Tener más querellas que Garzón…

marzo 1, 2010

Lo de querellarse contra Garzón tiene visos de convertirse en una costumbre tan hispana como el aperitivo del domingo. Si usted sale de casa una mañana sin saber muy bien qué hacer o precisa culpar a alguien del robo del cubo de basura de la comunidad de vecinos, no lo dude: rellene una cuartilla, denuncie al juez y espere a que el caso caiga en manos del Supremo, que no tardará en empapelarle con la dignidad acostumbrada. El tribunal acumula ya tres causas contra Garzón, quien para distraerse ha pedido a Chile que le deje interrogar a la mujer de Pinochet sobre el blanqueo de la fortuna familiar. Tal y como están la cosas, no es descartable que la viuda le demande y afronte un cuarto procedimiento, con el que, al parecer, ganaría un globo y entraría en el sorteo de un viaje al Caribe para dos personas.

Doctores tiene la judicatura para determinar si Garzón se merece un escarmiento por sus excesos, pero en lo que respecta a dos de estas instrucciones la prevaricación que se le imputa es algo más que discutible. En el caso de la memoria histórica, es inaudito sostener que dictó resoluciones injustas a sabiendas cuando tres magistrados de la Audiencia Nacional le consideraron competente para llevar adelante esta investigación por presuntos delitos de crímenes contra la humanidad y terrorismo, salvo que ellos mismos también prevaricaran.

Igual podría decirse de la supuesta ilegalidad de las escuchas en la cárcel ordenadas por Garzón a los letrados de varios imputados en la trama Gürtel. Si Garzón prevaricó, también lo habría hecho el juez del caso en Madrid, Antonio Pedreira, quien avaló estas intervenciones tras destacar que el derecho de defensa y el secreto profesional de los abogados debe respetarse “siempre y cuando no se pretenda con ello infringir otro precepto constitucional”, tal y como recoge la jurisprudencia del propio Supremo y del Constitucional.

Más difícil de aceptar es el asunto de los cursos en Nueva York, porque pedir al presidente del Santander, Emilio Botín, que te afloje 300.000 euros y luego archivar una querella en su contra en vez de abstenerse puede que no sea prevaricación pero es bastante feo. Reclama Garzón que se le trate como a cualquier ciudadano, sin reparar en que habrá ciudadanos que pidan ser tratados como Garzón. Botín no va a dar abasto con tanta carta: “Querido Emilio…”.

