18 Rondas en Sol: Se cumplió la mayoría de edad en las rondas por la «Verdad, justicia Y Reparación de las Víctimas del franquismo»…

septiembre 12, 2010

Una semana más, el pasado jueves en la Puerta del Sol de Madrid, se reunían los familiares de las víctimas de la Guerra Civil y represión franquista, para reclamar «Verdad, Justicia y Reparación» para todos aquellos que sufrieron o se vieron afectados de un modo u otro por la represión del régimen franquista.

Estas peculiares rondas, que todos los jueves concentran frente el Km, O de nuestro territorio y en la capital del reino,   a un grupo de familiares,  amigos, representantes de asociaciones, etc., y que están inspiradas en las que realizaron en su día las «Madres de la Plaza de Mayo» en Argentina, están consiguiendo con sus concentraciones y reclamaciones, cada vez más escenificadas y representativas, que semanalmente haya más gente participando, al mismo tiempo que hay más gente interesada preguntando por el significado de dicho acto. Esta semana el simple cartel que define la historia del joven de 17 años con dos impactos de bala en la nuca, y que iba acompañado de la representación a tamaño natural de la fosa expuesta al semana anterior, fueron las enseñas de la misma. Las rondas de Sol han cumplido su mayoría de edad con su número 18, y seguiremos sumando rondas hasta que prevalezca la verdad, se haga justicia y se repare el dolo ocasionado. Seguiremos en Sol para evitar la impunidad del régimen asesino de Francisco Franco Bahamonde, porque el asesino, tenía un nombre. ¡Verdad, Justicia y Reparación! ¡No a la impunidad de los crímenes franquistas!

¡Salud y República!

Jordi Carreño Crispín

Vicepresidente de la A. I. La Memoria Viv@

Fotografías: Fuen Benavente (La Memoria Viv@)

Editor: La Memoria Viv@

Inicio de la concentración, los compañeros preparan la escenografía con la imagen de la fosa a tamaño real

Merilé, una de nuestros miembros más jóvenes portando las imágenes de los familiares de otros compañeros.

Cabecera de la concentración con la pancarta reivindicativa, portada por compañeros de la plataforma Contra la Impunidad

Nuestros miembros y amigos presentes cada semana en nombre de todos aquellos que no pueden acudir

Joven de 17 años con dos tiros en la nuca...El mensaje no podía ser más claro...

La impresionante fosa a tamaño natural escenificada en Sol


Las dos Españas…y media…

septiembre 12, 2010

Antonio Mora Plaza (Nueva Tribuna).

¿Cómo acabar con las dos Españas, con la España de los vencedores y de los vencidos? Con mucha memoria histórica, con el reconocimiento de que no había exactamente dos bandos, sino el bando de los curas, militares y aprovechados contra el bando de la legitimidad republicana, de la democracia de la época.

NUEVA TRIBUNA 02/09/2010

Hojeaba estos días el que creo que fue la primera novela ya seria -si tal se puede considerar- que leí casi de niño: era nada menos que “Paz en la Guerra”, del otro gran Miguel de España, el vasco, el gran sufriente, porque creía en Dios -lo pongo con mayúscula por respeto al lector creyente- con el corazón, pero no podía aceptarlo con la cabeza. Gracias a eso nos dio el gran Unamuno tan magníficas novelas, tan apasionados versos, tan profundas y laceradas reflexiones. El libro es una colección de vivencias de su infancia en su Bilbao natal, envuelto en la III Guerra Carlista (1872-1876). Justifica su obra diciendo que era “en lo que se pensaba, se sentía, se soñaba, se sufría y se vivía en 1874, cuando brizaban mis ensueños infantiles los estallidos de las bombas carlistas, podrán aprender no poco los mozos, y aun los maduros de hoy”. Escribe Don Miguel en 1923. Lo de “Paz en la Guerra” es una boutade trastocando el título de la obra de Tolstoi, “Guerra y Paz”. Él era así. Recuerdo otra boutade suya que decía: “yo no soy hombre de partido: aún estoy entero”. Las guerras carlistas han sido las guerras civiles del siglo XIX de nuestra Historia, y todo por un quítate tú, Isabel, que me pongo yo, D. Carlos María Isidro. ¡Lo que costó a nuestros tatarabuelos en vidas, desastres y atrasos, colocar, en este caso, a una reina! Da igual que fuera rey o reina, el coste era el mismo. No somos diferentes de los europeos, que a otros les ha costado también lo suyo, tanto para ponerlos como para quitarlos. Cuenta Unamuno que unos carlistas se lanzaban al ataque gritando: “¡Viva Dios! ¡Guerra al Infierno y sus satélites!”. Lo de los satélites queda muy de Sistema Solar. Había dos bandos, es cierto, pero el bando mayoritario de la burguesía -que es la que entonces pintaba o, al menos, contaba la historia- cantaba una canción que decía:

A mí que me importa
de paz ni de guerra.

