TRIBUNA: MARÍA ROSA DE MADARIAGA. ¿Dónde están nuestros muertos?

julio 26, 2010

MARÍA ROSA DE MADARIAGA 26/07/2010

    La Recuperación de la Memoria Histórica

    Se llamaba José Álvarez-Prida y era mi tío materno. Aunque no llegara nunca a tratarle, pues lo asesinaron antes de que yo naciera, lo conocí en realidad desde bien niña, porque estuvo siempre vivo en la memoria de mi abuela, mi madre y mis tías. Hoy están todas ya muertas. Se fueron sin saber nunca dónde reposaban sus restos.

    Abogado, amigo de artistas y escritores, él mismo poeta, su único delito era ser de izquierdas. El 26 de julio de 1936 unos guardias lo fueron a buscar a su casa en León, donde se encontraba entonces por ser de allí su esposa, y lo llevaron detenido. El único «material subversivo» que le encontraron fueron unos versos «con palabras injuriosas para el Ejército», «el Ejército nacional», se entiende. En realidad, se trataba de la Legión.

    Fue trasladado a la prisión de San Marcos, hoy ostentoso parador de lujo, pero en aquellos años tenebrosa cámara de los horrores donde se torturaba a la gente a muerte y las paredes rezumaban sangre. Él también fue torturado allí salvajemente, según contaron testigos que compartieron con él calabozo y lograron salvar el pellejo.

    Mi abuela, mi madre y mis tías fallecieron sin saber el paradero de los restos de José Álvarez-Prida.

    Como a tantos otros, lo habían denunciado por rojo. Sin pertenecer a ningún partido político, simpatizaba con Izquierda Republicana, el partido de Aza-ña, y, consecuente con sus ideas, había votado en las elecciones del 16 de febrero de 1936 por el Frente Popular.

    Cuando vemos las acusaciones de sus denunciantes, que no eran otros que tres tertulianos del café de León que él frecuentaba, uno de ellos hermano de una buena amiga de su esposa, nos quedamos perplejos. El encartado era peligroso porque, según las declaraciones de estos, se relacionaba con «elementos extremistas» y en todas las conversaciones de carácter político manifestaba siempre «ideas de este carácter». Además, como vivía, según ellos, muy por encima de sus medios económicos y viajaba mucho al extranjero, se podía suponer que fuera «agente del Socorro Rojo». La paletería y el cerrilismo de los que lo denunciaron queda bien patente en la desconfianza que les inspiraban las personas que viajaban al extranjero, donde podían contaminarse de ideas peligrosas. Mi tío enseñó durante unos años lengua y literatura españolas en la Universidad de Sofía (Bulgaria) y solía viajar por diversos países europeos antes de tomar en Italia un barco, que, tras hacer escala en Atenas, se dirigía a Estambul, desde donde tomaba el Orient Express a Sofía. Allí nacería su primer hijo en 1933. Su puesto dependía del Ministerio de Estado (Asuntos Exteriores) y viajaba con pasaporte diplomático. Todo ello despertaba las sospechas de aquellos para quienes su pequeño mundo de estrechos horizontes se limitaba a su casa, la oficina y la peña del café. Era esta España la que hombres como mi tío hubiesen querido cambiar, sobre todo mediante la educación, y la que el golpe militar de Franco hizo que se perpetuara, dejándola sumida en una larga noche de 40 años de oscurantismo.

    En el procedimiento que se le instruyó para «averiguar» su intervención «contra el Glorioso Movimiento Nacional», nada había de lo que pudiera acusársele formalmente. Sus «delitos» eran de opinión; sus supuestas actividades «subversivas», meras suposiciones. Aunque el juez instructor consideraba que no había elementos suficientes para determinar «la existencia de un delito», dadas «la gravedad de las circunstancias» del momento y «sus actividades anteriores» (que no se especifican), así como «sus relaciones con elementos extremistas», si el procedimiento terminara sin responsabilidad criminal, de conformidad con el artículo 396 del Código de Justicia Militar, recomendaba que la autoridad gubernativa le impusiera una multa de 9.500 pesetas, cantidad nada desdeñable en aquellos años, pero de la que consta se hizo entrega. Era de suponer que, abonada la multa, el preso sería puesto en libertad. No fue así. A partir del 20 de octubre de 1936, fecha en la que se pedía quedaran archivadas en la Comandancia Militar de León las diligencias instruidas en el caso, se pierde su rastro. Lo más probable es que lo sacaran esa misma noche de la Cárcel Provincial de León, adonde lo habían trasladado en agosto, para darle el paseo. Tenía 35 años y dejaba dos hijos, el mayor de tres años; la más pequeña no llegaba a dos.

    Han pasado desde entonces más de 73 años y seguimos sin saber dónde está su cuerpo. Yo me hice a mí misma hace tiempo la promesa de que no cejaría hasta encontrarlo. Nunca había hecho mal a nadie. Era, por encima de todo, un hombre bueno.

    Gerardo Diego, que era amigo suyo, le dedicó un poema, Retrato de José Álvarez-Prida,del que citaré algunas estrofas:

    No le temáis. Su indómita melena, si se eriza, / La desmienten sus ojos tan dóciles y humanos. / Rostro de león heráldico, de piedra crespa y riza, / No temáis al león, os lamerá las manos. / De versos y de pájaros vedle siempre en acecho. / Cuando los prende vivos, no los ata ni encierra. / Los pule, los calienta en lo íntimo de su pecho, / y al aire los devuelve, libres sobre la tierra.

    María Rosa de Madariaga Álvarez-Prida es historiadora. Su último libro es Abd el Krim El Jatabi: la lucha por la independencia (Alianza Editorial).

    El País.com


MENASALBAS: Las familias aún tendrán que esperar un año para poder enterrar los cuerpos…

julio 26, 2010

Los restos encontrados en la fosa de Menasalbas saldrán hoy hacia Barcelona.

V.R.D.

Los 16 cuerpos encontrados en la fosa número 1 de Menasalbas partirán hoy hacia Barcelona donde se van a realizar los estudios forenses y las pruebas de ADN. Sin embargo, no será hasta dentro de un año cuando los familiares podrán poner el definitivo punto y final a estas exhumaciones y enterrar a sus seres queridos.
Este es el tiempo que desde el Foro por la Memoria estiman que tardarán en realizarse estas labores que supondrán el final de un trabajo que comenzaba hace ya más de dos cuando varios de los familiares decidieron solicitar estas exhumaciones.
De momento, en el municipio toledano ya se han dado por finalizados los trabajos que finalmente han durado algo más de una semana. Los 60 voluntarios que han trabajado durante estos días al pie de la fosa están ya abandonando el lugar aunque en su mayoría se han comprometido a volver dentro de un año para rendir un nuevo homenaje a estas víctimas.
Para ello, el Foro por la Memoria ha solicitado una subvención al Gobierno central con el objetivo de financiar tanto el homenaje como los trabajos. No será hasta septiembre cuando se conozca la repuesta de la Administración que de ser negativa supondría que serían los familiares los que tendrían que costear en su mayoría estos gastos.
Asimismo, la subvención solicitada también se pretende destinar a la construcción de un monumento en recuerdo de las víctimas. De momento, habrá que esperar para saber en qué consistirá este homenaje y para conocer también cuál será la decisión final de los familiares respecto al lugar y la forma en que deban descansar, por fin, sus seres queridos.