blico.es


Cautivos en la España democrática…

marzo 1, 2010

CAYO LARA

03-011.jpgLos que hoy se niegan a condenar los crímenes del franquismo están a favor de los que ayer apretaron los gatillos”. Esta frase se me quedó grabada, hace años, en el cementerio de Daimiel, un pueblo de Ciudad Real, mientras se homenajeaba a los combatientes republicanos fusilados por la dictadura. La sentencia, valiente y justa, salía de los apretados labios del que hoy es un parlamentario europeo por el PSOE. Quién me iba a decir entonces que, 30 años después, esa sentencia tendría aún vigencia.
España no fue liberada por las tropas aliadas de la dictadura militar nacional-católica, tras la Segunda Guerra Mundial. Las potencias europeas y EEUU, ante el temor de una España progresista, vanguardia en la transformación social y cultural, miraron hacia otro lado, abandonando al pueblo español a su suerte. Esta vergonzosa actitud permitió la pervivencia del franquismo, casi 40 años de represión, mentiras y miedo, que ha desembocado en actitudes –no precisamente minoritarias– que, todavía hoy, en 2010, justifican desde diferentes tribunas el cruel levantamiento militar contra el Gobierno de la República de 1931. Estas ideas siguen grabadas a golpe de fuego y crucifijo en muchos españoles, dirigentes políticos de la derecha incluidos y, lo que es más grave, están presentes, como vemos, en una parte de la judicatura. El silencio cómplice de la Transición sobre estos asuntos, con su manto de interesado olvido, ha favorecido (y alimentado) estas actitudes antidemocráticas.
No pido venganza: reclamo dignidad. Estoy entre quienes desean que se haga justicia, aflore la verdad y se repare, hasta donde sea posible, a las víctimas del franquismo. Es imposible construir una España democrática con estos lastres en la memoria de varias generaciones. Es vergonzoso que sigamos, a estas alturas de la evolución democrática, discutiendo estos asuntos. Si no fuera trágico, sería ridículo. Somos hijos de la República, de su generosidad y esfuerzo, y renegamos de la herencia que el franquismo ha dejado en la mentalidad (sumisa e interesada) de muchos.
No se trata hoy de encausar y encarcelar a los autores intelectuales del levantamiento militar ni a quienes lo apoyaron con armas y capitales. Tampoco a quienes juzgaron, encarcelaron y asesinaron a miles de personas. Lejos de mi intención cargar las tintas democráticas contra los ejecutores materiales, ya que muchos actuaron por obediencia debida o, por mejor decir, “por temor impuesto”. No se trata de abrir la caja de la revancha, ya que no hay posible reinserción penitenciaria para los culpables ni pena de muerte posible. Los verdugos han fallecido y, aunque no fuera así, les ampararía nuestro texto constitucional y la opinión de quienes estamos en contra de la pena de muerte. Defender la memoria de los republicanos debería ser una obligación de los poderes públicos. No se puede levantar un país sobre los huesos olvidados de sus muertos. Y máxime cuando fueron asesinados por defender la legalidad democrática.
Los herederos de los golpistas y quienes con ellos se identifican no quieren que se analice el pasado, ni mucho menos que se siente en el banquillo esa parte negra de su historia: sus rincones oscuros. Sin embargo, una democracia no puede crecer manchada de sangre. Los franquistas descansan en los cementerios. Los vencidos siguen enterrados en las cunetas. “¿Por qué tenéis a mi abuelo enterrado en una cuneta?” es la pregunta popular que refleja la deuda que esta sociedad tiene con su pasado.
Los rebeldes, santificados por la Iglesia católica, crearon tribunales que condenaron a los que defendieron la democracia republicana. Miles de penas de muerte por el mismo delito que los franquistas cometieron: adhesión a la rebelión. Esta gran falacia sólo puede ser equiparada a la invasión militar de un país por tener armas de destrucción masiva, que luego resultaron inexistentes. Los argumentos de la derecha reaccionaria y de la Iglesia católica se repiten, como una farsa, a lo largo de la historia.
Los funcionarios públicos –miembros de la carrera judicial– que quieren condenar y apartar a un magistrado que ha defendido su independencia en causas de terrorismo, terrorismo de Estado, crímenes contra la humanidad y que ha investigado la corrupción de altos vuelos, se sitúan en el mismo lugar que aquellos que se levantaron contra el Gobierno de la República. Es hora de defender una democracia de calidad, no una democracia de superficie, maniatada por sustratos franquistas. Sin revanchismos, sin odio y sin rencor colectivo. Urge defender la actuación del magistrado Baltasar Garzón –con independencia de la opinión que sus actitudes políticas del pasado nos parezcan– de los sucios y viles ataques de los que siguen sin creer en la democracia y en la justicia. No es posible vivir en una democracia teñida de franquismo.
Una timorata Ley de Memoria Histórica, patrocinada por el PSOE, no debe de ser la excusa para dejar impunes los desmanes cometidos por la dictadura nacional-católica. Nada tenemos contra los descendientes de los asesinos. Incluso es comprensible que duela una condena a la memoria de sus antepasados. Cada persona, cada individuo, es responsable de sus actos. Los criminales del pasado no pueden quedar como héroes. Levantando la voz contra quienes persiguen a Baltasar Garzón no defendemos sólo al juez. Nos estamos defendiendo a nosotros mismos de los residuos franquistas. Unos residuos contaminantes que esperemos no se conviertan, por desidia colectiva, en una nueva mayoría natural.

