Tarragona: Concluye la dignificación de la fosa común y de la antigua cárcel de Pilats…

enero 17, 2010
Europa Press / Diari de Tarragona, 17-01-2010 – 17 Enero 2010

Ayuntamiento y Generalitat adecúan los lugares donde fueron presas y enterradas personas fusiladas por el franquismo.

Tarragona dignifica la fosa común de su cementerio

TARRAGONA, 16 Ene. (EUROPA PRESS) –

La Generalitat y el Ayuntamiento de Tarragona inauguraron hoy la dignificación de la fosa del cementerio, la primera en Catalunya desde la aprobación de la Ley de Fosas, y la museización del Espai Pilats.

La fosa ha sido dignificada y señalizada y, a partir de ahora se podrán leer los nombres de las más de 700 personas que fueron enterradas allí. Esta, es la primera actuación de dignificación en una fosa desde que, el pasado mes de junio, se aprobó de Ley de Fosas, que tiene como objetivo dignificar las fosas comunes de toda Catalunya.

Autoridades y sociedad civil, han participado este sábado en un acto conmemorativo en el cementerio donde se ha descubierto una placa con los nombres de las víctimas de la represión franquista enterradas en la fosa común. También se ha hecho una ofrenda floral y la lectura de un poema.

El segundo espacio recuperado en la ciudad es la prisión de Pilats, en la Torre del Pretorio, que entre 1936 y 1939 alojó a un máximo de 489 reclusos, contribuyendo a una sobreocupación en condiciones inhumanas. Después del acto inaugural se proyectó el audiovisual ‘La presó de Pilats’.

Estos dos espacios recuperados pasarán a formar parte de los Espais de la Memòria de Tarragona, un itinerario por la ciudad que, en un futuro se incrementará con otros espacios señalizados y museizados.

http://www.europapress.es/catalunya/noticia-tarragona-dignifica-fosa-comun-cementerio-20100116151907.html

Fuente del enlace: Foro por la Memoria


Cantabria: Un museo recordará a quienes lucharon contra el franquismo…

enero 17, 2010

La Torre de Estrada acogerá un proyecto museístico ambicios.

17.01.10 – V. C. | VAL DE SAN VICENTE.

En la actual etapa de recuperar la memoria histórica, hay acontecimientos que todavía permanecen entre el olvido de muchos y el mito para otros. Poner luz sobre la etapa de la resistencia al franquismo por parte de los que por convicción ideología o por circunstancias se vieron obligados a tirarse al monte en la década de los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo es el objetivo del proyecto museográfico que se podrá contemplar a partir de la próxima primavera en la Torre de Estrada, un singular enclave histórico-artístico (siglo XII), situado en el pequeño pueblo de Val de San Vicente de mismo nombre, precisamente a muy pocos metros de la casa natal de uno de los últimos y mas populares guerrilleros, Francisco Bedoya.

Para el régimen franquista se trataban nada más que de simples bandidos, bandoleros, delicuentes comunes despojados de cualquier carácter político e ideológico. Nada mas lejos de la realidad los maquis, también conocidos como ‘los del monte’, ‘los emboscados’ o ‘los huidos’ formaron parte de una resistencia guerrillera a la que muchos hombres se vieron empujados por diferentes causas, como su compromiso ideológico y su esperanza por lograr la restauración de la república a el miedo a sufrir la represión por haber pertenecido al bando de los vencidos.

A través del discurso expositivo se mostrará el contexto histórico del movimiento guerrillero al franquismo que surgió en Cantabria y Asturias desde el verano del año 1937 en el que las tropas franquistas entran en Santander y el año 1957 en el que son abatidos por la Guardia Civil los últimos guerrilleros de Cantabria, Juan Fernández Abascal y Francisco Bedoya.

Todos los acontecimientos vividos durante esos años se estructuran en cinco etapas que responden a los periodos de la actividad guerrillera, según lo han establecido los distintos investigadores, presentándose cada una de ellas con una cronología, que reflejan los acontecimientos internacionales, nacionales y locales mas significativos, aportando una visión global para comprenderlo mejor.

La primera de esas etapas es la génesis del movimiento guerrillero, entre los años 1936 y 1939. Le sigue la reorganización y la represión que se vivió entre 1940 y 1944. Posteriormente se vive entre los años 1944 y 1948 un periodo entre la esperanza, por la liberación de Francia y la traición. La cuarta etapa, desarrollada entre los años 1948 y 1952, se la considera el principio del fin de la resistencia. Y finalmente el periodo entre los años 1952 y 1957 es el que se centra en los últimos guerrilleros, Juanín y Bedoya.

La muestra contará con diferente material y documentos, como fotografías, postales, cartasn personales y manuscritas, fichas policiales, expedientes o material de propaganda entre otros. También se contará con objetos personales, pertenecientes a los protagonistas de dichos acontecimientos, para los que la colaboración de los que aún sobreviven, sus familiares o vecinos está siendo fundamental.

