Hoy 1 de noviembre, día de los Santos, de TODOS los difuntos.

noviembre 1, 2009

Claveles tricolor

Hoy primero de noviembre 2009, los cementerios de España se han llenado de flores, yo he ido a mi pueblo, delante de las tumbas de mis familiares difuntos  he puesto unas flores y unos velones: acto social de tributo a nuestros fallecidos.

Me hubiese gustado también poder ir  a otros pueblos, donde  últimamente se ha rendido homenaje a represaliados del franquismo, en Casavieja , en Mérida, en Pajares de Adaja, en Villanueva de la Vera, en el Puente Cardenal del parque de Monfragüe, en el Torno, en Coria, en Pepino, en el Cementerio del Este en Madrid…solo por citar algunos lugares.

Mi recuerdo para todos  esos hombres y mujeres que sufrieron la represión.

Pero en esta España del siglo veintiuno existe un largo listado de fosas comunes, de desaparecidos y los mapas de localización siguen sin existir.

Para que ninguna de esas victimas quede en el olvido, para que su recuerdo (a la espera de Justicia) sea mantenido vivo, para rendirles un modesto tributo virtual, hoy pongo estas flores. Hoy 1 de noviembre, día de los difuntos, de TODOS los difuntos.

P.S: Hace un año propuse un mosaico de fotografías de los lugares donde hubieseis propugnado un homenaje, si hoy tenéis imágenes de algún acto os pido que las enviéis a La Memoria Viva y las publicaremos  todas juntas.

Un saludo fraternal.

Pedro-Vicente Romero de Castilla Ramos.


Sabino Fernández Campo, en el juicio de la historia…

noviembre 1, 2009
  1. Historiadores asturianos analizan el legado del general y su papel junto al Rey en la transición.

  2. El militar «leal» que supo «guiar al que manda para que no errase» se lleva consigo muchos enigmas.

  3. El 23-F «deshizo equívocos sobre el papel del Rey», aunque su silencio «deja más hipótesis que tesis»

Sanino Fernándeaz y el rey

2 MARCOS PALICIO

«La persona que hizo fracasar el 23-F» había sido antes un militar del Ejército de Franco que supo ver dónde estaba la puerta de salida hacia la democracia. Después, Sabino Fernández Campo fue un escudero leal que desde dentro de la maquinaria de la Jefatura del Estado no confundió lealtad con fidelidad, que guiaba y aconsejaba, además de obedecer, y siempre un político inteligente y un jurista culto y acaso en exceso cauto, porque enterró el pasado martes demasiadas incógnitas consigo. Aquella primera y contundente valoración sobre el protagonismo de Fernández Campo en la tarde y la noche del 23 de febrero de 1981 la dejó escrita uno de los condenados por su participación en el intento de golpe de Estado, el comandante Ricardo Pardo Zancada; las otras son el boceto apresurado del retrato del ex jefe de la Casa del Rey a partir de las visiones divergentes de cuatro historiadores asturianos.

A través de sus miradas distintas, Sabino Fernández Campo es en el juicio de la historia un secundario que tal vez calló demasiado, pero que intuyó varias veces hacia dónde soplaba el viento y devino en protagonista, sobre todo, aquel lunes de febrero, a eso de las siete de la tarde, para «deshacer equívocos sobre el papel del Rey» en el 23-F y arbitrar salidas poco traumáticas para la ocupación del Congreso. Así lo ve el ovetense Enrique Moradiellos, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Extremadura, sin llegar a abonar la hipótesis de que con su intervención de aquella noche ayudase incluso «al Rey a decantarse», una posibilidad que no excluye su colega David Ruiz, catedrático emérito de la misma materia en la Universidad de Oviedo.

«Sabino es importante» aquel día, precisa Moradiellos, desarmando al Ejército de las dudas sobre la paternidad real del golpe. Ni más ni menos, eso fue lo que hizo el célebre «ni está ni se le espera» de su conversación con el general José Juste, máxima autoridad de la División Acorazada «Brunete», cuando éste preguntaba a Fernández Campo sobre la llegada a la Zarzuela de Alfonso Armada para dirigir las operaciones junto al Rey. Asumió, sigue el catedrático, «ese papel importante de engarce entre la Zarzuela y generales como Juste, Quintana Lacaci -capitán general de la I Región Militar- u otros que llamaban insistentemente preguntando qué hacer», «deshaciendo en sus negociaciones con militares el juego ambiguo del general Armada». Tan fundamental para el resultado final de la intentona fue el espíritu de aquella frase, remata el historiador ovetense, que años después hubo quien preguntó a Juste qué habría hecho si se le hubiese ordenado lo contrario, y éste no dudó ni un instante: «Obedecer». «Por eso es tan instructivo eso de «ni está ni se le espera»», concluye. El general, eso sí, empezó a desactivar aquello un poco por orgullo y otro poco por prevención frente a su antecesor en la jefatura de la Casa del Rey -Armada-, tal como él mismo reveló después al periodista Francisco Medina, autor del libro «23-F, la verdad». Allí el Conde de Latores confirma que «no, sospecha aún yo no tenía. Pero tenía también una cosa de amor propio. Él ya no era secretario general y yo sí (…) He de reconocer que había ahí un poco de orgullo…».

Sea como fuere, afirma Moradiellos, su intercesión «desactivó el golpe duro» y el «juego a dos barajas de Armada» para sacar al país del trance; pero hay otros Sabinos ocultos detrás de las grandes letras de aquel lunes en el que le dieron los focos de frente. Para el catedrático asturiano, la figura del general «es importante por su condición de militar procedente del Ejército de Franco que con el tiempo evoluciona hacia posiciones de aceptación de la democracia como sistema político normal», en la estela de otros «de la misma hornada», como Manuel Gutiérrez Mellado -que llegó a ser ministro y vicepresidente con Adolfo Suárez- o el asturiano Manuel Díez Alegría. Llegó, pues, a la Monarquía parlamentaria a través del régimen franquista y del progreso que éste allanaba a «aquellos militares que se formaban en el ámbito de la vida civil que ellos consideraban importante, la ley». Secretario de cinco ministros, interventor de la Casa Militar de Franco y subsecretario de la Presidencia del Gobierno en 1975, llega en 1977 a la Casa del Rey, y «desde esa plataforma privilegiada», enlaza Moradiellos, «asesora en términos políticos y militares al Rey durante la transición», una vez que el tránsito a la democracia estaba completado. ¿Bien? «No lo sé. He oído cosas de todo tipo». Esquivando cuidadosamente la mitomanía española con los difuntos, Enrique Moradiellos retrata a Fernández Campo como «muy inteligente. Tenía densidad, experiencia, formación e interés, y se le notaba culto, así que pudo haber asesorado bien al Rey. Cuando un político cita «La República», de Platón, o a Aristóteles, estás en presencia de alguien que tiene un bagaje cultural. Ahora eso no sucede».

«Las vidas tan dilatadas», tercia David Ruiz, «no son todas ellas vidas de santos. Suele haber luces y sombras». Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, entiende que la de Sabino Fernández Campo «deja formuladas más hipótesis que tesis» y que en su capítulo central, la noche del 23-F, el general «ha dejado sin escribir qué hay detrás de aquella famosa frase que casi ha pasado a ser una expresión coloquial». A su juicio, en cuanto a lo que el conde de Latores dijo y escribió después, «no ha revelado por qué dijo lo que dijo, por qué Armada no estaba ni se le esperaba», y ese silencio «siembra dudas ante la opinión pública sobre si el Rey estaba desde las seis de la tarde dispuesto a decantarse en la dirección en la que la mayoría de la población contemplaba. Como no lo condena hasta después de la medianoche… Ahí hay más de seis horas en las que Sabino tuvo, al parecer, un protagonismo insospechado, pero ese protagonismo es el que no ha descrito». Para Ruiz, «si Sabino ayuda al Rey a decantarse, su papel habría sido sin duda determinante, pero en estas circunstancias para un historiador resulta costoso dar un veredicto plenamente satisfactorio sobre el papel de Sabino Fernández Campo».

Alejado del trato personal, el profesor se ha acercado a la trayectoria del conde «a partir del 23-F» y ha tropezado con otras sombras al avanzar hasta el momento del cese del conde de Latores en la Casa del Rey. «Lo publicado», dice, «y no ha sido desmentido, es que el Rey lo convocó a una reunión en la que también estaba la Reina y, dirigiéndose a ella, dijo: «Ya ves, que Sabino nos deja»». Si fue así, Ruiz tiene otro lugar en la historia en el que identificar «el típico comportamiento de los Borbones que ya los cronistas de la época del bisabuelo de Juan Carlos conocían como «borbonear»».

Al llegar al pasado más reciente, el historiador echa de menos también algunas actitudes en la última parte de la biografía de Fernández Campo. Ya no son palabras, son hechos, como que «si apostaba por una Monarquía en una sociedad democrática moderna, podría haber contribuido a desterrar algunos privilegios como los que han llevado a que el presupuesto de la Casa Real, que procede del bolsillo del contribuyente, sea un alto secreto de Estado, más o menos como el de la Fundación Príncipe de Asturias, que él contribuyó a gestar». «En democracia», concluye, «la transparencia de los dineros tiene muchísima importancia, y el pueblo quiere saber en qué se gastan».

Más condescendiente, el historiador gijonés Luis Suárez, catedrático en las universidades de Valladolid y Autónoma de Madrid, sistematiza las esencias de históricas de Sabino Fernández Campo en tres dimensiones, las del militar, el cristiano y el intelectual, que, a su juicio, lo aproximan «a grandes figuras como Jovellanos o Campomanes». El Sabino militar, comienza, hace que se afiancen en su espíritu «unas virtudes entre las que sobresale la lealtad. Y es bien sabido que la lealtad se distingue de la fidelidad porque no se limita a obedecer las órdenes que recibe, sino que trata de guiar y aconsejar al que manda para que no cometa errores». «El militar cristiano», sigue Suárez, «se orienta hacia el amor al prójimo y a la superación de los daños de la Guerra Civil, de la que él había sido partícipe». Y el intelectual, cierra el retrato, le dejaba «saber escuchar y comprender a la gente que lo rodeaba». Por eso, según el juicio de Luis Suárez, «llegó a director de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Por eso el 23-F su presencia fue fundamental para evitar un enfrentamiento y salvaguardar el valor de la Monarquía». Y el Sabino que él pinta «era monárquico en el sentido más perfecto de la palabra, porque entendió que la institución está por encima de las personas y supo mostrar hacia ellas un afecto, una devoción y una obediencia singulares». Para cerrar el boceto, Suárez prefiere mirar al fondo, más allá del intento del golpe de Estado, al que «no daría tanta importancia» dentro de la biografía de un general cuya aportación fue, asimismo, «muy decisiva en los primeros gobiernos de la Monarquía».

A Manuel Fernández Álvarez, madrileño con raíces asturianas y catedrático en Salamanca, también se le aparece el conde de Latores como «una de las grandes figuras de la España contemporánea por su talento político, su condición moral y su acierto, porque a veces los políticos tienen buenos intentos y pocos aciertos. En este caso, Fernández Campo tuvo la actitud de un gran español que en un momento muy crítico supo estar en el puesto adecuado y tomando las decisiones debidas». El autor de «Pequeña historia de España» también vuelve al 23-F para afirmar que «la libertad de la que hoy gozamos en España la hemos conquistado en buena medida gracias a este gran patricio asturiano que tuvo la clara idea y la firme decisión de que había que poner coto a aquella asonada militar de unos aventureros». Allí, valora Fernández, el conde de Latores desempeñó «un papel mucho mayor de lo que se indicó en su momento, animando y disuadiendo a quienes debía. El Rey se apoyó en él porque confiaba en él, y Sabino supo hacer buena esa confianza y corresponder con lealtad a él y a España». En el resto de la biografía destaca, asimismo, su propia transición, la certeza del abandono de un pasado «anacrónico» e irrepetible para cambiarlo por un futuro de «modernidad» que exigía «hacer de España un país libre, escuchar lo que decía el pueblo». «Obró pensando tanto en el pasado como en el futuro», destaca Fernández Álvarez.