La Nueva Tribuna de Toledo


Los recuerdos y los forenses de la historia…

julio 26, 2010

La profesora de Psicología del Testimonio Elizabeth Loftus publica ‘Juicio a la memoria’, donde aborda el caso del supuesto Iván el Terrible’, guardián de Treblinka, y el papel de víctimas y testigos en el proceso contra él.

BRAULIO GARCÍA JAÉN Madrid 26/07/2010

El gueto de Varsovia, tras tener noticias del exterminio de muchos de sus habitantes, se rebeló contra los nazis entre abril y mayo de 1943.AFP

Cuando hace dos semanas el calor hizo suspender el juicio contra John Demjanjuk, acusado de colaborar en el asesinato de 28.060 judíos en el campo de Sobibor, en Múnich hacía 32 grados centígrados. Suficientes para que los médicos que tratan a este ucraniano de 90 años desautorizaran el traslado desde la prisión de Stadelheim a la sede del tribunal. Uno de los objetivos de este proceso las sesiones diarias no duran más de hora y media es mantener con vida a Demjanjuk. El mismo acusado a quién, sin embargo, un tribunal israelí ya había condenado hace años, por error, a morir en la horca.

«El acusado es Iván, el conocido como Iván el Terrible, operador de las cámaras de gas en el campo de exterminio de Treblinka», decía aquella sentencia en 1988. Elizabeth Loftus, la primera forense a la que habían acudido los abogados de Demjanjuk para que testificara a su favor, como había hecho con otros muchos acusados, prefirió no hacerlo. Luego, cuando supo que había sido condenado a muerte, revivió en parte su dilema. «Fue terrible, me sentí muy mal por él y por su familia: porque yo tenía mis dudas», explica Loftus, profesora estadounidense de Psicología del Testimonio, a Público.

John Demjanjuk fue identificado por error como ‘Iván el Terrible’

Demjanjuk aportó luego documentos desclasificados, tras la desmembración de la Unión Soviética, que mostraban que él no estuvo en Treblinka y no podía, por tanto, ser Iván el Terrible. Fue absuelto en 1994. Esos mismos documentos, sin embargo, apuntaban a que había estado en Sobibor, por lo que debe responder ahora ante el tribunal alemán.

«Si los supervivientes estaban tan seguros de que eraIván el Terrible, cuando al parecer no lo es, ¿no es natural preocuparse de que ahora otros testigos afirmen con la misma certeza que estuvo en Sobibor?», se pregunta Loftus en el prólogo a la edición española de su Juicio a la memoria, recientemente publicado por Alba.

La pregunta de Loftus apunta al ámbito al que suele aplicar sus más de 40 años de investigación. Su trabajo forense consiste en advertir al jurado de los inconvenientes de basar su veredicto de culpabilidad sólo en la identificación del acusado por parte de víctimas y testigos. Por desgracia, se equivocan mucho más de lo que creemos. «Y eso siempre es doloroso», dice. Pero, indirectamente, su interrogante va más allá de la letra de la ley, puesto que se trata del mayor proyecto de exterminio humano jamás organizado.

«Es él. Está impreso en mi cabeza», declaró uno de los supervivientes

Los juicios a los verdugos «no son sólo una caza al nazi, son mucho más que eso: son vitales para calibrar la importancia que el conocimiento el pasado tiene para el presente», dice Reyes Mate, autor de Memoria de Auschwitz. El libro de Loftus concreta el modo en que funciona uno de los elementos más valiosos de los que disponemos no sólo para alcanzar una verdad moral que ayude a no repetir el pasado, sino también una verdad jurídica que permita castigar a los responsables: la memoria. Esa memoria que, en el caso de los supervivientes, «es capital para construir un presente que no sea la reproducción de la barbarie pasada», añade Mate.

Un asunto personal

Loftus no aborda tanto aquellos testimonios que cinco de los supervivientes de Treblinka (donde fueron asesinados entorno a un millón de personas, sobre todo judíos) prestaron en Jerusalén, como su decisión de abstenerse. Su experiencia personal es un valioso elemento para el análisis de las repercusiones de esos testimonios. Su libro no sólo ayuda a entender cómo las víctimas y testigos de robos, violaciones y asesinatos, se equivocan al señalar al sospechoso, sino cómo también los jueces yerran clamorosamente. En esto último, el capítulo dedicado a Demjanjuk es especialmente ilustrativo.

Loftus, dada su herencia judía, rechazó testificar como forense

Loftus no habría dudado en aceptar un caso con tantas irregularidades en la investigación. Pero precisamente en este, dada su herencia judía y la fuerte implicación emocional que le suponían los crímenes juzgados, no quiso ver lastrada su objetividad: «Y de ahí mi decisión de que acudieran a otro experto que no tuviera que preocuparse de eso», reconoce. Loftus recomendó a un prestigioso colega holandés.

Fueron las presiones de sus amigos y familiares, que condenaban al acusado por adelantado, las que influyeron en su decisión. Según refleja el libro, en base a una lógica bien definida: el arquetipo, aunque Loftus no use ese concepto. Las ventajas de dicha lógica son indudables, por ejemplo, para la literatura, donde una escena o un personaje arquetípico nos hacen ver todo un mundo: «La novelización que hace Semprún, aunque llena de experiencia, está construida artísticamente. Y es muy importante, siempre que no perdamos de vista sus límites como representación», explica Mate. Para el autor de La herencia del olvido, ese rasgo puede ser fructífero también desde un punto de vista político y moral: «Cualquier verdugo de Sobibor trae a la memoria lo que fue aquel campo», remata.

Una catarsis colectiva

En un sentido estrictamente penal, sin embargo, el arquetipo es un inconveniente. Un tío de Loftus, de 85 años y que había sufrido los progromos antisemitas rusos, resume en el libro ese deslizamiento. En el juicio a Demjanjuk, el segundo procesado en Israel por crímenes nazis, viene a decir, no sólo se juzgaban los actos de John Demjanjuk: «Querida, ten presente que no se va a juzgar a una sola persona, sino a todo un mundo en el que sucedieron esas atrocidades», decía la voz de su tío Joe grabada en el contestador.

El punto decisivo era si la cara de John Demjanjuk, que los supervivientes señalaban como la cara de Iván el Terrible, era correctamente identificada. Pero si Joe Loftus advertía a su sobrina sobre el contexto, lo hacía a sabiendas de lo delicado que resulta dudar de las víctimas y los testigos presenciales. «¿Me estás diciendo que vas a subir a la tribuna y vas a llamar mentirosos a los testigos? ¿Es eso lo que quieres decir, Beth?», le espetó su mejor amiga cuando Loftus le planteó su dilema.

Un reportero de la televisión israelí trasluciría luego cómo esa presión se amplifica a las puertas del tribunal: «Es muy frustrante que después de cinco meses de duro trabajo de la fiscalía, no podamos todavía ponernos de pie y decir, sin un ápice de duda: John Demjanjuk, tú eres Iván el Terrible«, según la cita recogida en The New York Times.

«Es aquel que se sienta allí. Con la edad ha cambiado, como es natural, pero no tanto como para no reconocerlo. Veo a Iván todas las noches. Está impreso en mi cabeza», declaró en el juicio uno de los supervivientes. La sala, cuando terminó, se puso en pie y empezó a aplaudir. El Tribunal Supremo israelí dictaminó años después de aquella condena, que Pinchas Epstein y sus cuatro compañeros, respecto de ese detalle particular pero decisivo, estaban equivocados.