También se están haciendo gestiones para poder contar, al menos de manera temporal, con piezas especialmente significativas, cedidas por el Museo del Ejército como el subfusil Sten y la pistola Astra 400 de Juanín o los prismáticos de Bedoya. La capilla del recinto de Estrada acogerá el audiovisual ‘Voces de una lucha olvidada’ en el que se recoge las manifestaciones de algunos de los protagonistas de aquella etapa que aún sobreviven.

La iniciativa de crear este museo en la Torre de Estrada ha partido del Plan de Dinamización del Producto Turístico del Bajo Deva con el objetivo de crear un espacio expositivo pionero sobre este contenido. El alcalde de Val de San Vicente, Miguel Ángel González Vega, considera que «este proyecto es muy importante dentro del proceso de recuperación de la memoria histórica, a la vez que supone un reconocimiento a aquellas personas que tanto han sufrido en la posguerra simplemente por dar apoyo o comida a los guerrilleros».

http://www.eldiariomontanes.es/20100117/region/region-occidental/museo-recordara-quienes-lucharon-20100117.html


Palma de Mallorca: Pere Ollers. Presidente de la asociación proteccionista ARCA «Sa Feixina forma parte del patrimonio cultural de Palma»…

enero 17, 2010

«No contemplamos el derribo de un conjunto escultórico con un valor patrimonial en sí mismo».

Pere Ollers. Foto: Miquel Massuti

M. G. DOARTE. PALMA.

«Preservar el patrimonio cultural es uno de los fines de ARCA, y nadie entendería que no participáramos en este debate. Después de lo de la Porta de Santa Catalina surgió en la opinión pública la necesidad del debate sobre el monumento de sa Feixina», asegura el presidente de la asociación conservacionista ARCA.

–¿Por qué hay que dejarlo en pie?
–En materia de patrimonio cultural, que es en el campo donde nos movemos, el punto de partida es si hay motivos para suprimir el conjunto escultórico de sa Feixina. En una ciudad no se plantea la supresión de un monumento con años de historia si no hay motivos muy graves para ello. Sa Feixina y su conjunto forma parte del paisaje urbano y de la historia de la ciudad, artísticamente representa una época. Forma parte del patrimonio cultural de Palma.

–¿Por qué decidieron impulsar un movimiento de concienciación ciudadana para conservarlo?
–No hemos liderado nada en especial, sino que hemos opinado fundadamente cuando ha sido necesario, y muchas entidades y personas han asumido nuestra postura por sus argumentos sin prejuicios de ninguna clase.
–¿El patrimonio tiene ideología?
–La mayoría de obras de arte y de edificios o construcciones con un valor cultural indiscutible no pasarían un test ideológico bajo los criterios de hoy. Cuántos edificios medievales o de los siglos pasados nos pueden recordar –al menos remotamente– la tortura, la explotación laboral, el poder absoluto de algunas personas o clases, o la guerra. Manteniendo esos bienes culturales no estamos exaltando ni la inquisición, ni la explotación, ni el absolutismo.

–Si se derribara, ¿habría que construir algo en su sitio?
–No trabajamos con una hipótesis que conceptuamos ilógica y hasta ilegal. En ARCA siempre hemos reiterado que construir hoy algún monumento que deje testimonio de la historia de las víctimas del franquismo y de los lugares históricos básicos merece todo nuestro apoyo. Sería una buena ocasión para acrecentar el patrimonio cultural y también para dejar una huella en la ciudad de la llamada Ley de Memoria Histórica.

–¿Qué opina del estudio solicitado por Cort a expertos de la UIB para decidir si lo derriba o no?
–Me parece que se trata, al menos, de dos informes: uno en el ámbito jurídico y otro en el ámbito histórico. Creo que ambos pueden ofrecer más argumentos fundados para el debate que estamos teniendo.

–¿Exagera la presidenta de la asociación vecinal de Sant Jaume cuando dice que «derribar sa Feixina sería como derribar el Bellver»?
–Es una forma de decir las cosas, de llamar la atención sobre aspectos centrales del debate de hoy. Pero en el patrimonio cultural pasa a menudo que hay que defender lo ´pequeño´ porque al lado de las grandes obras tiene valor. Lo cierto, finalmente, es que el monumento de sa Feixina tiene valores culturales, históricos y paisajísticos que merecen su conservación.

–¿Incumplirá Cort la Ley Estatal de Memoria Histórica si no derriba el monumento?
–No. La Ley prevé que se eliminen de la contemplación pública determinados elementos cuando haya exaltación de la dictadura. Difícilmente puede decirse que en sa Feixina se exalte el franquismo.

