El contubernio literario de Formentor…

septiembre 19, 2009

Las Jornadas Poéticas marcaron el inicio del deshielo y de la apertura cultural española al exterior. La transición literaria precedió a la política. La próxima semana se celebra el 50º aniversario de aquellos Encuentros.

Por Juan Goytisolo

Giulio Einaudi, Carlos Barral y Claude Gallimard, fotografiados en los Encuentros de Formentor en los años sesenta

Giulio Einaudi, Carlos Barral y Claude Gallimard, fotografiados en los Encuentros de Formentor en los años sesenta

La idea de conmemorar el cincuentenario de los Encuentros Literarios de Formentor me parece muy acertada, pese a la epidemia de conmemorativitis que nos agobia: fueron la primera bocanada de aire fresco en la atmósfera enrarecida de la dictadura y el primer paso en el camino de nuestro laborioso acercamiento al mundo editorial y creativo de Europa. Vistos desde hoy, desempeñaron un papel similar al que, en el campo político, cumplió el llamado «contubernio antifranquista» de Múnich. La España de dentro y de fuera, nuestro triste furgón de cola y el ámbito abierto de allende el Pirineo entraron felizmente en contacto tras dos décadas de incomunicación por obra del cordón sanitario destinado a preservarnos del contagio de ideas nocivas y doctrinas ajenas a nuestra identidad nacionalcatólica.

La noticia en otros webs

La apuesta de Barral y su equipo merece ser evocada en un momento en el que la literatura descaece de nuevo víctima del comercialismo más basto

Siendo muy pocos los organizadores y asistentes que sobrevivimos al paso del tiempo -Jaime Salinas, Josep Maria Castellet, Miguel Delibes, Luis Goytisolo, Carlos Bousoño y quien escribe estas líneas-, considero oportuno evocar sus orígenes, sus diferentes etapas y vicisitudes, los problemas a los que sus valedores se enfrentaron y su improvisada solución. Para ello debo remontarme a noviembre de 1955, fecha del primer viaje de Monique Lange a Barcelona y de nuestra visita al poeta y editor Carlos Barral.

Carlos y su esposa Ivonne solían acoger los martes en su apartamento de San Gervasio a un grupo de amigos, escritores o relacionados con el mundo editorial, cuyo común denominador cifraba en su aversión a la dictadura franquista y a la censura de cuantos manuscritos pasaban por las manos de los centinelas de la fe y de los principios del llamado Movimiento Nacional. Abandonando nuestra querencia ramblera, Monique y yo subimos a la Barcelona decente y fuimos recibidos por Carlos e Ivonne con su habitual hospitalidad. Como secretaria de Dionys Mascolo, responsable de «asuntos exteriores» de Gallimard, y por su conexión a través de él con editores europeos de la talla de Einaudi y Rowohlt, Monique conocía bien quién era quién en el campo de la edición y alentó a Barral a ponerse en contacto con ellos. Las circunstancias eran favorables en la medida en que tanto Mascolo como su amigo el novelista Elio Vittorini, mentor de Einaudi, habían puesto por primera vez los pies aquel verano en la España de Franco y habían creído detectar los indicios del cambio social que se gestaba. La velada fue muy fructífera: a su vuelta a París, Monique informó a Mascolo de su charla con Barral y el acceso de éste al circuito literario y editorial europeo se puso en marcha. Si mal no recuerdo, entre los tertulianos de aquel martes estaban Gabriel Ferrater, Castellet, Gil de Biedma y un treintañero que se presentó de improviso y cuyo vehemente antifranquismo indujo a sospechar a los anfitriones que se trataba de un espía. Pero las presunciones típicas de la desconfianza reinante en aquella época no tardaron en disiparse: ¡el imaginado chivato era nada menos que Ángel González!