La conclusión más importante de las investigaciones de Loftus es que la seguridad de los testigos no guarda relación con la exactitud de su testimonio. Pero, como ella misma ha apuntado, «a la gente le impresionan la seguridad de los testigos presenciales». «La verdad es que el paso del tiempo modifica los recuerdos, incluso cuando son traumáticos», añade Margarita Diges, profesora de Psicología del Testimonio en la Universidad Autónoma de Madrid.

Reyes Mate: «La memoria es capital para no reproducir la barbarie»

En un sentido estrictamente penal, sin embargo, el arquetipo es un inconveniente. Un tío de Loftus, de 85 años y que había sufrido los progromos antisemitas rusos, resume en el libro ese deslizamiento. En el juicio a Demjanjuk, el segundo procesado en Israel por crímenes nazis, viene a decir, no sólo se juzgaban los actos de John Demjanjuk: «Querida, ten presente que no se va a juzgar a una sola persona, sino a todo un mundo en el que sucedieron esas atrocidades», decía la voz de su tío Joe grabada en el contestador.

El punto decisivo era si la cara de John Demjanjuk, que los supervivientes señalaban como la cara de Iván el Terrible, era correctamente identificada. Pero si Joe Loftus advertía a su sobrina sobre el contexto, lo hacía a sabiendas de lo delicado que resulta dudar de las víctimas y los testigos presenciales. «¿Me estás diciendo que vas a subir a la tribuna y vas a llamar mentirosos a los testigos? ¿Es eso lo que quieres decir, Beth?», le espetó su mejor amiga cuando Loftus le planteó su dilema.

Un reportero de la televisión israelí trasluciría luego cómo esa presión se amplifica a las puertas del tribunal: «Es muy frustrante que después de cinco meses de duro trabajo de la fiscalía, no podamos todavía ponernos de pie y decir, sin un ápice de duda: John Demjanjuk, tú eres Iván el Terrible«, según la cita recogida en The New York Times.

«Es aquel que se sienta allí. Con la edad ha cambiado, como es natural, pero no tanto como para no reconocerlo. Veo a Iván todas las noches. Está impreso en mi cabeza», declaró en el juicio uno de los supervivientes. La sala, cuando terminó, se puso en pie y empezó a aplaudir. El Tribunal Supremo israelí dictaminó años después de aquella condena, que Pinchas Epstein y sus cuatro compañeros, respecto de ese detalle particular pero decisivo, estaban equivocados.

La conclusión más importante de las investigaciones de Loftus es que la seguridad de los testigos no guarda relación con la exactitud de su testimonio. Pero, como ella misma ha apuntado, «a la gente le impresionan la seguridad de los testigos presenciales». «La verdad es que el paso del tiempo modifica los recuerdos, incluso cuando son traumáticos», añade Margarita Diges, profesora de Psicología del Testimonio en la Universidad Autónoma de Madrid.

Una reflexión necesaria

Loftus renunció a la defensa de Demjanjuk ante la imposibilidad de que su entorno, sus amigos y familiares, comprendieran que dudar de la precisión de la memoria respecto de los detalles, no era dudar de su valor y su importancia. «Mi declaración se habría visto como un asalto sin cuartelcontra los únicos recuerdos que tenemos de Treblinka», escribió en un artículo para Newsweek, después de tomar su decisión.

«Primero dijeron que era Iván el Terrible, el de Treblinka. Pruebas posteriores sugirieron que eso no era así. Todo esto tiene que llevar a la gente a preguntarse sobre los problemas de las declaraciones de los testigos», insiste ahora.

El juez obligó el jueves pasado a John, nacido Iván Demjanjuk, soldado del ejército rojo, prisionero de los nazis y acusado de haberse convertido luego en guardián de un campo de exterminio, a presentarse ante el tribunal. Llegó en una camilla de hospital.

La fiscalía alemana sitúa a Demjanjuk, al que le fue retirada la nacionalidad estadounidense, en Sobibor, construido, como Treblinka, en territorio polaco. «En él los internos fueron capaces de organizar una rebelión y eliminar a muchos de sus verdugos», recuerda Reyes Mate. «Evoca la dignidad de las víctimas y al mismo tiempo particularmente horroroso: en muy poco tiempo exterminaron a unos 600.000 judíos». «Las víctimas tienen todo el derecho a que se juzgue a los responsables», concluye.

Las dos caras de John Demjanjuk ante los tribunales

1976. Cleaveland

John Demjanjuk, originalmente Ivan, señalado desde Israel como el supuesto ‘Ivan el Terrible’, fue identificado en Cleaveland en 1976. Era mecánico en un taller de coches.

1981. Desnacionalizado

Cinco años después, y tras admitir que había mentido a las autoridades migratorias de EEUU sobre sus actividades durante la guerra, le fue retirada la nacionalidad estadounidense. En 1986 se convirtió en el primer desnacionalizado y extraditado a Israel por crímenes de guerra.

1987.  Juicio en Israel

El juicio contra Demjanjuk, que había admitido que como prisionero de guerra en manos de los nazis realizó trabajos forzados, pero no como guardián de ningún campo, se inició en Jerusalén el 18 de febrero de 1987. Tras ser señalado como ‘Iván el Terrible’ por cinco supervivientes del campo de Treblinka, fue condenado a muerte.

1993. Archivos soviéticos

Documentos desclasificados por tras la desmembración de la Unión Soviética, evidencia que el verdadero apellido de ‘Iván el Terrible’ era Marchenko, Dejmjanjuk. Un año después, el Tribunal Supremo israelí revocó la condena a muerte por unanimidad y absolvió al condenado.

1994. Sobibor, en el camino

Esa documentación apuntaba, según recoge la misma sentencia, a la posibilidad de que Demjanjuk hubiera trabajado como guardián, en lugar de en Treblinka, en Sobibor, otro de los campos construidos en territorio polaco por los alemanes. Formalmente, sin embargo, no le corresponde al Supremo israelí juzgar esos otros hechos.

2009. En el banquillo alemán

Tras su extradición en mayo de 2009, Demjanjuk afronta en Múnich su segundo juicio por su supuesto pasado nazi desde noviembre. Es el primer extranjero que juzga Alemania por los crímenes del régimen de Hitler. Podría ser también el último, en un país que ha emitido unas 6.600 sentencias al respecto, según Reuters.

Errores sinceros

‘Innocence project’

Desde que un grupo de abogados neoyorquinos se reuniera entorno a Barry C. Scheck para fundar ‘Innocence Project’ en 1992, 255 presos, muchos de ellos condenados a muerte, han salido en libertad gracias a la revisión de su condena en EEUU, promovida por esta organización sin ánimo de lucro. En el 80% de los casos, el error se había debido a un error de identificación por parte de víctimas o testigos presenciales. En España, donde no faltan los ejemplos, no hay estadísticas.

Falsos recuerdos

Las investigaciones de Loftus, entre otros, definen el concepto de ‘falso recuerdo’: el recuerdo de algo que no ha ocurrido. Los experimentos, basados en técnicas como la hipnosis, han demostrado que es posible inducir esos recuerdos falsos entre quienes se prestan al experimento. No es de extrañar, por tanto, que algunas víctimas sigan ‘recordando’ la cara del falso culpable como la de su agresor, después de que el ADN, por ejemplo, haya demostrado su error.