Diario de Mallorca/Google noticias

Y además…

´ARCA ha intentado manipular los datos históricos´ Diario de Mallorca

Monumento del parque de Sa Faixina


LA RIOJA: La memoria viva

enero 17, 2010
17.01.10 – MIGUEL ÁNGEL ROJO

Logroño retirará símbolos y nombres de calles franquistas…

Una veintena de calles logroñesas podrían cambiar de nombre en breve, apelando a la Ley de la Memoria Histórica aprobada por las Cortes Españolas.
El pasado 29 de diciembre el Ayuntamiento de Logroño celebró un pleno para crear una Comisión de la Memoria Histórica. El Ejecutivo municipal descartó ir por libre, de modo que optó por crear la citada Comisión que estudiará la retirada de símbolos de la dictadura franquista, los cambios de nombre de calles o la anulación de la medalla de la ciudad que recibió el general Franco en su visita a Logroño.
La comisión está presidida por el concejal de Cultura, Carlos Navajas, y ha pretendido integrar a los tres grupos políticos del Consistorio (PSOE, PP y PR), Universidad de La Rioja, Ateneo Riojano, CC OO, UGT, la Federación de Empresarios (FER), Asociación de La Barranca y Federación de Asociaciones de Vecinos.
El concejal Vicente Urquía subrayó expresamente que «no se trata de darle la vuelta a todo, sino de que los jóvenes sepan qué fue lo que sucedió en 1936, por qué hubo un golpe de Estado y que ya no puede haber símbolos de aquello. Es una cuestión de cultura democrática», argumentó, añadiendo la necesidad de que «el proceso no sea traumático y que se apele a la cultura democrática». Es decir, evitar opiniones fanatizadas.
Las señales franquistas permanecen setenta años después de la guerra civil en la capital riojana. El callejero mantiene nombres íntimamente unidos al golpe de Estado de 1936, como las calles Calvo Sotelo o Avenida de Navarra (en conmemoración a la entrada del General Mola en la ciudad), entre otras.
La medalla de Franco
Logroño concedió la Medalla de Oro de la ciudad a Franco en un acuerdo plenario. En ese mismo pleno se decidió dar a una calle el nombre del dictador. En esa época abundaban los hisopistas. «Las placas de esta vía se retiraron en la década de los años 80», pero la medalla no ha sido cancelada todavía.
Quitar las placas con el yugo y las flechas, aún presentes en algunos bloques del Instituto Nacional de la Vivienda, podría ser una de las iniciativas expuestas, como se hizo en su día con la retirada de la Cruz de los Caídos, entonces en la calle General Franco, hoy Avenida de La Paz.
«Ojalá exista unanimidad», opinó Urquía, consciente de que se abordaba un tema «caliente» que despierta opiniones encontradas. Pero la verdad nunca se puede manipular. La incógnita era si el Grupo Popular se descolgaba del proyecto. Se abstuvo; un pronunciamiento que fue saludado por el equipo gobernante.
Con todo, la portavoz popular dejó claro que «esta Ley es puramente socialista y no es una prioridad para la ciudad», planteó. Pero poner en marcha la Ley de Reparación fue lo relevante.
La estimación es que una veintena de placas serán cambiadas. Nombres como Calvo Sotelo, Antonio Sagastuy, Miguel Escalona, Coronel Innerarity, Defensores de Villarreal, Capitán Cortés o General Sanjurjo, se manejan en los primeros borradores.
El barrio de Yagüe
Jesús Vicente Aguirre aclara por activa y por pasiva que «no queremos dar un repaso a la humanidad». ¿Yagüe? «Nuestra propuesta es despojar al barrio del sentido guerrero. Sería la calle Juan Yagüe, puesto que el barrio no existe como tal. Es el mismo caso que la plaza Martín Ballesteros. Sería conveniente utilizar el homónimo de la calle Yagüe que da nombre al barrio», explica.
Hay propuestas de una claridad meridiana. Por ejemplo, la calle Avenida de Portugal nace en su día para recordar la contribución lusa a la contienda. Lo mismo ocurre con las arterias logroñesas Avenida de Navarra, Huesca y Oviedo. «A nadie se nos ocurre que hay que cambiarlas», resume Aguirre.
La Ley de la Memoria Histórica no se circunscribe a los callejeros, sino también a la simbología del franquismo, es decir, banderas, escudos, efigies, monumentos, sellos, medallas, insignias y toda clase de distintivos. Un dato: los asientos de los transportes públicos eran objeto de apropiaciación simbólica para perpetuar la llamada ‘Cruzada’. Un cartel indicaba: ‘Reservado para caballeros mutilados’.
En el citado pleno municipal en el que se consolidó el arranque de la Comisión de la Memoria Histórica, se oyó decir que, con esta iniciativa, «no se abren heridas, sino que se cierran». Hay una apuesta por la normalización.
El tema de la renovación del callejero no es de ayer. En 2000, las Juventudes Socialistas pidieron a los ayuntamientos riojanos que promovieran mociones para renombrar determinadas calles. Hay antecedentes de cambios, como aquel pleno ya lejano en el que se sustituyó la entonces Queipo de Llano por María Teresa Gil de Gárate.
Rechazo en Ezcaray
En Ezcaray, el PP rechazó cambiar cambiar el nombre de la calle General Franco por el de la Constitución, propuesto por los socialistas. El primer edil, Fernando Sanz, utilizó la coña marinera con palabras trufadas de cachondeo. «Me fastidiaría quitar el nombre a la calle General Franco porque yo estuve de cabo con él», se despachó.
El ex concejal Carlos Álvarez hizo en su día unas declaraciones a este periodico que sonaron a ‘boutade’. Dijo que «no era improcedente que Franco volviera a tener una calle a su nombre porque «se trata de una figura que, guste o no guste, es histórica». Queda por saber si existió una relación de causa y efecto con su opinión, extraña en una persona de izquierdas, pero lo cierto es que perdió el acta de concejal tres meses después
El tema siempre fue terreno resbaladizo. No hay más que acordarse de las polémicas retiradas de estatuas de Franco en varias cuidades españolas. Quién sabe si la iniciativa logroñesa arrastará a otros municipios riojanos. Carlos Navajas ha dicho y escrito que «no vuelva a repetirse nunca más la imposición de unos sobre los otros, de una memoria colectiva partidista y, mucho menos, golpista y totalitaria».