Pirata de tierra
yo tengo que ser
——————
Cuento las monedas de oro
Y ¡viva la religión!

Claro que, no siempre, los bandos se lo toman tan a pecho como los carlistas del Infierno y sus satélites. También cantaban:

Cuando se van a sus puestos
los soldados de la octava,
además del armamento
llevan siempre la guitarra.

Todo esto los recojo del libro de Don Miguel. Releyendo y hojeando su libro me venía a la mente los sucesos de Montejurra, esta vez como víctimas los nuevos carlistas del siglo XX, o una facción de ellos. Corre -o anda- el año de 1976. Murieron dos personas y entonces era ministro de la Gobernación, claro está, el inefable Manuel Fraga, uno de los 3 presidentes del P.P. actual. Sé que mezclar, aunque sea tan indirectamente, a Unamuno con Fraga es casi repugnante, por lo que pido perdón. ¡La primera guerra carlista comienza en 1833 y los últimos coletazos del carlismo tienen lugar en 1976! Y que yo sepa aún existen varios partidos o facciones, ahora creo que legales. Las guerras carlistas forman parte de nuestra Historia y hasta hace poco… de las conciencias de algunos. Y estas guerras fueron localizadas, esporádicas, aunque siempre asomaban por los oteros de la Historia sus rebrotes y sus coletazos ¿Y quieren algunos que olvidemos la Guerra in-civil de nuestro siglo XX y, sobre todo, los 40 años de franquismo? Tarde o temprano lamentará la derecha, el P. P., los 40 años de dictadura, aunque sea una dictadura ganada e implantada por sus ancestros ideológicos. Yendo de nuevo al XIX, había dos Españas, la tradicionalista, encarnada su violencia en los carlistas, y la España cristina, la de Isabel II, la de la democracia, la liberal, claro está, a la manera de la época, porque esa democracia hoy no pasaría el corte del mínimo de democracia exigible. Eran otros tiempos. Por supuesto, estaba la España de la incipiente burguesía que contaba Josep Fontana en un librito que también leí hace tiempo que llevaba el título de “Cambio económico y actitudes políticas en la España del siglo XIX”. A lo mejor ya se ha quedado obsoleto, pero uno se resiste a revisar nuestras lecturas y a nuestros maestros de antaño. Todo pasa y todo queda. Así ha pasado con el carlismo y con la Guerra in-civil y con los 40 años de franquismo. Y no pasa la Historia porque aún los herederos del franquismo siguen obstaculizando lo que pueden para que los vencidos puedan desenterrar a sus muertos; muertos o asesinados en las cunetas y en las plazas, la gran mayoría porque defendían o simplemente representaban la legalidad de entonces.

A veces quiero pensar que ya no hay dos Españas, pero cuando oigo hablar mal de España en el extranjero al Aznar, halagar la dictadura franquista al Oreja, tratar por igual a los dos bandos a la Aguirre, decir las trivialidades que dice ese señorito andaluz que es el Arenas, atropellar el habla mirando al cielo a Fraga, ufanarse de impunidad e inmunidad a la justicia al Camps, al Fabra, saltar cual heredera del régimen del P.P. a la Rita, leer a los articulistos del ABC, el bastión mediático de la dictadura, me digo: he aquí el rescoldo, gigantesco rescoldo, del franquismo. Ahí están, y con ellos, parte de su militancia y parte de sus votantes. Y digo parte porque quiero ser optimista y me puede más el oteo al futuro que la ceñuda mirada al pasado. Sí, esta es la herencia del franquismo y de lo que el franquismo recogió del pasado. Ahí está la España tradicionalista, siempre negada al progreso y al optimismo, la devota de Frascuelo y de María, las de las procesiones excluyentes y exclusivas, la de los toros como pan y circo para solaz del poder institucional, la de Santiago (Matamoros) y cierra España, la de los curas y monjas en la enseñanza pública y concertada, la España de Rouco y Camino; también la del fallecido monseñor autor de “El Camino”, la España del arzobispo Plá y Daniel de entonces; la de antes roja que rota, la de la prohibición del aborto para los pobres porque los pudientes tienen a la Pérfida y Suiza para tal menester. Todas estas Españas, lo que representan, la de sus herederos biológicos -aunque no en todos los casos- y, sobre todo, ideológicos, añoran en lo más profundo la dictadura franquista o similar, y ven en el P. P. el reflejo que viene del pasado. Porque el futuro no existe, pero el pasado sí, porque las personas no somos peces sin memoria, sino todo lo contrario: somos personas -o somos la misma persona- en la medida que tenemos memoria, para bien y, a veces, para mal, esa misma memoria que nos quiere quitar la derecha franquista de ahora.