Cayo Lara es coordinador federal de Izquierda Unida

Ilustración de Alberto Aragón

Público.es (Opinión)


«El madrileño es un ser difícil de comprender». Una exposición repasa el Madrid descrito por el escritor Josep Pla en su obra…

marzo 1, 2010

Jose Pla en el despacho de su domicilio de Llofriu, en Girona. – efe

JESÚS ROCAMORA – MADRID – 01/03/2010 08:20

«No hay nada como alejarse un poco para curarse de la psicosis de la proximidad, de la deformación de la proximidad, de la que todos estamos atacados. Hay que viajar para aprender a conservar, a perfeccionar, a tolerar», escribía Josep Pla (1897-1981) en el prólogo de Viaje en autobús, en 1941. Hubiese sido raro que este trotamundos con boina de payés, que hizo del género de viajes una de las patas de su obra, que trabajó como corresponsal en París y Roma y que publicó guías de la Costa Brava, Catalunya y Mallorca, no hubiese parado en Madrid y hubiese volcado en notas y artículos sus impresiones.

Pla, considerado «el más importante narrador catalán del siglo XX, el fundador de hecho de la prosa narrativa moderna en esta lengua», según Santos Sanz Villanueva, estuvo dos temporadas en la capital, una en 1921 y otra en 1931-1936, hasta poco antes de estallar la Guerra Civil. De ambas saldrían Madrid. Un dietari (1929) y Madrid. Ladveniment de la República (1933), que sirven de base para la exposición El Madrid de Josep Pla, que desde hoy puede visitarse en el Centro Cultural Blanquerna de Madrid.

Pla coincidió en varias tertulias con Unamuno, Ortega y Azorín

Tertulias y humor

Según Joaquim Molas, comisario de la exposición, Pla asistió a tertulias emblemáticas como las del Pombo y la del diario El sol, y trató a la mayoría de sus escritores: Unamuno, Azorín, Baroja, Marañón, Ortega. «Su visión de Madrid es de una ciudad en transformación, con sus ecos isabelinos y sus puntas de gran capital moderna. Pla es un flâneur que narra lo que ve o lo que le cuentan en clave de humor, que, en algunas ocasiones, puede bordear el sarcasmo, no la sátira. Sus obsesiones son el murmullo de la calle, y con el de la calle, el de la política y el periodismo», escribe Molas en el catálogo de la muestra.

Además de la estampa coloquial y la tipología humana, en las que Pla era maestro, la exposición va más allá. Como apunta el economista Luis M. Linde en otro de los textos de la exposición, la evolución política de Pla dentro del nacionalismo catalán «ha sido estudiada y es bien conocida. Pero apenas ha suscitado interés la evolución de sus ideas y sentimientos sobre España, Castilla y lo que él llama castellanos». Hay en su visión algunos tópicos sobre Castilla y Madrid y, «para Pla, como para muchos catalanes, Castilla es la nación dominante y Catalunya, la nación dominada».

Umbral: «No le gustaba Madrid, pero tampoco mucho Barcelona»

Según Umbral, el más madrileño de los madrileños, a Pla «no le gustaba mucho Madrid, pero tampoco mucho Barcelona. Era un esnob con boina, que es lo último que se pondría un esnob».

Con todo, Pla se justificaba en Madrid. Un dietari (que escribió en Estocolmo en 1928): «¡A los 20 años se tiene una visión tan simplista de las cosas! Viniendo de Catalunya, sobre todo, ocurre que uno se nutre, por lo que hace referencia a España, de una literatura extremista, carente de toda finura incisiva, extremadamente pueril: viniendo de Catalunya produce un efecto extraño ver que el español, incluido el madrileño, es también un ser difícil de comprender, difícil de someter a nuestras ideas tradicionales, y a nuestro instrumental chapucero y aproximado». El mismo dio con la cura: viajar

Público.es


EUGENIO SUÁREZ: Cómo era Madrid…

marzo 1, 2010

Gran Vía de Madrid años cincuenta

EUGENIO SUÁREZ 01/03/2010

Es posible que sirva de algo -al menos, entretenimiento- comentar cómo fue esta ciudad hacia los años 50 del siglo pasado. Si yo fuera un hispanista anglosajón lo tendría claro: hemeroteca, archivos, autobiografías, copas en alguna taberna típica pulsando qué cariz me proponía darle para recibir subvenciones y acometer la empresa con la tozudez con que estos abnegados escritores intentan ganarse la vida. Carezco de ese afán voluntarioso para entender lo que me es ajeno y, en la medida que pueda, intentaré verter en estas columnas lo que me sé de memoria. Como entre la mayoría de los viejos, suele ser más vivo cuanto más atrás traemos por los pelos el recuerdo. Así pues, quedará en una gavilla de estampas, sucesos, algo de ambiente y manera de rememorar la propia vida. O sea, lo que tengo por cierto, aunque a veces confunda lo vivido con lo deseado.