No puedo detallar aquí las fases del camino que condujo a la creación del Prix International de Littérature y del que lleva el nombre del lugar de nuestros encuentros: las asomadas de Barral a París y sus entrevistas con Mascolo y Claude Gallimard; el apoyo decisivo de Einaudi y Vittorini al proyecto de romper el aislamiento intelectual de España; la adhesión posterior de Rowohlt al trío inicial. Carlos disponía de unos asesores de gran valía, sin los cuales el éxito de la empresa no hubiera sido posible: Jaime Salinas, recién llegado a Barcelona tras su largo exilio norteamericano, y el discreto y eficaz Joan Petit. Ellos, en estrecha correspondencia con Mascolo y otros escritores y colaboradores de Gallimard -Roger Caillois, François Erval, Maurice-Edgar Coindreau y la propia Monique- pusieron la nave en franquía y consiguieron que arribara a buen puerto: en este caso, a la bellísima bahía de Formentor.

En mi primer viaje con el grupo francés aterrizamos en El Prat, desde donde nos trasladaron al muelle de embarque para Mallorca, en el que nos aguardaban ya los invitados procedentes de Madrid, Barcelona y otras ciudades europeas. La atmósfera de euforia y desenfado -la conciencia de aquel estreno introducía un elemento nuevo en nuestras vidas- duró toda la travesía.

En años posteriores, no hubo itinerario marítimo: permanecíamos en la terminal a la espera del vuelo que debía llevarnos a Palma. El aeropuerto barcelonés era entonces muy sencillo y práctico: bajabas por la escalerilla del avión y te dirigías de un tirón al mostrador en el que la policía sellaba los pasaportes. En 1960 -año de la detención de mi hermano Luis y de los ataques con que me distinguía el diario Pueblo-, al llegar mi turno, el responsable del servicio retuvo el mío y se lo llevó a una oficina interior. Tras unos minutos de espera, Monique levantó la portezuela del mostrador y se coló tranquilamente en el despacho para preguntar qué ocurría. La respuesta nos colmó de hilaridad a los dos. El policía -ignoro su grado pues vestía de paisano- dijo que había telefoneado a su mujer para comunicarle mi llegada, ya que era una admiradora mía. La explicación era muy poco convincente y, quizá por ello, el buen hombre pidió luego permiso para sentarse a nuestra mesa en la cafetería en donde matábamos el tiempo hasta el aviso de embarque y se interesó por la situación de Luis, para manifestarme a continuación su interés por la literatura, esto es, por el Premio Planeta y los libros más vendidos del momento, no sé si de Pombo Angulo o de Gironella.

La llegada a Formentor nos deslumbró: el hotel disfruta sin duda de una de las mejores vistas del mundo, y la acogida del director a aquellos turistas singulares y a veces extravagantes («¡poetas, gilipollas!», gritó un muchacho en el centro de la isla al paso de un minibús con una docena de invitados), sorprendió gratamente a todos. El joven Tomeu Buadas no era sólo inteligente y amable sino también buen lector, consciente de la novedad que significaban aquellas jornadas fuera de serie sobre poesía, y no sólo sobre poesía, pues la política, como sucede en los regímenes represivos, se colaba siempre por las rendijas. En 1961, Buadas tuvo el gesto honroso, insólito en aquellos tiempos, de confiarme que la policía le había pedido un informe sobre mí y otros huéspedes, y de que nos seguía discretamente los pasos. Su trágica muerte en un choque de aviones en el espacio aéreo francés a causa de una huelga general de controladores llenó de consternación a cuantos tuvimos ocasión de conocerle.

Las Jornadas Poéticas de 1959, organizadas por Camilo José Cela, contaron con la presencia de una buena nómina de autores respetables encabezada por Vicente Aleixandre (Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Rosales, Carlos Bousoño, Valverde, Hierro, José Luis Cano), de poetas tolerados no obstante sus ideas comunistas, como Celaya y Blas de Otero; y de la nueva generación apadrinada por Castellet: Gil de Biedma, mi hermano José Agustín y el propio Barral. Se habló en ellas, especialmente en el bar y los jardines, de lo divino (en son de burla) y humano (con mayor respeto), y el consumo de alcohol entre los más jóvenes se disparó. Un poema de Gil de Biedma titulado Conversaciones poéticas evoca con humor el ambiente de embriaguez e increíble libertad que enardeció a cuantos suspiraban por una España menos menesterosa y cutre. La presencia de Dionisio Ridruejo, cabeza visible de la oposición interior al Régimen, y de escritores catalanes de la talla de Carles Riba, J. V. Foix y Gabriel Ferrater completan el elenco peninsular de aquel encuentro histórico con grandes poetas europeos, en el que por unas horas nuestros sueños se trocaron en realidad. La transición literaria precedió así a la política, iniciada con el ya citado «contubernio» muniqués y rematada con la muerte de Franco trece años más tarde.