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El Correo Digital (Vizcaya)


El texto permite investigar la dictadura pero no sancionar a los funcionarios. Lula cede ante el Ejército y acepta una ley de memoria histórica descafeinada…

enero 17, 2010
Manifestación anticomunista en Sao Paulo, el 21 de marzo de 1964, diez días antes del golpe militar en Brasil

Manifestación anticomunista en Sao Paulo, el 21 de marzo de 1964, diez días antes del golpe militar en Brasil

    Río de janeiro-La ley de memoria histórica que pretendía revisar los años de la dictadura militar en Brasil ( 1964-1985), en especial lo ocurrido con 399 personas desaparecidas tras su detención por fuerzas de la Policía y el Ejército, sufrirá una amplia modificación a su paso por el Parlamento. La decidida presión de los altos mandos del Ejército brasileño ha surtido efecto.
    El proyecto legislativo, que formaba parte de un gran paquete de medidas sobre derechos humanos, fue considerado por los militares como «revanchista» y una flagrante violación de la Ley de Amnistía de 1979 y de los acuerdos suscritos durante la transición a la democracia.
    Los generales Enzo Peri y Juniti Saito, y el almirante Julio Moura,  respaldados por el propio ministro de Defensa del Gobierno, Nelson Jobim, presentaron su dimisión al presidente en un acto, en principio privado, que, naturalmente, acabó trascendiendo a los medios de comunicación.
    Lula da Silva, que rechazó las dimisiones, se excusó aduciendo que «desconocía el articulado de la ley» y prometió a los generales que se llevaría a cabo una nueva redacción del texto. Éste ha sido limado de sus principales aristas, con lo que el plante militar puede darse por concluido.
    La nueva ley, que incluye el establecimiento de una «comisión de la verdad», no tendrá en ningún caso carácter sancionador, ni sus conclusiones o averiguaciones podrán dar lugar a procedimientos judiciales.  Además, los guerrilleros  izquierdistas que cometieron actos de terrorismo también serán objeto de la comisión investigadora, lo que no será del agrado de algunos ministros del actual Gobierno, integrados en su día en los grupos armados.
    Con todo, el cambio fundamental, y principal motivo del largo tira y afloja, es la consideración del periodo de la dictadura  como «un conflicto político», con responsabilidad compartida, y no  de «represión política». La negociación de las modificaciones fue llevada a cabo por el ministro de Defensa y por el de Derechos Humanos, Paulo Vannuchi, quien también había amenazado con dimitir si se aguaba todavía más la ley.
    Ayer, Lula da Silva explicó que no se pretendía perseguir a nadie, pero que era de justicia que las familias de los desaparecidos de la dictadura supieran qué ocurrió con sus deudos.

    A vueltas con la Ley de Amnistía
    Aunque la dictadura militar en Brasil no finalizó hasta 1985 con la elección parlamentaria de Tancredo Neves, fallecido sin llegar a tomar posesión del cargo, la Ley de Amnistía se había promulgado el 28 de agosto de 1979, tras una amplia movilización popular impulsada por los partidos de la izquierda, que fue apoyada por la mayoría de los sectores sociales. La amnistía hizo posible el regreso de miles de exiliados y el comienzo del cambio político. Además, relajó la oposición de los militares durante el proceso de transición, al garantizarles la inmunidad judicial.

    La Razón / Google noticas


    REPORTAJE:El hombre que consiguió poner verde a Franco…

    enero 17, 2010

    Antiguos obreros de Bazán evocan la fundición de la estatua ecuestre, motivo de disputa durante décadas en Ferrol.

    Foto de archivo. Estatua ecuestre de F. Franco en El Ferrol

    Es la estatua que más ha dado que hablar. El invitado incómodo que nadie se atrevía a desterrar. El destino de la estatua ecuestre de Franco, que durante tres décadas presidió la entrada a Ferrol, se ha convertido en un absurdo casi cómico que ha hecho correr ríos de tinta y alimentó durante años disputas partidistas y chascarrillos.

    La noticia en otros webs

    Se costeó por suscripción popular pero el dictador se negó a inaugurarla.

    Los operarios descargaban su ira contra la estatua tras su fundición.

