas/fosas/sirve/recuperar/49/cuerpos/94A3CC15-1A64-968D-5911CD39C114A9CD


Guerra incivil: Como reza una fosa común de Teruel: «Sólo habremos muerto, si vosotros nos olvidáis»…

julio 21, 2009

Benjamín Lajo Cosido | Para Kaos en la Red | 19-7-2009 | www.kaosenlared.net/noticia/guerra-incivi

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En un alto de La Sierra de Espadán, en Castellón, el viento agita la Memoria de un pueblo dividido, partido en dos. Las dos españas, han criado a su prole en una dudosa Democracia desde que el dictador del Silencio Tenebroso, murió de viejo y sin rendir cuentas por cuarenta años de consentida divinidad que nos supuso aproximadamente un millón de vidas.

Es 18 de Julio de 2009, un día estival como aquel de 1936. Aún no ha amanecido y las sombras del monte se desdibujan creando formas que cobran vida. Tal vez, sean los recuerdos inquietos que me invaden quien provocaba su espontánea presencia para recordarme que un día como el que estaba viviendo, fuese el comienzo de una esperanza dispuesta a materializarse como una explosión de resistente ilusión ante la decadencia e injusticia social. Un grito que dejó de ser ahogado para inundar los corazones oprimidos tras décadas de abusos y atrocidades cometidas por las clases dominantes.

Mientras el viento acariciaba mi piel e impregnaba de rocío su sed, pasaron por mi mente rostros anónimos que me sonrieron. El recuerdo les rescató por unos instantes del Olvido. Les liberó de la oscuridad de su profundo pozo. Pero fueron dos rostros los que destacaron entre esa multitud anónima y próxima. Los abuelos, Manuel Martínez Iborra y José Fort Tortonda. Dos labradores de Massamagrell que fueron asesinados, uno fusilado en 1940 en Paterna (Valencia) el segundo, abandonado tuberculoso en Porta Coeli. Esa muerte no cuenta en las estadísticas históricas.

Esa noche, la madrugada del día 18, até, en un árbol la tricolor republicana. No soy republicano, ni tampoco monárquico. Es más, los gobiernos me incomodan; quizás este sea el motivo que me lleva a buscar en la periferia lo que la urbe me niega. Nada es comparable al perfume embriagador de la tierra que huelo cada día, cada noche. Que es mi alimento, la razón de mí existencia. El producto obtenido (como voy aprendiendo y aprehendiendo) por un digno sudor, aunque mí armadura se vaya oxidando y los espacios verdes sean devorados por el cemento y el asfalto. Sin contemplaciones ni respeto hacia el planeta en el que moramos y que parece que ignoremos anteponiendo un egoísmo abrumador y, poco o nada inteligente.

Últimamente, dedico poco tiempo a opinar, que no ha leer y escribir. ¡Hay tanto que leer! Prefiero en estos momentos de mi vida, compartir mis pensamientos con “Callejana”, mí fiel azada, quien es, junto a mi compañera, mí mejor confidente en conversaciones íntimas o con los “iaios”, a los que acompaño a veces a sus campos y escucho sus palabras mientras removemos la tierra o recogemos sus frutos. Disfruto cuando siento que se clava en la tierra y se funde en su espesura. Cuando mis brazos la hacen moverse de abajo arriba, como un brazo supletorio, complementario, implantado en mí cuerpo.

Cuando despertaba la oscura claridad del Alba y o­ndeaba la bandera que fuera sometida por una parte de ejército español, reaccionario y autoritario, que violó su legitimidad, su juramento y nos llevó hacia el desastre; privándonos de un porvenir, de un futuro en paz que contemplar, para arrojarnos a su abismo de terror. Sí, Terrorismo Blanco, de Estado, que denominaron con certeza nuestros mayores. Pensaba que aquel gesto significaba que sus muertes sirvieron para que nuestras futuras vidas continuaran su inacabada lucha. La Resistencia que ellos impusieron a los intolerantes sublevados, al recordar esa noche su pesadilla, sentí que era una manera de manifestar que somos muchos los que no olvidamos y muchos otros son los que ni olvidan ni perdonan. Están en su Derecho desde hace más de setenta años, a pesar de esas siniestras voces que lo negaron y lo siguen haciendo sin ruborizarse.

