Egipto oculta al Doctor Muerte…

agosto 2, 2009

El hijo del Carnicero de Mauthausen relata a EL PAÍS la búsqueda de su padre.

Prisioneros en Mauthausen reciben a las tropas que liberaron el campo en 1945. En la torre, una pancarta de los españoles.- NATIONAL ARCHIVES

Prisioneros en Mauthausen reciben a las tropas que liberaron el campo en 1945. En la torre, una pancarta de los españoles.- NATIONAL ARCHIVES

El País.com /JOSÉ MARÍA IRUJO – Madrid – 02/08/2009

Los sabuesos de Joachim Schöck, el policía de Stuttgart que dirige la búsqueda del criminal nazi más perseguido en Alemania, han regresado de El Cairo con las manos vacías. Las autoridades egipcias no les han permitido interrogar a los testigos que durante 30 años convivieron con Tarek Husein Farid, un hombre alto y atlético que bajo ese nombre ocultó su verdadera identidad: Aribert Ferdinand Heim, Doctor Muerte, médico en los campos de exterminio de Mauthausen, donde hubo 8.000 españoles presos, Buchenwald y Sachsenhausen.

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La policía alemana viaja a El Cairo sin éxito para certificar la muerte del nazi

«Han vuelto sin nada. No les dejan ver ni interrogar a los testigos»

Heim se convirtió al islam. Nadie sabe dónde se enterró su cadáver en 1992

«He dicho la verdad. He contado cómo, dónde y cuándo murió»

La última pista sobre el criminal nazi, acusado de matar en su consulta a más de 300 prisioneros a los que sometía a sus retorcidos experimentos, conduce hasta el hotel Kasr el Medina en El Cairo, propiedad de la familia Doma. Hasta allí han viajado los policías de la unidad de fugitivos que dirige el agente Schöck en el curso de una comisión rogatoria de un juzgado alemán que intenta determinar si Heim murió en 1992 en una habitación de este establecimiento en los brazos de su hijo Rüdiger, de 53 años, el familiar que ha revelado el misterio de una de las personas más odiadas y buscadas del planeta.

El 23 de julio el agente Schöck se entrevistó con Rüdiger Heim, residente en Baden Baden (Alemania), y le comunicó el resultado de su viaje a El Cairo. «Han vuelto sin nada. La policía egipcia no les ha permitido interrogar a los empleados del hotel donde residió mi padre, ni al doctor que le atendió en su enfermedad o al oficial que certificó su muerte. Tampoco han podido leer las declaraciones tomadas por la propia policía de ese país a estos testigos», dice el hijo de Heim en una conversación telefónica con EL PAÍS.

Rüdiger Heim asegura que la policía egipcia ha comunicado a la delegación policial alemana en El Cairo que no han logrado acreditar que el Doctor Muerte se hubiera convertido al islam y que tampoco han encontrado un documento oficial que demuestre su permiso de residencia en ese país. «Han vuelto sólo con la promesa de que en el futuro les facilitarán las declaraciones por escrito de los testigos. Yo no puedo hacer más. He dicho la verdad, he contado cómo, donde y cuando murió mi padre. ¿Por qué Egipto pone tantas pegas para verificar mi versión? Parece que les incomoda la verdad», se queja el hijo del médico austriaco.

Y él mismo ofrece una respuesta: «Quieren ganar tiempo porque es una mala publicidad para el país haber sido el protector, durante casi 30 años, del último criminal nazi que asesinó a miles de judíos. No dan facilidades porque ya es una cuestión política».

Rüdiger Heim, que se dedica a rehabilitar edificios, asegura que su padre huyó de Alemania en 1962, un año después de que se emitiera una orden de detención, recorrió Francia y España en coche y cruzó el Estrecho hasta Marruecos. Desde allí entró en Egipto donde residió hasta su fallecimiento. El criminal nazi residió en el hotel de la familia Dona en El Cairo y trabajó como médico para la policía egipcia, lo que explicaría las reticencias que las autoridades de ese país han puesto a la delegación policial alemana.

Según el relato de su hijo se convirtió al islam en la famosa mezquita de Al Azhar y se hizo llamar Tarek Husein Farid. Hay una carta de identidad egipcia a nombre de Tarek con la fotografía del miembro de las SS, su fecha de nacimiento, 28 de junio de 1914, y el número correcto del pasaporte alemán, documento que apareció en una vieja maleta en el hotel de los Doma y que periodistas de The New York Times entregaron a los investigadores del policía alemán Joachim Schöck. «Ahora, la policía egipcia ha dicho a sus colegas alemanes que no encuentran en sus archivos el certificado oficial de ese permiso de residencia», explica el hijo del nazi.