    Fue un regalo de la ciudad al dictador a finales de los sesenta. Pasó 35 años sobre un pedestal, sobrevivió a dos bombas de los independentistas, que la vistieron de rosa, se paseó de madrugada por las calles de la ciudad, dentro de una jaula, entre aplausos y abucheos, el verano de 2002, y se convirtió en el símbolo mediático del franquismo en Ferrol, que arrastró la coletilla del Caudillo hasta diciembre del 82. El Ministerio de Defensa ordenó esta semana al ayuntamiento que retire la estatua -de titularidad municipal- del patio de Poniente del arsenal militar, donde quedó aparcada hace siete años. En cuestión de minutos, el gobierno local acordó el pasado jueves confinarla en un almacén del arsenal tapada con una lona.

    Con esta solución, la más «sencilla, sensata y barata», según el alcalde socialista, Vicente Irisarri, el gobierno local cumple con la Ley de Memoria Histórica y da por zanjado un asunto todavía espinoso para los sectores más radicales de izquierdas y derechas. Izquierda Unida exigió su fundición mientras PP, Independientes por Ferrol y el BNG consintieron en confinar la estatua para cumplir la ley y sacudirse el problema.

    La escultura del dictador a caballo fue un regalo a Franco de su ciudad natal. Bancos, asociaciones, vecinos y el ayuntamiento aflojaron el bolsillo en una cuestación popular hasta reunir más de un millón de pesetas para cuajar una estatua que firmó el escultor madrileño Federico Coulleaut. Representó a Franco pasando revista a las tropas al estilo imperial, a lomos de su corcel. A base de chatarra y hélices de antiguos barcos se amasó una mole de siete toneladas de bronce y estaño «de excelente calidad», que se fundió en los hornos de la antigua Bazán en 1967 para disgusto de muchos operarios, que peleaban contra el Régimen en la clandestinidad.

    Regino Varela era uno de ellos. Hoy tiene 67 años y cuenta que la dirección del astillero lo apartó del taller de fundiciones «porque estaba fichado». Sin embargo, le tenían reservado un trabajo muy especial. Para disimular las soldaduras, Varela tuvo que aplicarle a la estatua un ácido y agua salada para darle al bronce una tonalidad verdosa. «Me tocó poner verde a Franco» bromea, «le tiraba el agua con rabia a la cara». Cuenta que otros compañeros aporreaban las partes bajas del jinete y su montura con todo tipo de chistes y mofas. «Ahora es gracioso pero entonces era cosa seria», apunta. Su amigo Ángel Porto recuerda que la estatua estuvo a punto de «ahorcarse», pero la maniobra se quedó en una anécdota jocosa. Para moverla en el taller le ataban cuerdas. Sujetaron a Franco por la cabeza pero un ingeniero los sorprendió cuando estaban a punto de colgarlo y exigió que lo ciñeran por el torso.

    Dicen los cronistas de la época que Franco se negó a inaugurar su escultura por fea y desmesurada. Durante 12 años de dictadura y 23 de democracia, vigiló la entrada a Ferrol inamovible desde su atalaya en la plaza de España. Resistió sin despeinarse dos bombas del Exército Guerrilheiro y no se inmutó cuando los independentistas la pintaron de rosa y acamparon entre las patas del corcel.

    Un alcalde del BNG, Xaime Bello, lo apeó del pedestal el 4 de julio de 2002 para reformar la plaza. La estatua se trasladó de noche, casi a hurtadillas, pero generó una enorme expectación y cruces de insultos entre partidarios y detractores. La depositaron en un lateral del patio de Poniente del arsenal, guardando la puerta del Museo Naval a la vista de vecinos más bien indiferentes, algún nostálgico y turistas curiosos. Franco seguía montado en su caballo de bronce cuando los Reyes y los Príncipes visitaron la ciudad en marzo de 2008 y pasaron muy cerca.

    A la estatua le quedan pocas horas a la intemperie. En «cuestión de días», Defensa la retirará del patio y la guardará en un almacén del Arsenal bajo una lona. La Armada se ha ofrecido a trasladarla desde el patio hasta el interior del recinto militar, de acceso restringido.

    Sin embargo, a Defensa y al ayuntamiento todavía les queda trabajo por hacer para eliminar de las calles y edificios públicos una decena de símbolos de la dictadura. El callejero del Arsenal rinde homenaje a Francisco Moreno, el Soldado Lois y otros militares del franquismo. Otros dos escudos preconstitucionales guardan la puerta del acuartelamiento Sánchez Aguilera y de la antigua cárcel de Caranza.


    REPORTAJE: HISTORIA Sabaté, guerrillero de película…

    enero 17, 2010

    PEDRO COSTA 17/01/2010

    Francisco Sabaté Llopart, alias ?Quico?, vivía exiliado en Francia y hacía incursiones a Cataluña para demostrar que la lucha armada tenía sentido. Su leyenda de guerrillero antifranquista llegó hasta Hollywood. Murió a tiros hace justo medio siglo.

    Francisco Sabaté Llopart, alias "El Quico"

    Tal era su fama que le bastaba con decir «¡Quietos, soy el Quico!» para que en aquella reprimida Barcelona de los años cincuenta todos le obedecieran: civiles, militares, policías, serenos. Nadie osaba enfrentarse a Sabaté. Sabían del aplomo y decisión con que acometía sus acciones. Desde su primera incursión en 1945, cada vez que llegaba desde Francia a la capital catalana se extendía de inmediato el rumor en esa sociedad que se informaba sólo con rumores: «¡El Sabaté está en Barcelona, le han visto!».