Bajé del monte más acompañado que nunca, aunque supuestamente estaba sólo. En aquel árbol y en mí corazón, pude compartir con ellos y ellas, el Viento de la Libertad. Tan esquivo y tan desconocido como las grandes profundidades del océano. Tan lejano de esta falsa realidad que se ha levantado de aquellas ruinas, que al volver al pueblo y ver las luces de las calles silenciosas, miré hacia atrás, pero el viento había dejado de seguirme. Por un momento pensé que todo había sido un bello sueño. Pero no lo fue. Comprendí que una semilla se había quedado enterrada para siempre en mí costado izquierdo… y entonces, sonreí.

Benjamín Lajo Cosido

(memorialista)


Los testimonios que condujeron a la sepultura de Lorca…

julio 21, 2009

La Diputación entrevistó a testigos e investigadores para localizar la fosa.

El País.com. Andalucia.

VALME CORTÉS – Granada – 19/07/2009

Fotografía archivo de La Memoria Viv@

Fotografía archivo de La Memoria Viv@

En 1986 la Diputación de Granada inauguró en Alfacar el Parque Federico García Lorca. Cada agosto, en ese lugar, donde se cree que yacen los restos del poeta, se le rinde homenaje. El terreno, que adquirió la institución para evitar presiones inmobiliarias a particulares, fue señalado por investigadores y testigos como el lugar más probable en el que había sido enterrado el poeta. Para llegar a esa conclusión seis años antes la Diputación creó una Comisión de Encuestas para entrevistarse con «cuantas personas puedan aportar algún dato o informe en relación al lugar de enterramiento de Federico García Lorca».

La noticia en otros webs

«La persona que lo fusiló mostró a su tío el lugar donde lo hizo»

Sólo una declaración señala el lugar de la fosa en Víznar

Tras recabar testimonios, documentación y realizar visitas a la zona, el 22 de julio de 1980 la Comisión concluyó: «Nosotros entendemos que, tras estos testimonios y con las dudas razonables, el terreno en que puedan estar los restos de García Lorca, deben situarse en el paraje que se viene repitiendo en los testimonios y que se ubica próximo los olivos y peñascos reiteradamente citados». En ese punto se erigió un monolito. A continuación se reproducen extractos de los testimonios aportados al órgano creado por Diputación.

– José Roldán Cobos. El primero en declarar fue un funcionario que en el tiempo que realizaba su servicio militar en la División 32 del Estado Mayor vio «en la madrugada del 19 al 20 de agosto de 1936, al regresar desde Víznar a Alfacar para Granada, en término de Alfacar, junto a la denominada Fuente Grande, bajando, a la derecha del camino, cuatro cadáveres, debidos a ejecución y que fueron reconocidos por el declarante, como correspondientes uno de ellos a García Lorca y otros dos, a los dos banderilleros, y el cuarto usaba ortopedia de madera, por amputación de una pierna».

– Eduardo Castro Maldonado. El escritor y periodista, autor del libro Muerte en Granada: La tragedia de Federico García Lorca explicó que los restos de Lorca se encuentran «entre la pequeña curva de la carretera, un barranquillo que baja del cerro bordeando el pinar y los dos únicos olivos que quedan en el lugar».

– María Luis Illescas. Antigua vecina de Víznar, señaló que «el lugar en el que debe estar enterrado el poeta es próximo a la carretera, en las proximidades de Fuente Grande, ante la peña que se ve en la fotografía

[que aporta a la Comisión]». Lo sabe, según explica, porque seis de los componentes de la Escuadra Negra estaban alojados en casa de su tía, en Víznar, y «la misma persona que lo fusiló mostró a su tío el lugar donde lo hizo».

– Ian Gibson. El hispanista ratificó la información publicada en su obra El asesinato de Federico García Lorca de acuerdo con la descripción que el enterrador de Lorca, Manuel Castilla, le facilitó a él y a Agustín Penón. Junto a uno de los dos olivos que perviven. Aporta también la declaración de dos testigos que dijeron haberlo visto «el 20 de agosto de 1936 a un lado de la carretera de Víznar a Alfacar».

– José Luis Vila-San-Juan. El autor de García Lorca asesinado. Toda la verdad señaló «antes de Fuente Granada, tras una curva, en la que, a la derecha quedan dos olivos y una peña». Ése era el lugar en el que uno de los que él creía formó parte del fusilamiento de García Lorca le indicó en 1973 que había sido asesinado el poeta. El enterramiento debió ser «cerca».

– Ángeles González e hijo. Viuda e hijo de Eduardo Molina Fajardo, fueron los únicos que situaron el lugar en Víznar. Según la documentación que obraba en su poder y que formó parte posterior del libro póstumo de su marido (El último mes de Federico García Lorca), el poeta fue enterrado «en unos antiguos pozos, cercano a un antiguo olivar. En la carretera de Víznar a Alfacar, a unos 1.200 metros al noroeste en línea recta de Víznar».