Aquellas mansiones de casi 180 metros cuadrados sólo tenían un cuarto de baño

Los españoles de ese período estuvimos marcados por el hachazo de la Guerra Civil, de la que apenas hablaré, por respeto al hartazgo de mis contemporáneos acerca de tan poco grata efemérides. Como es insoslayable la mención, diré que en el 36 tenía 17 años y me encontraba en Berlín, exiliado en cierto modo, pero no esperen referencias sobre los juegos olímpicos que en aquellos momentos se estaban celebrando, pues mis recursos eran muy cortos. Escogí bando, sin saber que aquello era una guerra, y ahora, casi tres cuartos de siglo después, me pregunto si estuve acertado. Cuanto sé de la otra zona es por referencias.

Lo que hasta ese tiempo pasé era acorde con mi tierna edad, una niñez y adolescencia relativamente tranquilas, el bachillerato por los pelos y un montón de tropelías que no hubiera tolerado a cualquiera de mis hijos. Con benevolencia podría tachárseme de travieso, aunque en mi joven biografía hay que contar con una estancia en el Reformatorio de Santa Rita y otra en el oficial, que creo que se llamaba Príncipe Alfonso, en plena República. Es muy posible que aquellas dos experiencias me apartaran de la senda delictiva y que los soportables trabajos corporales y disciplina enderezaran la existencia de algunos chicos malos. Me preocupaban más las muchachas, las primeras cervezas con los amigos y algunas incursiones, en solitario, por los infectos cabarés de la época.

Pertenecí a una clase media emergente, gracias al titánico esfuerzo de un padre, médico, y a la sabiduría contable de la madre. Por la profesión paterna y los siete hijos que había que sacar adelante vivimos en amplias casas, en el barrio del Retiro y después en el de Salamanca. No se hagan ilusiones; aquellas mansiones, de casi 180 metros cuadrados sólo tenían un cuarto de baño y no se escapaban de las chinches veraniegas. Los madrileños menos afortunados se consolaban con el buen humor, divirtiéndose en las frecuentes verbenas, junto a la mesa camilla, el brasero en invierno y, llegados los terribles calores estivales, refrescaban el agua en el botijo y adquirían un horrísono grillo encerrado en su jaulita con una hoja de lechuga. Los más pudientes veraneaban en Miraflores y a El Escorial sólo se iba para contemplar el Monasterio y huir espantados de la lineal y majestuosa arquitectura.

Los ricos -que eran pocos- celebraban las vacaciones en Biarritz, San Sebastián, o Santander, donde residenciaba la Corte ociosa. El litoral, con pocas excepciones, era paupérrimo. Los madrileños y españoles en general, si tenían temple, salud y aspiraciones, abandonaban el escuálido solar patrio en busca de la fortuna, como hace todo el mundo. No es cierto que se huyera del hambre; un mendrugo siempre había, mojado en gachas o caldo, y el débil o enfermo moría en los hospitales públicos. Echaron al Rey, yo tenía 12 años, estaba en cuarto de bachillerato y el acontecimiento fue recibido con general jolgorio y expectación que, según recuerdo en los años posteriores, fue plenamente decepcionante, digan lo que digan. La política me traía sin cuidado; con mucha frecuencia se veía a los guardias sacudir estopa y a los peatones caminar con los brazos en alto.

El pueblo hacía lo de siempre: trabajaba si tenía en qué, se enamoraba, traía hijos, penas, miedo, alegrías y quizás inquietud por el futuro. Mucha gente esperaba de la República un cambio para bien. Y lo hubo, pero los políticos se las arreglaron para enredarlo todo. Les tendré informados de lo que me acuerde.