Memoria blanca

Algunos estudios científicos, como el del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y la Universidad de Barcelona, que publica ‘The Journal of Neuroscience’ en 2009, señalan que esos falsos recuerdos podrían generarse en una parte concreta del cerebro: la zona o sustancia blanca, más interna que la corteza o sustancia gris. Eso abre la posibilidad de que se pueda llegar a distinguir cuando un recuerdo se corresponde con un hecho real, y cuando no. El gran interés forense de estos descubrimientos es que podrían aplicarse a la declaración de los testigos.

Público.es


Criminales de la División Azul en el “Museo de los Horrores” de Carme Chacón…

julio 26, 2010

Por Miguel Ángel Rodríguez Arias.

Es verdad que hasta Jack el Destripador ha sido llevado a un museo, pero museo de los horrores, no de la cirugía, y allí aparece como psicópata y asesino, sin que nadie lo equipare con las fuerzas del orden de Scotland Yard. Para no confundir.

Miguel Ángel Rodriguez Arias

Lo de establecer el nuevo Museo del Ejército en un lugar indisolublemente ligado a la mitología fascista de la última dictadura militar que apenas acabamos de dejar atrás – con más de cien mil víctimas todavía en sus fosas clandestinas – sería ya, por sí mismo, algo completamente errado en términos de política democrática.

Habida cuenta del muy oscuro pasado respecto del que resulta necesario diferenciar a nuestras fuerzas armadas – todavía demasiado recientes, además, sonados actos de insubordinación a la antigua usanza de injerencia militarista – , lo de ir a recoger la historia del ejército más golpista de Europa occidental en uno de los escenarios principales de sus últimas correrías me parece del todo incomprensible… y de una torpeza infinita, en especial en términos de eso que Naciones Unidas denomina “garantías de no repetición”, o conjunto de medidas preventivas a adoptar prudentemente por el Estado en todos los ámbitos posibles para evitar, por activa y por pasiva, exaltaciones y rebrotes en presentes y futuras generaciones. De hecho sorprende más todavía ya que en nombre de esa pretendida “equidistancia impecable” institucional – que ni siquiera llega a ser tal pues la toma de partido real lo es por la “legalidad” de los golpistas, siempre aceptada –, resulta imposible de justificar cómo puede ser que de todos los espacios museizables en España, o en Castilla-La Mancha, el Museo del Ejército haya quedado allí, y no en ningún otro nuevo espacio asépticamente desvinculado de los “dos bandos”, de los “dos demonios” como dicen los argentinos, ay.

Hasta la ley “de la memoria histórica” de 2007 podía haber aportado aquí algún rendimiento residual – al margen de sus violaciones de los derechos humanos, quiero decir –, y haber servido para fundamentar el cambio de lugar respecto del originariamente elegido por el Gobierno Aznar años antes de su entrada en vigor. Simplemente, si el Alcázar de Toledo no representa un “vestigio relativo a la Guerra Civil y la Dictadura” y un “elemento conmemorativo de exaltación de la sublevación militar y de la Guerra Civil” no sé que lo es.

Pero ahí, justamente ahí, es donde nuestra reestablecida democracia (o casi) ha ido a musealizar la historia de nuestro ejército.

¿Qué pensarían de todo esto los militares leales a la democracia que, con todo en contra, defendieron la legalidad y en muchas ocasiones dejaron la vida o fueron después fusilados como estamos viendo en Menasalbas estos días? ¿Querrían ser recordados en ese lugar y en tales términos? Y ya sé que lo acontecido en el Alcázar de Toledo son hechos históricos reales – execrables – , referibles a la historia militar de nuestro país…Pero ello no implica que por eso tengamos que poner el museo militar nacional de referencia precisamente allí, en uno de los lugares sagrados del golpismo, como si los hechos históricos reales de la batalla de Alarcos sin salir de Castilla-La Mancha por ejemplo, o cualesquiera otros sin referencia al franquismo, lo fueran menos y de paso no implicasen sombra negativa alguna de inmediata referencia hacia nuestros días. ¿Qué esto no es así, y no acabamos de propiciar, y hasta de otorgar un reconocimiento indebido, desde una pésima acción de gobierno una serie de cosas negativas? Y conste que me refiero a la “acción de gobierno” de siempre, la de la gracieta de dos minutos, a costa de ir dejando “piedrecitas” contra cosas bastante más estructurales.

Creo que el impactante titular publicado por ABC hace unos días,“El museo del ejército no se rinde” nada menos, parafraseando la conocida proclama del golpista Moscardó lanzada precisamente en ese Alcázar, con la épica profundamente franquista asociada al mismo, sintetiza, de un plumazo, a qué me estoy refiriendo y la forma en la que todo esto ha sido recibido por determinados sectores de ese franquismo sociológico, afortunadamente cada vez más contestado. Aunque seguramente el entusiasmo y la aprobación de ABC hubiese sido otro de haber resultado elegido con normalidad, por ejemplo, alguno de los emplazamientos de la defensa de la Constitución española en el Ebro, o de la defensa de Madrid. Si en vez de un despacho como el del golpista Moscardó, hubiese sido abierto al público el de militares leales a la República como el General Vicente Rojo, héroe de la defensa de Madrid, o el General de la Guardia Civil Antonio Escobar Huerta, defensor de la Generalitat de Catalunya, o tantos otros, a los que no se ha dispensado todavía ése, ni ningún otro honor en un país tan perdido como el nuestro. Ni tan siquiera una simple calle con su nombre en todo el territorio nacional. Insisto, mucho mejor hubiera sido dedicar discretamente el Alcázar en su totalidad a biblioteca, o a cualquier otro museo o espacio cultural de otra índole, que no creo que el del ejército sea el único en este momento a la búsqueda de dependencias en nuestro país… y dejar estar cada cosa separadamente por su lado, dicho lugar y el museo de nuestras, hoy, democráticas fuerzas armadas.

Porque el uso o asociación de ideas de un personaje como Aznar al ir a colocar el Museo del Ejército en el Alcázar de Toledo es evidente, y que nuestro Gobierno del PSOE le falten convicciones políticas para haber reconducido con normalidad ese despropósito apoyándose incluso en la ONU y es todavía más de lamentar.

Pero no ha sido así, y no salgo de mi estupefacción… y ello incluso al margen de la desafortunada puesta en escena de su inauguración a inicios de esta semana. Inauguración en la que lejos de tratar de escenificar algún tipo de separación entre lo que fue ese lugar, y lo que se pretende que sea ahora, se ha ido a echar sal en la herida, con la invitación de un ex golpista defensor del Alcázar, y hasta con la elección del 19 de julio, día siguiente del tradicionalmente conmemorado de dicha misma sublevación. Será cosa, como siempre, de duendes, o de la Pérfida Albión, y no de la mala cabeza de nuestros gobernantes y su falta de sensibilidad. Y no abundaré aquí en varios otros lamentables aspectos certeramente destacados por Diego Barcala en su información “Barniz democrático para el nuevo Museo del Ejército” (Público 10-07-2010), y que dan carta de naturaleza a esa auténtica “obra maestra de la equidistancia”, como él la denomina.

Pero, con todo, lo que más inaceptable resulta es el reconocimiento que se otorga en dicho Museo a la conocida como División Azul, que participara bajo las órdenes del Mariscal Keitel en actos criminales de agresión y contra la paz enjuiciados y condenados en Nuremberg por tal ataque ilegal y por los numerosos crímenes de guerra perpetrados en el proceso, las miles de desapariciones forzadas del “Decreto noche y niebla”, las ejecuciones extrajudiciales y todo lo demás.