El siguiente coloquio sobre novela, en el que hicimos circular una petición, arropada con una veintena de firmas célebres, en la que se exigía la libertad de Luis, puso de relieve la situación muy diferente del escritor en España y en los países felizmente aireados por la libertad de la democracia: mientras yo, por ejemplo, defendía el compromiso del novelista como un deber moral respecto a la sociedad (el propósito de las dictaduras, sean del pelaje que sean, de desterrar la política fuera del espacio público produce el efecto contrario de politizarlo todo), Robbe-Grillet, cuyas novelas acababan de ser traducidas por Seix Barral, preconizaba una literatura ajena a todo didactismo y centrada en el designio de romper con la tradición legada al creador por sus predecesores y antepasados. En cuanto a Camilo José Cela, nos obsequió con una tirada de las suyas, hasta que Miguel Delibes, irritado por ella, la cortó con un contundente «hablas como un diputado» que provocó entre los asistentes murmullos de protesta o de aprobación.

No puedo extenderme en el análisis del impacto profundo de aquellos Encuentros a lo largo de cuatro años, por obra de la presencia fecunda de maestros sin cátedra como Octavio Paz, Robert Graves, René Char, Yves Bonnefoy, Alberto Moravia, Marguerite Duras, Michel Butor o Italo Calvino, ni en la consagración urbi et orbi, gracias a ellos y otros poetas y críticos, de Jorge Luis Borges (recuerdo la magnífica intervención de Roger Caillois sobre su universalidad atemporal), Samuel Beckett, Carlo Emilio Gadda, Gombrowicz y otros receptores del Premio Internacional de Literatura. Forzados a emigrar por las crecientes trabas que hallaban en España, los inspiradores y artífices de aquel y del que llevaba el nombre del añorado edén balear -concedido en 1961 a Juan García Hortelano y dos años después a Jorge Semprún por su espléndida novela autobiográfica Le long voyage- tuvieron que mudarse de una volada a Corfú y, de allí, a Salzburgo y a Valescure, para aterrizar, desanimados ya y sin fuerzas, en la costa de Túnez, en donde los Encuentros fenecieron con menos gloria que pena.

Las Jornadas Poéticas de Formentor marcaron el inicio del deshielo y de la apertura cultural española al exterior. La apuesta editorial de Barral y su equipo, con el sostén eficaz de quienes la apoyaron desde fuera, merece ser evocada en un momento en el que la literatura descaece de nuevo, víctima ahora no de la asfixia provocada por la censura sino del comercialismo más basto creado por la conjunción mortífera del bajón imparable de las humanidades en nuestras aulas y de la sustitución de los criterios basados en la calidad de las obras por el de su visibilidad mediática en esa obtusa sociedad del espectáculo que de forma tan lúcida anticipó Guy Debord.

Conversaciones Literarias en Formentor. Geografías literarias. Del 25 al 27 de septiembre. http://www.conversesformentor.com/

Fuente: El País.es

http://www.elpais.com/articulo/portada/contubernio/literario/Formentor/elpepuculbab/20090919elpbabpor_26/Tes


