Claveles rojos para Rafael…

agosto 26, 2009

Píñar rememora la figura de su último alcalde republicano,fusilado a los 43 años, con asistencia de ocho de sus nueve hijos.

La familia de Rafael ante el monolito dedicado en la plaza del pueblo. / I. M.

La familia de Rafael ante el monolito dedicado en la plaza del pueblo. / I. M.

SALVADOR M. ESPÍNOLA / PÍÑAR
Rafael, Francisca, Emilio, Josefa, Ascensión, Antonia, María y Consuelo no pudieron contener la emoción en el homenaje que el viernes se le rindió a su padre en Píñar. Se llamaba Rafael Expósito Jiménez, era alcalde republicano y fue fusilado el 12 de enero de 1940, víctima de la represión franquista.
El acto reunió a los ocho hijos vivos de Expósito que asistieron, junto a unos trescientos vecinos del pueblo, al cambio de nombre de la plaza en la que descubrieron un monolito que recuerda la figura del regidor, cuyos restos se encuentran en paradero desconocido.
Allí estaban, entre otros, la presidenta en funciones de la Diputación Provincial, Juana María Rodríguez Mesa, el vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Rafael Gil Bracero, y varios alcaldes de la comarca. Juntos participaron en un homenaje a «un buen hombre, un trabajador, alcalde demócrata de los pies a la cabeza, y con las manos limpias de sangre», como lo recordó la alcaldesa de Píñar, Inmaculada Oria.
La iniciativa del cambio de denominación de la Plaza del Ayuntamiento partió de un vecino de la localidad que presentó al pleno un escrito, acompañado por 420 firmas, aludiendo a la Ley de la Memoria Histórica para renombrar la plaza y homenajear a Rafael Expósito Jiménez.
Aunque han pasado 69 años, muchos no olvidan las importantes obras que realizó en el pueblo, como la urbanización de la plaza del Ayuntamiento -que ahora lleva su nombre- la carretera que une la localidad con la estación de tren, de vital importancia en las décadas posteriores a la Guerra Civil, la mejora de la red de puentes sobre el río Píñar y la ejecución de obras de abastecimiento de agua. Según la actual primera edil, fue «un alcalde equitativo, servicial y con las manos limpias». Unas manos, como la de su hija Consuelo, la más pequeña, que recibió y conservará en nombre de todos sus hermanos una placa en recuerdo a su padre.
Los hijos de Rafael no conservan, sin embargo, ni una sola imagen suya; todas las fotos, todos los documentos familiares, se los quemaron. Sí poseen unas cartas que les escribió desde la cárcel, unas letras que no les llegaron por correo, sino que el carcelero guardó y les entregó tras su muerte. En la última misiva les contaba que lo iban a matar por sus ideales y, junto a ella, les mandaba unos pantalones para que los pudiera aprovechar su hijo Rafael, que tenía entonces 17 años. A él, al mayor de sus vástagos, le pedía que cuidara de los más pequeños, entre ellos Consuelo, que nació cuando él estaba preso.
Rafael Expósito hijo recuerda en unas pequeñas memorias la noche del 39 en la que, estando la familia en el cortijo del Ventorrillo, salió a la puerta y vio la silueta de un hombre acercarse: era su padre, que venía a despedirse de su familia. Cogió una manta y partió a Granada, andando, para entregarse a las autoridades, pasando antes por Cogollos para despedirse también de su familia allí residente.
El que fuera alcalde de Píñar se entregaba voluntario aconsejado por un vecino, que le aseguró que, procediendo de tal forma, «no le pasaría nada». Durante la guerra, Rafael escondió y mantuvo a salvo en cuevas a vecinos del bando contrario; uno de ellos, el que le aconsejó después que se entregara.
El mismo lugar
Rafael fue condenado a la pena capital y fusilado, probablemente, en las tapias del cementerio de Granada. Tenía 43 años. Hasta entonces había vivido en el Ventorrillo, haciendo pozos y sacando agua.
Los hijos más pequeños no recuerdan cómo era su padre. Sí rememoran, no obstante, lo duro que fue para la familia salir adelante tras su desaparición. Los dejaron sin nada; se tuvieron que poner a trabajar desde niños -ellas sirviendo y, ellos, en el campo- a veces por una hogaza de pan.
Ahora, sesenta y nueve años después de su muerte, sí tienen un lugar al que llevar flores, un sitio público que él mismo urbanizó.
Fuente: El Ideal.es (Granada)

http://www.ideal.es/granada/20090825/provincia/claveles-rojos-para-rafael-20090825.html


Asociación de Arucas (Gran Canaria) presenta hoy en los juzgados la lista revisada de desaparecidos en Canarias…

agosto 26, 2009

La Asociación por la Memoria Histórica de Arucas (AMHA), en Gran Canaria, que representa a varias asociaciones de Canarias, presentará hoy ante los juzgados la lista revisada de los desaparecidos en las islas víctimas de la represión franquista, según informó la propia agrupación en un comunicado.