Rüdiger relata las circunstancias del fallecimiento de su padre. «Tarek Husein existió. Yo estuve con él en 1986, 1990 y 1992, en aquel cuarto viejo del hotel de los Doma. Murió el 10 de agosto de 1992, el mismo día que terminaban las Olimpiadas. Estaba muy enfermo, padecía un cáncer de recto, y se durmió frente al televisor. Hay múltiples testigos: el médico que le asistió, las dos personas que lavaron su cuerpo, el oficial del barrio que certificó su muerte, los médicos de guardia del hospital universitario de El Cairo adonde llevé su cuerpo para donarlo a la ciencia. Esa fue su última voluntad».

La existencia de estos y otros testigos está acreditada por testimonios independientes, ya nadie discute que el Carnicero de Mauthausen se refugió en El Cairo, pero nada se sabe de su cadáver, una prueba decisiva para certificar mediante análisis de ADN la muerte del hombre que decoraba su despacho con los cráneos de sus víctimas.

Rüdiger asegura que la última vez que vio a su padre fue en una cámara frigorífica de aquel hospital universitario, pero que al regresar a El Cairo tres años después se enteró de que su padre había sido enterrado en un cementerio de anónimos. Y lo explica así: «Su cadáver no se pudo utilizar para la ciencia porque la ley islámica lo prohíbe y un juez decidió su entierro. No sé donde está, pregunté a varias personas, pero nadie me lo aclaró. Ahora la policía alemana cree que es casi imposible encontrarlo. Un juez debería autorizar que se hurgara en los cementerios de pobres y en esos países musulmanes esa tarea no es nada fácil. Los agentes alemanes me han confesado que tienen pocas esperanzas».

Un tribunal en Berlín, creado por los aliados al terminar la II Guerra Mundial y facultado para expropiar a viejos nazis, retiene 777.000 euros embargados en 1988 en Alemania al criminal nazi. Su fortuna proviene de la venta de un edificio propiedad del ginecólogo. La familia de Heim, su esposa e hijos, se enteraron de la existencia de esta cuenta en marzo de 1997 cuando, según su relato, les telefoneó Alexander Dettling, el policía de Stuttgart que dirigía entonces la búsqueda.

Durante años Rüdiger negó conocer el paradero de su padre. La última vez que lo hizo fue a este periódico en diciembre durante una investigación sobre la fortuna de su padre. Nunca ha explicado el por qué de su cambio de actitud, un giro que le llevó a escribir en marzo a un tribunal de Berlín para comunicarles el óbito de Aribert en Egipto. «Les expliqué las circunstancias de su muerte y me han respondido que se liberará su dinero cuando la policía certifique el fallecimiento. No tenemos interés económico y si alguna vez nos lo entregan lo donaremos a las víctimas», promete su hijo.

El misterio del doctor acusado de inyectar veneno en el corazón de sus víctimas sigue vivo. Su esposa, una amable anciana que descuelga el teléfono en su casa de Baden Baden, lo conoció en 1948 y un año después se casaron. Los dos trabajaron como ginecólogos hasta su fuga. Se divorciaron cinco años después, en 1967, y desde hace décadas ella mantiene una nueva relación sentimental.


Homenaje en el 70 aniversario del fusilamiento de las 13 Rosas y de 43 jóvenes militantes de la JSU…

agosto 2, 2009

El 5 de agosto se cumplen 70 años del fusilamiento de las 13 Rosas y de los otros 43 jóvenes militantes de la JSU en la tapia del cementerio de la Almuden.

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Como todos los años, el PCM rendirá reconocimiento y recuerdo a estas 56 víctimas de la represión franquista y, por extensión, a todas las personas, hombres y mujeres, que sufrieron, no sólo privación de libertad, sino que vieron segada su propia vida por defender los ideales democráticos y progresistas que significaron los de II República para España.

Es por eso que os convocamos a las 11 horas, el próximo miércoles 5 de agosto, en la entrada de O’Donnell del cementerio, ante la lápida que recuerda al grupo de menores fusiladas ese día.

Salud y viva la República

(Partido Comunista de Madrid, 01-08-2009)


Las víctimas gallegas de Franco ya tienen nombre…

agosto 2, 2009

Investigadores de las tres universidades realizan un censo de 14.000 represaliados.