Exposición “Los rusos en la Guerra de España. 1936-1939″…

septiembre 19, 2009

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Madrid (Conde Duque), 24 de septiembre al 10 de enero. Inauguración 23 de septiembre 19:30 horasLa muestra está patrocinada por la Fundación Pablo Iglesias y la Comisaría del Catedrático de Historia Contemporánea, Ricardo Miralles. Es el resultado de una investigación exhaustiva sobre la presencia en España de un cuerpo de asesores soviéticos que colaboró activamente en la defensa de la República española. De la misma manera que en el bando llamado “nacional” hubo una presencia nutrida de alemanes e italianos, en el bando republicano la hubo de rusos. Los “rusos” que combatieron al lado de la República española eran entonces soviéticos y, además de los propiamente rusos, combatieron también bielorrusos, ucranianos, osetios y georgianos. Participaron también estonios, letones, lituanos y otros que en aquel momento histórico eran países independientes de la URSS. Sin embargo, en España a todos los llamaron “los rusos” y cuando la gente les vitoreaba por las calles gritaba “¡Viva Rusia!”. Esta es la razón por la cual la muestra lleva el título genérico de “Los rusos en la guerra de España”, porque los ciudadanos españoles de la época así los percibieron y porque así los rememoraron después.

Los “rusos” que actuaron en España como combatientes directos, especialistas, asesores, ingenieros, médicos e intérpretes fueron exactamente 2.105. En la exposición todos y cada uno quedan nombrados con sus nombres y apellidos, misiones, fechas de entrada y salida en España, o, en su caso, de muerte (cayeron 192 rusos en total).

Fuentes: Noticia extraída del Foro por la Memoria

http://www.foroporlamemoria.info/2009/09/exposicion-los-rusos-en-la-guerra-de-espana-1936-1939/

http://www.diariomadrid.eu


Recuperados textos de Delaprée mutilados por la censura sobre los bombardeos de Madrid en 1936…

septiembre 19, 2009

La editorial Raíces ha dado a la luz el libro Morir en Madrid, de Louis Delaprée, en edición de Martin Minchom.

Libro "Morir en Madrid" de Louis Delaprée

Libro "Morir en Madrid" de Louis Delaprée

Se trata de la recuperación íntegra de escritos del periodista francés que en su día fueron mutilados por la censura. Los editores explican: “Hasta julio de 1936, Louis Delaprée era el exponente más brillante del estilo liviano del periodismo popular francés. Sus experiencias como corresponsal en la guerra civil le transformaron. En las últimas semanas de su vida, Delaprée mandó unos reportajes furiosos y emotivos que denunciaban el horror de los bombardeos aéreos de Madrid. Su periódico censuró sus artículos, y luego los rechazó por completo. Mientras tanto, un culebrón de la familia real inglesa acaparaba los titulares, y Delaprée denunció amargamente ante la redacción que «la matanza de cien niños españoles es menos interesante que un suspiro de Mrs Simpson, puta real». Volvía indignado a París cuando su avión fue atacado cerca de Guadalajara, y murió en Madrid el 11 de diciembre de 1936. El caso Delaprée suscitó virulentas polémicas, y tuvo un fuerte impacto. Injustamente acusado de ser responsable de su muerte, André Malraux incluyó innumerables citas de Delaprée en su novela La Esperanza. Y como demuestra Martin Minchom, el compromiso de Picasso con la guerra de España surgió precisamente el día mismo en que se publicaron en París sus escritos desgarradores sobre los bombardeos de civiles. Martin Minchom ha recuperado los textos mutilados de Delaprée, y a modo de rompecabezas el lector puede reconstruir lo que fue eliminado. Esta edición pretende superar un largo historial de censura que ha oscurecido una de las voces más vibrantes de cuantos presenciaron la guerra en España”. Paul Preston ha dicho: «Los artículos de Louis Delaprée sobre los bombardeos de Madrid se encuentran entre los escritos más conmovedores que se redactaron durante la guerra». La opinión de Jorge Semprún ha sido la siguiente: «Noviembre: a menudo, cierzo y niebla. Compraba, con el corazón palpitante, un periódico. Madrid seguía resistiendo… Mis artículos preferidos eran los de un corresponsal del Paris-Soir, Louis Delaprée».