Sólo quieren el poder porque llevan un tiempo sin tenerlo. Lo tuvieron 8 años con Aznar, 40 años con Franco y desde siempre antes que el dictador, salvo breves períodos de tiempo, aunque también discutible si es que lo llegaron a perder o sólo lo cedieron para volver con más brios a por él, para poder emplear la razón de la fuerza si la fuerza de la razón -la suya- no les llega. Para la derecha, versión actual P. P., la democracia es sólo un sistema electoral, un trámite, una barrera que hay que saltar y, a veces,… asaltar, para llegar a su finca llamada “España”, y para mantenerlo como sea posible, unas veces por el borde de dentro de la democracia y, otras, por el borde de fuera si no queda más remedio. Sí, porque para la derecha, versión hoy del P. P., para llegar o mantenerse en el poder siempre hay remedio, con elecciones o golpes de Estado, con caciquismo de antaño o con bolsos de Louis Vuitton o pantalones de hogaño. O con recalificaciones según convenga.

La transición se hizo como se pudo, probablemente, y no tengo nada que decir a los que iban -íbamos, con perdón- desde la lucha contra la dictadura. Pero nada de modélica, por favor, porque siguieron los mismos políticos de la dictadura en la política, muchos de los mismos jueces y catedráticos que juraron los Principios Generales del Movimiento juzgando y enseñando, en definitiva, mandando. Ahora y en la Transición, esas mismas personas, con esos mismos cargos, salvo por los cambios institucionales, siguieron en la democracia. Y con esa lacra hemos tirado y seguimos tirando. Sólo la edad ha podido con ellos. Atado y bien atado. Hace poco murió un juez del Tribunal Supremo -García Calvo creo que se llamaba- que había sido Jefe Provincial del Movimiento en Málaga, ¡en la Málaga de la Guerra in-civil!

¿Cómo acabar con las dos Españas, con la España de los vencedores y de los vencidos? Con mucha memoria histórica, con el reconocimiento de que no había exactamente dos bandos, sino el bando de los curas, militares y aprovechados contra el bando de la legitimidad republicana, de la democracia de la época. Y lo que hubo de dos bandos fue la España que representaba el futuro, la justicia, la razón, la cultura, la de los derechos civiles y la de algo más de igualdad, frente a la España de la confesión y las sotanas, la de la luz de Trento, la católica a machamartillo y para todos guste o no guste con el brazo secular de la ley, la de los militares pos-Gloriosa, la del analfabetismo agrario, la España antisocialista, anticomunista, antinacionalista, la neoliberal como excusa (E. Aguirre), la del pelotazo pre-crisis, la burladora de la razón, la justicia y la ética (Camps, Fabra), la de los 40 años exiliando, apropiando, encarcelando, asesinando. Toda esa España aún sobrevivirá durante mucho tiempo, como ha sobrevivido la España del primer, segundo y tercer carlismo, hasta, al menos, Montejurra. La Guerra in-civil y los 40 años de dictadura marcarán nuestro siglo y hasta alguno más, lo mismo que forma parte de nuestra historia y de nuestra conciencia histórica la España celtibérica, visigoda, romana, mora, la España de El Cid de la épica, la de Lepanto vencedora, la de la Armada Invencible vencida, la del Descubrimiento (encontronazo), la del imperio que no se ponía el Sol, la de Trafalgar, la del Peñón, la de los últimos de Filipinas y de las últimas en Cuba. Aznar quiso pasar a la Historia con lo de Perejil, pero creo que las cuatro cabras y los dos soldados marroquíes que había allí no dan para tanto. Sí, hay ahora más Españas, la del progreso, la de los derechos civiles, las nacionalistas de derechas y alguna que intenta ser nacionalista y de izquierdas; la España integrada en la Unión Económica, para bien y para mal. Hay ya muchas Españas, hay 17 Españas vergonzosamente autonómicas porque debiera haber una España orgullosamente federal. Pero detrás de tantas Españas, habrá, para bien y para mal, dos Españas, la de los vencedores y la de los vencidos, y eso será para siempre. El que quiera engañarse, que lo haga, pero por favor, que no busque beneplácitos y consensos ajenos.