Actos de complicidad con el nazismo que llevaría, además, al rechazo de la admisión inicial de España en las Naciones Unidas y a la famosa resolución de 12 de Diciembre de 1946 dónde se denunciaba la complicidad criminal del régimen de Franco (“c) Pruebas incontrovertibles demuestran que Franco fue con Hitler y Mussolini, parte culpable de la conspiración de guerra contra aquellos países que finalmente en el transcurso de la guerra mundial formaron el conjunto de las Naciones Unidas. Fue parte de la conspiración en que se pospondría la completa beligerancia de Franco hasta el momento que se acordara mutuamente”), fundamentada, precisamente, en primerísimo término, en el concreto papel desempeñado en tales crímenes por esa División Azul, ahora museizada, y que la Asamblea General de Naciones Unidas condenaba expresamente en su resolución con muy distinto criterio al de la Ministra de Defensa Chacón: “de 1941 a 1945, la División de Infantería de la Legión Azul, la Legión Española de Voluntarios y la escuadrilla Aérea Salvador, pelearon en el frente oriental contra la Rusia soviética”. Pero se trata tan sólo de la condena en los juicios por crímenes de guerra, contra la paz y contra la humanidad más importantes de la historia, y del nombre de una unidad militar expresamente recogido en una condena de la Asamblea General de Naciones Unidas por sus hazañas contra la legalidad internacional. Seguro que es mejor hacer caso a las preferencias de nuestra Ministra de Defensa, que hasta les recoge en un Museo y se le olvida indicar, por si los visitantes del museo no se saben Nuremberg y lo de la resolución de la ONU de 12 de Diciembre de 1946 de carrerilla, que esas concretas tropas están implicadas en terribles actos criminales. Y con idéntica razón resultaría del todo objetable la inclusión de cualquier otra unidad golpista-franquista que, simplemente, dejó de formar parte del ejército español en el mismo momento en el que se sublevó contra la Constitución, pasando a constituir una banda armada con control efectivo de partes del territorio, sí, pero ningún otro carácter legal o Estatal. “La Asamblea General, convencida de que el Gobierno fascista de Franco en España, fue impuesto al pueblo español por la fuerza con la ayuda de las potencias del Eje y a las cuales dio ayuda material durante la guerra, no representa al pueblo español (…)”, se recogerá contundentemente en la aludida resolución de Naciones Unidas, recomendando, de hecho, que todos los Miembros de los Naciones Unidas “retiren inmediatamente a sus embajadores y ministros plenipotenciarios acreditados en Madrid”. Pero si Carme Chacón, nuestra Ministra socialista de Defensa, nos dice que el ejército de Franco era un ejército igual de legal que el ejército español, y que lo de Naciones Unidas no es para tanto, pues seguro que tiene razón… ya sabemos que Naciones Unidas se caracteriza precisamente por decir las cosas con demasiada contundencia… que nuestro Gobierno socialista sí que sabe bien lo que es la legalidad internacional, y no esos leguleyos… Porque uno puede estar ya medio acostumbrado a muchas cosas con la actuación de este Gobierno respecto el Convenio Europeo de Derechos Humanos, Convención de Ginebra y todo lo demás… pero, aún así, tras la histórica condena penal del Mariscal Keitel y los suyos por la invasión de la Europa del Este de la que tomo parte la División Azul – insisto, considerada como constitutiva de varios crímenes internacionales del Estatuto de Londres –, uno esperaría que el Ministerio de Defensa y su titular tuviesen, al menos, un mínimo respeto por las leyes de la guerra, por las resoluciones de la Asamblea de Naciones Unidas y por la jurisprudencia del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg. ¿Verdaderamente le importa todo ello tan poco a Carme Chacón?

Pero es que en España se les sigue sin considerar como lo que son, incluso en el caso de tal invasión que sí que llegó a ser juzgada y condenada internacionalmente; porque la condena jurídica, política y moral a Keitel y los suyos no pudo ser más completa con el término de la Segunda Guerra Mundial, y eso hace aún más incomprensible la inclusión de dicha División en el Museo, y menos aún sin la normal, obligada, mención de todo lo anterior. A la División Azul, y a cualquiera de sus supervivientes hay que llevarlos a la Audiencia Nacional, a rendir cuentas, no a ningún museo.

Y en vez de la máscara del dictador, los rostros que habría que haber llevado a ese Museo eran los del President Companys y las decenas de miles de asesinados en “Consejos de Guerra” sin las debidas garantías de su ejército, no del Español, constitutivos de “crímenes de guerra” según el artículo 8 del Estatuto de Roma, por si algún día nos importa lo más mínimo llamar finalmente las cosas por su nombre.

¿Acaso los criminales no pueden ir a un Museo? claro que sí, de hecho pienso que criminales y verdugos franquistas pueden, y deben, ir a alguna forma de Museo o Memorial; y que es igual de necesario para nuestra sociedad conservar también su memoria, pero como lo que fueron, golpistas, genocidas, y, de ningún modo, musealizados en el Museo del Ejército, ni en el de ninguna otra institución legal.

Porque es verdad que hasta Jack el Destripador ha sido llevado a un museo, pero un museo de los horrores, no de la cirugía, y allí aparece como psicópata y asesino, sin que nadie lo equipare con las fuerzas del orden de Scotland Yard. Para no confundir.

¿Qué clase de Museo resulta ser entonces éste de la Ministra Carme Chacón?

Y por eso mismo entiendo que en nuestro país hoy es más necesario que nunca llevar al franquismo, no a uno, sino a varios museos: en Guernika, en Málaga, en Badajoz… y hasta en el Alcázar de Toledo si se quiere, donde hubiese podido instalarse un perfecto “Museo de los crímenes de guerra del franquismo”, o “Museo de la historia negra del golpismo del ejército español”. El entorno para ello hubiese sido en dicho mismo Alcázar, verdaderamente difícil de mejorar…y así en vez de establecer absurdamente ninguna forma de mancha a nuestras fuerzas armadas democráticas de hoy con nada de ello, se hubiese podido preservar lugar e historia y sin perder ya ni un ápice de su significado original en dicho entorno; incluido el traído y llevado despacho de Moscardó como perfecta escenografía, preservada para el futuro, de cómo fue el despacho de uno de los traidores a la Constitución española, encontrando de esta manera su pleno y natural encaje a musealizar. Y es que cuando se coloca a los criminales en el tipo de museo equivocado – y en un escenario más equivocado todavía – y no se deja perfectamente claro lo que es cada cosa, se les está convalidando como algo respetable y digno de algún tipo de consideración por parte del Estado democrático que no deberían tener… en vez de “dignos” de haber terminado en el banquillo de los acusados en Nuremberg y otros procesos penales posteriores. De verdad, ¿qué es lo que pasa en este país?

Enviado por Miguel Ángel Rodriguez Arias al faceboock de La Memoria Viv@:

http://www.facebook.com/l.php?u=http%3A%2F%2Fwww.larepublica.es%2Fspip.php%3Farticle20681&h=6c842



Luis Alfonso de Borbón defiende la memoria de Franco…

julio 26, 2010

Luis Alfonso de Borbón, pretendiente al trono de Francia, defiende en una entrevista publicada el sábado la memoria de su bisabuelo, el dictador Francisco Franco, estimando que el actual Gobierno quiere «borrar su legado».