Martin Minchom, editor e hispanista británico, se graduó en la Universidad de Oxford y es doctor en la de Liverpool. Ha vivido en Ecuador, Francia y España, y sus numerosas publicaciones en español, inglés y francés incluyen The People of Quito, 1690-1810 (1994, 2007), y “Le Métis imaginaire” en L’Homme. Ha editado La defensa de Madrid (2005), de sir Geoffrey Cox, “contando con la colaboración del gran corresponsal de guerra que tenía entonces 95 años”.

T I E M P O   D E   H I S T O R I A

Viernes, 18 de septiembre de 2009

http://www.tiempodehistoria.com/modules.php?name=News&file=article&sid=1442

Fuente: Noticia extraída del Foro por La Memoria

http://www.foroporlamemoria.info/2009/09/recuperados-textos-de-delapree-mutilados-por-la-censura-sobre-los-bombardeos-de-madrid-en-1936/



En los burdeles de los campos de la muerte…

septiembre 19, 2009
Himmler (a la izquierda) inspecciona con otros altos cargos nazis el campo de concentración de Auschwitz. - GUILLEM SANS MORA

Himmler (a la izquierda) inspecciona con otros altos cargos nazis el campo de concentración de Auschwitz. - GUILLEM SANS MORA

Las SS, por orden directa de Heinrich Himmler, obligaron a más de 200 mujeres a prostituirse.

GUILLEM SANS MORA – CORRESPONSAL

La visita dejaba muy poco espacio para la fantasía. Estaba prohibido hablar y sólo se permitía la posición del misionero. El cliente y la prostituta eran observados permanentemente a través de una mirilla por un guardián de las SS, que redactaba después un informe detallado. La cosa tenía que durar un máximo de 20 minutos.

Con la red de burdeles que organizaron los altos cargos nazis en los diez mayores campos de concentración, las SS pretendían aumentar la productividad de los presos esclavizados en la fabricación de armamento, evitar la temida propagación de la homosexualidad en los campos y, de paso, practicar experimentos médicos para investigar las enfermedades de transmisión sexual. El burdel estaba situado en casi todos los casos en una barraca a la entrada del campo. Contaban con un dormitorio común para las mujeres, aseo con bañera y habitaciones individuales para su trabajo.

A las mujeres se les practicaron abortos y todo tipo de experimentos

Más de 200 mujeres fueron obligadas a trabajar en estos burdeles desde marzo de 1942 hasta el final de guerra. El historiador Robert Sommer da una visión exhaustiva del tema en un libro que acaba de publicar en Alemania, Das KZ-Bordell (El burdel del campo de concentración, aún sin traducir al español), escrito a partir de su tesis doctoral. Sommer basa su investigación en fichas sobre los clientes conservadas en el Archivo Federal alemán y el de la Cruz Roja polaca. Todos los documentos llevan el sello de «secreto». Los burdeles fueron habilitados por orden directa del jefe de las SS, Heinrich Himmler.

La mayoría de estas esclavas sexuales casi todas alemanas detenidas por prostitución callejera o por contactos con judíos u otros «enemigos del Reich» procedían del campo de mujeres de Ravensbrück, a unos 50 kilómetros de Berlín. Una vez detenidas, les cosían un triángulo negro en la manga que las distinguía como «asociales», categoría que incluía a alcohólicos y mendigos. Algunas de estas mujeres fueron a parar a Ravensbrück simplemente por llamar la atención con un estilo de vida que el régimen nazi, que oficialmente combatía la prostitución, consideraba disoluto. Sommer ha documentado también unos pocos casos de mujeres reclutadas como prostitutas en Bergen-Belsen y Auschwitz.

Promesa de libertad

Tras la guerra, las víctimas no pidieron indemnizaciones

Tanto los usuarios de los burdeles como las esclavas sexuales que trabajaban en ellos eran arios, o al menos no judíos. Algunas pocas mujeres eran polacas y ucranianas. Las SS aseguraban a estas mujeres que saldrían en libertad al cabo de seis meses, una promesa que jamás se cumplió. Documentos de la administración de los campos describen el pésimo estado físico de las mujeres antes de ser devueltas a Ravensbrück, donde se les practicaron abortos y experimentos médicos.