Antonio Mora Plaza – Economista

NUEVA TRIBUNA.es

Nunca hubo dos bandos, sólo hubo un bando, el "golpista y sublevado" que derribó y derrotó al gobierno legitimado de la II República...


Garzón, más cerca de un juicio injusto…

septiembre 12, 2010

El Tribunal Supremo avala el procedimiento contra el juez Garzón, considera correcto que el juez Varela le denegara las pruebas que aportó el magistrado de la Audiencia Nacional y por tanto ha decidido que investigar los crímenes del franquismo podría ser un delito de prevaricación. El juicio contra Garzón podría llegar antes de Navidades.

El juez Baltasar Garzón el día de su despedida

NUEVATRIBUNA.ES / AGENCIAS

Un nuevo batacazo contra el juez que quiso hacer justicia con la memoria de España. El Tribunal Supremo ha avalado este martes el procedimiento contra el juez Baltasar Garzón por declararse competente para investigar las desapariciones durante el franquismo, y por lo que será juzgado por un presunto delito de prevaricación.

Así lo ha dispuesto la Sala de lo Penal del alto tribunal en un auto en el que desestima el recurso presentado por el juez, que se encuentra suspendido de sus funciones en la Audiencia Nacional, contra la resolución en la que el magistrado que instruye la causa contra Garzón, Luciano Varela , denegó practicar las pruebas que éste había solicitado.

En el auto, fechado el pasado 26 de julio y notificado hoy, los cinco magistrados de la Sala consideran queel criterio de Varela al denegar las pruebas pedidas por Garzón no es «ilógico ni arbitrario».

La Sala, integrada por los magistrados Juan Saavedra, Adolfo Prego, Joaquín Jiménez, Francisco Monterde y Juan Ramón Berdugo avala en el auto conocido hoy la instrucción realizada por Varela, que había sido impugnada de forma reiterada por el juez suspendido de la Audiencia Nacional.

EL JUICIO A LA VUELTA DE LA ESQUINA

El auto de Varela confirmado hoy supuso el inicio de los trámites de preparación del juicio, que podría celebrarse entre los próximos meses de noviembre y diciembre, según fuentes del alto tribunal, ya que puso fin a la fase de instrucción de la primera de las tres causas abiertas al suspendido titular del Juzgado Central de Instrucción número 5.

Las otras causas admitidas a trámite investigan posibles conductas delictivas del juez relacionadas con los cobros que obtuvo durante la organización de unos cursos en Nueva York y por intervenir comunicaciones de imputados en el caso Gürtel con sus abogados en prisión.

PRUEBAS CORRECTAMENTE DENEGADAS

Varela rechazó todas las pruebas solicitadas por Garzón en su defensa, entre las que se incluían la declaración de los magistrados de la Audiencia Nacional favorables a su tesis (expresada mediante un voto particular contrario al criterio de la mayoría para declarar a Garzón incompetente en esta causa) y también las de juristas internacionales, al considerar que «exceden del contenido propio» de las diligencias de instrucción.

A este respecto, los cinco magistrados que integran la Sala de lo Penal han señalado que la decisión de Varela se acomoda a la previsión legal de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y que su criterio «no es ilógico ni arbitrario cuando considera la innecesariedad de las pruebas denegadas, ya que su denegación la razona al considerar: de una parte que el testimonio de los magistrados que emitieron un voto particular no puede ofrecer otra cosa que lo expuesto en el voto emitido, que ya consta, y que el resto de las diligencias, propuestas como testimonios o bien no son tales por tener por objeto la expresión de personales opiniones valorativas sobre intenciones, o se trata de pericias jurídicas improcedentes ante un tribunal».

«Son pues, diligencias sumariales, unas y otras, de realización no necesaria a juicio del instructor, que extensa y debidamente razona su criterio al adoptar la decisión recurrida, y en la cual esta Sala de apelación no aprecia ni infracción legal por vulneración de preceptos, ni arbitrariedad en su aplicación, ni irracionalidad en sus razonamientos», ha concluido la Sala, en contestación a los motivos expresados por el abogado defensor de Garzón en esta causa, Gonzalo Martínez-Fresneda.