Hubo muchísimo más, pero en aquellas diecisiete horas y media de incertidumbre van a confluir una buena parte de los juicios acerca del legado histórico de Sabino Fernández Campo. La gestión de las cosas de palacio que ejerció el conde de Latores en la tarde y la noche del 23 de febrero de 1981 es su momento, el instante que, para bien o para mal, le franqueó definitivamente la entrada en la historia de España. Javier Fernández López, que además de una biografía del general -«Sabino Fernández Campo: un hombre de Estado»- escribió «Diecisiete horas y media, el enigma del 23-F», encuentra aquí la metáfora para el retrato que hacen quienes dan más valor a la actitud de quien entonces era secretario general de la Casa del Rey. Escribe Fernández López que «quien haya estudiado con algún detenimiento lo que ocurrió en el palacio de la Zarzuela en las diecisiete horas y media que duró la intentona golpista sabrá que allí hubo un solista, el Rey, pero detrás estaba un magnífico director de orquesta, el general Fernández Campo».

lne.es (La Nueva España)

http://www.lne.es/siglo-xxi/2009/11/01/sabino-fernandez-campo-juicio—-historia/828578.html


Cipriano Mera: El general que sólo quiso ser albañil…

noviembre 1, 2009

Sobrevivió al odio exterminador de Stalin y los comunistas españoles, y a la pena de muerte a la que Franco le condenó. Derrotó a Mussolini en Guadalajara y evitó la masacre de Madrid al final de la contienda incivil. Ahora el documental «Vivir de pie. Las guerras de Cipriano Mera» resucita la voz del héroe anarquista y su memoria, esperando a que regresen, tras 62 años de exilio, su cuerpo y su maleta.

Cipriano Mera

Cipriano Mera

VIRGINIA RÓDENAS

Actualizado Domingo , 01-11-09

Todo empezó por un tenedor. El que Nardo Imbernón, hijo de un anarquista exiliado en París, le enseñó a Valentí Figueres un mediodía de hace más de un lustro en su casa de la capital francesa mientras celebraba «¡hoy comeremos como los ricos!». Luego colocó sobre la mesa el cubierto de plata y contó a sus invitados que había pertenecido al Aga Khan III.
«Entonces Imbernón —relata Figueres, investigador, director y guionista de este viaje por la memoria— nos contó la historia de la pieza, de cómo sus originales dueños habían sido asaltados y despojados allá en 1949, cuando iban en su limusina por la Costa Azul, cerca de Niza, y de cómo aquel robo no era sino una “recuperación” llevada a cabo por los hombres de los “grupos de acción de la CNT” para su financiación. Luego, ante la enorme curiosidad que había despertado, Nardo empezó a desgranar la historia de aquellos enmascarados, los grandes perdedores de la guerra civil, las víctimas de todos los totalitarismos, mientras aparecía ante nuestros ojos un mundo clandestino que el exilio conservaba fresco en la memoria y donde habitaban esos viejos anarquistas que lucharon por “la Idea” —su concepto de justicia social y libertad—».
De entre todos ellos, a Figueres le conmovió la historia de Cipriano Mera, «un albañil que antes fue trapero y furtivo, nacido en 1897 en el madrileño barrio de Tetuán, entonces de las Victorias, que aprendió a leer y a escribir con 23 años en la cárcel, que llegó a mandar el IV Cuerpo del Centro del ejército republicano, al frente del que logró la única victoria de esa milicia en toda la guerra. Y que, derrotado y exiliado, volvió al tajo, sin quitarse nunca de la cabeza la obsesión de matar a Franco —mientras Franco, que murió 20 días después que él, nunca dejó de perseguirle—, y que cumplidos los 71 sacó agallas para estar en las barricadas del 68 parisino. Él, que siempre pensó que no tenía sentido elegir entre morir de pie o vivir de rodillas, sabía que otro mundo era posible: vivir de pie. Hoy, después de bucear en más de 85 archivos públicos y privados de 11 países y de entrevistar a tantos que le conocieron, y que por primera vez aceptaron hablar públicamente por tratarse de “El Viejo” —apodo que conquistó con solo 39 años—, es evidente que Cipriano Mera no ganó todas las guerras, pero sí luchó en todas las batallas».
Esta mañana cálida de octubre, sentado tras una mesa llena de papeles sobre la que hemos desplegado los retazos de tantas vidas, Figueres, que ha venido a Madrid desde Valencia, me dice que «la de Cipriano ya había empezado como una batalla antes de decidir por qué quería luchar». Es cuando brotan los recuerdos aprehendidos de la infancia mísera en una barrio mísero donde la escasa basura recogida por la madre en la vecina calle de Fuencarral engordaba la piara, y en donde la ausencia del asfalto y la ignorancia cavaron profundos e inabarcables charcos. «En el Madrid de 1910 se hizo albañil para mejorar la economía familiar que debía proporcionar sustento a ocho hermanos y rápidamente se sindicó en la asociación “El Trabajo” de la UGT de Largo Caballero. En 1917 toma contacto con los grupos de afinidad anarquistas y “La Idea” entra en su vida para no abandonarle jamás. Después, formó “Los Intransigentes” y “Acción y Silencio”, batiéndose el cobre en los enfrentamientos de la década trágica del pistolerismo patronal de los 20 y contra la dictadura de Primo de Rivera. Diez años más tarde, tras muchos asaltos, huidas, huelgas, descarrilamientos, persecuciones, robos de explosivos y una vida entre el andamio, la cárcel y el ateneo, Cipriano es ya un gran líder obrero. Cuando participa en la insurrección de Zaragoza en el 33, junto con Durruti, la CNT templaba ya músculos sindicales de 1,5 millones de afiliados».
Teresa, siempre Teresa
Pero antes, y siempre, como su sombra, Teresa, la compañera fiel, la amante, la enamorada, la que sólo veía por sus ojos y la que sola vio morir de penuria a un hijo mientras su amor estaba en la cárcel; la que resistió ausencias interminables y soportó que por encima de ella y de sus hijos, la causa anarcosindicalista que había abrazado Cipriano fuera siempre lo primero; la que llegó al límite cuando en el 47 tuvo que atravesar con su hijo Floreal los Pirineos, caminando en alpargatas por la nieve, y le advirtió al albañil «esta es la última». Fue la única vez que lamentó su destino. Por ella, sólo por ella, Cipriano lamentó desde el presidio «tanta desesperación y tanto sufrimiento». «Teresa —le escribió— perdona mi pobreza».
A Mera, la sublevación militar del 36 le pilla en la cárcel Modelo, de la que era asiduo, por ser el presidente del sindicato de la construcción en Madrid durante la gran huelga. «Y allí —relata Figueres— se encontró por primera vez con José Escobar, su torturador, que, tras cinco días en que se había negado a comer, aislado, la emprendió con él hasta arrancarle parte de la dentadura. Y lo que son las cosas: Meses después volvería a encontrárselo, pero en una situación bien distinta. Mera acababa de tomar Guadalajara y, en la prisión, los reclusos sacaron la bandera blanca. Entonces, los compañeros le pusieron delante a Escobar, que se encontraba allí, animándole a la venganza, pero Cipriano, para el que la dignidad del hombre estaba por encima de todas las cosas, le despidió sin más contemplaciones que las de “que se vaya, pobre desgraciado”. Sin embargo, no acabaría ahí su relación porque años después, corría ya 1946 y Mera disfrutaba de libertad condicional, acudió junto al «Ángel Rojo», Melchor Rodríguez, a la cárcel de Yeserías para tratar de impedir el traslado de unos compañeros muy enfermos, ya que eso les costaría la vida. De nuevo, José Escobar Toro está al frente del negociado. “Aquí viene Cipriano Mera —le dijo un subordinado— a pedirle un favor”. A lo que Escobar contestó: “Pues aquí un favor para Cipriano Mera es una orden”».
Jamás usó su fusil fuera del campo de batalla, ni mató a nadie por odio ni por venganza porque eso, sostenía, traicionaría sus propias ideas «y nos convertiría en una de las dictaduras contra las que luchamos». Recuerda Figueres que cuando los comunistas, a través de Miaja, le propusieron que fusilase por sus ideas monárquicas a uno de sus coroneles, apellidado Brandis, «Mera se negó en redondo a cometer semejante barbaridad, le llamó y le dijo “que sepas que me han encargado que acabe contigo, pero mientras seas leal a la función encomendada no tienes nada que temer. Que sepas que nos persiguen». Tiempo después, en su exilio en el norte de África, donde sobrevivió al campo de concentración de Missour, en el desierto marroquí, escribiría: «Repugnante es que los hombres tengan que huir de los hombres para poder vivir».
La idea anarquista, apunta el investigador, fue como una flor entre los totalitarismos negros y rojos. «Se prepararon para la batalla frente a Hitler y Mussolini y se olvidaron de Stalin, que se puso como objetivo acabar con Mera y sus compañeros. Al menos dos atentados sufrió Cipriano por parte de los comunistas, sobre los que no cesó nunca la duda de su autoría en la muerte de Durruti. “El Viejo” se lo había advertido: “Si los comunistas te dicen que ataques de frente el Hospital Clínico es que quieren acabar contigo”. Y de Mera fue el último beso en la frente de Durruti, que murió en el hotel Ritz, convertido en hospital de campaña, tras haber atacado frontalmente el objetivo».
Helenio Molina, exiliado anarquista que estuvo junto a Cipriano, relata esa persecución en el documental de Figueres: «El año 37 fue una cabronada de los comunistas que venían tirándonos por detrás, porque esa es la verdad (…) Estaban asesinando a los compañeros con un tiro en la espalda. ¿Y en el parte sabes lo que ponían? Asesinado cuando intentaba pasarse al enemigo. Eso lo tengo todo documentado y le aseguro que no es un caso aislado». El mismo Mera lo confiesa: «Había aprendido a esperarlo todo de los comunistas, el chantaje de las armas rusas, la sañuda persecución a los hombres de la CNT y todo por imposición de Stalin».
Luego, la memoria surca las gestas épicas de un hombre, antimilitarista ferviente, que llegó a mandar una división en un frente desde Somosierra a los Montes Universales de Cuenca, «y que vio que el sometimiento de sus hombres a la disciplina militar era la única posibilidad de salir airoso de la contienda frente a un enemigo disciplinado y pertrechado. En Guadalajara venció utilizando, como siempre, sus habilidades de cazador furtivo, que no va de frente a por la presa sino que espera a que pase y a que el factor sorpresa sea decisivo. Con esa táctica dirigió a la famosa y bronca 14 división anarquista en un ataque a Brihuega donde logró la única victoria republicana en la guerra haciendo que las tropas de Mussolini huyeran despavoridas y sufrieran importantes bajas. Por contra, en sus filas sólo murió un hombre de frío y otro resultó herido cuando se le disparó el arma en un pie. También la sagacidad fue fundamental en la toma de Cuenca, cuando acompañado de tan sólo dos camiones con 80 milicianos logró reducir a 300 guardias civiles que se habían hecho fuertes en un cuartel. Se plantó solo delante del cuartel y gritó “quiero que inmediatamente dejen las armas y se entreguen a la República. Mi nombre es Cipriano Mera y tengo mil hombres aquí fuera que les van a machacar”. Lo dijo con tal convencimiento que los guardias se entregaron sin que se derramara una gota de sangre. Y es que no sólo se valió de su experiencia de cazador en El Pardo; sus dotes de actor, que cultivó en el teatro social de los ateneos para campañas de solidaridad con los presos, no le fueron a la zaga. ¡Cuántas veces se disfrazó para cruzar los frentes e infiltrarse, para conocer de primera mano lo que pasaba! Se dice que el enviado que mandó a la Zaragoza nacional a tantear la posibilidad de volver a tomarla no era sino él bajo una nueva máscara».
Con Hemingway en Somosierra
Los documentos se amontonan. ¿Cómo resumir 78 años en un par de horas, en un par de páginas? El relato del otrora militante anarquista Ramón J. Sender en su «Álbum de radiografías secretas» podría ser un buen epílogo. Cuenta el escritor cómo Mera recibió a Hemingway en Somosierra. «Me decía con los ojos desorbitados: “Mera quiso fusilarme”. Yo no podía menos que tomarlo a broma. Eran dos figuras y personalidades contrarias y opuestas. Hemingway gigantesco, hercúleo, atlético, infantilmente presuntuoso y Mera pequeño, cetrino y reservado, sin ideas sobre sí mismo, y con una monstruosa fuerza de voluntad. Donde estuviera Mera, no podía estar Hemingway y al revés. Uno de ellos eclipsaba al otro física, moral e intelectualmente. Pero yo conocía a Mera y sabía que lo último que se le ocurriría sería fusilar a un gigante por su gigantismo, que debía parecerle cómico por contraste con la manera infantil de hablar español y de concebir el peligro y la valentía. Hemingway estaba siempre jugando a los policías y ladrones, como en su infancia. Y poniéndose condecoraciones. En cuanto le echó la vista encima, vio Mera que todo en Hemingway era falso, menos su vanidad, y esa no podía ser peligrosa porque se manifestaba y actuaba de un modo inocente. Mera no recordó nunca a Hemingway desde que lo perdió de vista, pero éste no pudo olvidar nunca a Mera».
De sus guerras, el albañil, que no quiso mayor gloria para sí que la de la paleta, que fue traicionado por los suyos e incluso expulsado de sus filas, y que vivió en la más extrema austeridad trabajando en el tajo hasta los 73 años, sólo obtuvo como recompensa dos maletas: la que recibió el 28 de marzo de 1939, como otros jefes vencidos del bando republicano, con joyas y dinero y que devolvió al Banco de España con la nota «De parte de Cipriano Mera», y la del aseo que abandonó el general italiano Bergonzoli con bragas de travestido y fotos «poco edificantes» en la épica derrota de Guadalajara y cuyo contenido fue quemado. Ésta, que le acompañaría en todos sus destierros, la encontró el equipo de Figueres, olvidada sobre un armario en la casa de la viuda de Floreal. Dentro, los partes de guerra del IV Cuerpo del Ejército del Centro, manuscritos, recuerdos…; fuera, la ignorancia de sus nietos que nada sabían del abuelo general, y a los que Floreal —fallecido en 2002— ni siquiera instruyó en el idioma de los suyos, el español. Porque Floreal, que acabó de empresario de la construcción al «otro lado» de la trinchera del padre, no perdonó el abandono, el sacrificio del desabrigo de quien tanto amó. Dice la viuda que la herida de su paso desnudo por los Pirineos fue tal que le impidió volver a ver jamás la nieve.
ABC.es