La lista se entregará hoy, martes 25 de agosto, en los edificios de los juzgados en el municipio, ubicado en la calle Juan Doreste Casanova, donde, a las 11.00 horas, miembros de la AMHA, junto con el abogado, Fernando Magán, atenderán a los medios de comunicación.

Por otra parte, la asociación está trabajando en la apertura de un pozo en barranco de Tenoya, dentro del término municipal de Las Palmas de Gran Canaria, unas negociaciones que «van bien encaminadas», después de haber mantenido, meses atrás, reuniones con representantes del Cabildo de Gran Canaria.

Además, la excavación en el Pozo del Llano de Las Brujas, dentro del término municipal de Arucas, –única excavación donde se ha trabajado en la isla–, reinició las acciones a mediados del mes de febrero, después de que el Ayuntamiento cesara las acciones por falta de presupuesto a finales del pasado mes de diciembre.

VENTICUATRO RESTOS HUMANOS

Desde el pasado 16 de junio de 2008, cuando comenzaron las labores arqueológicas, se han encontrado un total 24 restos humanos, además de casquillos que corresponden a fusiles y pistolas. Por su parte, los restos óseos se encuentran en «muy buenas» condiciones a pesar de las múltiples fracturas que presentan.

Así, el pasado 31 de octubre se encontraron los primeros restos humanos, mientras que una vez realizado el hallazgo, se dio aviso a la Asociación de la Memoria Histórica de Arucas y se comunicó lo que se había encontrado al Juzgado de Instrucción de Arucas correspondiente, así como al puesto de la Guardia Civil, según se preceptúa en la Ley. Ya en la primera fase de los trabajos, a mediados del mes de junio del año pasado, se encontraron, en el exterior de la excavación diversos materiales, como una medalla, un botón y una bala.

Los trabajos continuaron hasta el pasado mes de diciembre, cuando de tuvo que paralizar la excavación debido a la falta de dinero, aunque la actividad se retomó el pasado mes de febrero, aunque la labor de laboratorio para poder conocer la identidad de los restos encontrados no se vio afectado por el parón y se continúa en la actualidad con este cometido.

Fuente: Yahoo. Noticias

http://es.wrs.yahoo.com/_ylt=A0WTTkiUBZVK_HYAExqY.Qt.;_ylu=X3oDMTBjb3ZrYjNkBHBvcwM0BHNlYwNzcg–/SIG=13hooethu/EXP=1251366676/**http%3a//es.noticias.yahoo.com/5/20090825/tso-asociacin-de-arucas-gran-canaria-pre-d5ab91d.html


El Gobierno de Aragón estudia multar con hasta 300.000 euros la apertura de una fosa…

agosto 26, 2009

ARMH: “es lamentable que el Gobierno de Aragón quiera tratar la exhumación de una fosa común, como si se tratara de un resto arqueológico anónimo”

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NATALIA JUNQUERA – Madrid – 24/08/2009

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) se enfrenta a una posible multa de entre 60.101 y 300.506 euros por la apertura de una fosa común en Valderarnero (Calatayud) el pasado 17 de julio. El Gobierno de Aragón ha remitido una carta al colectivo informándole de que considera que ha incumplido la Ley del Patrimonio Cultural Aragonés al exhumar los restos de dos fusilados de la Guerra Civil sin la autorización del Director General responsable del Patrimonio Cultural, lo que, según su régimen sancionador, supondría una «infracción grave» castigada con multas de hasta 300.506 euros. En la carta, el Gobierno de Aragón le pide a la ARMH que le envíe un informe detallado de las actuaciones realizadas con el fin de valorar el expediente sancionador. El director general de patrimonio daba un plazo de 20 días para el envío de este informe. Ese plazo expiró el pasado viernes.