Esta querella contra Garzón, admitida a trámite el 27 de mayo de 2009, fue interpuesta por el sindicato de funcionarios Manos Limpias y posteriormente se adhirieron a la misma la asociación Libertad e Identidad y también Falange Española y de las JONS.

Tras diversos incidentes procesales, Varela expulsó de la causa a esta última , por las irregularidades de su escrito de acusación, quedando tan sólo Manos Limpias (compartiendo defensa letrada con la segunda), que solicita 20 años de inhabilitación para el juez. La Fiscalía no acusa en este asunto, al estimar que Garzón no incurrió en delito alguno.

Nueva Tribuna


Mejor Argentina que España…

septiembre 12, 2010

Argentina investigará los crímenes del franquismo mientras España los oculta tras un pudoroso velo (y Garzón, en el exilio). Todo muy normal. Al fin y al cabo, puede ser incluso conveniente que un asunto como el exterminio falangista bélico y posbélico sea evaluado desde fuera del país. Aquí todavía los ánimos no están lo suficientemente serenos. ¿Cómo vamos a juzgar la praxis criminal de Francisco Franco cuando desde las tribunas más pertinazmente derechistas aún se justifica su golpe de estado, se minimiza su programa de aniquilación del enemigo, se equiparan los dos bandos de la guerra como si golpistas y demócratas fueran todos lo mismo?

Por todo ello, personalmente he acogido con gran alegría el fallo de la Sala Segunda de la Cámara de Apelación en lo Criminal Federal argentina ordenando a la jueza que rechazó la demanda de un grupo de familiares de víctimas que retome la investigación. Mejor que lo hagan desde Argentina, y que no tenga que involucrarse la justicia española, que ya sabemos todos de qué pie cojea. Y mejor aún: ¿por qué no un tribunal internacional, formado por togados de currículum irreprochable, capaz de proporcionar un veredicto imparcial pero inapelable?

Ya me imagino, ante esta idea, la cara de los neofalangistas “demócratas de toda la vida”. ¿Un grupo de “extranjeros” juzgando a nuestros valientes generales, los que nos libraron del comunismo, del laicismo y del separatismo? Eso sí que les iba a doler.

Llora por nosotros, Argentina, pero con el mazo dando. Ayuda a formar el Nuremberg que merece el franquismo, y que nadie se ha atrevido aún a administrarle.

Joan Garí

Público.es


El policía que vivió los dos lados de la tortura…

septiembre 12, 2010

El comisario Creix, retenido y golpeado durante la guerra, regresó a Barcelona para vengarse como torturador franquista.

Antonio Juan Creix, condecorado por el gobernador civil de Vizcaya, Fulgencio Collen 1970.EFE

BRAIS BENÍTEZ BARCELONA 12/09/2010

Un nombre compuesto, Antonio Juan. Un apellido, Creix. Y un cargo sombrío, comisario. En la época franquista, esas palabras fueron sinónimo de represión. La terrorífica fama negra de Antonio Juan Creix queda resumida en el hecho de que fue el único mando de la policía política franquista depurado antes de la muerte del dictador. Acabó su carrera de policía de la forma más ignominiosa, con un expediente disciplinario y una sanción de tres años de empleo y sueldo.

El periodista Antoni Batista, doctor en Ciencias de la Comunicación y profesor de Periodismo en la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona, ha recuperado la historia del temido comisario Creix en La carta. No fue el comunismo, al que combatió toda su vida, lo que acabó con el comisario. Fueron sus propios compañeros, aquellos que lo habían loado y ensalzado como un héroe del movimiento, los que decidieron acabar con él a la vista de la inevitable Transición. Creix, que durante la dictadura se había hecho tristemente célebre por apresar y torturar a los enemigos reales o imaginarios del franquismo, llegó a representar un grave inconveniente para los sectores moderados del régimen en el pacto que se avecinaba.

Antoni Batista traza la biofrafía de Creix en La Carta, que lleva el subtítulo de Historia de un comisario franquista (Debate). El periodista catalán decidió indagar en el papel que desempeñó el comisario Creix durante la dictadura porque «en todas las fichas policiales y documentos a los que tenía acceso tenía preminencia un policía, el comisario Creix». «Aparecía cuando accedí a la ficha franquista del poeta Salvador Espriu, que acababa de morir en 1985; en los archivos del Gobierno Civil; y también cuando accedí a los documentos de la Brigada Social guardados en un inmenso almacén cercano a la Jefatura de la Vía Laietana», añade Batista.

En un libro anterior, La Brigada Social, Batista habló de Creix, pero se quedó con las ganas «de seguirle la pista a un policía que fue sin ninguna duda el arquetipo de la policía política del franquismo».