http://www.abc.es/20091101/nacional-/cipriano-mera-general-solo-200911010922.html


El segundo disparo a Robert Capa…

noviembre 1, 2009
Guerra Cappa Segundo Disapro

En segundo plano, entre el tercer y cuarto combatiente, destaca la figura de un hombre, presumiblemente Capa, de espaldas, y sujetando su cámara | MAGNUM PHOTOS

El reportero más célebre de la Guerra Civil, Robert Capa, fotografió durante dos años a centenares de combatientes en Madrid, Bilbao, Córdoba o Teruel. Pero hasta hoy no se conocía ninguna imagen de Capa entre aquellos soldados. Tras una observación minuciosa de las fotos de Gerda Taro en la «maleta mexicana», he identificado el único testimonio fotográfico de la presencia del reportero en un campo de batalla en España. La fotografía está realizada por su novia.

A Gerda Taro se le debe el único retrato de Robert Capa en la guerra de España. Está datado el 31 de mayo de 1937, cuando ambos reporteros, según Richard Whelan, biógrafo de Capa, fueron testigos en la Sierra de Guadarrama del ataque republicano contra La Granja de San Ildefonso y Segovia. La actitud de Capa en esa conocida fotografía de Taro excluye toda posibilidad de que en ese momento estuviera en primera línea de combate. Más bien parece que ambos se encontraban en una zona de retaguardia, antes o después de su visita al frente. Es un posado tranquilo a la búsqueda de una imagen para la posteridad, como así fue, o sencillamente un tributo de Gerda a su amante, retratado con su «juguete» nuevo: una cámara de cine Eyemo de 35 mm prestada por los responsables de la serie documental norteamericana «The March of Time», con la que Capa filmó el ataque sobre Segovia.
A través de la observación minuciosa de algunas de las fotografías de Taro tomadas aquel día y halladas en la famosa «maleta mexicana», he identificado una nueva y desconocida imagen de Capa, quizá la única que exista del reportero haciendo su trabajo en un campo de batalla en España, pero en la que nadie parecía haber reparado. Ni siquiera el depositario de la «maleta mexicana», el International Centre of Photography de Nueva York, que en su página web únicamente rotula esta fotografía con el pie «Soldados republicanos caminando por el bosque. Puerto de Navacerrada, frente de Segovia. España».
El escenario de esta insólita fotografía de Taro, como las de todo el carrete al que pertenece, es un pinar de la vertiente segoviana de la sierra de Guadarrama, por cuyas pistas forestales se infiltraron desde los puertos de Navacerrada y Fuenfría las tropas del Ejército Popular. En concreto, el lugar donde está tomada la imagen son las proximidades del cerro de Cabeza Grande, una de las posiciones claves de la batalla de Segovia, que Gerda fotografió en esta misma serie mientras era bombardeado por la artillería republicana.
En los primeros planos de la imagen aparecen siete combatientes republicanos, en fila india, con casco checo y bayoneta rusa calada en sus máuseres. Pertenecen con toda probabilidad a la 69.ª Brigada Mixta republicana, a la que se ordenó ese día atacar Cabeza Grande. Al observar la fotografía con atención descubrí en un segundo plano, entre el tercero y el cuarto combatientes, la figura de un hombre que está dando la espalda a los soldados. Su atuendo y su actitud corroboran sin margen de duda que se trata de un reportero. No lleva casco ni gorra militares, ni tampoco lleva armas ni ningún tipo de impedimenta, al contrario que los soldados del primer plano. Su situación, de espalda a las líneas enemigas, a las que sí dirigen sus miradas los combatientes, delata a un testigo más que a un protagonista de ese instante bélico.
Una foto sin pose ni truco
Si se enfrenta esa figura al retrato ya conocido que Gerda Taro le hizo a Capa en ese mismo día, se descubre que se trata del más famoso reportero de guerra del siglo XX: luce un singular corte de pelo, idéntico al que Capa muestra en aquella fotografía. Además, sostiene en su mano derecha un objeto que, por su forma y dimensiones, se asemeja mucho a la cámara Eyemo con la que Capa trabajó ese día junto a Gerda Taro.
Ante la evidencia del montaje del miliciano «muerto» en Cerro Muriano (Córdoba), esta fotografía de Taro parece acudir en defensa de Capa para atestiguar que el reportero sí que pisó el frente de batalla, en este caso el mismo frente que inspiró a Hemingway su novela «Por quién doblan las campanas». Es posible que Gerda captara esa imagen de Capa sin querer, pues la presencia del reportero es un claro contrapunto a la tensión que la fotógrafa captó en los rostros de los combatientes ante la inminencia de su entrada en combate. Intencionadamente o no, Gerda Taro nos dejó, apenas dos meses antes de que ella perdiera su vida en otro de ellos, el de Brunete, la única imagen de Robert Capa en un campo de batalla en España: una imagen sin pose ni truco alguno, en el que el reportero aparece concentrado en su trabajo, de espaldas al objetivo que le está inmortalizando, entre los pinares en los que hace más de setenta años doblaron por todos las campanas.
ABC.es

http://www.abc.es/20091101/cultura-cultura/segundo-disparo-robert-capa-20091101.html


Biblioteca del Exilio dita por primera vez la única novela que escribió Pedro Salinas…

noviembre 1, 2009

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Retrato de Pedro Salinas

El autor dejó inconclusa la novela, que acaba con «Fin de la primera parte»

Alfredo Valenzuela (Efe) | Sevilla sábado 31/10/2009

La novela sobre la Guerra Civil El valor de la vida, del poeta y profesor Pedro Salinas, uno de los más destacados miembros de la Generación del 27, ha sido publicada por primera vez por la Biblioteca del Exilio, con un estudio crítico del profesor de Literatura Española de la Complutense José Paulino.

Paulino ha dicho a Efe que la novela, depositada en el archivo de Pedro Salinas que conserva la Universidad de Harvard (EEUU) y con una copia microfilmada en la madrileña Residencia de Estudiantes, no se ha publicado hasta ahora por tratarse de una obra que el poeta dejó inacabada, pese a lo cual «puede leerse perfectamente, tiene unidad y coherencia, y un final».

Pedro Salinas puso en la última página de la obra «Fin de la primera parte», ya que pensó, aunque nunca lo hizo, continuarla, y se trata de la única novela del poeta que puede considerarse como tal, si bien después de ésta escribió una novela breve, La bomba increíble, y el conjunto de cinco relatos El desnudo impecable.

Paulino también achacó que la novela no se haya publicado hasta ahora a que, en la creación literaria de Pedro Salinas, «el poeta está muy por encima de cualquier otra cosa».

El valor de la vida no es tanto «una novela de la Guerra Civil», sino que «ocurre en la Guerra Civil», ya que cuenta la historia de una joven que ha sido enfermera en un hospital de sangre de la zona republicana y que se refugia en Estados Unidos, según Paulino, quien recuerda que Salinas no vivió la guerra, ya que en agosto de 1936 estaba en Santander y salió por Bilbao para EEUU.

La protagonista es una refugiada, al igual que Salinas es un exiliado -de ahí la oportunidad de la novela la publique la «Biblioteca del Exilio», colección de obras de autores del exilio republicano, apuntó Paulino-, y «es una novela del exilio, con una refugiada como protagonista».

La peripecia vital de la protagonista le sirve a Salinas para criticar desde el punto de vista moral e ideológico la España de los años veinte y treinta, «la vida provinciana y la sociedad cerrada y anacrónica», en palabras de Paulino.

«Salinas trasciende la Guerra Civil al comportamiento humano, a la actitud humana ante la violencia y la enemistad», de ahí que los dos pasajes más violentos sean cuando la protagonista recuerda una pelea entre dos enfermeros en el hospital y cuando narra la historia de un médico que estuvo en la Sierra de Guadarrama.

El autor «no toma partido, pero la narración está situada en el ambiente republicano; los personajes son del universo republicano», añadió Paulino, quien no ha dudado de la oportunidad de publicar esta narración: «Si se han publicado hasta las cartas particulares de Salinas, cómo no un texto literario».

«Es una novela con muchos elementos del mundo de Salinas, la belleza, el paisaje, el amor, las reflexiones, todo es parte del mundo de Salinas; tiene páginas extraordinarias, y muchos tonos, el humorístico, el satírico, el lírico», añadió el profesor.

