Cuelgamuros en 2010: cada uno a su sitio.

octubre 13, 2010

Es sorprendente leer comentarios en las redes sociales donde se preguntan algunos si se están exhumando los restos mortales de unos y de otros no, si se dan las circunstancias de que algunos familiares de víctimas del franquismo sean privilegiados sobre otros. Sorprendente no, absurdo.

Para empezar atendiéndose al comunicado de Presidencia y al testimonio del propio Abab (ver aquí abajo) no se ha realizado ninguna exhumación, no se ha tocado un solo resto humano: solo se ha observado y fotografiado desde el exterior (abriendo el mármol o  la pared de ladrillos que tapian los osarios) el estado del osario y el de las cajas allí depositadas.

Por otra parte comprobando las ayudas económicas a familiares de víctimas y asociaciones que los representan  para exhumaciones y en este caso en Cuelgamuros se puede comprobar que son pocas ( cuatro) las peticiones y que además han sido “temporalmente” rechazadas justamente a la espera de tener un informe oficial sobre la viabilidad de posibles exhumaciones de la enorme fosa común que representan esos osarios dentro de  la abadía del Valle de los Caídos.

También sabemos que el Gobierno está digitalizando los documentos relativos a todas las entradas de restos mortales de víctimas en ese recinto desde 1959 ya que cada exhumación, cada listado, cada fecha y cada depósito en el Valle quedó por escrito y están albergados en el Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares, igualmente inscritos en el libro de entradas de los propios benedictinos de la Abadía cuando llegaban a Cuelgamuros.

Teniendo en cuenta esos datos la duda no es razonable: el Gobierno ha atendido explícitamente a las peticiones de subvenciones que le han sido sometidas. No hay preferencias, ni favoritismo. Evidentemente solo han hecho peticiones concretas los que con su empeño, largo en el tiempo y en la investigación como Fausto Canales desde 2003, han conseguido localizar las fosas donde fueron abandonados por los asesinos sus seres queridos y han podido comprobar que sus restos mortales ya no se encontraban ahí, inclusive con datos suministrados por la Abadía certificando su depósito en el Valle y su situación en el osario (detrás de que altar, en que piso y el numero de la caja mortuoria).

Es obvio que proviniendo de toda España y con el recuento de las entradas cifradas en 40000 (hasta 60000 según el Abad) más de 10000 de ellos sin nombre, los cuerpos de los republicanos robados de las fosas por los franquistas ocultando así las pruebas de sus delitos, deben de ser recuperados todos por los familiares que lo deseen y representan un escandaloso hecho visto el silencio mantenido hasta ahora por parte de las Autoridades; podríamos también hablar de crímenes contra la Humanidad y en este caso doblemente: asesinato y desaparición , agravado por una nueva desaparición y ocultación del “corpus delictis” ( en cajas sin nombres ocultos detrás de las paredes de la Abadía en osarios comunes con el acceso imposibilitado). Esa denuncia fue recogida por el juez Baltasar Garzón y ya sabemos en que punto estamos con el “amparo judicial” del que la Ley obliga al Estado.

Para más sorpresas nos encontramos con una nueva querella interpuesta por Falange y esta vez contra el Gobierno…Eso si que es absurdo: ahora, los herederos ideológicos de los asesinos de entonces, hablan de «un acto ilegal» y de “profanación”, sino fuera por la gravedad del tema podríamos considerar esa querella como una broma mórbida.

Cada uno a su sitio: los restos mortales de las víctimas del franquismo donde sus familiares quieran que reposen en paz, Franco y José Antonio con sus familias (ideológicas y/o biológicas), el Gobierno a cumplir sus promesas, el Juez Garzón restituido en su puesto de la Audiencia Nacional. Y los Falangistas a sus cavernas.

Verdad, Justicia y Reparación para todos siguen siendo imprescindibles.

Pedro Vicente Romero de Castilla Ramos.