El Comisario Creix había nacido en Jerez de la Frontera, en 1914, en un ambiente de ultraderecha, y creció en el centro de los militares africanistas que engendraron el golpe de Estado de 1936. Se hizo policía en la Barcelona republicana, lo que para él era «zona roja», pero su filiación política le llevó a enrolarse en el espionaje de Franco, en el Servicio de Información Militar.

Víctima y verdugo

La guerra le pilló en Barcelona, y tenía veinticuatro años cuando fue detenido por los rojos’ en agosto de 1938. Trasladado a la parte alta de la ciudad junto a sus compañeros, sufrió torturas continuas. Años más tarde, en 1941, regresó a la capital catalana y pidió ser adscrito a la Brigada de Investigación Social, creada para reprimir todas las ideas que el franquismo dejó fuera de la ley, entra ellas el comunismo, que para Creix fue el causante de sus males. Desde su nuevo puesto, «hizo lo que a él le hicieron, se lo hizo a quienes se lo hicieron», detalla el libro.

«No he abordado el libro hasta ahora porque necesitaba un tiempo que pusiera distancia, no quería escribir contra’ sino sobre’ Creix. Quise entender qué pensaba él, por qué actuaba como actuaba y explicármelo psicológicamente para expresarlo a mis lectores». Antoni Batista logró ese distanciamiento y esa comprensión tras dialogar con el hijo de Creix. «Con él tuve la visión de la otra cara del policía, la del hombre y el padre, y tuve acceso a otra documentación del ámbito privado que no estaba ni en los Gobiernos Civiles ni en las Jefaturas por las que pasó», argumenta.

Batista repasa el ascenso de Creix desde policía raso a jefe superior de Policía de Andalucía. Durante esa trayectoria, muchos fueron los que sufrieron el acoso y las torturas del comisario: dirigentes del PCE/PSUC como Miguel Núñez, con el que el autor mantiene una intensa relación, o Joan Comorera; anarquistas como Quico Sabaté o José Luis Facerías; intelectuales como Manuel Vázquez Montalbán, Luís Goytisolo, Salvador Espriu o Joan Oliver; así como dirigentes de ETA condenados a muerte en el proceso de Burgos, una pena que se conmutó a 30 años, y una de sus últimas detenciones más sonadas, la de Eleuterio Sánchez, «El Lute».

Los castigos más usados en los años de Creix

El electricista. Los electrodos sobre cuerpos mojados era una de las formas de tormento de aquellos «años de la victoria».

El corro. El método tradicional de los primeros años. Un grupo de policías pegando a mansalva, a mano y a porra.

La cigüeña. Se ponía al detenido en cuclillas, a veces desnudo para culminar la humillación. Se le esposaba las manos juntas por detrás de las rodillas y se le tenía así lo que aguantara, para golpearlo cuando se desplomaba.

El tambor. Consistía en colocar sobre la cabeza un cubo de aluminio, y golpearlo con las porras. Los tímpanos se hacían trizas, la sordera era una secuela inevitable, y el dolor, infernal.

La bañera. Un método basado en la asfixia: meter la cabeza del detenido en un cubo de agua, con el habitual plus de humillación después de que un torturador orinara o escupiera. El sadismo la ha perfeccionado cambiando el agua por una bolsa de basura apretada al cuello.

El Cristo. Consistía en tumbar en decúbito supino al detenido, con los brazos en cruz, y golpearle con todo tipo de instrumentos.

El quirófano. En una mesa tendían a la víctima de cintura para abajo, dejando el medio cuerpo superior suspendido en el aire. Mantener una horizontal imposible era la única manera de evitar el terrible dolor en la columna y la hiperemia cerebral.