El texto también «ayuda a conocer mejor a Salinas» porque en el momento de redactarlo el poeta se halla en un momento de plena madurez y una novela de larga extensión como ésta es para él todo un experimento, una labor que no tiene por qué acometer si no es por voluntad de experimentación y de abrirse nuevos caminos literarios, según explicó Paulino.

José Paulino Ayuso, además de autor del estudio crítico que acompaña a esta edición y especialista en el exilio literario español de 1939, ha editado la poesía completa de León Felipe, Rafael Morales y Luis Rius, entre otras.

El Mundo.es

http://www.elmundo.es/elmundo/2009/10/31/andalucia_sevilla/1256993611.html


Las películas mutiladas por Franco…

noviembre 1, 2009
Películas mutiladas por Franco

Imagen promocional de 'Fugitivo del tren de Berlín' | Ediciones B

  • El periodista recorre 500 películas que sufrieron vetos y tijeretazos
  • ‘Prohibieron hasta ‘Drácula’ por considerarla para ‘deficientes mentales»

Cortaron la emblemática escena de la mujer a punto de ser apuñalada en la ducha en ‘Psicosis’ para eliminar el «morboso» desnudo de Janet Leight, suprimieron la militancia republicana en la Guerra Civil española del protagonista de ‘Casablanca’ y convirtieron en hermanos al matrimonio Donald Sinden-Grace Kelly en ‘Mogambo’.

Ni Hitchcock, ni Bogart ni John Ford se libraron de los vetos, «podas inteligentes» y cambios de guión impuestos por la censura franquista a las películas que pretendían exhibirse en España durante más de 40 años y de los que ahora el periodista Alberto Gil hace un extenso recuento en su libro ‘La censura cinematográfica en España’.

‘Con faldas y a lo loco’ se prohibió porque consideraron que trataba la homosexualidad

El periodista recoge en esta obra los comentarios, prohibiciones, tijeretazos y cambios que la junta de censura impuso a más de 500 películas durante 40 años e identifica, con nombres y apellidos, la autoría de muchos de ellos.

«Prohibieron hasta Drácula, dijeron que era ‘una película para deficientes mentales'» y censuraron su extrema fantasía», afirma Gil. ‘Desayuno con diamantes’ fue censurada durante años por una escena pornográfica… Ahora lo ves y estos señores, ¿donde veían la pornografía? Yo no logré adivinar cuál era la escena», comenta Gil.

«Los censores se expresaban con una gran franqueza, sus comentarios reflejan a la perfección la mentalidad de la dictadura franquista», cuenta el autor. La comedia ‘Con faldas y a lo loco’ «se prohibió porque se consideraba que favorecía la homosexualidad, y en el expediente quedó escrito: ‘Prohibida, aunque sólo sea por subsistir la veda de maricones», comenta. «Por supuesto, las escenas entre Tony Curtis y Marilyn Monroe fueron consideradas de un erotismo absolutamente ‘prohibible'».

'Las hijas de la noche'. | Ediciones B

‘Las hijas de la noche’. | Ediciones B

El falangista David Jato, el eclesiástico Juan Fernández o el más aperturista Jose María García Escudero formaron parte, apunta el libro, de los en torno a 100 censores que decidieron qué películas y bajo qué condiciones podían verse en los cines españoles en los años de dicatadura.

«Era gente muy vinculada al Régimen, falangistas, representantes de la Iglesia, militares y luego críticos cinematográficos muy afines», relata el autor. Querían que su labor fuera invisible. Regañaban a las distribuidoras cuando los cortes en las películas eran muy visibles y las felicitaban cuando el corte era casi inapreciable.

«Y aunque la junta de la censura intentó ceñirse a determinadas normas que la convirtieran en un mecanismo claro, en realidad los censores eran tremendamente arbitrarios al interpretar lo que era amoral», cuenta Gil.

En el 62, con la llegada de Jose María García Escudero a la dirección general de Cinematografía, se produjo la repesca de filmes anteriormente prohibidos. Sin embargo, cuenta el autor, «fue una falsa esperanza».

El Mundo.es

http://www.elmundo.es/elmundo/2009/10/21/cultura/1256144676.html


El día que los comunistas salvaron el tesoro de los Alba…

noviembre 1, 2009

Milicianos evitaron que el fuego destrozara las obras de arte.

Milicianos tesores de los Alba

Milicianos ante el lienzo 'Artemisa' en la exposición en Valencia en 1937. | IPCE

  • Dieciocho bombas incendiarias cayeron el 17 de noviembre de 1936 sobre Liria
  • Los lienzos, embalados, se guardaban en el cuarto más seguro del palacio
  • Dada la identidad de su propietario, nunca se pensó que fuera un objetivo

José María Rondón | Sevilla 01 de noviembre de 2009

Un miliciano, con el fusil al hombro, mira detenidamente uno de los lienzos expuestos en el claustro del Colegio del Patriarca de Valencia. En él, una joven vestida con mantos de ricos brocados de oro, Artemisa, mira hacia lo alto implorando la piedad de los dioses, al mismo tiempo que un paje vierte las cenizas de su esposo Mausolo en la copa que sostiene su mano derecha. Las manos de ambos hablan por sí solas del dramático desenlace. Los guerreros y los nobles acusan la consternación del hecho.

La fotografía en cuestión ilustra el folleto editado por el Ministerio de Instrucción Pública con motivo de la exposición de las obras de arte del Palacio de Liria en Valencia, capital de la España republicana. Junto a imágenes que contraponían el estado ruinoso de la residencia madrileña del duque de Alba a las obras cuidadosamente expuestas, se podían leer textos muy elocuentes: «Exposición de obras de arte salvadas de la barbarie fascista por el Partido Comunista, y entregadas por éste al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes».

Las bombas taladraron el tejado y el fuego consumió el inmueble.

«La barbarie fascista destruye el tesoro artístico nacional incendiado en Liria» o «Las milicias del 5º Regimiento rescatan de las llamas las mejores obras de arte de este célebre Museo y el Ministerio de Instrucción Pública expone ante el mundo civilizado el testimonio vivo de la cultura salvada por el pueblo antifascista» son los otros lemas que aparecen en el folleto de la exposición que se celebró del 26 al 28 de diciembre de 1936, y cuyo éxito obligó a prorrogarla en enero de 1937.

Este episodio –un capítulo más de la epopeya vivida por el patrimonio artístico español durante la Guerra Civil, pero significativo y de gran repercusión por el número y calidad de las obras propiedad de la Casa de Alba– aparece ampliamente descrito en ‘La historia recuperada. Vicisitudes del Palacio de Liria durante la Guerra Civil española’, estudio realizado con motivo de la exposición Colección Casa de Alba por Valme Muñoz, comisaria junto a Ignacio Hermoso de la muestra que acoge estos días el Bellas Artes de Sevilla.

Así, en el citado estudio, se apunta cómo sólo unos días después de la rebelión militar contra el Gobierno de la República, «el Palacio de Liria fue incautado por las milicias del Partido Comunista, que lo mantuvieron abierto al público conservando sus colecciones tal como las encontraron».

Interior del Palacio de Liria en 1937. | IPCE

Interior del Palacio de Liria en 1937. | IPCE

Pese a los bombardeos sobre Madrid, se decidió que la colección permaneciera en el Palacio de Liria, entre otras razones porque, dada la identidad del propietario, se creía que el bando sublevado nunca atentaría contra el inmueble. «Se extremaron las medidas de seguridad, hasta el punto que no se permitía fumar en el interior del edificio y las pinturas se salvaguardaron con pasamanos para evitar los posibles daños ocasionados por los visitantes», explica Valme Muñoz.

Interior del Palacio de Liria en 2006. | Q. F.Interior del Palacio de Liria en 2006. | Q. F.

Desde agosto del 36 se organizaron las visitas de grupos de milicianos dos veces por semana, y las charlas de prestigiosos conferenciantes, como Rafael Alberti o Teresa León, convirtieron al Palacio de Liria en uno de los centros culturales más activos del Madrid de la contienda. Sin embargo, toda esta actividad fue interrumpida cuando, contra todo pronóstico, el 17 de noviembre el palacio era devastado por 18 bombas incendiarias.

Obras salvadas de la barbarie fascista por el Partido Comunista’, rezaba un lema

Variados testimonios dan cuenta de los daños del bombardeo. Una persona del servicio de la Casa de Alba llamada Remigio hace en unas notas manuscritas un breve relato de los hechos. Él cuenta cómo a las cuatro de la tarde del 17 de noviembre de 1936 la servidumbre se apresuró junto a los milicianos en llegar a las cubiertas para sofocar las llamas, pero fue insuficiente, pues las bombas incendiarias habían taladrado el zinc del tejado y el fuego se había adueñado de toda la armadura de madera.

Los milicianos decidieron entonces intentar salvar cuanto se pudiese. Los cuadros, embalados ante la eventualidad de un bombardeo, se guardaban en un cuarto seguro –el del teléfono, en concreto–. Se descolgaron las cortinas, los tapices y, junto a las alfombras, se sacó todo al jardín. Allí se trasladaron también los muebles, los libros, las porcelanas y la plata. Posteriormente, todo se llevó a dos céntricos edificios madrileños –en las calles Serrano y Antonio Maura–, ocupados por el Partido Comunista.

Los cuadros se expusieron en Valencia, luego viajaron a Cataluña y recalaron en Ginebra.

Ya por entonces, con el Gobierno republicano instalado en Valencia ante el avance de las tropas nacionales, se decidió el traslado del tesoro artístico nacional -unas 18.000 piezas, incluidas las del Museo del Prado y, lógicamente, las de la Casa de Alba- a la capital levantina.

De allí viajarían a Cataluña para, posteriormente, recalar en la Sociedad de Naciones en Ginebra hasta su retorno a Madrid casi tres años después en uno de los episodios más apasionantes de la historia reciente de España. La odisea del tesoro nacional en la Guerra Civil ha centrado algunas importantes exposiciones como Arte Protegido (Museo del Prado, 2003) y Biblioteca en guerra (Biblioteca Nacional, 2006).

Placa conmemorativa de la reconstrucción.

Placa conmemorativa de la reconstrucción.

Durante los casi tres años de este azaroso viaje, el restaurador Manuel Arpe Retamino acompañó las obras y escribió luego un diario con fecha 1 de agosto de 1949, que resulta de gran interés para conocer los detalles de lo sucedido. Arpe relata el gran éxito de la exposición del tesoro de la Casa de Alba en Valencia.

Finalmente, los lienzos se expondrían en Ginebra antes de su retorno a Madrid, donde quedaron inicialmente bajo la custodia del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, creado por decreto por el primer gobierno de Franco en 1938.

El duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, tardaría algunos años en reagrupar toda la colección, a través de diversas entregas entre el verano de 1939 y los meses finales de 1944. Él moriría tres años antes de que concluyeran las obras de construcción del renovado Palacio de Liria, inaugurado en junio de 1956.

El Mundo.es


El Gobierno ya está preparando el protocolo de exhumaciones, en coordinación con las demás administraciones…

noviembre 1, 2009

Gobierno de EspañaEl Gobierno está «trabajando ya de forma intensa» en coordinación con todas las administraciones competentes para la aprobación del protocolo para la realización de las exhumaciones de víctimas de la Guerra Civil y la represión franquista previstas en la conocida como Ley de Memoria Histórica.

Así lo asegura el Ejecutivo en una respuesta parlamentaria al diputado de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, quien se interesó por las medidas que piensa adoptar el Gobierno para que las instituciones públicas asuman la responsabilidad de las exhumaciones y éstas no sean vetadas por las autoridades judiciales o administrativas.