El País.com


Alberti y su bar granadino «La Tertulia» recibe la Bandera de Andalucía por su labor cultura…

marzo 1, 2010

Ampliar Rafael Alberti, en un momento de la lectura de sus poemas en el bar La Tertulia de Granada, en 1982.-

FERNANDO VALVERDE – Granada – 01/03/2010

Hace casi 30 años abrió en Granada un bar singular, que en nada o casi nada se parecía a los que poblaban la ciudad. Ubicado en la calle Pintor López Mezquita, donde se mantiene como si el tiempo no lo hubiera rozado, por aquel entonces el local, en el que se leían poemas y se bailaban tangos, estaba a pocos metros de una huerta en la que se plantaban lechugas, hoy convertida en la popular Plaza Einstein de Granada.

El autor de ‘Marinero en tierra’ leyó sus poemas en el local

La Tertulia fue la creación de un argentino responsable de un grupo de izquierda revolucionaria cuando tuvo lugar el golpe de Videla. En 1976, no tuvo más remedio que exiliarse a Suecia, donde vivió tres años. Horacio Rébora, Tato para los amigos, viajó a Granada con la idea de abrir un bar cultural. Diez días después de su llegada ya tenía el local y el 19 de abril de 1980 lo inauguraba de manera discreta, sin imaginar que pronto alcanzaría una notoriedad que lo ha convertido en escenario privilegiado de la historia cultural de la ciudad.

Por este motivo, por su labor en la promoción de la cultura, la Junta ha concedido a este bar, que ha sido capaz de ensanchar sobremanera los límites semánticos de esta palabra, una de las banderas de Andalucía. «Resultará extraño que un bar haya sido merecedor de un premio así. No sé si lo hemos merecido, pero en La Tertulia han pasado muchas cosas. A mí me hace sentir muy orgulloso», explica Tato Rébora.

Originariamente, La Tertulia fue un bar librería. Pronto empezaron a aparecer por allí y a convertirse en clientes fijos (tal vez habitantes sería una palabra más apropiada) algunos jóvenes poetas. Acompañados por su maestro, el profesor Juan Carlos Rodríguez, los poetas Javier Egea, Álvaro Salvador y Luis García Montero idearon allí el manifiesto de La Otra Sentimentalidad, que fue importante en la poesía española de la época.

La Tertulia, convertido ya entonces en un lugar de reunión, en un «bar de rojos y conspiradores» en el que se hablaba de literatura y se escribían versos, comenzó a organizar presentaciones de libros, recitales poéticos, conciertos de cantautores… Casi toda la Generación del 50 se sentó en sus mesas y leyó allí sus poemas. Jaime Gil de Biedma y Ángel González mantuvieron desde entonces una estrecha relación con Granada, y los dos regresaron a La Tertulia hasta que se les cruzó la muerte.

También músicos como Joaquín Sabina, Enrique Morente o Miguel Ríos han sido y son habituales de su barra. Los escritores José Agustín Goytisolo, Mario Benedetti, José Manuel Caballero Bonald, Claudio Rodríguez… y Rafael Alberti. Sin duda, el nombre de Alberti está grabado en las paredes de La Tertulia del mismo modo en el que su «ya entré en Granada» se clavó en la ciudad.

En 1982, Alberti regresó a la ciudad de su amigo Federico García Lorca y ofreció una multitudinaria lectura de poemas en una plaza. Ya por la noche, volvió a leer sus poemas en La Tertulia, en un ambiente mucho más íntimo, donde firmó libros a cientos de admiradores. La foto que muestra a Alberti recitando con los brazos abiertos refleja un instante de aquella lectura, una de las más recordadas en la historia reciente de Granada.

Desde su fundación, La Tertulia ha tenido un importante componente literario, si bien no ha sido el único y han existido diferentes fases. Hoy está tomada casi por completo por los cantautores. La canción de autor ha ido comiéndole terreno a la literatura. Desde que el poeta Daniel Rodríguez Moya dejó de hacerse cargo de su programación literaria, por la que pasó la mayor parte de la poesía española contemporánea, en el local han sonado más las guitarras que los versos.

«Antes de que eso ocurriera, en La Tertulia se pudo vivir la literatura de una manera mucho más viva que en cualquier clase de la Facultad de Letras», comenta Rodríguez Moya. Con todo, la poesía de Alberti sigue latiendo en el bar con la intensidad de lo irrepetible.