El País.com/BELÉN KAYSER – Santiago – 29/07/2009

«Cuentan que se la llevaron, la violaron, la torturaron, le cortaron los pechos y la mataron». Según la tradición oral, esto le ocurrió a una víctima de la represión franquista en la comarca de O Morrazo. Los historiadores encargados de recopilar testimonios de represaliados por el franquismo han de desenmascarar a diario mitos como éste, a veces fuertemente arraigados en una comunidad. Es el trabajo de Andrés Domínguez Almansa, del equipo de investigación de la Universidad de Santiago, que lleva tres años embarcado en el proyecto As vítimas, os nomes e as voces, una base de datos con 14.000 registros de víctimas de la guerra civil y la represión franquista.

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«Lo que en realidad ocurrió», cuenta Domínguez, «es bastante más sencillo, aunque no menos dramático». Dos mujeres fueron trasladadas en un coche, de noche ?»como siempre»? a un camino. Bajaron del coche y a una de ellas le pegaron un tiro. Murió. Con la otra hubo menos puntería. El coche arrancó dejándola tirada, inconsciente, entre unas rocas. Al amanecer, entre la neblina, la mujer levantó la vista y distinguió a un pescador. Ella le pidió ayuda y él bajó la cabeza presa del pánico. Titubeó, cuenta Domínguez, al señalarle el camino de vuelta y deshacerse en disculpas. Su familia había sido también represaliada. Aquella mujer enfiló el camino a casa y contó su historia. No hubo mito.

La verdadera epopeya ocurrió en pleno siglo XX, cuando la historia de esta mujer fue reconstruida. El equipo de la Universidad habló con la hija de aquella superviviente, que relató los hechos tal y como los contó su madre al regresar. Casualmente, en la misma comarca pero en distinta localidad, otra entrevista cerró el círculo. «Un hombre nos contó que su primo, una madrugada de pesca, se encontró con una mujer en camisón, con un tiro que le pidió socorro y que jamás olvidará que no pudo ayudarla». Cerrar el círculo, y obtener un testimonio contrastado, que se complete entre sí por voces que jamás se han conocido, es un éxito del que los historiadores se sienten profundamente orgullosos. Reconstruyen la historia, su objetivo, y le ponen al lado el nombre de sus protagonistas.

La importancia de las fuentes orales

Las fuentes orales son clave. Localizarlas es un trabajo costoso, para el que el equipo trabaja a pleno rendimiento. El valor de los testimonios es tan alto que está indexándolos todos y colgándolos en formato vídeo junto a cada una de las fichas. Es difícil hacer una entrevista para un trabajo como el que este equipo tiene entre manos, no todo el mundo vale. «Ha de existir empatía, has de escuchar mucho y no intervenir para nada en el relato; ésa es su memoria», explica María Jesús Souto, del equipo de investigadores. Ella, que para su tesis doctoral tuvo que entrevistar a falangistas, reconoce que el que una persona confíe en ti es lo más complicado.

Andrés Domínguez explica que el método del equipo consiste en peinar zonas, seguir pistas, escuchar a los que quieran contarlas, buscar a aquellos que puedan completar las historias, y sobre todo, echar abajo mitos aupados por la política o los movimientos sociales. «Hay que tener cuidado con la memoria, porque es resbaladiza», explica Domínguez, «hay que quitar de en medio lo que pueda falsearla». El trabajo de este equipo es reconstruir la historia y hacerla veraz. Y en el camino, descifrar por qué se hicieron mitos. En la mayoría de los casos, explica Domínguez, «porque la gente necesitaba creer en algo y en que la batalla tenía un sentido». Así justifica que el Partido Comunista tuviera sus propios héroes y en muchos casos se haya comprobado que las historias no ocurrieron exactamente así.

Y se llega a esa verdad trabajando con los testimonios orales. En éstos, las medias palabras son el lugar común. Hay quien no tiene miedo de hablar, quien está esperando a que le pregunten, pero hay quien lleva toda la vida ocultando su historia, forzándose a no hablar del tema. «Llegamos nosotros y creemos ser los primeros que preguntamos, pero no», cuenta Domínguez. «Está ese niño que a sus ocho años preguntó ‘¿qué le pasó a papá?’, y nadie le hizo caso». A Telmo Comensaña, de 75 años, hijo y sobrino de represaliado jamás le contaron qué fue de aquellos hermanos que llevaban adelante una asociación de agricultura que incitaba a los jóvenes. Nunca conoció a su padre, «se lo llevaron por delante cuando yo tenía dos».