El vicepresidente de la ARMH, Santiago Macías, confía en que el Gobierno de Aragón no cumpla su amenaza. «Si lo hace, estará castigando a los familiares de las víctimas, que son los que promueven la apertura de esta y de todas las fosas. Nosotros no vamos abriendo fosas por España; a nosotros nos llaman los familiares para pedirnos ayuda y cuando se puede, exhumamos los restos. En este caso, pedimos permiso al ayuntamiento de Calatayud, que además, era propietario del terreno donde se encontraba el enterramiento clandestino y nos lo dio. En un principio íbamos a hacer sólo una prospección, pero los restos aparecieron porque estaban a apenas 20 centímetros del suelo y no podíamos dejarlos allí», explica.

La ARMH recuperó en esta fosa los restos de dos republicanos fusilados en 1936. Para el Gobierno de Aragón se trata de un yacimiento arqueológico que como tal está protegido por la Ley del Patrimonio Cultural Aragonés. En la carta remitida a la asociación, explican que al ser advertidos de la exhumación de Calatayud, enviaron a tres técnicos acompañados por el Consejero de Obras del Ayuntamiento de Calatayud, Miguel Lavilla, y constataron la intervención arqueológica y la posterior retirada de los restos óseos localizados.

Fuente: El País.com
http://www.elpais.com/articulo/espana/Gobierno/Aragon/estudia/multar/300000/euros/apertura/fosa/elpepuesp/20090824elpepunac_17/Tes?print=1

OTRAS NOTICIAS RELACIONADAS:

El Gobierno de Aragón evalúa una sanción a la ARMH por una exhumación sin autorización en Calatayud.

Fuente: Ecodiario. El Economista

http://ecodiario.eleconomista.es/sociedad/noticias/1492565/08/09/Memoria-historica-el-gobierno-de-aragon-evalua-una-sancion-a-la-armh-por-una-exhumacion-sin-autorizacion-en-calatayud.html



Las enseñanzas de Antígona…

agosto 26, 2009

«Si lo que sucedió no se reconoce, entonces no tiene más remedio que seguir ocurriendo siempre, en un eterno retorno»…

Los montes Torozos son las únicas elevaciones en la inmensa llanura de Tierra de Campos. Durante la Guerra Civil, especialmente durante el terrible verano de 1936, se convirtieron en un cementerio improvisado. Era allí, aprovechando sus cortes y vaguadas, donde grupos de falangistas conducían diariamente a sus rivales políticos y, tras matarles con frialdad, los enterraban entre carrascas, quejigos y encinas. En estos montes se concentra el mayor número de fosas comunes de la provincia de Valladolid.

No fueron meros ajustes de cuentas, sino asesinatos perfectamente organizados cuyo objetivo era el exterminio «planificado, sistemático y generalizado de todo el tejido asociativo y las corporaciones municipales de la Segunda República». Asesinatos consentidos y apoyados por las nuevas autoridades, tan crueles como innecesarios, pues no hubo en la zona ni un conato de resistencia. Las patrullas de falangistas recorrían los pueblos de los alrededores y se llevaban a hombres, muchachos y, en algún caso, mujeres, con la obscena impunidad del que acude a los puestos de la feria a elegir el ganado para el matadero.

Es difícil saber la cifra total de los asesinados, pero la Asociación para la Memoria Histórica habla de unos 2.000, lo que en una zona escasamente poblada es una cifra estremecedora. Un informante que ha vivido en estos montes toda su vida recuerda a su padre comentando que llegaban camiones con más de 20 personas cada noche. Sólo en Medina de Rioseco, la capital de la comarca, un pueblo con una importante tradición sindical y republicana, mataron alrededor de 200 personas.

Todos los años, en un lugar de los montes Torozos, situado junto a Peñaflor de Hornija, a unos 20 kilómetros de Valladolid, se reúnen familiares y amigos para recordar lo que pasó. Es una ceremonia sencilla y emocionante, en que se leen poemas y testimonios personales ante un monumento improvisado con dos vigas de tren.

Este año acudió Sabina de la Cruz, viuda del poeta Blas de Otero. Su familia procede de Cuenca de Campos, un pueblo cercano, y su padre es uno de los desaparecidos. Vivía en Bilbao pero quiso la mala suerte que regresara a su pueblo ese verano para visitar a su familia y aprovecharan para matarle. En los años sesenta, ella y Blas de Otero se acercaron a estos montes tratando de encontrar algún indicio de su fosa, pero nadie quiso hablar con ellos. «Allí no había nada» se dice en el poema estremecedor que ella escribiría a su regreso. «Ni una tumba que Miguel diga dulcísima, / ni esa brizna de hierba que refresca / los huesos de los muertos». Los muertos del bando nacional figuran en placas expuestas a laentrada de las iglesias, pero estos otros no tienen derecho ni siquiera a que se pronuncien sus nombres. Sorprende el silencio de las autoridades y, en general, de la sociedad vallisoletana, que consiente estas manifestaciones anuales como si se tratara de reuniones nostálgicas de ancianos que rememoran tristes batallas de juventud. Y sorprende sobre todo el silencio de la Iglesia, para quien enterrar dignamente a los muertos es una de las tareas esenciales de su credo. Y digo que sorprende porque la mayoría de los asesinados eran creyentes y sin duda habrían deseado para sí mismos un entierro con los rezos, las bendiciones y el amor de sus sacerdotes.