    La noticia en otros webs

    Sabaté fingía reparar una camioneta. Agarró un fusil ametrallador que escondía en el motor, se plantó en el centro de la calle y abrió fuego

    El comisario Quintela infiltró a 150 de sus hombres en taxis de Barcelona con la esperanza de que Sabaté cogiera alguno de esos coches

    Francisco, Quico, Sabaté Llopart, máximo exponente de la guerrilla urbana anarquista, emprendió su última incursión en España veinte años después del fin de la Guerra Civil, el mismo día en que Eisenhower aterrizaba en Madrid para bendecir, a los ojos del mundo, el régimen dictatorial del general Franco: el 21 de diciembre de 1959. Poco le importaban a Sabaté los cambios que, cabía esperar, se iban a producir en España tras la visita del presidente norteamericano, él seguía empeñado en la acción armada, fiel al principio de no dar tregua al franquismo. Sabaté nunca se dejó regir por las leyes que, generalmente, acata la colectividad y siempre luchó por su cuenta y con sus medios. Sufrió persecución (y cárcel) en la II República, en la dictadura franquista, en la Francia ocupada, en la liberada, e incluso fue repudiado por algunos compañeros de la CNT: «Desaprensivos que intentan difamar nuestra conducta llamándonos atracadores y malhechores, lo mismo que hace el enemigo franquista», denunció él mismo ante la CNT-FAI.

    Tan míticas fueron su vida y muerte que en Hollywood se interesaron por él y la Columbia produjo en 1964 un filme de Fred Zinnemann, Behold a pale horse, en el que Gregory Peck era el guerrillero catalán, y Anthony Quinn, su perseguidor, el teniente Viñolas, que personificaba al comisario Quintela. Éste, jefe de la Brigada Político-Social de Barcelona, era experto en la lucha contra los anarquistas, y Sabaté decidió acabar con él. Fue en su tercer viaje a España, a principios de 1949. Su presencia en Barcelona se hizo notar enseguida: ocupó los diarios del país al dar muerte, en la puerta del cine Condal, al inspector Oswaldo Blanco, quien le sorprendió en una cita. Fue el 26 de febrero de ese año, y cuatro días después planeaba el atentado contra Quintela, que estaría lleno de sorpresas.

    Sabaté y su hermano José vigilaron el recorrido que Quintela hacía a diario para ir a comer a casa: salía de la Jefatura, en la Vía Layetana, y subía por la calle de Marina hasta su domicilio, cerca de la Sagrada Familia. Los Sabaté escogieron como ideal el tramo entre Mallorca y Provenza, por el que el comisario pasaba en coche oficial entre las 13.50 y las 14.10. Y uno de los días en que se hallaban estudiando el terreno, Quico le dijo a su hermano que los habían descubierto: «Es la tercera vez que veo a aquel tipo de la esquina; espérame aquí». Apretó su pistola en el bolsillo de la gabardina y se dirigió hacia el intruso dispuesto a todo. Pero resultó ser Wenceslao Giménez Orive, anarquista aragonés del grupo Los Maños que vigilaba a Quintela con igual fin. Decidieron unir fuerzas. Así, el 2 de marzo, a las 13.45, todo estaba listo: Sabaté, con mono azul, fingía reparar una camioneta pendiente de José que, con sombrero marrón, paseaba 50 metros más abajo para indicar la llegada del coche oficial. Más arriba, tres de Los Maños aguardaban en un Fiat con la metralleta Stein lista. A las 13.55, José se quitó el sombrero y el coche se perfiló en la calle de Marina. Sabaté agarró un fusil ametrallador que escondía en el motor y se plantó en el centro de la calle abriendo fuego contra el vehículo matrícula PMM. Pero Quintela no iba en ese coche. Sus ocupantes eran el jefe del Sindicato Universitario falangista, Manuel Piñol, y el delegado de Deportes de tal organismo. Éste resultó herido, y Piñol y el chófer, muertos. Nunca se aclaró por qué no iba Quintela. La prensa trató el suceso: «Criminal agresión de asesinos venidos de fuera», pistoleros profesionales [sin paliativos ni trampantojos: pistoleros]» (La Vanguardia, 4 de marzo de 1949).

    Uno de los objetivos de los viajes de Sabaté era mantener viva la imagen de que en Barcelona existía resistencia armada. Cuando en mayo de 1949 se trató en la ONU, a petición de Bolivia, Perú, Brasil y Colombia, anular la recomendación de 1946 de que no se enviaran embajadores a España, Sabaté dio cumplida respuesta y colocó explosivos testimoniales en los despachos consulares de tales países. El de la delegación peruana lo depositó en un balcón sirviéndose de una caña de pescar.