En su contestación, a la que ha tenido acceso Europa Press, el Gobierno se limita a recalcar que la Oficina de Víctimas de la Guerra Civil y la dictadura es la encargada de elaborar el protocolo que fijará el «procedimiento y los requerimientos técnicos, materiales y humanos para proceder a las exhumaciones» y que este organismo ya se ha puesto manos a la obra para elaborarlo.

ASEGURAR LA COLABORACIÓN INSTITUCIONAL

El artículo 12 de la Ley de Memoria obliga al Gobierno a redactar ese protocolo «de actuación científica y multidisciplinar» para asegurar «la colaboración institucional y una adecuada intervención en las exhumaciones», así como a firmar convenios de colaboración para subvencionar a las entidades sociales que participen en los trabajos en las fosas.

Asimismo, la ley prevé que las administraciones públicas «elaborarán y pondrán a disposición de todos los interesados, dentro de su respectivo ámbito territorial, mapas en los que consten los terrenos en que se localicen los restos de las personas a que se refiere el artículo anterior, incluyendo toda la información complementaria disponible sobre los mismos».

Con esa información, el Gobierno central deberá confeccionar un mapa integrado que comprenda todo el territorio español. Además, las áreas incluidas en los mapas serán objeto de especial preservación por sus propietarios y los poderes públicos competentes tendrán que adoptar medidas orientadas a su adecuada preservación.

EN VÍSPERAS DEL 20-N

Precisamente, el próximo 17 de noviembre, en vísperas de la celebración del trigésimocuarto aniversario de la muerte de Franco, el Pleno del Congreso votará una amplia moción del PNV en la que, entre otras cosas, se insta al Gobierno a tener listo en un año el mapa de fosas de todo el territorio nacional, así como el reglamento para la especial preservación de estas áreas.

A finales de septiembre, la Comisión Constitucional del Congreso aprobó una proposición no de ley pactada entre PSOE, ICV y Nafarroa Bai en la que se daba seis meses al Gobierno para censar a todas las personas enterradas en el Valle de los Caídos. En ese texto también se insta al Ejecutivo a facilitar «económicamente las exhumaciones» y agilizar el traslado de los restos, cuando así lo soliciten los familiares o entidades representantes de los mismos.

Europa Press via Yahoo! España Noticias


Asociación de Extremadura dice que propietarios de fincas se niegan a permitir la exhumación de restos…

noviembre 1, 2009

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (Armhex) aseguró hoy que los propietarios de dos fincas privadas, una en Arroyo de San Serván (Badajoz) y otra en Valencia de Alcántara (Cáceres), «se niegan a permitir la exhumación de restos de desaparecidos en fosas comunes».

La Armhex lamentó hoy que en la víspera del Día de los Difuntos, en el que es tradicional que las familias acudan a los cementerios, «todavía existen cientos de personas que fueron asesinadas (en la Guerra Civil) y permanecen arrojadas desde entonces en cunetas y fincas de titularidad privada».

Explica la Armhex en un comunicado de prensa que en «determinados casos se suele obtener sin problemas la colaboración y comprensión de los propietarios pero en otros desgraciadamente no». Para la asociación uno de estos casos últimos es el que se produce en las inmediaciones de Arroyo de San Serván, donde, «según los testimonios de personas y familiares, se encuentra una fosa común, en un olivar, con aproximadamente nueve hombres y dos mujeres de esta localidad».

ALCALDE REPUBLICANO

La finca, según informó la Armhex, está ubicada en el municipio de Mérida, y entre los fusilados se encuentra Juan Barrena Álvarez, de Arroyo de San Serván, asesinado a finales del verano de 1936 y que su primo Andrés Galán Viseda, vio los cuerpos muertos en el lugar señalado cuando venía de realizar tareas agrícolas en una parcela cercana.

El sobrino del fallecido, Aniceto Asensio Barrena, y otros familiares, llevan desde el año 2003 intentando que se autorice la realización de las tareas necesarias para localizar y excavar la fosa y «han obtenido la negativa por respuesta».

Otro de los casos, se produce en una finca del término municipal de Valencia de Alcántara, donde «según contrastados testimonios e investigaciones» se encuentran los restos del desaparecido Amado Viera Amores, alcalde republicano, y otros 12 hombres más, fusilados «sin juicio previo en dicha localidad en septiembre 1936».

La hija del alcalde, Concepción Viera Amado, lleva igualmente años luchando por reivindicar la memoria de su padre, intentando que los propietarios autoricen la realización de las tareas necesarias para localizar y excavar la fosa, con la finalidad de recuperar los restos y que puedan ser «enterrados dignamente» y «hasta ahora, sólo ha obtenido la negativa por respuesta».

Al respecto, la ARMH-Extremadura solicitó «comprensión y sensatez» a las familias propietarias de las citadas fincas para que autoricen esta actividad que «ningún perjuicio les va a acarrear» e hizo un llamamiento a la Junta de Extremadura, a través del Proyecto de R.M.H., como administración competente, para que, en caso de persistir la negativa, aplique la normativa vigente, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura.

Así indicó que, dado que es intención de la Armhex «apoyar y potenciar al máximo» el que se atiendan las «legítimas demandas» de los ciudadanos extremeños que aún ignoran el paradero exacto de sus familiares, aún en fosas comunes, se ha dirigido al Proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica, de la Consejería de Cultura, para que se inicien y ultimen los trámites necesarios para llevar a cabo las labores de localización y excavación de las fosas citadas, y en su caso se autorice la ocupación temporal de los terrenos de ambas fosas, para así «amparar» a los familiares de estas víctimas.

Europa press vía Yahoo.Noticias


REPORTAJE: SECRETOS DEL MI5. Anacletos de Franco…

noviembre 1, 2009
Angel_Alcazar_Velasco

Ángel Alcázar de Velasco, falangista español y espía.- CÉSAR LUCAS

Una historia del MI5 pone en evidencia a chapuceros espías españoles en la II Guerra Mundial.

WALTER OPPENHEIMER 01/11/2009

Un novillero autodidacta y filonazi que comía pescado con las manos en el hotel Savoy y tenía aterrorizada a la Embajada franquista en el Londres de 1941; un falso periodista que aspiraba a ser espía y acabó de bufón y playboy; un empleado pasando al MI5 los códigos cifrados de la Embajada… Ése es el retrato que los servicios secretos británicos tenían de los espías que Franco mandó a Londres para que captaran información para la Alemania de Hitler, según el libro The Defence of The Realm (La defensa del reino), una historia autorizada del MI5, escrita por el profesor Christopher Andrew.

La noticia en otros webs

Piernavieja, «borracho y bufón», recibía órdenes de Alcázar de Velasco, enviado a Londres sin saber siquiera inglés

A lo largo de más de mil páginas y después de acceder a más de 400.000 documentos, este historiador y ex decano de la Facultad de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Cambridge explica la historia del servicio secreto británico, más conocido como MI5, desde su fundación hace ahora 100 años.

En los tiempos de la II Guerra Mundial, la Embajada española tenía a priori un especial interés para los británicos porque la cercanía entre la España de Franco y la Alemania de Hitler la convertía en una de las «bases alternativas» para el espionaje alemán. «La mejor base potencial era la Embajada en Londres de la España fascista, donde algunos diplomáticos pro nazis protegidos por la inmunidad diplomática tenían la intención de espiar para Alemania en asociación con otros españoles en Londres», escribe Andrew.

Lo que quizá no esperaban los británicos era la chapucera organización de la propia Embajada y de sus espías. «El hecho de que el espionaje español a favor de los intereses alemanes no alcanzara gran importancia se debió sobre todo a la facilidad con que los servicios de seguridad penetraron en la Embajada. El servicio descubrió que se enfrentaba a un rival casi siempre de bajo nivel y que la seguridad de la Embajada era gratificantemente débil».

«Es extraordinario el hecho de que en unos pocos meses, entre septiembre de 1941 y mediados de febrero de 1942, obtuvimos no sólo una idea general, sino un cuadro muy preciso de la red

de espionaje en este país», opinaba B1g, como se conocía al servicio encargado desde 1941 de controlar las actividades de la inteligencia alemana.

«Por suerte para nosotros, las medidas de seguridad en la Embajada eran nulas», añade. El mejor agente del MI5 en la Embajada española era «un empleado que nos pasaba cintas cifradas, versiones descifradas de telegramas cifrados, borradores de los informes del embajador, cartas privadas, notas sobre cenas y visitantes y, en general, chismorreos sobre los miembros de la Embajada».

En una ocasión, el contacto le entregó al MI5 una maleta con los códigos para descifrar los mensajes, que estuvo en vigor durante meses. De vez en cuando, otro agente en el interior de la Embajada dejaba entrar de noche a miembros del servicio de seguridad «para pequeños robos discretos».

«El primer golpe de lo que el MI5 creía que era ‘el corazón de la red española de espionaje’ llegó a través del SIS (Servicio Secreto de Inteligencia) en otoño de 1940. El 27 de septiembre, Miguel Piernavieja del Pozo llegó a Londres con una misión de espionaje, haciéndose pasar por periodista y observador del Instituto de Estudios Políticos; consiguió una notoriedad instantánea al pronosticar públicamente una victoria alemana», relata Andrew. El MI5 catalogó a Piernavieja como «un joven disoluto e irresponsable de 26 años del tipo playboy, que tenía poco o ningún conocimiento de periodismo, o del Instituto de Estudios Políticos, o, como enseguida se pudo ver, de espionaje».

Nada más llegar a Londres, el joven espía español facilitó las tareas del MI5 al contactar con GW, un agente doble que hizo creer a los servicios secretos alemanes que era un fanático nacionalista galés que trabajaba para ellos. En su primer encuentro, y para sorpresa de GW, Piernavieja le entregó una lata de polvos de talco con 3.500 libras, equivalentes en la actualidad a más de 100.000 libras (112.000 euros), «probablemente la suma más grande jamás entregada a un agente británico del siglo XX, si se excluyen los fondos destinados al Partido Comunista u otras organizaciones». Al británico le dijo que parte de esa suma era para su uso personal y otra parte, para que se la guardara a Piernavieja y se la devolviera cuando se lo pidiera. Este hombre «dedicaba casi todo su tiempo a las chicas en el Café de París y adquirió tal reputación de borracho, derrochador y bufón que Madrid le llamó para que volviera a España temporalmente».

En uno de sus encuentros habituales, Piernavieja le había explicado al agente doble GW que recibía órdenes directas de un agente de mayor rango en el Abwehr, Ángel Alcázar de Velasco, «un amigo próximo del pro nazi ministro de Exteriores de Franco, Ramón Serrano Súñer, quien, pese a no saber inglés, había sido enviado como agregado de prensa en la Embajada de Londres en enero de 1941».

Ésta es la evaluación que el servicio de seguridad hizo de Alcázar de Velasco, el agente español que espiaba también para los nazis y para los japoneses: «Alcázar es un personaje de lo más peculiar. Es de origen gitano y, de niño, trabajó de limpiabotas en Madrid. Era extraordinariamente ambicioso y para conseguir dinero con el que pagarse su educación se convirtió en torero. Se unió a la Falange nada más fundarse y asegura que su primer acto en política fue asesinar a un oficial de policía republicano».

«Debido a su fuerte personalidad, este autodictada ex torero enseguida dominó y aterrorizó a la colonia española y al personal de la Embajada -con la única excepción del duque de Alba-. Se comportaba de una manera que en otros habría parecido ridícula. Acudió a una entrevista en el Foreign Office con el uniforme de Falange; aceptó una invitación en un elegante hotel de Londres e insistió en pagar las bebidas; comió pescado con los dedos en el Savoy; dio una demostración de toreo en los baños turcos. Los avergonzados diplomáticos españoles se adaptaron como pudieron al papel de decir sí señor a todo, por miedo al poder de Alcázar en Madrid. Además, nunca intentó ocultar sus fuertes sentimientos pro alemanes y su deseo de una victoria del Eje».