Luis Alfonso de Borbón, duque de Anjou, y su esposa, María Margarita de Vargas y Santaella, llegan al Palacio del Elíseo

«Derriban estatuas, rebautizan el nombre de las calles. Eso es imperdonable», declaró el heredero franco-español de la rama legitimista, que ostenta el título de duque de Anjou, a la revista Hoy Corazón.

«Franco creó la clase media española, creó bosques, embalses, y carreteras, y se empecinó en que no se instalara el comunismo. Evidentemente hubo una guerra civil, pero él no la hubiese querido», precisó Luis Alfonso de Borbón, quien se declara «monárquico pero no antirrepublicano».

El general Franco fue uno de los instigadores del golpe militar que desató la Guerra Civil (1936-39), seguida de la larga y severa dictadura franquista (1939-75).

El Gobierno promulgó en 2007 una ley llamada de ‘Memoria histórica’, que preveía la eliminación de los símbolos del franquismo en los espacios públicos.

Desde el siglo XIX, dos ramas de la dinastía de los Capetos se disputan los derechos al hipotético trono de Francia y el título de duque de Anjou: la rama mayor ‘legitimista’ de los Borbón de España, representada por Luis Alfonso de Borbón, y la rama menor de Orleans, representada por Enrique, conde de París.

Luis Alfonso de Borbón, de 36 años, que posee la doble nacionalidad española y francesa, es nieto de Carmen Franco, la hija única del dictador. De profesión banquero, vive entre Caracas y Nueva York, donde su esposa acaba de dar a luz dos gemelos, Luis y Alfonso, en la actualidad segundo y tercero en el orden de sucesión al trono.

Luis Alfonso de Borbón dice ser partidario de la eventual instalación en Francia de una «monarquía constitucional», siguiendo el modelo español, y recuerda que los reyes de Francia hicieron «grandes cosas», a imagen de Enrique IV, lo que no subrayan, en su opinión, «los manuales escolares».

AFP via Yahoo! España Noticias


La oposición de Santos Julià a la Ley de la Memoria Histórica…

julio 26, 2010

Uno de los componentes más importantes de la sabiduría convencional sobre la transición de la dictadura a la democracia en España es negar que hubiera un pacto de silencio entre las derechas herederas del franquismo y las izquierdas recién salidas de la clandestinidad. Una de las voces que ha negado la existencia de tal pacto -contando con grandes cajas de resonancia en los medios de información y persuasión del país- ha sido el que fue en su día sacerdote e hijo de militares que apoyaron el golpe militar, y que hoy es profesor de sociología en la UNED, el Sr. Santos Julià. Columnista habitual de El País ha promocionado esta negación de que existiera tal pacto de silencio, no sólo en las páginas de tal rotativo, sino también en otros foros, exponiendo también sus tesis a través de varias colecciones publicadas por editoriales de gran renombre. Una característica de la promoción de sus tesis es su estilo, lleno de sarcasmos e insultos a aquellos que sostienen que sí que hubo un pacto de silencio, utilizando un tono un tanto pedante, soberbio y condescendiente que muchos consideran, con razón, irritante y ofensivo. Nunca, por cierto, contesta a sus críticos, que muestran sus considerables flaquezas analíticas en su historiografía.

Pero, independientemente de su estilo y escasa actitud dialogante, encuentro extraordinario que esta versión que niega que hubiera tal pacto de silencio continúe defendiéndose a pesar de la enorme evidencia que la contradice. En un excelente artículo del historiador Francisco Espinosa Maestre, “De Saturaciones y Olvidos. Reflexiones en torno a un pasado que no se puede pasar”, éste analiza con gran detalle y rigor los escritos sobre la memoria histórica mostrando con toda claridad y contundencia el error de Santos Julià, documentando la escasez (tanto dentro como fuera de la academia) de tales estudios sobre lo ocurrido en España durante la Guerra Civil y la Dictadura, escasez que fue comentada extensamente por observadores extranjeros (como también documenta Espinosa). Como académico (parte politólogo-parte economista) puedo dar testimonio de que el número de tesis doctorales sobre la Guerra Civil o sobre la Dictadura en los departamentos de Ciencias Políticas o de Políticas Económicas y Sociales en España ha sido bajísimo, aunque se ha notado un aumento a partir de la Ley de la Memoria Histórica. No puede considerarse el boom de libros escritos sobre nuestro pasado reciente (ocurrido en los últimos años en respuesta a la Ley de la Memoria Histórica) como reflejo de lo ocurrido durante los 32 años de democracia.

Pero en este artículo, quisiera ir más allá del mundo académico, pues tal mundo académico está, por desgracia, bastante aislado en nuestro país. Una cosa es el mundo intelectual académico y otra el mundo real fuera de la academia, un mundo mucho más importante para definir la memoria histórica. Y para ver lo que se ha visto en nuestro país sobre nuestro pasado, hay que analizar los mayores medios de información y persuasión, de los cuales los más importantes son los televisivos. Y ahí si que es fácil de demostrar que hubo un pacto de silencio muy claro (que no necesita ser explícito o firmado para que exista, pues formó parte de un acuerdo tácito) que explica que no fuera hasta principios de este siglo, casi treinta años después del establecimiento de la democracia, cuando se comenzaron a emitir por primera vez en las televisiones españolas los pocos documentales mostrando las atrocidades cometidas por los vencedores. Documentales como “Els nens perduts del franquisme”, se emitieron por primera vez en Cataluña en 2002, y después en Andalucía (a la 1 de la madrugada), y todavía hoy no se ha emitido en las CCAA gobernadas por el PP. Antes, cualquier análisis del pasado tenía que ser “equilibrado”, es decir que se vieran los dos lados –los horrores cometidos por los vencedores y por los vencidos-, dándoles el mismo peso y responsabilidad en lo ocurrido. De ahí que calara en el memorial popular que “todos habían sido responsables”, “de que lo mejor era mirar al futuro y dejar aquel pasado”, y otras percepciones promovidas por los medios controlados por los vencedores y sus descendientes (biológicos y/o ideológicos), que reprodujeron así la memoria histórica conveniente a las derechas en España.

Pero Santos Julià, que niega la existencia de un pacto de silencio, afirma sin embargo, la existencia de un pacto de Amnistía en el que se decidió no enjuiciar los actos cometidos por los dos bandos durante la Guerra Civil y durante la dictadura, resultado de una madurez política por parte de vencedores y vencidos que condujo a una transición –definida por Santos Julià como modélica- de la que los españoles deberíamos estar orgullosos. Tal Pacto de Amnistía no fue, sin embargo, acompañado por un pacto de silencio pues –según Santos Juliá- se sabía todo, se podía investigar todo y el Estado financiaba toda investigación histográfica del signo que fuese. Puesto que era una interpretación de la historia enormemente indulgente con las fuerzas conservadoras que lideraron la transición, es comprensible que tal versión se transformara casi en la versión oficial de la transición.