La comandancia de los campos ocultaba siempre dos cosas cuando venían «visitas oficiales»: el crematorio y el burdel. La existencia de estas instalaciones permaneció oculta después de la guerra. Las víctimas optaron por callar y renunciaron a pedir indemnizaciones en la Alemania de posguerra, porque no se las consideró trabajadoras forzadas. El trabajo de Sommer contribuye ahora a romper el tabú del sexo en los campos nazis, un capítulo poco conocido del terror nazi que ha dado lugar a un montón de películas de serie B.

Fuente: Público.es

http://www.publico.es/253282


INVITACIÓN DE LA MEMORIA VIV@: Deja tu firma y apoyo a la candidatura del juez Baltasar Garzón al Premio Sájarov…

septiembre 19, 2009
Baltasar Garzón

Baltasar Garzón

Con este sencillo texto, la Dirección de La Memoria Viv@ y en nombre de todos sus colaboradores, amigos y seguidores hemos dado apoyo a la candidatura del juez Baltasar Garzón al Premio Sájarov. Ahora os invitamos a que lo hagáis individualmente cada uno de vosotros, dejando el comentario que deseéis de apoyo en estos enlaces que os proporcionamos:

http://segurquetomba.wordpress.com/

https://lamemoriaviva.wordpress.com/2009/09/12/plataforma-de-apoyo-a-garzon-para-que-se-le-conceda-el-premio-sajarov/

http://www.facebook.com/ext/share.php?sid=140346811845&h=SoADY&u=T9TOL&ref=mf

La Directiva de la AIRMH La Memoria Viv@ da su apoyo a la solicitud y candidatura del juez Baltasar Garzón por su inestimable labor en favor de las familias de las víctimas de la Guerra Civil y la represión franquista.

¡Memoria, reparación y justicia!

(Puedes unirte a nuestro grupo en faceboock): Grupo creado por La Memoria Viv@ como soporte a la acción de apoyo:

http://www.facebook.com/group.php?gid=150628741702

PREMIO SÁJAROV:

El Premio Sájarov recompensa a personalidades excepcionales que luchan contra la intolerancia, el fanatismo y la opresión. Al igual que Andréi Sájarov, los galardonados con el Premio Sájarov dan testimonio del coraje que es necesario para defender los derechos humanos y la libertad de expresión.

Presentación del Premio Sájarov

El «Premio Sájarov a la libertad de conciencia» lo concede cada año el Parlamento Europeo. Creado en 1988, recompensa a las personalidades o colectivos que se esfuerzan por defender los derechos humanos y las libertades fundamentales.

El Parlamento Europeo entrega su «Premio por la Defensa de los Derechos Humanos» (50 000€) en el transcurso de una sesión solemne en Estrasburgo alrededor del 10 de diciembre. La fecha corresponde al día de la firma, en 1948, de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

¿Quién era Andréi Sájarov?

Premio Nobel de la Paz en 1975, el físico ruso Andréi Dimitriévich Sájarov (1921-1989) es ante todo el inventor de la bomba de hidrógeno.

Preocupado por las consecuencias de sus trabajos para el futuro de la humanidad, su pretensión es que se tome conciencia del peligro de la carrera de armamentos nuclear. Obtiene un éxito parcial mediante la firma del Tratado contra los ensayos nucleares en 1963.

Considerado en la Unión Soviética como un disidente de ideas subversivas, crea en el decenio de 1970 un Comité por la Defensa de los Derechos Humanos y la Defensa de las Víctimas Políticas. Sus esfuerzos se vieron coronados con el Premio Nobel de la Paz en 1975.