A través de un mensaje del embajador de Japón en Madrid, los británicos supieron que Alcázar aseguraba que tenía una red de 21 espías en el Reino Unido. Luego se dieron cuenta de que muchos de ellos eran falsos informantes colocados por GW y otros eran pura invención del propio Alcázar. Años después, Alcázar presumiría de haber ayudado al lugarteniente de Hitler Martin Bormann a huir de Berlin y refugiarse en Argentina, y aseguró que en 1953 conoció a un hombre al que todos llamaban Führer y que tenía un gran parecido a un Adolf Hitler envejecido…

El País.com

http://www.elpais.com/articulo/reportajes/Anacletos/Franco/elpepusoc/20091101elpdmgrep_6/Tes


«Los nazis eran seres humanos, ése es el problema»…

noviembre 1, 2009
Peter_Longerich

Peter Longerich, historiador alemán autor de una reciente biografía de Heinrich Himmler- JORDI ADRIÀ

¿Cómo se gesta un genocida? ¿Influye el subdesarrollo sexual? Este historiador alemán ha escrito una apasionante biografía de Heinrich Himmler, uno de los peores criminales nazis.

Himmler. No imagina uno persona peor. Jefe de la Gestapo y de las SS, ministro del Interior de la Alemania nazi, comisario étnico y organizador de la Solución Final, el exterminio de los judíos. A escribir su biografía, sumergiéndose en sus crímenes, sus extravagancias y su infecta alma, se ha entregado durante años el historiador alemán Peter Longerich (Krefeld, 1955). El resultado es un libro monumental (Heinrich Himmler, RBA) que radiografía como nunca la acción política, la carrera asesina y la compleja psicología del siniestro personaje, ofreciendo a un tiempo una de las más preclaras descripciones de cómo se desarrolló en el seno del gobierno hitleriano la cadena de decisiones y circunstancias que condujeron al Holocausto. No parece que a Longerich le haya afectado excesivamente la larga convivencia con Himmler: es una persona simpática y agradable (aunque se deja invitar a la comida) y, de hecho, al acabar de escribir sobre el Reichsführer-SS, en vez de salir corriendo en dirección contraria, se puso a hacerlo sobre Goebbels, que es como ir de un basilisco a otro.

La noticia en otros webs

“para Himmler, o dominabas o te dominaban. no tuvo amistad con hitler”

“Himmler tenía problemas psicológicos, pero no era una lunático”

Director del Centro de Investigación sobre el Holocausto e Historia del Siglo XX en Royal Holloway (Universidad de Londres), donde trabaja con otro de los grandes especialistas en el III Reich, el historiador británico David Cesarini (autor de la biografía de referencia sobre Eichmann: lo que han de disfrutar los dos estudiosos yendo de copas juntos), Longerich hace más que escribir y enseñar sobre el nazismo: tuvo un activo papel como testigo en el proceso que significó el descrédito de David Irving, documentando la responsabilidad absoluta de Hitler en las políticas de exterminio, y además ha colaborado en la lucha contra los neonazis y el negacionismo, una actividad sobre la que pide discreción. La cita con el profesor es en su despacho en Royal Holloway, Egham, un college de lo más británico cuyo edificio principal, de época victoriana e inspirado extravagantemente en el Château de Chambord, recuerda la Escuela Hogwarts de Harry Potter.

Cuando Longerich llega lo esperan en la puerta, además del periodista, dos jovencitas que le entregan entre tímidas risitas un trabajo sobre el Mein Kampf. Aunque quien firma estas líneas encuentra que el despacho es ideal para la entrevista -en las estanterías reposan The Waffen SS, de Geschichte, y la voluminosa Enzyklopadie des Holocaust, por no hablar de que por la ventana pueden verse entre los árboles dos altas chimeneas de ladrillo (resulta que son de las viejas cocinas del colegio, pero es imposible no pensar en referentes más siniestros)-, el historiador decide que vayamos a comer en su coche a un pequeño restaurante especializado en pescado en Egham. Longerich encarga para los dos sopa de marisco y lenguado al limón. Él come con gusto. Después de tanto tiempo, Himmler no le quita el apetito.

Mire, por buscarle un pero a su magnífico libro: no menciona la visita de Himmler al monasterio de Montserrat. No sé que opinarán los monjes…

Es cierto. Pero no es un libro pensado específicamente para el lector español.

Sí que habla de la posible mediación de Serrano Súñer para que Himmler hiciera llegar propuestas de paz a los británicos al final de la Guerra Mundial.

Sí, en la documentación alemana consta que ofreció sus servicios, pero no tengo idea de qué había detrás. No sé qué podrían encontrar ustedes sobre el particular en sus archivos. No hace mucho, aquí, en Gran Bretaña, apareció esa nota de Churchill: «Mensaje de Himmler destruido por mí». Quizá encaja con lo de Serrano Súñer.

Éste es su octavo libro.

Así es, y he terminado en agosto el siguiente, la biografía de Goebbels, que aparecerá en un mes.

¿Quién cree que es más interesante, Goebbels o Himmler?

Son tan diferentes… Los historiadores suelen buscar el nazi ideal, la personalidad que más se ajusta al arquetipo. Mi idea, que transmito en ambos libros, es que el secreto del éxito de los nazis fue su capacidad para poner en el lugar exacto a la persona adecuada, desde su punto de vista. Himmler, con su personalidad taimada y sigilosa, se convirtió en jefe de seguridad; el extrovertido y mundano Goebbels, en jefe de propaganda. Uno no tiene vida sexual casi, para el otro el sexo es muy placentero. En realidad no puedes decir que haya un nazi ideal, uno que los represente a todos. Creo que ahora, cuando se pueda leer la biografía de Goebbels, será interesante hacer comparaciones. La idea es usar estas figuras no sólo para explicar sus vidas, sino para introducirse en áreas oscuras de los nazis, de las políticas del Holocausto, por ejemplo. Las biografías abren un nuevo acceso a la historia del III Reich, porque es una época en la que el poder político estaba extremadamente personalizado. Himmler tenía tantas funciones diferentes, policía, asentamientos, política racial, Waffen SS… La clave de su éxito es que consiguió mantener todas esas cosas juntas en una organización bajo el paraguas de las SS. Lo mismo puede decirse de Goebbels, combinaba las competencias de propaganda, pero también de organización del partido en Berlín, tareas culturales, militares… Esta gente se construyó, despiadadamente, pequeños imperios, cuyo mejor acceso es a través de las biografías.

Eran gente bastante competente en lo suyo. En fin, no entienda esto como un elogio.

Competente… Bueno, eran las personas estupendas para esas tareas, dicho, claro, con ironía.

La verdad es que hay bastante ironía en su libro sobre Himmler. Y cierto sentido del humor, muy de agradecer visto lo siniestro de la materia. De hecho, si me permite, a veces parece usted más británico que alemán.

Me gusta la ironía británica.

¿No cree que hay algo, no sé, la palabra resulta tan inadecuada, pero sí, cómico, en Himmler? Quizá grotesco sea mejor.

Ajá.

Una extraña combinación de crueldad y estupidez.

No soy psicólogo, pero para entender a estos tipos necesitas cierto enfoque psicológico. Recabé consejo profesional y utilicé literatura estándar del tema. Los psicólogos me introdujeron en esa idea de que Himmler sufría trastorno de vinculación. Tenía una gran inmadurez emocional. Estaba emocionalmente subdesarrollado. No entendía las relaciones interpersonales. No sabía cómo canalizar su interés por la amistad o por las mujeres, buscaba algo que no sabía exactamente qué era. Eso puede explicar su atracción por la figura del militar y su idealización de ella. Es muy tentador en una biografía decir: ésta es la razón de que esta persona fuera como era. Era inseguro en sus relaciones personales y desarrolló estrategias para superar esas dificultades. Tenía dos caras diferentes y para la gente era difícil saber cuál era la real. Esa personalidad dual, frío y jovial, inseguro y duro…

Su reacción ante la realidad de los campos de exterminio, ante la visión de los asesinatos no era, dice usted, pusilánime. No parece que la confrontación con la muerte violenta le provocara ningún ‘shock’. Tras ver funcionar las cámaras de gas de Auschwitz se tomó unos vinitos. Sí. Hay ese famoso caso en Minsk. Alguien me preguntó en una conferencia sobre él. Aquello de que no pudo aguantar ser testigo de la matanza y se puso enfermo. Es una historia inventada. Encontré otra, de un oficial, que explicaba que estuvo muy frío, e incluso dijo al ver que uno de los fusilados seguía vivo en la fosa…

«Teniente, dispárele a ése», sí, está en su libro. Es escalofriante.

Es mucho más creíble. Himmler visitó lugares de ejecución muchas veces -era un gran viajero-. Y estuvo comunicativo con sus hombres. Probablemente, pero esto, claro, es especulación, sentía curiosidad sobre el hecho de matar. Hay otras historias acerca de que estaba interesado en los experimentos médicos, en el imaginario de los cuerpos mortificados. Algunas cosas hacen pensar que era un sádico. No estoy seguro. Siempre insistió mucho ante sus hombres en el concepto de decencia. En que se podía matar decentemente. Es increíble cuántas veces -lo he calculado con el ordenador- Himmler usaba en sus textos y discursos la palabra decencia. Escribió a su novia que tenía problemas de estómago precisamente, recalcó, porque era tan valiente y decente. Creo que le atraía la crueldad, pero lo importante en su personalidad, lo definitorio, era la obsesión por controlar sus emociones. Los sentimientos fuertes, el amor, el odio, el sadismo.

Es impresionante en el caso de Himmler la estrecha relación entre psicología y política.

La historia del III Reich es tan peculiar porque, aunque duró relativamente poco, estuvo llena de cambios. Y esta gente, los líderes nazis, tuvieron una gran capacidad de maniobra, mucha libertad de acción. No se puede comparar a Himmler o a Goebbels con un primer ministro de Alemania de después de la guerra, o con un secretario de Estado de EE UU, porque el papel de éstos está fijado por normas. Los nazis crearon sus propias posiciones. Es importante entender su psicología.

No eran monstruos.

No, ése es el asunto. Eran seres humanos. Ése es el problema. La vida de Himmler, al principio, su juventud, su época de estudiante en Múnich, es de lejos la de una persona normal, inofensiva.

Y un peculiar agitador y revolucionario que vivía en casa de sus padres.

Sí. Era de una familia de clase media católica y estaba sobreprotegido. Tenía buenas relaciones con su padre, hablaba de sus dudas de fe con él. Era una familia, en buena medida, intacta. Por eso no estoy de acuerdo con cierta idea general de que la personalidad de Himmler se debe al conflicto con su padre. He tenido que luchar con esa concepción errónea. Ese conflicto no existió.

¿Qué percepción hay en Alemania en general de Himmler? Debe de ser difícil asumir que un tipo así fuera un compatriota.

En general, en Alemania la gente encuentra difícil entender al personaje. Es un terrible asesino de masas y resulta complicado acercársele. Es una figura tabú. Otros nazis, Goebbels o Goering… la gente los encuentra más accesibles. Algunos han querido verlo como un excéntrico. Mi intención ha sido presentarlo como normal. Tenía problemas psicológicos, pero no era un lunático.

Bueno, hay algunos componentes de su personalidad que son extraños, por decirlo suave. Sus obsesiones con minucias y ocultismos.

Tenía muchos intereses diferentes al mismo tiempo. Para nosotros es el organizador del Holocausto y el arquitecto del genocidio, pero, psicológicamente, para él, todas sus tareas tenían importancia y las hacía una detrás de la otra. Y una de ellas era eliminar a los enemigos del Reich. En su rutina diaria no significaba algo muy especial. Y, de hecho, en un momento anotó: «Ya está, acabado», con respecto a la cuestión judía.