Así que él fue uno de los primeros investigadores sobre su propia memoria. Ahora colabora con el equipo de la Universidad. En las últimas décadas, ha recopilado papeles y testimonios de familiares lejanos y amigos que le contaban cómo era su padre. «Mucha gente dice que la época más feliz de su vida es la infancia, para mí fue la madurez, cuando conocí a mi padre».


Satélites contra crímenes y dictaduras…

agosto 2, 2009

El servicio ofrecido por Google Earth ayuda a los investigadores a descubrir campos de internamiento, fosas comunes y huellas de matanzas.

Imágenes de Google Earth de un campo de trabajo, a la izquierda, y las fosas comunes donde se enterraron a miles de personas tras la hambruna de los noventa en Corea del Norte.

Imágenes de Google Earth de un campo de trabajo, a la izquierda, y las fosas comunes donde se enterraron a miles de personas tras la hambruna de los noventa en Corea del Norte.

El País.com/MARIANGELA PAONE – Madrid – 02/08/2009

Cuando Curtis Melvin regresó de Corea del Norte en 2005 y empezó a buscar en Google Earth las imágenes de los lugares que había visitado, no imaginaba que el resultado de ese trabajo daría la vuelta al mundo. Este estudiante de doctorado de la Universidad George Mason de Washington deseaba utilizar la página digital para localizar monumentos pero acabó identificando instalaciones nucleares y fosas comunes.

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Un estudiante halló instalaciones ocultas del régimen de Corea del Norte

Su trabajo, resumido en la página web North Korea Uncovered (Corea del Norte al descubierto) y descargado 150.000 veces en dos años, es el ejemplo más destacado de lo que los ciudadanos pueden conseguir con imágenes por satélite al alcance de todos los que tengan una buena conexión a Internet.

«Colgué en la red la primera versión del mapa [de Corea del Norte] en abril de 2007. Desde entonces decenas de personas de todo el mundo han empezado a enviarme señales», explica Melvin por teléfono desde su despacho de Washington. «Empezamos a publicar sitios que nadie había visto en Occidente»: la red eléctrica, las carreteras principales y también la red de ferrocarril con paradas a las puertas de las lujosas residencias del dictador norcoreano Kim Jong-il, testimonio de la enorme distancia entre la vida de la población y la del querido líder.

Pero hay dos imágenes que llaman la atención entre las decenas que han sido publicadas en su mapa. La primera es la de los montículos que cubren las colinas cerca de la ciudad de Hamhung, al noroeste del país. Según las informaciones recogidas por Melvin, los circulitos que puntean la tierra son las fosas comunes donde se enterraron a centenares de miles de norcoreanos que murieron a causa de la tremenda hambruna que el país sufrió a finales de los noventa. La segunda es la de los campos de trabajo donde están encerrados los prisioneros políticos del régimen de Pyongyang.

Melvin pudo localizar las imágenes gracias a Joshua Stanton. Este abogado que trabajó hasta 2002 para el Ejército de EE UU en Corea del Sur, ha pasado los últimos años recogiendo documentación sobre las violaciones de los derechos humanos en la mitad norte de la península coreana. «A partir de 2003 empezaron a conocerse los testimonios de los supervivientes y sus descripciones de los campos de concentración», cuenta Stanton, «pero fue sólo gracias a Google Earth que conseguí comparar las informaciones que tenía para buscar las instalaciones en los mapas por satélite y poderlas describir. En las imágenes se ve todo lo que el Gobierno norcoreano ha desmentido siempre».

Para sus pesquisas, Stanton aprovechó los datos de un informe publicado en 2003 por el US Human Rights Committee, una ONG que desde 2001 investiga los crímenes del régimen de Kim Jong-il. En el documento estaban las imágenes aéreas de algunos de los campos que la organización había conseguido de archivos desclasificados por las agencias federales. Pero Stanton pudo localizar en Google Earth al menos un kwan-li-so (como se llaman en coreano los campos de trabajo) del que no se tenían fotos. «Utilizó las coordenadas que nosotros teníamos y llegó a tener imágenes nuevas como las del campo 16», reconoce el director general de la ONG y ex dirigente del Pentágono, Chuck Downs, «así que en la próxima edición del informe incorporaremos también los descubrimientos de Stanton». Downs, que durante muchos años fue asesor del Congreso estadounidense para asuntos de Corea del Norte, subraya que «el Comité fue la primera organización en entender la importancia del análisis de las imágenes satelitales para investigar violaciones de los derechos humanos».

