(Una respuesta inédita al artículo de “Opinión”, El procedimiento en democracia, firmado por Javier Hernández, José Luís Ramírez, María Poza, José Grau y Luís Rodríguez y publicado en El País, pág. 29 de su edición de 27/04/2010)
Hoy ustedes cinco, mis respetados e ilustres magistrados, se han dignado iluminarnos a los pobres mortales sobre la inmensa suerte que tenemos los incultos españoles de disfrutar de una democracia tan avanzada. Incluso podemos al fin mirar de frente, según sus sabias afirmaciones, a un país tan avanzado como Estados Unidos. Para ilustrar nuestras torpes mentes atrasadas han elegido como modelo ideal del procedimiento el que dio la presidencia de EE.UU. a ese estadista insigne llamado George W. Bush, por medio de un dictamen del Tribunal Supremo de los Estados Unidos que rechazaba el recuento de votos dudosos exigido por el candidato demócrata Al Gore. Parece que es algo que a tener en cuenta, según su magistral enseñanza, cada vez que nos enfrentemos a procedimientos más parecidos a esperpentos valleinclanescos o caza de brujas que a lo que los ciudadanos debemos esperar de los administradores de la Justicia.
Para no entrar a darle vueltas a sus argumentos, centrados como es lógico en las, según ustedes, admirables reglas procedimentales del Tribunal Supremo de los EE.UU., me voy a centrar en la afirmación categórica que al final le queda al paciente lector de supanfleto, publicado a mayor honra, según parece, de los integrantes de nuestro Tribunal Supremo y en relación con la admisión a trámite simultáneo de tres querellas contra el magistrado don Baltasar Garzón, perfectamente sincronizadas y con un objetivo diáfano como la luz de esta primavera madrileña. Vienen a intentar señalarnos que lo importante no es la Justicia ni su camino de imparcialidad evidenciable sino el sacrosanto procedimiento. Vale.
A raíz de este maravilloso artículo de opinión se me ocurren ingenuamente unas cuantas preguntas que, si Sus Señorías me lo permiten, trataré de exponer:
¿No resulta escandaloso para garantizar la legítima defensa de un encausado el negarle la presentación de pruebas y la aportación de testigos de descargo, mientras a unos fantasmales acusadores (se supone que por cuenta ajena) se les permite hasta tres rectificaciones, dirigidas por el propio juez ponente, sus escritos de acusación?
¿Han tenido en cuenta el animus lege que orientó la aprobación de la Ley de Amnistía, y que apunta (ver las matizaciones oportunas de uno de los parlamentarios artífices de esa Ley, don Jaime Sartororius) a que sólo amnistiaba los delitos políticos de los presos antifranquistas y, por extensión inevitable, a los asesinos del crimen de Atocha y a los policías de la BPS?
¿No se han preguntado, magníficos y oportunos opinadores, el por qué don Manuel Fraga y sus mariachis franquistas de AP se abstuvieron en bloque de aprobar esa Ley?
¿Han repasado la rabia contenida de don Antonio Carro, ilustre ideólogo de ese grupo, al intervenir rechazando el que la llamada “limpieza de rojos” tuviese que pedir perdón?
¿No creen que ha llegado ya la hora de equiparar sin rodeos las soflamas de los fascistas (uniformados de azul o con trajes bien cortados) con los delitos tan utilizados de “apología del terrorismo”, tanto cuando se refiere a los asesinos de casi mil ciudadanos a manos de ETA, como cuando nos referimos a los doscientos mil asesinados por Franco y sus compinches, cifra aportada por la (AAI) Agrupación de Abogados Independientes, tras su reunión en Suiza en 1947?
Espero que estas modestas preguntas no ofendan a Sus Señorías y nos permitan a los simples mortales entender un poco lo que está ocurriendo en la trastienda de la intocable Justicia Suprema.
[Cae el telón. En las primeras filas de butacas unos señores muy respetables vestidos de negro aplauden con tanta fuerza que un espectador ingenuo les pregunta “¿Tanto les ha gustado la función?”. Uno de esos señores responde apretando los dientes: “No hijo, es que nos figuramos que tenemos la cara del encauzado entre nuestras manos”]
Francisco González de Tena
Madrid, 28/04/2010.
ANTE TANTAS REALIDADES Y VERDADES QUE LEO EN ESTE ESCRITO,ES POSIBLE QUE ALGUN JURISTA QUE SE PRECIE COMO TAL LO IGNORE O LO NIEGUE? SERIA MUY PENOSO SI ASI SUCEDIERE.
Me gustaMe gusta