Bueno, ¿y no es eso una marca de locura, pensar que era tan importante matar a los judíos como determinar los mejores cultivos para Ucrania, imponer los límites de velocidad o decidir las insignias de los musulmanes de las Waffen SS?

Podemos ver esa locura, quizá, pero para él era perfectamente normal hacer lo que hacía.

Himmler tenía esa misma sensación de abrumadora responsabilidad, de exceso de tarea ingrata no reconocida, que expresan el comandante de Auschwitz Rudolf Höss o el de Treblinka Franz Stangl. Demasiado trabajo. También lo deploran los jefes de Einsatzgruppen.

Sí, matar como trabajo.

Himmler trató de involucrar a otros miembros del partido y a las Fuerzas Armadas en el Holocausto.

Cierto, por un lado, dio pasos para convertirlos en cómplices. Pero, por otro, consideraba que el genocidio formaba parte de la historia que no debía ser escrita. Era un secreto abierto. Había una doble medida. Todo el asunto, si es lícito matar gente, si debes ser fiel a tu mujer… la moralidad de ese individuo, Himmler, es típica de la doble moral del pequeño burgués.

¿Hay una lección moral en todo eso que podamos extraer?

Si estudias la historia de los perpetradores descubres que procedían de muy diferentes pasados. No hay una manera típica, un camino único de convertirse en genocida. Todos tenemos la capacidad y el peligro de serlo. Observando a los nazis no puedes identificar un sector de la sociedad del que provengan los asesinos.

En el libro sólo menciona usted un caso en el que Himmler maltratara a alguien con sus propias manos, un solo caso de crueldad directa, personal.

Sí, con el autor del intento de asesinato de Hitler en la cervecería Burgerbrau de Múnich, Georg Elser, le interrogó y le pegó.

¿Hay otros casos?

No.

Es extraño que no tratara de ver qué se sentía matando, visto su temperamento. Era muy fácil cargarse a un preso en un campo o a un judío durante una matanza colectiva. Se lo impedía probablemente esa idea recurrente suya de matar ordenadamente, decentemente. Él estaba en un nivel de mando, era una labor profesional. Como jefe no debía intervenir. El mando no actuaba personalmente en las ejecuciones.

¿Cree que tenía una curiosidad personal en la experiencia de matar?

Quería mirar. Igual que quiso ver experimentos médicos con humanos.

No hemos hablado de la contradicción entre su apariencia física y el ideal ario que defendía.

Su educación se centraba en la idea de autocontrol. Controlar las emociones te hace fuerte y te permite ganar poder. Himmler bailaba, tomó lecciones de baile, no fue muy bueno en deportes, pero los practicaba, jujutso, pesas, esgrima.

Con sus rasgos no ofrecía exactamente el gran ejemplo de pureza racial.

No, y se hacían bromas sobre ello en las SS. Algo que he querido dejar bien claro en el libro es el sinsentido y el caos de toda la política de la raza en el III Reich.

¿Hasta qué punto el éxito de Himmler fue producto de la suerte o de sus… vamos a llamarles virtudes? Al final reunió tanto poder…

Ejerció diferentes papeles en distintas áreas. Tenía una extraordinaria capacidad de adaptación. Al final de la guerra se veía en la posición de negociador con sus grandes redes de información, seguridad y espionaje en toda Europa. Tenía también a los prisioneros de los campos para negociar.

En varios asuntos fracasó.

Cierto, como comandante militar, en la creación de empresas de armamento, en su lucha contra los movimientos de resistencia europeos… Y las divisiones SS de extranjeros tampoco dieron un gran resultado.

En la cuestión judía, en cambio, fue un hacha, si me permite la expresión.

Era más fácil para él destruir que crear.

Tenía buen olfato para escoger colaboradores. Gente tan mala como él: Dirlewanger o Globocnik. Olfateaba sus debilidades y los utilizaba.

Se equivocó con algunas personas dándoles según qué tareas. Pero les manipulaba muy bien y le eran muy leales.

Hay una especie de gran agujero negro en el libro que es Hitler. No se habla apenas de la relación personal de Himmler con él.

Su relación con Hitler es fría y calculada. Himmler entra en el movimiento nazi por Röhm.

Que es como decir que apuesta por el caballo perdedor.

Exacto. Inicialmente, no le convenció nada la lectura del Mein Kampf. Pero percibió que Hitler era la autoridad absoluta en el partido. De todas formas, nunca llegó a tener una relación tan colorista y cálida como Goebbels. No percibía el carisma de Hitler. Pero como político no era capaz de imaginar su papel sin Hitler. Su posición era dependiente de él.

Pero no había seducción, como en Speer. Ni amistad.

No. Himmler no podía establecer amistad en los términos en los que lo hacía Hitler. Para Himmler, o dominabas o te dominaban. Sus, digamos, amigos personales eran siempre diez años mayores que él. Eran figuras paternales.

No hay en el libro momentos de intimidad con Hitler.

No existieron. Contactos, sí, cantidad. Recibía órdenes. Goebbels, en cambio, conversaba mucho. Pero piénselo: ¿usted, de ser Hitler, habría querido pasar las veladas con Himmler?

Me parece que no. ¿Qué opina del final, de la traición del fiel Heinrich?

No creo que pueda hablarse de traición. Himmler simplemente pensaba que Hitler era incapaz de actuar y que él era el adecuado para negociar con los Aliados.

¿No cree que en algún momento su biografía pueda inducir a pensar que Himmler actuó muy independientemente en el Holocausto? Sé que, desde luego, ésa no es su opinión.

He escrito otro libro, La orden no escrita, sobre la responsabilidad de Hitler. Puede parecer que cuando Himmler toma iniciativas hace cosas que van más allá de las órdenes. Pero cualquier actuación sigue a un estímulo emanado desde Hitler.

¿Qué hay del aspecto sexual de Himmler? Fue virgen hasta los 27 años, eso ha de marcar.

Sí. Su voyeurismo y su miedo a la homosexualidad -le preocupaba un exceso de virilidad en las SS- hacen pensar en un subdesarrollo sexual.

No hemos hablado del ocultismo, Hörbiger, la Ahnenerbe…

No creo que sea clave para entender a Himmler. Se puede considerar una parte privada que, además, no le gustaba a Hitler, así que él tendía a no airearlo mucho. Trabajó en el desarrollo de esa religión alternativa, pero no llegó a una conclusión definitiva. Pensó que hay cosas que no se pueden explicar racionalmente. Aunque había una parte práctica, como lo de encontrar o recuperar la supuesta arma misteriosa de los germanos, «eléctrica».

El martillo de Thor.

Eso.

Hay un aspecto curioso de Himmler que es su capacidad como diseñador. Es el responsable de parte de la iconografía de las SS, a la que no puede negársele éxito.

Sí, pero en relación con lo otro coincidirá en que es un aspecto menor.

Su libro aporta una visión muy clara sobre el proceso de decisión del Holocausto.

Fue un largo proceso. La última decisión es en la primavera del 42. Si miras lo que Himmler hizo en los siguientes seis meses, puedes ver que el inicio del Holocausto es parte de un concepto más amplio y que las decisiones clave se toman escalonadamente.

¿Hay algo irreductible en Himmler, algún misterio aún para usted?

Esa obsesión por controlar sus sentimientos. Al principio, el Himmler personal aparece en sus cartas y diarios, pero luego se esconde en su vida oficial.

No hay un mito Himmler.

Por su final. Cabía esperar que muriera en combate o que afrontara su responsabilidad en los tribunales. Pero trató de desaparecer disfrazándose de sargento. Ésa es la razón, probablemente. Tampoco hay un mito Goering, ni Goebbels, al único que han mitificado los neonazis es a Rudolf Hess, porque pueden imaginarlo como víctima. Y a Hitler, claro.

Las entrañas del monstruo

Peter Longerich

Nació en Krefeld (Alemania) en 1955. Es historiador de la Universidad de Londres y uno de los más relevantes investigadores del Holocausto. Ha colaborado en la lucha contra los neonazis y el negacionismo. Y ha trazado una magistral biografía de Heinrich Himmler (en la imagen), jefe de la Gestapo y las SS, uno de los peores criminales de la Alemania nazi.

Para elaborar este libro monumental, Longerich ha consultado más material biográfico que ningún otro biógrafo de un nacionalsocialista. Desde el diario íntimo de Himmler hasta su correspondencia con amigos y familiares.

Así fue como el historiador alemán se adentró como nadie hasta ahora en la psique de una persona con “rasgos de carácter anormales”.


Triste memoria histórica…

noviembre 1, 2009
No puedo más. Al ver la singular exposición sobre García Benito que hoy, día de los difuntos, clausura el Ayuntamiento de Valladolid en el museo de Pasión -visitada por más de veinte mil personas de Castilla y León, de España y del extranjero-, se me ha disparado la melancolía, el asco por la mangancia general, y por la mentira institucionalizada. También por el empeño de recuperar la memoria histórica con criterios de gran hermano. No me refiero al gran hermano de Orwell o de Huxley -un respeto: ambos denunciaron la tiranía y la historia con bozal-, sino al gran hermano televisivo rezumando esperpento sobre una trivialidad cuajada que aspira, como mucho, a una estética de rodapié.
Si García Benito hubiera sido norteamericano o francés, que no es pedir demasiado a las musas de la pintura, hoy, día de difuntos, hablaríamos de un prodigio inmortal, de un disparo de pincel a millón de euros por cuadrillo. Pero no. Hablamos de un vallisoletano que hasta los años cuarenta fue casi todo en el arte de los ismos y de la moda internacional y que, después en 1959 -harto de exilio no pudo vivir más sin el Valladolid de su niñez y sin la Castilla de sus ensueños-, volvió a sus raíces para malvivir, para curarse de eso que llamaba Modigliani «el éxito de los maestros», y para morir como los grandes: en el olvido de casi todos y hasta de las piedras.
No conocí a García Benito. Jamás me atreví a dar ese paso en «la esperanza estética» que tanto fascinaba a Juan Ramón. Pero de él me hablaron dos maestros que lo conocieron muy bien: Jorge Guillén y Miguel Delibes. Con Guillén compartió siglo de nacimiento -el XIX-, amigos de la Vanguardia, exilio francés y americano, y la condición de vallisoletanos universales. Con Miguel Delibes algo mucho más profundo: una amistad que alargó vida y arte hasta los detalles más humanitarios de la muerte.
Es curioso, pero esta exposición, que recoge la parte mínima de la obra de García Benito en Vogue y en Vanity Fair -dos revistas de moda en busca de talentos para el arte de vivir-, ha llenado un vacío inmenso e impagable en la memoria historica de la España amnésica. Por mucho menos Andy Warhol se llevó de calle al Pop Art y fascinó a la posvanguardia hasta la tontería sufragada. El lalento de García Benito es otra cosa. Y es otra cosa porque incluso en estos dibujos y trazos -él alimenta la vanguardia en igualdad de condiciones con los grandes creadores que fueron sus amigos y colegas-, está el artista libérrimo que imprime espíritu y personalidad al diseño. De aquí esta tristeza de memoria histórica tan patética.

Llega a la tele el cardenal que plantó cara a Franco…

noviembre 1, 2009

TVE y Canal 9 ruedan una miniserie sobre Tarancón.