Contaban desde luego con un antecedente importante. El 10 de agosto de 1995, la entonces embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Madeleine Albright, mostró al Consejo de Seguridad fotos aéreas de Srebrenica, en Bosnia-Herzegovina: las imágenes en secuencia temporal fueron presentadas como prueba de la matanza cometida por las tropas serbobosnias contra la población musulmana.

El mismo tipo de análisis podría ahora reabrir la investigación sobre uno de los episodios más controvertidos de la guerra de Afganistán: la masacre, en noviembre de 2001, de miles de talibanes prisioneros del señor de la guerra, aliado de Estados Unidos, Abdul Rashid Dostum.

La organización Physicians for Human Rights (PHR), que halló en 2002 una fosa común en Dash i Leili, en el sur del país, donde se supone que se enterraron los cadáveres de los milicianos, encargó a la American Association for Advanced Science (AAAS, editora de la revista Science) una investigación sobre las imágenes por satélite de la zona. «Estuvimos allí en 2002 y, con las coordinadas exactas, pudimos recuperar las imágenes anteriores a 2008 y ver qué había pasado», explica desde Boston la subdirectora de PHR, Susannah Sirkin. «A partir de 2006 las fotos revelan que la tierra ha sido movida», añade. Para Sirkin es la confirmación de la sospecha de la ocultación de pruebas de los responsables de la matanza.

El 11 de julio, The New York Times citó el trabajo de PHR en un reportaje sobre la complicidad de la Administración Bush en el fracaso de las investigaciones. Un día después, el presidente Barack Obama anunció la intención de reabrir al caso. «Investigar de verdad lo que pasó», dice Sirkin, «es importante para Afganistán y también para Estados Unidos».

El doble uso de las imágenes sensibles

Si la difusión de las imágenes aéreas por Internet ha despertado el entusiasmo de los activistas de los derechos humanos, la otra cara de la moneda es la seguridad nacional. Desde que Google Earth fue lanzado en 2005, ha habido una sucesión de quejas por parte de gobiernos preocupados por el peligro de que las fotos por satélite puedan ayudar a terroristas a planear ataques en ciudades y lugares sensibles o contra las tropas desplegadas en misiones internacionales. El caso más llamativo fue el del atentado a los hoteles Taj Mahal y Oberoi-Trident de Bombay de noviembre de 2008, que causó más de 170 muertos. El único detenido admitió que los comandos que atacaron los hoteles se habían entrenado con los mapas de Google Earth.

Otro caso que reabrió el debate fue el descubrimiento de una instantánea de 2006 de la base militar de Shamsi (Pakistán) en la que aparecían tres aviones no tripulados Predator. La imagen -todavía visible en el archivo digital de The Times– probaba que las fuerzas estadounidenses usaron la base para sus operaciones en el confín entre Afganistán y Pakistán. Las autoridades paquistaníes habían siempre negado haber concedido el uso de bases en su territorio para ataques con drones en Afganistán o Pakistán.

Un caso muy parecido al que reveló el The Daily Telegraph en 2007: en las casas de algunos insurgentes iraquíes se habían encontrado imágenes de la base británica de Basora, en Irak. El episodio, según un informe de la agencia estatal estadounidense Open Source Center, marcó un antes y un después en las relaciones de Google Earth con los Gobiernos. «Después del accidente de Basora [se lee en el documento] Google Earth empezó a negociar directamente con los gobiernos para tranquilizarles. Así acordó borrar las imágenes de las bases británicas en Irak y otras instalaciones». Fuentes de Google Earth aseguran que la política actual de la empresa es eliminar las imágenes consideradas sensibles bajo petición de gobiernos, instituciones o incluso ciudadanos privados.

Para los expertos que han utilizado el servicio de Google en las investigaciones sobre violaciones de derechos humanos, los temores son injustificados. «En determinadas ocasiones se tiene que tener en cuenta el riesgo para la seguridad nacional -comenta Lars Bromley, director del programa Tecnologías geo-espaciales y Derechos humanos de la American Association for Advanced Science-, pero creo que si alguien quisiera hacer un atentado igual le valdrían los mapas tradicionales o visitar el lugar. Y tampoco es tan sencillo usar las imágenes por satélite. No es lo que se ve en las películas. La calidad de las fotos no permite ver todo lo que se quisiera».