    En junio de 1949 decidió ir a ver a Leonor, su mujer, y a sus dos hijas, pero al llegar a Francia fue detenido por una causa pendiente y encarcelado un año. Allí, en prisión, se enteró de la aniquilación de la resistencia libertaria en Barcelona: entre el verano de 1949 y el de 1950 fueron desmantelados los cuadros de la organización, detenidos los integrantes de los comités y eliminados los guerrilleros, acribillados o fusilados luego en el Campo de la Bota. Allí también supo que su hermano José, cinco años mayor, había muerto a tiros en la calle Baja de San Pedro y que Manuel, el pequeño (22 años), era fusilado tras un consejo de guerra. Una vez cumplida la pena, las autoridades francesas lo confinaron un lustro en Dijon, castigo que cumplió escrupulosamente alentado por la idea de regresar a España. El 29 de abril de 1955 volvió a Barcelona con cuatro compañeros a los que había convencido de seguir la lucha.

    A Sabaté no le importaban los cambios de aquellos años: el movimiento libertario exterminado, ni resistencia ni enfrentamientos en las calles, España a punto de ingresar en la ONU, hasta el comisario Quintela se había jubilado y refugiado en su pueblo gallego. Para él, las cosas no habían variado desde aquel 26 de enero de 1939 en que las tropas franquistas tomaron Barcelona. Había que seguir luchando y provocar la agitación a base de propaganda. Sabaté estaba obsesionado con despertar conciencias y rebeldía, y él mismo escribía informes, panfletos, octavillas y editaba revistas para difundir ideas anarquistas. Incluso grabó discursos en cintas magnetofónicas y, de vez en cuando, se presentaba en lugares concurridos por trabajadores, comedores de fábricas, para hacerles escuchar consignas grabadas.

    Para distribuir las octavillas ideó sistemas tan peculiares como un mortero que estrenó en una visita de Franco a Barcelona. Era el 29 de septiembre de 1955. Se dirigió en un taxi al campo del Barça, en Les Corts, y le contó al taxista que se trataba de una campaña de propaganda (como así era). Ambos subieron el mortero al techo del vehículo y dispararon proyectiles llenos de octavillas llamando a la acción que se dispersaban en centenares de metros. Los taxis eran el sistema de locomoción que siempre empleaba Sabaté en sus acciones, incluso en atracos: hacía aguardar el vehículo en la puerta. «Espere un momento, salgo enseguida». Tanto era así que el comisario Quintela llegó a tener a 150 policías camuflados de taxistas por la ciudad con la remota esperanza de que Sabaté subiera a uno de esos coches.

    En este viaje hubo también derramamiento de sangre. Sabaté se dirigía a una cita en el Poble Sec cuando le pareció que un individuo le seguía. Con su temeridad característica, se dirigió al desconocido y le pidió la documentación. El otro, tras la sorpresa inicial, trató de sacar la pistola, y Sabaté le disparó a bocajarro. Luego se llevó su documentación para comprobar que no había errado: la víctima era el veterano inspector José Félix Gómez de Lázaro. De nuevo volvió su rostro a las primeras de los diarios, aunque los barceloneses ya sabían que estaba en la ciudad por el número de atracos a bancos que se sucedían. Los medios económicos precisos para la actividad subversiva los lograba con «expropiaciones» a entidades. Así se financiaba los viajes, refugios y bases, las armas. En este viaje de 1955, los anarquistas llegaron a Barcelona sin dinero. Sabaté entró en una tienda de tejidos del barrio de Gracia y se llevó 4.000 pesetas. Cuando, tres días después, obtuvo un botín de 700.000 en una «expropiación» al Banco de Vizcaya, esquina entre Mallorca y Muntaner, no dudó en regresar a la tienda y devolver al dueño las 4.000 robadas.

    De entre todos los atracos realizados en 1956, que sumaron varios millones de pesetas, el más espectacular fue el de la empresa Cubiertas y Tejados. Un millón de botín. Eligió el 22 de diciembre porque calculó que estaría el dinero de la paga de Navidad. Acudió en taxi. Le mandó esperar en la puerta. Sus dos acompañantes se negaron a entrar al ver la cantidad de gente que había en el interior del moderno edificio con amplios ventanales que hacían todo lo de dentro bien visible. Finalmente les encargó que controlaran la planta baja mientras él subía a las oficinas, localizaba al cajero y cogía el dinero. La repercusión del atraco fue tal que la policía redobló esfuerzos. Se estrechó el cerco en torno a Sabaté. Y éste se quedó sin refugio. Así que un día, en la calle de Cartagena, se acercó a un hombre, le colocó la pistola en los riñones y le dijo: «Soy el Quico. Voy a subir contigo a tu casa. No tengo otro remedio». Se trataba de un matrimonio con una hija de 12 años. Sabaté les planteó que se iba a quedar dos días escondido y que de allí no saldría nadie en ese tiempo. El hombre le hizo ver que él y su esposa trabajaban y levantarían sospechas si no acudían a sus puestos. Sabaté lo aceptó, les hizo llamar al colegio de la niña para decir que estaba enferma y permitió que los padres se ausentaran. A los dos días, como prometió, se marchó de la casa. Se fue a Francia cruzando ríos y subiendo montañas.