La realidad, sin embargo, fue muy diferente. Las derechas dominaron el proceso de transición y forzaron un silencio en el que la versión del pasado era la que ellos habían promovido. Su oposición a la Ley de la Memoria Histórica es precisamente resultado de su resistencia a redefinir la memoria histórica dominante en el país. Y su enorme poder explica que no haya podido extenderse en la conciencia popular una visión republicana de lo que fue el golpe militar y de lo que ocurrió cuando triunfó, mostrando la responsabilidad que las derechas (muchas de ellas todavía enraizadas en el aparato del Estado) en aquellos hechos. El intento de recuperar esta realidad se denuncia como intento de imponer una memoria histórica, ignorando que ya existe una, la dominante, la de los vencedores, que no corresponde con lo ocurrido. Los vencidos tienen otra verdad y no se les permite mostrarla en los medios. Mientras, los vencidos están muriendo, y no sólo no se les ha homenajeado, como auténticos defensores de los intereses de España y de sus clases populares, sino que, a no ser que el Estado les ayude (como propone, con todas sus limitaciones, la Ley de la Memoria Histórica), no podrán dejarnos su historia que es la versión real de lo que ocurrió. Y de ahí la gran resistencia de los vencedores y sus descendientes (como Santos Julià) que se oponen a que, a través de la Ley de la Memoria Histórica, se conozca tal verdad recogiendo el testimonio oral de los vencidos, método que crea incomodidad entre los primeros. Como ha escrito el cineasta Günter Schwaiger (citado por Espinosa), ¿qué les pasa a algunos historiadores españoles para que tengan tanto miedo a la memoria de la gente? ¿Desde cuándo la memoria no sirve para testimoniar la verdad? ¿O acaso en los juicios ya no hacen falta testigos para condenar a alguien? ¿Ya no vale el testimonio de un hijo que ha visto como fusilaron a su padre para testificar el horror del fascismo? ¿Hemos llegado a tal arrogancia académica que las víctimas tengan que pedir permiso a los historiadores para saber si su sufrimiento fue verdad o simplemente un espejismo?… Está por ver si el Sr. Santos Julià hubiese formulado semejante ataque al valor de los testimonios en países como Alemania, Austria, EEUU o Israel, donde cientos de organizaciones de víctimas del Holocausto recuerdan a la sociedad, justamente con su memoria, la tremenda importancia de no olvidar”. No se podría haber dicho mejor.

Pero la crítica no debe limitarse sólo a Santos Julià, sino que debe incluir a los medios que están promocionando unos puntos de vista (de escasa calidad intelectual y limitada vocación democrática) que están beneficiando la reproducción de una versión de los hechos que beneficia a los vencedores y a sus descendientes. En realidad, el enorme dominio de los descendientes de los vencedores en los medios (así como en los partidos de todas sensibilidades políticas) explica la falta de apoyo a la recuperación de la memoria de los vencidos, que es la historia real de España.

Vicenç Navarro es Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, Y Profesor de Policy Studies. The Johns Hopkins University
www.vnavarro.org

Plural.es vía google noticias


Jóvenes cántabros y de otras cc.aa. participan en el único campo de trabajo sobre Memoria Histórica en Extremadura…

julio 26, 2010

Desarrollan una investigación histórica y están excavando una fosa que han localizado en el cementerio de Santa Amalia.

26 de julio de 2010

SANTA AMALIA (BADAJOZ), 26 (EUROPA PRESS TELEVISIÓN)

Jóvenes de diversas comunidades participan en el único campo de trabajo sobre Memoria Histórica en Extremadura Europa Press via Yahoo! España Noticias

Un grupo de 25 jóvenes, algunos de ellos cántabros, de edades comprendidas entre los 18 y los 30 años participan en el único ‘Campo de Trabajo Para La Recuperación de la Memoria Histórica’ que existe en la geografía española y que se imparte hasta el próximo 31 de julio en la localidad pacense de Santa Amalia.

Esta actividad ha sido organizada por séptimo año consecutivo por la Consejería de los Jóvenes y el Deporte, junto con la ARMHEX, con el objetivo «fundamental» de buscar restos de personas «que fueron fusiladas como consecuencia de la Guerra Civil» y que se encontrarían, según los testimonios orales recogidos por los investigadores «en el pasillo del cementerio de Santa Amalia» donde se está actuando, según ha precisado a Europa Press Televisión, el coordinador de este proyecto e historiador, Ángel Olmedo.

Durante los quince días que se prolonga esta iniciativa, sus participantes realizan también «una investigación histórica con todo lo que fue aquel periodo que discurre en paralelo a los trabajos de campo, para buscar en documentos escritos nuevos datos, así como recopilar fuentes orales, para sacar a la luz «lo que es la parte de historia que no se conocía hasta ahora».

Olmedo indicó que han observado en los archivos municipales «falta de documentación» y que los testimonios escritos, en muchos casos «no recogen la realidad» de lo que ocurrió, ya que existen «grandes lagunas» en los mismos, por lo que se apoyan sobre todo en «el punto de vista de los familiares» de los represaliados y otros ciudadanos que les ayudan a completar la información que necesitan.

INVESTIGACIÓN HISTÓRICA Y APERTURA DE FOSA

Además, este historiador ha destacado que se trata del «único campo de trabajo que hay de esta modalidad, de recuperación de la memoria histórica, en España» y sobre todo que «esté centrado en la recuperación de restos».

En paralelo a las acometidas que realizan los jóvenes junto a dos arqueólogos para la apertura de la fosa, el otro objetivo que se persigue con esta iniciativa es propiciar «la convivencia entre jóvenes de diferentes comunidades», puesto que hay participantes que proceden de Galicia, Andalucía, Aragón, Cantabria, País Vasco y Extremadura, entre otras regiones.

Por ello, también se han programado actividades como charlas, conferencias, visitas culturales, entre otras actuaciones de carácter lúdico.

Del mismo modo, Ángel Olmedo, destacó «lo enriquecedor» de este proyecto en su conjunto, ya que «aparte de la satisfacción» que supone para los familiares de las víctimas del franquismo, se trata al mismo tiempo de un punto de encuentro en el que se propicia que jóvenes de diferentes puntos del país se conozcan e intercambien inquietudes.

PARTICIPANTES ENCANTADOS

En cuanto a los participantes que han aprovechado sus vacaciones para intervenir en este proyecto, destacaron lo interesante y entretenido que les está resultando el campo de trabajo sobre la memoria histórica. Así, el cántabro Adrían González, asiste al mismo porque le gusta «la temática» y por considerar que «es una labor que hay que realizar».

Por su parte, la malagueña Flora Jordán, participa en esta actividad por considerarla «muy enriquecedora e importante», dado que se puede «ayudar a muchas familias que buscan sus seres queridos». Para ella ha resultado «muy emocionante» escuchar de primera mano los testimonios de los familiares.

En el cementerio de Santa Amalia, los jóvenes participantes, dirigidos por dos arqueólogos ya han comenzado las excavaciones, ante la presencia de algunos de los familiares de las personas desaparecidas en este municipio durante la Dictadura.

FAMILIARES CON MUCHAS ESPERANZAS

Una de estas persona, Nicolás Barjola, explicó que se «emociona mucho» ante la idea de encontrar al fin los restos de su abuelo, al que «mataron con 77 años». «Me da pena y alegría a ver si pueden salir los restos, no sólo de él, sino de muchísima gente más», añadió.

Asimismo, este hombre indicó que lleva «toda la vida» esperando este momento para hacer justicia y criticó la actitud de quienes «han estado en el poder toda la vida» por «echar tierra encima» y «no haberse preocupado» de sacar «a la luz» la memoria histórica.

Por su parte, Pedro Díaz, familiar y presidente de la asociación local para la recuperación de la memoria histórica censó en «98 los represaliados» de los que disponen, hasta el momento, de nombre y apellidos, para su localización, gracias a la investigación previa en la que han resultado «muy importantes» los testimonios de personas que vivieron en aquellos años.