– José Contreras Hita. Fue encargado de las repoblaciones forestales y, según le dijo un trabajador, a los 20 días de iniciarse la guerra vio a un hombre muerto «a cuarenta metros de la zanja situada a cien metros de Fuente Grande, en Alfacar». A las nueve mataron a dos más y al día siguiente los estaban enterrando juntos a «unos 60 metros del camino hacia arriba y cerca de un cerrete de piedra en dirección Norte». Nadie habló de Lorca, según su testimonio, hasta que a los diez o quince días se comentó que unos perros habían escarbado las sepulturas. Entonces los enterradores «dijeron que allí estaba el de Fuente Vaqueros».

– Antonio Ramos Espejo. El periodista dejó claro desde el inicio que era «prácticamente imposible fijar con exactitud» el lugar donde se encuentran los restos, pero apostó por las investigaciones de Gibson. Tuvo oportunidad de hablar con varios campesinos de Alfacar que aseguraron, según su testimonio, que estaba «en los dos olivos junto a la carretera Víznar-Alfacar, al lado de unos chalets, muy cerca de la Fuente Grande».

http://www.elpais.com/articulo/andalucia/testimonios/condujeron/sepultura/Lorca/elpepuespand/20090719elpand_8/Tes


El Periódico ya ha recibido más de 200 fotos inéditas de la guerra civil enviadas por lectores…

julio 21, 2009

En las galerías de la web “Hagamos memoria” (www.elperiodico.com/memoria)
(El Periódico, 20-07-2009) Hagamos Memoria (El periodico)

EVA MELÚS /BARCELONA

La idea era utópica y tenía algo de quimera. Al comenzar julio, el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) y EL PERIÓDICO se plantearon una iniciativa para sacar a la luz aquellas fotografías realizadas durante la guerra civil que hasta el momento no habían salido de los círculos más íntimos de cada casa. Era una incógnita si existían muchas, porque la fotografía era todavía un lujo en 1936. También, si habría muchas personas dispuestas a hacer el esfuerzo de pasarlas a formato digital para rendir homenaje a sus familiares y amigos. La mayoría de los propietarios, se pensó, serán personas mayores con miedo a la informática. Después de tres semanas, en las galerías de la web Hagamos memoria (www.elperiodico.com/memoria) cuelgan ya unas 200 fotografías y, dato esperanzador, el boca-oreja está funcionando y el ritmo de recepción ha ido creciendo. Una selección se expondrá con un trabajado montaje en el MNAC entre el 22 y el 27 de septiembre.

Cada una de estas fotografías es como el final de un hilo. Es un trozo de historia personal, pero también colectiva. Juan Antonio Molina, un septuagenario residente en Vic, ha guardado siempre una foto suya con su padre, en medio de un prado. Él tenía poco más de un año y su padre iba vestido de militar. Un día de otoño, cuando todavía hacía calor, su madre y él dejaron Barcelona y se fueron a visitar al padre al frente de Aragón. El soldado forzoso se alejó todo lo que pudo de las trincheras para convertirse por un rato en un padre que jugaba con su hijo en paz. De aquel momento, queda el recuerdo y otra foto más del niño, jugando en el campo.

El padre de Montse Seglar, voluntario de la Cruz Roja en la guerra, le cambió a un soldado nacional un montón de cartones de tabaco por una foto área de Barcelona a punto de ser bombardeada, con los obuses en primer plano. Probablemente la hizo uno de los aviones alemanes con sede en Mallorca que aterrorizaban a la capital catalana. A partir de entonces dejó de ser extraño, pero Barcelona inauguró la historia de los bombardeos sobre civiles.

En la galería de Hagamos memoria se pone nombre a fotos de niños jugando a la guerra, que guardan un obús no explotado como un tesoro, se repasa la moda militar, con mujeres caladas coquetamente con sombreros de miliciana, se recuerda a los abuelos que tiempo atrás hundían barcos desde un submarino. Son cientos de historias detrás de cientos de foto, de las que hasta ahora solo se hablaba en casa. Es evidente que algunos recuerdos se extinguen antes que las fotografías. A lo largo de estas semanas han llegado también imágenes encontradas en algún álbum familiar con personas vestidas de uniforme que nadie en casa sabe identificar. Seguro que es alguien que un día tuvo que ver con ellos y que sufrió la guerra. Hagamos memoria.

www.elperiodico.com/memoria

http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=630823&idseccio_PK=1013