Público.es


Justicia…

septiembre 12, 2010

MANUEL RIVAS 11/09/2010

Hace muy poco, en el 2001, Argentina era un país desahuciado. Si en Europa hoy hablamos de crisis, lo que vivió ese país fue una joda total. Millones de familias perdieron los ahorros. Los viejos que entregaron sus pensiones a fondos privados, animados por los loros del neoliberalismo mágico, se encontraron de repente en la indigencia. La pasta de los más ricos, avisados, emigró como las golondrinas. Los barrios del Gran Buenos Aires se autoorganizaron para dar de comer en ollas populares. Hoy Argentina levanta algo más que la cabeza, pese al mangoneo de una oligarquía prepotente, bendecida por una curia pendiente de exorcismo. Trazos cavernícolas que se prestan, sí, a un paralelismo con la España del Último Día. Sería recomendable que unos y otros viesen Tatuaje,donde se lleva a la escena la vida de Miguel de Molina, el cantor torturado por esbirros de Franco y que encontró refugio en América, con la ayuda de Evita. Por cierto, pocos países en el mundo tienen el pulso cultural que hoy tiene Argentina, donde también se está escribiendo el mejor periodismo literario. Agarren, si pueden, Frutos extraños, de Leila Guerriero, y Si me querés, quereme transa, el último de Cristian Alarcón. En el renacer después de la ruina, algo habrá tenido que ver la presidenta Cristina Fernández, denostada por la derecha como una bruja. Pocos países en el mundo de hoy han avanzado tanto en el campo de los derechos humanos. No he llegado a esta conclusión por birlibirloque. Lo pienso al salir de un juzgado en Comodoro Py, donde he podido asistir, como un ciudadano cualquiera, al juicio a la plana mayor de la ESMA, el centro de la Armada que la dictadura convirtió en un matadero. Y me ratifico al leer la resolución de la Cámara Federal, que se dispone a investigar el genocidio franquista si no lo hace la Justicia española. Gracias, Argentina.

El País.com



La cultura que silenció las pistolas…

septiembre 12, 2010

100 años de anarquismo en España. La historiografía rescata la memoria de una revolución sin precedentes en el mundo.

Dos mujeres leen el diario gratuito anarquista ‘Solidaridad obrera’. Colección del Instituto Internacional de Historia Social de Ámsterdam

EIO H. RIAÑO MADRID 11/09/2010

El orgullo acabó con el salario del hambre. Sacó de la oscuridad a un pueblo hundido en la explotación de los nobles ideales de vampiros, hienas y chacales. Hizo de la revolución una acción calculada, sin margen a la espontaneidad ni la improvisación. El orgullo también abrió horizontes a aquellos hombres que, amaestrados para trabajar desde la niñez, se ilustraron y llevaron a cabo unas prácticas sociales y culturales que les enseñaron el sentido de la justicia y la dignidad. «Unos horizontes que se hicieron realidad en la España de los años treinta cuando pusieron en práctica sus teorías, algunas de ellas ensayadas ya desde hacía muchos años», cuenta la historiadoraDolors Marín, autora de Anarquistas. Un siglo de movimiento libertario en España (Ariel).

«La revolución se ensayaba en las noches cultas de los ateneos o de las casas del pueblo. En el trabajo cotidiano de ladrilleros, carpinteros, vidrieros y otros oficios manuales», explica la profesora Marín desmontando la imagen de la bomba, la pistola y el sabotaje de anarquistas camuflados bajo una gran capa negra, en la que se ha insistido obviando la otra cara: el proyecto cultural anarquista español.

«La revolución se ensayaba en las noches cultas de los ateneos», cuenta Dolors Marín

El libro de Dolors Marín es unas de las piezas que en los próximos días irán apareciendo para celebrar los 100 años de creación de la Confederación Nacional de Trabajo (CNT), datada oficialmente en Barcelona los días 30 y 31 de octubre y 1 de noviembre de 1910. Fue el origen del anarquismo en España, un cuento con presentación (las décadas violentas, de «los reyes de la pistola obrera»), nudo (apogeo durante la Guerra Civil española) y desenlace (desaparición a golpe de represión franquista y olvido en la Transición), apenas unas décadas en las que el anarquismo montó un proyecto cultural para emancipar al pueblo.

Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, escribe en el prólogo del libro que coordina titulado Tierra y Libertad. Cien años de anarquismo en España(Editorial Crítica), que los enemigos del movimiento, «a derecha e izquierda, siempre resaltaron la afición de los anarquistas a arrojar la bomba y empuñar el revólver. Son, sin duda, imágenes exageradas a las que tampoco hemos escapado los historiadores que tan a menudo nos alimentamos de esas fuentes, apologéticas o injuriosas, sin medias tintas».

El historiador advierte de que la historia del comunismo en España está por hacer. «Ya es hora de acabar con los mitos en torno a los anarquistas».

Julián Casanova critica las imágenes exageradas de la bomba y el revólver

«La historiografía actual no concibe el estudio de un cambio político y social sin tener en cuenta la historia cultural», explica la historiadora Mary Nash, catedrática de Historia Contemporánea en la Universidad de Barcelona, que también participa en el libro Tierra y Libertad. «Ahora empezamos a corregir este error, a incluir la visión cultural que afectó a la revolución anarquista española», asegura.