El País.com


Alfarnatejo: La construcción de un cementerio dará lugar a la búsqueda de una fosa común…

marzo 1, 2010

LA OPINIÓN. MÁLAGA La Asociación Contra el Silencio y el Olvido y por la Recuperación de la Memoria Histórica de Málaga aprovechará las obras de construcción de un parque en el cementerio del municipio de Alfarnatejo para realizar la primera exhumación de represaliados de la Guerra Civil en la comarca de la Axarquía.
El coordinador del colectivo en esta comarca, Miguel Alba, explicó ayer que, en principio, se solicitaron permisos exclusivos para la exhumación, aunque ahora se aprovechará la autorización para la obra en el camposanto.
Los trabajos correspondientes para llevar a cabo esta iniciativa se realizarán en una fosa común existente en el cementerio del municipio, en la que está documentada la existencia de tres cuerpos, correspondientes a dos carabineros de 39 y 52 años de edad, y a un joven de 19 años.
De la misma manera, Miguel Alba informó de que los carabineros eran naturales de Málaga capital y Alfarnatejo, mientras que el más joven de los tres era natural de Riogordo.
La labor de los arqueólogos que realizarán los trabajos se centrará, según aseguró el propio coordinador del colectivo, en la individualización e identificación de los cadáveres existentes en la fosa, que se cree que está localizado en la propia entrada del cementerio.

La Opinión de Málaga


Memoria Histórica reclama medidas para ganar calidad democrática…

marzo 1, 2010

E.P. PALMA. La asociación Memòria de Mallorca pidió ayer, a raíz de los casos de presunta corrupción, que se ponga en marcha una serie de medidas destinadas a mejorar la «calidad democrática» de la sociedad de la isla.
Según destacó la entidad en un comunicado, estos casos de corrupción son fruto tanto de la «falta de democracia y de valores cívicos» de los políticos implicados, como de la «nula influencia» de las administraciones públicas en la mejora de la calidad democrática de la sociedad. La asociación destacó que la pervivencia de los símbolos franquistas es un ejemplo de que las administraciones no han hecho prácticamente nada de pedagogía para «dar a conocer la auténtica cara de la dictadura franquista».

Diario de Mallorca


La Asociación por la Memoria Histórica de Arucas (Gran Canaria) homenajea en marzo a las víctimas de la represión…

marzo 1, 2010

LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 28 Feb. (EUROPA PRESS) –

La Asociación por la Memoria Histórica de Arucas (AMHA) ha programado una serie de actos para desarrollar en dicho municipio entre el 15 y 20 de marzo a fin de despedir a los 24 «demócratas asesinados en 1937 por la barbarie fascista», así como para homenajear a «todas» las víctimas de la represión.

A finales de 2008, en noviembre y hasta abril de 2009, a solicitud de la AMHA, se realizó una intervención arqueológica en el interior del denominado Pozo del Llano de las Brujas, ubicado en las proximidades del barrio de Cardones, concretamente en Montaña Blanca, en Arucas, para proceder a la recuperación de restos humanos pertenecientes a personas desaparecidas en dicho municipio durante la represión franquista de 1937.

Al respecto, la Asociación apuntó en nota de prensa que la información oral habla de la existencia de un número «indeterminado» de hombres, unos 60, que fueron «secuestrados, torturados, asesinados y sus cuerpos arrojados a varios pozos» de Arucas, donde todavía se encontrarían sus restos óseos.

En este sentido, indicó que los crímenes «fueron perpetrados en el marco de prácticas represivas incitadas por los militares golpistas y dirigidas contra el movimiento obrero y sus organizaciones».

Todo ello, tras la intervención arqueológica en el Pozo del Llano de las Brujas, ha sido confirmado, ya que se han exhumado de su interior los restos de 24 personas que presentaban «evidentes signos» de violencia, tales como lesiones ocasionadas por disparos con armas de fuego.

Actualmente los restos óseos permanecen custodiados en el Laboratorio de Genética Forense de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), una vez concluidos los análisis genéticos y antropológicos de los mismos.

Europa Press /Google noticias

Y ADEMÁS…

Organizan un homenaje para despedir a los demócratas asesinados en ABC.es