Carta a Franco por Francisco Arrabal…

agosto 2, 2009

Carta a Franco por Francisco Arrabal:

Ex c e l e n t í s i m o Señor:
Le escribo esta carta con amor.
Sin el más mínimo odio o rencor, tengo que decirle que es usted el hombre que más daño me ha causado.
Tengo mucho miedo al comenzar a escribirle:
temo que esta modesta carta (que me conmueve de pies a cabeza) sea demasiado frágil para llegar hasta usted;
que no llegue a sus manos.

Creo que usted sufre infinitamente;
sólo un ser que tanto sufre puede imponer tanto dolor en torno suyo;
el dolor preside, no sólo su vida de hombre político y de militar, sino incluso sus distracciones;
usted pinta naufragios y su juego favorito es matar conejos, palomas o atunes.

En su biografía, ¡cuántos cadáveres! en África, en Asturias, en la guerra civil, en la postguerra…
Toda su vida cubierta por el moho del luto. Le imagino rodeado de palomas sin patas, de guirnaldas negras, de sueños que rechinan la sangre y la muerte.
Deseo que usted se transforme, cambie,
que se salve, sí,
es decir, que sea feliz por fin,
que abandone el mundo de represión, odio, cárcel, buenos y malos que hoy le rodea.

Quizás haya una remota esperanza de que me oiga: siendo niño me llevaron a un acto oficial que usted presidía.
Al llegar usted, entre ovaciones, las autoridades le agasajaron.
Entonces una niña, preparada para ello, se acercó a usted y le tendió un ramo de flores. Luego comenzó a recitar un poema (mil veces ensayado)… Pero, de pronto, presa de emoción, se puso a llorar. Usted le dijo, acariciándole la mejilla:

–No llores, yo soy un hombre como los demás.

¿Es posible que hubiera en sus palabras algo más que el cinismo?

Sin odio y sin soberbia, Fernando Arrabal comenzaba así su Carta al General Franco, un texto obsesivo y circular en el que se unen la historia y la tragedia, el esperpento y la denuncia, el distanciamiento que proporciona la ironía y los recuerdos autobiográficos de un niño de la guerra y la posguerra, de un español del éxodo:

Fuimos niños manipulados y hombres buscando la palabra.
¡Cuánto silencio bajo el tejado!

Fernando Arrabal:

Nacido en Melilla en 1932, el creador español Fernando Arrabal es reconocido principalmente por su obra dramatúrgica, aunque ha incursionado en otros géneros literarios, el cine y las artes plásticas. Reconocido en 1953 con el Premio Ciudad de Barcelona por su obra teatral Los chicos del triciclo, Arrabal emigró al año siguiente a París, donde fundó el movimiento pánico -de clara influencia surrealista- con el chileno Alejandro Jodorowsky y el francés Roland Topor. El cementerio de automóviles (1958), El laberinto (1956), El arquitecto y el emperador de Asiria (1966) o Tormentos y delicias de la carne (1985) se cuentan entre las obras teatrales más destacadas de Arrabal, cuya producción dramática fue reunida en 1997 en dos volúmenes bajo el título Teatro completo. La torre herida por el rayo (1982, Premio Nadal de Novela 1983), La virgen roja (1987), La hija de King-Kong (1988) y La extravagante cruzada de un castrado enamorado (1990) son muestras de su narrativa, en tanto en el terreno del ensayo ha abordado casi siempre temas políticos: subrayó su inconformidad con la dictadura en la Carta al general Franco -enviada a su destinatario en 1971, pero publicada hasta 1978, un año después de que el autor regresara a España- y abordó la corrupción imperante en Cuba en Carta a Fidel Castro (1983). El escritor español, quien ha realizado varias películas, es identificado en México principalmente por la adaptación fílmica de su obra de teatro Fando y Lis, que Jodorowsky dirigió en el país en 1967. Autor de lengua española y francesa, fue nombrado en 1995 Oficial de las Letras y las Artes Francesas en reconocimiento a una obra que ha guardado una estrecha vinculación con esta nación.

Envío del video realizado por Raquel Arto. Información adicional al video Jordi Carreño.

Fuentes: 

Youtube: http://www.youtube.com/watch?v=deV5EA6KNWg

Texto de la carta: http://encuentrosconlasletras.blogspot.com/…/carta-al-generalfranco.html

Texto biográfico: http://biblioteca.universia.net/ficha.do?id=37964192