    Y llega diciembre de 1959, su último viaje. A punto de cumplir los 45 ha conseguido reunir a cuatro compañeros para la acción, tres de los cuales podrían ser sus hijos (uno, de 20 años). Los de su generación, los partidarios de la lucha armada, o han sido eliminados o hace tiempo que renunciaron a sus sueños. Para conseguir a éstos ha tenido que llamar a muchas puertas y no se ha percatado de que los servicios de información franquistas no son ya los de 1949. Así que éstos inician la operación para acabar con el máximo exponente de la guerrilla anarquista antes incluso de que él y su grupo crucen a pie la frontera. El despliegue de efectivos es gigantesco: 300, entre guardias civiles, policías y militares, se acantonan entre Besalú, Beuda y Albañá; se vigilan cruces de caminos, carreteras, entradas y salidas de pueblos. Dedican especial atención a las casas de campo aisladas y se presiona a campesinos, masoveros, leñadores y carboneros para obligarles a denunciar la presencia de desconocidos. Incluso el comisario Quintela se desplaza hasta Gerona desde su retiro gallego junto a su perro rastreador de raza, Bloodhound.

    El 30 de diciembre, los anarquistas son vistos en las márgenes del río Manol, pero no son localizados hasta el día siguiente, el último de aquel año triunfal para el franquismo, al advertir que sale humo de la deshabitada masía Casot de Falgás. Un guardia civil a caballo se acerca y es recibido con disparos, pero se finge muerto y observa cómo cinco hombres huyen. Se establece un imponente dispositivo para evitar que Sabaté llegue a Barcelona. El 3 de enero, los fugitivos son localizados en una masía, en el Mas Clarà de Sarrià de Ter. La casa es rodeada por tres cordones de guardias civiles armados hasta los dientes que al ver aparecer a tres desconocidos abren fuego. Uno es herido de muerte; los otros dos consiguen volver a la casa; Sabaté ha sido herido en una pierna.

    Al caer la noche, completamente cerrada, los fugitivos tratan de salir a la desesperada: sueltan una vaca del establo y dos de los anarquistas corren en dirección contraria, pero son abatidos al tropezar con el primer anillo del cerco. Sabaté, armado con su metralleta Thompson y un Colt, comienza a reptar cuando oye una voz cercana: «No disparéis, soy el teniente». La hace callar de un disparo y sigue reptando y repitiendo ese estribillo de «No disparéis, soy el teniente». Así logra atravesar los cordones de seguridad.

    Al amanecer del 4, los civiles entran en la casa, detienen a los propietarios y matan a uno de los fugitivos allí agazapado. Hay cuatro cadáveres, pero falta Sabaté. Éste tiene tres heridas, un rasguño de bala en el cuello, un impacto en una nalga y la más grave en la pierna. Pero consigue recorrer 20 kilómetros hasta la estación de tren de Fornells y se sube a la locomotora de un correo. Ya han pasado más de 40 horas desde el inicio del cerco cuando los dos maquinistas se sorprenden al oír decir a aquel extraño que les apunta con un arma: «Soy el Quico y tengo que llegar a Barcelona». Le entregan bocadillos, pero le hacen ver lo imposible de su pretensión con aquel tren. En Massanet se cambia la locomotora de vapor por una eléctrica. Y Sabaté logra saltar de una a otra. A los nuevos maquinistas les pide que aflojen la marcha en Sant Celoni y se arroja en marcha.

    Son las ocho de la mañana del 5 de enero y aún le faltan unos 50 kilómetros para Barcelona. Lleva más de dos días sin dormir y está extenuado y malherido. Llama a la puerta de la primera casa que encuentra y le pide a la mujer que le deje pasar para afeitarse y lavarse, pero ella se niega porque su marido no está en casa. Y tampoco tiene suerte en la segunda. Le abre un hombre joven y fuerte al que no le gusta nada su aspecto y cuando se da cuenta de que esconde una metralleta se lanza a por él. Los gritos del joven llegan a oídos del grupo que, ya alertado, patrulla el pueblo: un sargento de la Guardia Civil, un policía municipal y un somatén, Abel Rocha, que es el primero en llegar y da muerte a Sabaté con su «naranjero». Luego llega el sargento Martínez Collado y dispara varios cargadores contra el rostro del guerrillero hasta dejarle irreconocible.

    El fin de Sabaté fue ampliamente publicitado y celebrado esos días, pero como el tiempo es un devorador insaciable, al cumplirse 40 años del suceso se colocó una placa en la misma calle en la que todo sucedió, que dice: «Aquí fou assassinat Quico Sabaté, guerriller antifranquista». Y al somatén Abel Rocha, todas las noches del 5 enero le hacen pintadas en la puerta de su casa llamándole «asesino».

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    La lucha de Quico Sabaté

    FOTOS – FOTOGRAFÍA DE ARCHIVO DE PEDRO COSTA – 14-01-2010

    Francisco Sabaté Llopart, alias ‘Quico’, nunca olvidó el 26 de enero de 1939, día en que las tropas franquistas tomaron Barcelona. Empeñado en mantener vigente la lucha armada contra la dictadura, realizó frecuentes incursiones en Cataluña desde su exilio en Francia.- FOTOGRAFÍA DE ARCHIVO DE PEDRO COSTA

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