Han pasado 70 años y es más necesario que nunca hablar de todo esto. Los familiares más directos de los desaparecidos son ya muy ancianos, y dentro de poco no quedará nadie que los recuerde. Interesarse por ellos es un acto con un profundo significado cívico, pues a un crimen político se ha respondido con un crimen o­ntológico. «Los desaparecidos -ha escrito George Steiner- son nuestra memoria. Un mal que existe en nuestros cuerpos personales, una huella con la que vivimos y que ninguna justicia puede borrar. Deuda impagable, sin compensación posible. Así trabaja la memoria, como una marca con la que debemos vivir, como una terrible elección. El desaparecido dejaría de ser si la memoria de los desaparecidos dejara de existir». Y añade: «Si lo que sucedió no se reconoce, entonces no tiene más remedio que seguir ocurriendo siempre, en un eterno retorno».

Somos lo que recordamos. Si al hombre le privaran de memoria perdería su humanidad. Gracias a la memoria no sólo vivimos nuestra vida sino la de los demás. La cultura es memoria. Las bibliotecas, los museos, los monumentos el pasado, son construcciones de la memoria. En ellos se guardan las huellas de los hechos y las vidas de los que nos precedieron, lo que nos permite dialogar con ellos y burlar a la muerte. Todos los seres queridos que desaparecen, siguen viviendo en los relatos de quienes les sobreviven. La memoria es «lo más necesario de la vida». Sin embargo, en muchas cunetas y vaguadas de España aún yacen enterrados sin identificar decenas de hombres y mujeres que fueron asesinados vilmente durante la Guerra Civil. Reconocerlo no es un acto caprichoso ni irresponsable. No se trata de ajustar cuentas con el pasado, sólo de ocuparnos de estos miembros de nuestra comunidad como desearíamos que se ocuparan de nosotros.

Antígona fue condenada a muerte por querer enterrar a su hermano, abandonado al arbitrio de los perros y los cuervos por orden del rey de Tebas.

Cuidar a nuestros muertos, nos enseña Antígona, es integrar su muerte en la vida. Es un acto de amor, tender ese lazo posible y deseado entre seres que se pertenecen y que se ven unos a otros como seres humanos. Los que fueron enterrados sin amor ni lágrimas, fueron deshumanizados por este acto. Recordarles es devolverles la humanidad que se les negó.

Es esto lo que significa la historia del zamorano Venancio Prieto. Su padre fue asesinado en agosto del 36 con otros del pueblo. Dejó mujer y cinco hijos muy pequeños. No tenían para comer y Venancio, que sólo tenía seis años, iba a pedir pan y manojos de leña por las casas. Cuando le preguntaban de quién era él, contestaba candorosamente: «De Medero, el que mataron».

Tiene razón Almodóvar, hay muchos tipos de familia. Por ejemplo, la de ese niño y su padre asesinado por los fascistas; o las de todos los que aún se empeñan en buscar a los seres que perdieron una noche aciaga de hace 70 años. Una familia es un grupo de personas que cuida de un pequeño ser, ha dicho Pedro Almodóvar. Seres pequeños son los niños, pero también los muertos que amamos. No hay nadie más insignificante ni más necesitado que ellos, pues basta que dejemos de recordarlos para que desaparezcan para siempre.

Sorprende que en este país, donde hay tantos defensores de la familia, se olviden de familias tan ejemplares y fieles. Frente a la crueldad de los que una noche entraron en sus casas para privarles de lo que amaban, ellas siguen pronunciando a solas los nombres de esos pequeños seres que son sus muertos. Quieren tomarles de la mano y conducirles, como a niños maltratados, a un país justo donde puedan encontrar el respeto y la ternura que se les negó. Ayudarles en esa tarea es una obligación no sólo política sino moral. Una tarea de todos que no debe demorarse más.

Fuente: El País.com
http://www.elpais.com/articulo/opinion/ensenanzas/Antigona/elpepuopi/20090824elpepiopi_4/Tes