Nash es una pionera en los estudios de las mujeres, dedicada a la historia de las mujeres y a recuperar las voces de las mujeres libertarias y del anarcofeminismo español. «El papel de la mujer fue original en el contexto internacional porque aportó la idea de la necesidad de una doble lucha: la emancipación de la mujer y la lucha social a partir de la organización Mujeres Libres», explica.

El brazo crítico

La importancia de las mujeres en el proyecto cultural anarquista fue decisiva para lograr el avance social. «Ellas se ocuparon de lo que sus compañeros obviaron», explica Nash, que advierte de que fue empeño y tarea de las compañeras anarquistas el afán que debía poner fin a la educación deficiente de aquellos colegios públicos que impedían una formación capaz de liberar a la población obrera. «Mejoraron las condiciones laborales y culturales de la población, educaron en el cuestionamiento crítico de la jerarquía patriarcal».

Dolors Marín incide en que al principio les cuesta integrarse en el sindicato, pero acuden a los ateneos, escuelas y bibliotecas. Con la llegada de la CNT al gobierno republicano, impulsan leyes de planificación familiar, educación sexual y aborto. Por supuesto, la burguesía y la Iglesia rechazaron estos proyectos. «Cuando llega el franquismo, hay una doble represión de género contra la mujer. Luego, la gente de la Transición no les preguntamos a las mujeres por lo que habían pasado. No se les preguntó por una de las revoluciones más importantes que ocurrieron en el mundo por miedo y silencio», enfatiza Marín con disgusto.

Junto a los libros mencionados, aparecerán dos exposiciones en las que se pone especial énfasis en su labor ideológica-cultural, en la creación de canales de comunicación e información y en la puesta en práctica de toda una red cultural alternativa, proletaria, de base colectiva. La Diputación Provincial de Zaragoza monta en el Palacio de Sástago la exposición Tierra y Libertad, que ilustra el libro de Julián Casanova, en la que se repasan los orígenes del movimiento en el siglo XIX hasta su desaparición con el franquismo, entre el 6 de octubre al 12 de diciembre.

Loquillo y Labordeta, entre otros, participan en un disco con canciones anarquistas

Los ámbitos a los que se dedica revisan los grandes pensadores anarquistas europeos, la versión española, el terrorismo y las acciones violentas (con la recreación del magnicidio que acabó con el presidente José Canalejas, asesinado por un anarquista mientras miraba el escaparate de una librería en Madrid), los orígenes como fuerza política de la CNT, el anarquismo en las urnas, la Guerra Civil, el exilio, la cultura (con una recreación de una imprenta de un taller de edición) y los 20 nombres del anarquismo y cientos de testimonios de historia oral de anónimos.

Además, se complementa con la muestra Libertarias, en el Palacio de Montemuzo, también en Zaragoza, donde se rinde homenaje al papel de las mujeres anarquistas. También aparecerá un libro-disco en el que se recuperan las canciones populares anarquistas cantadas por músicos actuales, como Carbonell, Loquillo o Labordeta, entre otros. Por último, en Huesca, habrá una semana con 18 encuentros sobre anarquismo con especialistas.

Domingo Canela nunca fue a la escuela. Ladrillero desde los 8 años de edad, ayudó a sus hermanos mayores a completar el salario del hambre. Su orgullo acabó con su condena y con la de un pueblo destinado a «nobles ideales a merced de vampiros, de hienas y chacales».

Dolors Marín recuerda de él y de otros anarquistas con los que se entrevistó su modestia, su austeridad y una riqueza intelectual representada por sus bibliotecas particulares. «Me impactó la pasión por la cultura de los obreros artesanos», reconoce.

Gil ve el eco de aquellos valores críticos en movimientos asociados de jóvenes de hoy. Dolors Marín coincide en el análisis: «El movimiento de ocupación es un proyecto artístico y cultural similar al de los años veinte. Son espacios alternativos al discurso oficial, espacios de creación y difusión como el ateneo de la década de los veinte». Mary Nash añade que «detecto que hay un interés creciente de los alumnos universitarios por la recuperación de la dimensión cultural de aquellos años. No les interesa la dimensión política y ese antiautoritarismo lo aportó el anarquismo», .

No obstante, el anarquismo, como reconoce el propio Julián Casanova, tenía un sustrato anticapitalista fundamental, «por encima incluso de la idea contra el poder». Sin embargo, la historia nos dice que es una ley inexorable «que todo proceso revolucionario acabe en un fogonazo».

Público.es