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El elenco de Tarancón. El quinto mandamiento, ayer en Madrid. - Miguel G. Castro

ANTONIO G. GIL-GARCÍA – MADRID – 31/10/2009 08:00

Resulta prácticamente imposible ver en la jerarquía de la Iglesia católica de hoy algún atisbo del espíritu conciliador que representó la figura del cardenal Vicente Enrique y Tarancón (Burriana, Castellón, 1907-Valencia, 1994). Figura clave de la Transición como presidente de la Conferencia Episcopal entre 1971 y 1981, Tarancón llegó a suponer una pesadilla para el dictador Francisco Franco y su régimen por su afán por reconciliar las dos Españas. No es de extrañar por tanto que se hiciera merecedor, tras la misa funeral celebrada después del asesinato en diciembre de 1973 del entonces presidente del Gobierno, Carrero Blanco, del famoso eslogan de los ultras: «Tarancón, al paredón».

Pepe Sancho dará vida al prelado que casi excomulgó al dictador

Ahora, la figura del cardenal que llegó a tener en su bolsillo la excomunión de Franco y su Gobierno llegará a la pequeña pantalla de la mano de Pepe Sancho, que dará vida al prelado en una miniserie coproducida por Televisión Española y Canal 9 que empezará a rodarse el próximo lunes en Valencia. «Hay gente a la que a lo mejor no le apetece que se cuente la vida de Tarancón», indicó ayer Sancho, que considera que es «un chollo» encarnar a un personaje como el purpurado, «un hombre limpio que miraba a los ojos y que por eso tuvo problemas con las partes más carcas de la Iglesia». El actor, que encabeza un elenco en el que también figuran intérpretes como Eusebio Poncela o Roberto Álvarez, no tiene dudas a la hora de afirmar que Tarancón «ayudó mucho a que los españoles no acabaran a tiros unos contra otros» tras la muerte de Franco.

La serie, que consta de dos capítulos de 75 minutos, costará casi tres millones

En la misma línea, el director de la miniserie, Antonio Hernández, destaca la dificultad que presenta el reflejar en la pantalla un espíritu como el de Tarancón, «que parece que se ha perdido», si bien considera que es una obligación contar a los jóvenes una parte de la historia reciente que nadie les ha contado hasta ahora. «El futuro de este país depende mucho de su memoria», agregó.

Estreno en 2010

La serie, que cuenta con un presupuesto de 2.948.000 euros y está formada por dos capítulos de 75 minutos cada uno, terminará de rodarse a finales del primer trimestre de 2010 y podrá verse en la pequeña pantalla a partir del segundo, tal como indicaron ayer los responsables de TVE y Canal 9.

Público.es

http://www.publico.es/265694/llega/tele/cardenal/planto/cara/franco


MIGUEL HERNANDEZ NO SE REBELÓ, FUE FRANCO…

noviembre 1, 2009

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Miguel Hernández poeta (El pie de foto original ha sido modificado por el editor*)

Los familiares y amigos del poeta Miguel Hernández, La Fundación de su nombre o la Asociación de Estudios homónima, han reclamado estos días la anulación de la sentencia a muerte, emitida en el “Procedimiento Sumarísimo de Urgencia Nº 21.001, contra Miguel Hernández Gilabert”por “Rebelión militar”.

Precede a esta petición individual, la del Foro Estatal de la Memoria Histórica o la Asociación de la Memoria Histórica, que junto a la Coordinadora de la Memoria Historia, vienen insistiendo en la necesidad de ampliar los supuestos de la Ley de Memoria Histórica, de 27 de Diciembre, de 2007, a la suspensión de todas las sentencias dictadas por la Judicatura Franquista del siglo XX, y la asunción por parte del Estado de todas las exhumaciones pendientes de desarrollar en las cunetas secretas de nuestro país.

J.María Predeño (Foro por la Memoria)

Emilio Silva

Emilio Silva (Presidente y cofundador de la ARMH)

La Ley de Memoria en vigor, supuso un hito en su momento, porque anuló todos los Tribunales y Juicios Sumarísimos, creados con graves defectos de forma y fondo por la Judicatura Franquista, con el objetivo final de organizar el exterminio, la aniquilación fisica, de toda una generación de republicanos Defensores de la Democrácia, cuyo delito consistió en defenderse, con las armas en la mano, del Golpe de Estado de Franco y cuantos ejércitos internacionales de tierra, mar y aire acudieron a nuestra tierra a probar el armamento que en el otoño de 1939, utilizarían los ejércitos fascistas de Alemania, Italia, Portugal o Marruecos, en la II Guerra Mundial. Otras virtualidades de la Ley de Memoria es que atendió el derecho a la Reparación de ex-presos, trabajadores esclavizados en Batallones Disciplinarios para obras públicas, indemnizaciones a los familiares de los republicanos que van apareciendo en las cunetas y que financia en parte las actividades por la recuperación de la memoria histórica, al tupido tejido asociativo que componen las tres grandes plataformas señaladas mas arriba.

Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores Penados (esclavos forzados por la patria)

Trabajadores forzados, republicanos de un Batallón Disciplinario

Se podría aseverar que la suma de todas las personas, sean historiadores, familiares, arqueólogos, amigos, forenses, servidores públicos, abogados, políticos de izquierdas, sindicalistas, diputados o senadores, protagonístas de la ruptura de la amnesia histórica sostenida en nuestro país, aun hoy, por los heredo franquistas, ha sido un éxito hasta tal punto, que una a una siguen rompiendo las trabas falsas que Manos Limpias o Libertad e Identidad, ha interpuesto al desarrollo del Juicio al Franquismo, el Auto de Garzón, que reclama el inalienable Derecho a la Justicia, que al ser universal, asiste también a los supervivientes o familiares de aquellos valientes republicanos. Su disfrute solo puede alejar el maleficio de la frase “el pueblo que no juzga su história, está abocado a repetirla”

Si algo tiene de positivo llegar sesenta años tarde a acometer el Juicio al Franquismo, es sin duda que el envite de pedagogía pública en torno a los estremecedores acontecimientos de los años cuarenta, aun tardío, será bien aprovechado para impedir el desarrollo de grupos neo-fascistas en nuestro país. Si el reloj de la justicia anti-fascista marcó en Europa el año de 1946, fue el Tribunal de Nüremberg y la Declaración de los Derechos Universales de Hombre que siguió, el asiento jurídico de toda argumentación de la oposición democrática a la dictadura franquista.

Baltasar-Garzon

Juez Baltasar Garzón, Instructor del Juicio al Franquismo

Casi acostumbrados a que cuando los españoles vamos, los europeos ya vuelven el desvelamiento a partir de 2000 de las verdades históricas por las Cátedras de Historia Contemporánea, no ha podido ser mas oportuno, para solucionar los dos problemas a una: El Juicio al Franquismo y la neutralización del rebrote neo-nazi.

Nuremberg

Tribunal de Nüremberg, Juicio al Nazismo, 1946

Como vacuna de amplio espectro, exigir al Ministerio del Interior que no acepte a trámite o anule, todas aquellas asociaciones, filofascistas que según informa Público y conocemos, quieren legalizarse estos días, o perviven desde 1936, con el ideario del integrismo católico más cerril, impunes, cuando no desde la apología abierta de Hitler, Musolini o Franco, populistas y exterminadores, hasta nuestros días, es un anhelo expresado vivamente por todos los portavoces del movimiento memorialista y de víctimas de Franco, porque en Democracia cualquier expresión o agresión fascista, es una patología del sistema.

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El filósofo Reyes Mate, autor de “Memoria del Olvido”

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El catedrático de Historia Contemporánea de Zaragoza, autor de “La Iglesia de Franco”

Mientras tanto, me sumo a la petición de los familiares y asociaciones Miguel Hernández, por la anulación de la sentencia del Ejército Rebelde en 1936, que le condenó a muerte, por Rebelión Militar, porque es de Justicia viviendo en Democracia como vivimos y abre el camino a la Anulación General de todas las sentencias emitidas por los golpistas de 1936.

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MIGUEL HERNÁNDEZ, rapsoda de sus versos, envalentona a compañeros de trinchera, en defensa del Gobierno Legítimo de la II República, 1931-1939

Público.es (artículo de opinión de Elisa Serna):

http://blogs.publico.es/elisaserna/2009/11/01/miguel-hernandez-no-se-rebelo-fue-franco/

NOTA DEL EDITOR:

* He cambiado el pie original  de la fotografía de Miguel Hernández ya que su leyenda era: «MIGUEL HERNÁNDEZ poeta y republicano», como si ser republicano fuese el ejercicio de una actividad o profesión que añadir al «Curriculum Vitae» de una persona. Según la RAE  la acepción de republicano es:

  • 1. adj. Perteneciente o relativo a la república (‖ organización del Estado).
  • 2. adj. Se dice del ciudadano de una república. U. t. c. s.
  • 3. adj. Partidario de este género de gobierno. U. t. c. s.
  • 4. m. Buen patricio.

Para mi, ser republicano simplemente es alguien que acepta como principios ideológicos y filosóficos aquellos  preceptos básicos del pensamiento ilustrado en su concepto primigenio de: «Libertad, igualdad y fraternidad»;  independientemente de ideológias políticas, religiosas o cualquier otra. No pretendo con esto rebatir las definiciones de lso eruditos de la Real Academia de la Lengua Española que hacen un compendio  muy básico  del significado de un término mucho más amplio que el original.

Jordi Carreño Crispín

Vicepresidente de La Memoria Viv@

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EU pide Consell reconozca M. Hernández como símbolo represaliados ABC.es –

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En busca de una reparación moral para Miguel Hernández elmundo.es


La juez de Palma da carpetazo a la apertura de fosas del franquismo…

noviembre 1, 2009

Un auto señala que la Justicia «no tiene capacidad ni competencia en ese proceso»

Cementerio de Porreres (Mallorca)Imagen del cementerio de Porreres (Mallorca)

P. CANDIA/V. MALAGÓN


La titular del Juzgado de Instrucción 10 de Palma, Carmen Abrines, ha dictado un auto por el cual decreta el sobreseimiento libre y el archivo de las diligencias abiertas para la exhumación de fosas comunes de la guerra civil en Calvià instada por la Associació per a la Recuperació de la Memoria Histórica de Mallorca.

La magistrada señala en la resolución que la administración de justicia «carece de competencia y no puede dedicar sus recursos a tan noble labor ya que no tiene capacidad ni competencia para iniciar un proceso cuya finalidad sería la de identificar a las víctimas de la represión, así como la localización de las fosas comunes y lugares de enterramientos donde pudieran encontrarse restos».

En Mallorca hay localizadas fosas comunes en Palma (una grande y varias diseminadas), Porreres (dos junto al cementerio), Manacor y Calvià. La juez de manacor todavía no se ha pronunciado.

Según los últimos cálculos, hay unos 400 desaparecidos de la Guerra Civil en Mallorca, que se incluirían entre los 2.000 ó 3.000 asesinados en la Isla por la represión franquista. Hay casos en los que los allegados no tienen ni la menor idea de lo que ocurrió con su familiar desaparecido. Se pierde su rastro.

Archivo
La juez señala en su auto que el Ministerio Fiscal también se había pronunciado favorable al archivo de las actuaciones, ya que «este proceso penal no es el cauce más adecuado para lograr tales fines». Tanto la magistrada como el fiscal coinciden en expresar «el mayor de la mayor de las legitimidades en la reivindicación de los derechos que instan los solicitantes y en la absoluta justicia de las pretensiones que tratan de lograr», pero insisten en la «imposibilidad de exigir responsabilidades criminales por unos hechos perpetrados en el periodo señalado». El abogado de la Asociación, Tomeu Oliver, ha anunciado que recurrirá el auto.

Última Hora Digital

http://www.ultimahora.es/segunda.dba?-1+7+492220

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Garzón autoriza la exhumación de las fosas comunes de Calvià y Diario de Mallorca

Nov 2008 El juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, ha autorizado la exhumación de las fosas de Calvià y Porreres, tras la solicitud de .