En concreto, ha indicado que tienen testimoniadas de «10 o 12 fosas más individualizadas» en diversas partes del término municipal, donde yacerían «una o dos personas», aunque destacó que «la más importante», es la del cementerio, donde estarían «la mayoría de los fusilados», alrededor de «unos 70».

Al respecto, indicó que estiman que son entre 100 y 110 las personas que desaparecieron en este municipio, durante el periodo que va desde la entrada de los nacionales, el 17 de agosto de 1936, hasta el 1938.

«La inmensa mayoría» de ellas «no aparecen en los archivos», pero gracias a «la memoria heredada», que se transmite de forma oral es como han podido «recopilar hasta el momento los nombres y apellidos de 98» desaparecidos.

Pedro busca a una de sus tías abuelas y al hijo de ésta, quien fue fusilado, «abrazado junto a su madre», pero cuenta con el problema de que esa fosa ha sido localizada en una propiedad privada por lo que han iniciado los trámites para conseguir «una expropiación forzosa» con el objeto de rescatar el cuerpo de sus dos familiares y el de otras cuatro personas asesinadas en el mismo lugar.

«Parece mentira que a la altura que estamos las personas se opongan a esto», denunció, actitud que reprocha a las actuaciones «de la derecha de hoy día».

Sin embargo, explicó que hay varias fosas ubicadas en propiedades particulares, de las que sí han conseguido permiso por parte de sus propietarios para trabajar en ellas, por lo que hizo un llamamiento para que se «facilite estos trabajos» con el fin de que «cada uno pueda rescatar los restos» de los suyos.

Otro de los familiares que se mantiene expectante en el cementerio de Santa Amalia es Antonio Mora, hijo de un alcalde republicano de este municipio, que a sus 83 años espera por fin recupera el cuerpo de uno de sus tíos que fue «fusilado».

Este hombre no olvidará en su vida el día que los nacionales entraron en esta población pacense y «se liaron a matar gente.

EUROPA PRESS DISPONE DE IMÁGENES DE LOS JÓVENES Y ARQUEÓLOGOS RETIRANDO TIERRA DE LA FOSA DEL CEMENTERIO, DE PARTE DE LOS PARTICIPANTES EN LOS ARCHIVOS MUNICIPALES, DE LOS FAMILIARES EN EL CEMENTERIO, ASÍ COMO LAS DECLARACIONES CONTENIDAS EN EL TEXTO.

Qué.es vía google noticias

TELÉFONOS DE CONTACTO: 91 345 44 06 Y 91 359 26 00

Santa Amalia


Registran 5.600 firmas en el Ayuntamiento de Valladolid para exigir la retirada de nombres y símbolos franquistas…

julio 26, 2010

La Plataforma por la retirada de nombres y símbolos franquistas en Valladolid ha presentado hoy en el registro municipal 5.600 firmas con el objetivo de que se aplique la Ley de Memoria Histórica en la capital y se eliminen reminiscencias del franquismo como la laureada del escudo de la ciudad, los nombres de algunas calles o el monumento en homenaje a Onésimo Redondo, entre otras.

La Plataforma por la retirada de nombres y símbolos franquistas en Valladolid ha presentado hoy en el registro municipal 5.600 firmas con el objetivo de que se aplique la Ley de Memoria Histórica en la capital y se eliminen reminiscencias del franquismo como la laureada del escudo de la ciudad, los nombres de algunas calles o el monumento en homenaje a Onésimo Redondo, entre otras.

Asimismo, unos 15 integrantes de la Plataforma, que agrupa a 20 organizaciones, han portado pancartas con los lemas ‘Que se cumpla la Ley de Memoria Histórica’ o ‘Retirada de símbolos franquistas’, a través de las que demandaron su desaparición de edificios públicos y bloques de viviendas construidas durante el franquismo.

Según el portavoz de la Plataforma, Pablo Gerbolés, con esta iniciativa quieren plantear a las administraciones que «debe aplicarse esta Ley», al tiempo que puntualizó que «es una etapa más», ya que partir de septiembre proseguirán las acciones, «incluso es posible que judiciales», puesto que, tal y como recordó, la Ley está en vigor y es «un poco absurdo o asombroso que los ciudadanos tengamos que pedir a las administraciones que se apliquen las leyes».

Además, Gerbolés lamentó que «otras ciudades sí que están aplicando la Ley de Memoria Histórica» por lo que calificó la situación de Valladolid de «peor» respecto a ellas.

En el acto también estuvo presente el concejal de Izquierda Unida-Los Verdes en Valladolid, Alfonso Sánchez de Castro, cuya agrupación presentará el miércoles en el Pleno del Ayuntamiento una moción «para que la ciudad quede libre de cualquier símbolo que recuerde o ensalze a la dictadura franquista, en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica y por justicia democrática», en el marco de la campaña de la Plataforma.

El objetivo de la moción es «conseguir la desaparición de definitiva de las secuelas franquistas y restablecer así en parte la memoria histórica, la dignidad de los que defendieron al Gobierno Democrático de la República y de las personas represaliadas durante los 40 años del franquismo».

En este sentido, Sánchez manifestó su esperanza en que el alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, «recoja la sensibilidad de un grupo de personas que le está pidiendo y solicitando la eliminación de esta simbología».

Por último, informó de que las firmas también se presentarán ante la Delegación del Gobierno.

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Francisco Franco


Alcalde justifica la retirada de la placa del muro del cementerio en el cumplimiento de la normativa…

julio 26, 2010

El alcalde de Granada, José Torres Hurtado (PP), ha justificado este lunes la retirada de la placa en homenaje a las víctimas que fueron fusiladas en la Guerra Civil en la tapia del cementerio de San José en el cumplimiento de la normativa municipal al respecto.

EUROPA PRESS. 26.07.2010

El alcalde de Granada, José Torres Hurtado (PP), ha justificado este lunes la retirada de la placa en homenaje a las víctimas que fueron fusiladas en la Guerra Civil en la tapia del cementerio de San José en el cumplimiento de la normativa municipal al respecto.

En declaraciones a los periodistas, el primer edil ha rechazado las acusaciones de «sectarismo» que contra él han lanzado desde la oposición (PSOE e IU) y ha recordado que un ciudadano no puede «poner un letrero» en los edificios municipales.

«Nosotros tenemos la obligación de conservar los edificios municipales y además el reglamento del cementerio prohíbe expresamente cualquier tipo de colocación de placa», señaló Torres Hurtado, que mantuvo que el equipo de gobierno sólo se ha limitado a cumplir las normas que el propio Ayuntamiento ha elaborado.

La placa fue instalada el pasado 20 de julio en un homenaje a las más de 3.900 personas que fueron fusiladas en el muro, que está previsto que sea declarado por la Junta de Andalucía como ‘lugar de memoria’ en el plazo de un año. Más de un centenar de personas, entre ellas muchos nietos de aquellos que fueron asesinados en lugar, asistieron al acto.

Después de la intervención de representantes de la Asociación de Memoria Histórica, el comisario de Memoria Histórica de la Junta de Andalucía, Juan Gallo, y de integrantes del Foro por la Memoria se instalaron dos placas en recuerdo de las víctimas con los colores de la bandera tricolor republicana, que los participantes confiaban entonces en que no fueran retiradas como lo fueron el pasado año por el Ayuntamiento de Granada.

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