Lista de galardonados

Lista completa de galardonados con el Premio Sájarov a la libertad de conciencia:

PREMIO SÁJAROV
a la libertad de conciencia
2008 Hu Jia
2007 Salih Mahmoud Osman
2006 Alexander Milinkevich
2005 Las «Damas de Blanco», Hauwa Ibrahim y Reporteros sin Fronteras
2004 Zhanna Litvina, Presidenta de la Asociación de Periodistas de Belarús
2003 La ONU y su Secretario General Kofi Annan
2002 Oswaldo José Payá Sardiñas
2001 Izzat Ghazzawi, Nurit Peled-Elhanan y Zacarias Kamwenho
2000 ¡Basta Ya!
1999 José Alejandro ‘Xanana’ Gusmão
1998 Ibrahim Rugova
1997 Salima Ghezali
1996 Wei Jingsheng
1995 Leyla Zana
1994 Taslima Nasreen
1993 Oslobodjenje
1992 Las Madres de la Plaza de Mayo
1991 Adem Demaçi
1990 Aung San Suu Kyi
1989 Alexander Dubcek
1988 Nelson Rolihlahla Mandela y Anatoli Marchenko (a título póstumo)

Contacto

Para más información, póngase en contacto con Geneviève Centis en la siguiente dirección de correo electrónico: genevieve.centis@europarl.europa.eu

El Premio Sajarov para la Libertad de Conciencia, bautizado así en honor del disidente y científico soviético Andréi Sájarov, fue establecido en diciembre de 1985 por el Parlamento Europeo como un medio para homenajear a personas u organizaciones que han dedicado sus vidas o acciones a la defensa de los derechos humanos y las libertades.

El Premio Sajarov es concedido cada año y entregado alrededor del 10 de diciembre, el día en el que se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Los candidatos son nominados por los eurodiputados y los grupos políticos del Parlamento Europeo. De la lista de candadidatos, la comisión de Asuntos Exteriores selecciona a tres «finalistas». Los presidentes de los grupos políticos (la Conferencia de Presidentes) posteriormente seleccionan uno o más ganador(es). El premio es formalmente entregado por el Presidente del Parlamento Europeo durante la sesión plenaria de diciembre. El ganador recibe un certificado y un cheque de 50.000 euros.

Fuentes:

http://www.europarl.europa.eu/news/archive/freetext_page_archive/20050818FTX00274-1301/default_es.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Premio_S%C3%A1jarov



MEMORIA HISTÓRICA: Los restos hallados el pasado año serán enterrados mañana

septiembre 19, 2009

Bandera al viento tricolor

Los restos que fueron descubiertos el pasado año junto a la tapia del cementerio de Mérida serán enterrados mañana domingo en un mausoleo construido por el Consistorio emeritense en el interior del camposanto municipal. Estos vestigios salieron a la luz durante un campo de trabajo desarrollado por la Junta de Extremadura.

Hoy.es

http://www.hoy.es/20090919/merida/restos-hallados-pasado-seran-20090919.html

Mañana domingo 20 de septiembre a las 11.00 horas de la mañana en el cementerio de Mérida, acto convocado por los familiares de las víctimas, asociaciones memorialistas, amigos y simpatizantes. Os esperamos…


Argumentos sobre la legalidad de la II República o ilegalidad de la instauración de un régimen dictatorial…

septiembre 19, 2009

Profesor Daniel Alberto Chiarenza

Profesor Daniel Alberto Chiarenza

La Guerra Civil Española y América Latina

Cuando en 1931 se impuso en España una mayoría que por la vía democrática, cambió un régimen teocrático-monárquico por una República, los “subsuelos sublevados” salieron a la luz para consolidar este avance, sus conquistas, derechos, y continuar por el cauce que otros habían empezado a dar forma. A esta Primavera Republicana desde las sombras opositoras comenzaron a acecharla con sueños de insurrecciones que cristalizarían cinco años después poniendo fin a un gobierno democrático, plural, popularmente elegido. Una minoría que desplazó la voluntad de la mayoría por la vía sangrienta. La guerra que se desarrolló a partir del movimiento sedicioso cuyo rostro visible fue el del general Francisco Franco, dividió no sólo las voluntades peninsulares sino las adhesiones individuales y de colectivos sociales en diferentes puntos de la comunidad internacional.

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Más artículos de autor:

http://profesor-daniel-alberto-chiarenza.blogspot.com/