Informaciones y opiniones en prensa:

El botín de Cuelgamuros. (Ignacio Escolar)

 Al padre de Fausto Canales lo asesinaron los falangistas el 20 de agosto de 1936. Lo sacaron de su casa de madrugada, lo fusilaron con otros tantos sin juicio, sin compasión. ¿Su crimen? Pertenecer a la Casa del Pueblo. Al padre de Fausto, Valerio Canales, jornalero, lo volvieron a matar en 1959, cuando Franco ordenó llenar la cripta de su pirámide, del Valle de los Caídos, con los huesos de sus víctimas; llegaron otra vez de madrugada, sabían dónde cavar, y se llevaron los cadáveres de Valerio y otros tantos hasta Cuelgamuros. Aún siguen allí: miles de víctimas del franquismo, bajo la tumba del mismo golpista que ordenó su muerte, bajo una inscripción insultante: “Caídos por Dios y por España”.

Fausto Canales tenía dos años cuando asesinaron a su padre. Hoy tiene 76 y hace décadas que busca la reparación más sencilla: poder enterrar a su padre, poder honrarle, poder llorar por él. Es una de las personas que reclama ayuda al Gobierno para recuperar unos huesos que la Falange aún hoy protege como tesoro de guerra, como parte del botín.

Hace unas semanas, técnicos del Gobierno empezaron a trabajar en los osarios de Cuelgamuros para evaluar cómo de difícil sería localizar estos restos. Varios de los familiares de las víctimas, como Fausto Canales, fueron invitadas al Valle para ver las prospecciones. “No fue una visita secreta ni nos pidieron silencio”, me cuenta otro de ellos, Miguel Ángel Capapé. La ultraderecha se ha tomado el asunto como una ofensa a la Raza. El centro reformista, también: el PP quiere llevar el tema al Congreso. La Falange, la misma Falange, ha anunciado una querella contra el Gobierno y, con algo de suerte y el juez adecuado, Garzón ya no será el único procesado por el franquismo. Esto es España, año 2010.

http://www.escolar.net/MT/archives/2010/10/el-botin-de-cuelgamuros.html

Las familias de los republicanos del Valle de los Caídos saben dónde exhumar los cuerpos.

DIEGO BARCALA MADRID 13/10/2010 08:20

 

Atender a los familiares de los fusilados republicanos que exigen al Gobierno la devolución de los restos de sus antepasados enterrados en el Valle de los Caídos sin su conocimiento puede ser más sencillo de lo que parece. Existe la documentación necesaria, el marco legal preciso e, incluso, un precedente exitoso de exhumación de 133 cuerpos en 1980 que dejan la operación de rescate a la «mera voluntad política» del Gobierno, tal y como describen los solicitantes. Tan sólo hay un inconveniente para el Ejecutivo, según interpreta el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Emilio Silva: «El Gobierno sabe que si salen los republicanos, detrás se debe ir Franco».

1. las pruebas. Registro de exhumación

Los benedictinos registraron el lugar exacto de cada cuerpo inhumado

En 1959, concluyó la costosa obra deseada por Franco en el valle de Cuelgamuros. Estaba dispuesta para su inauguración pero faltaba lo más importante: rellenar las criptas que albergarían a «las víctimas de la cruzada», como reza su decreto fundacional. El Gobierno franquista movilizó a todo el Estado en busca de sus víctimas y envió circulares a cada provincia en busca de las fosas de la Guerra Civil.

Los vencedores, a través de los gobernadores civiles, empezaron por sus muertos, pero tuvieron un revés importante en la fosa más emblemática de los golpistas. La hermandad de víctimas de Paracuellos del Jarama se negó al traslado a Cuelgamuros. Las dificultades llevaron a los franquistas a robar los cuerpos de las fosas de republicanos sin avisar a las familias. Cada exhumación, cada listado, cada fecha y cada depósito en el valle quedó por escrito, según ha comprobado Público en el Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares.

Familiares rescataron más de un centenar de cuerpos en 1980

2. situación exacta. El listado de entrada

Los benedictinos registraron en un libro de difuntos hasta 1985 (cuando se interrumpieron los enterramientos que las familias podían solicitar voluntariamente) cada cuerpo que entraba en las criptas y la ubicación exacta de la urna-columbario. «Mi padre está junto a otros seis paisanos, entre ellos una mujer, de Pajares de Adaja en la caja 198, situada en la cripta derecha, piso 1º, detrás de la capilla del Sepulcro. Fue asesinado el 20 de agosto de 1936 en las inmediaciones de Aldeaseca, exhumado el 1 de marzo de 1959 por una comitiva oficial y trasladado al Valle de los Caídos el 23, una semana antes de la inauguración», describe Fausto Canales, tras la documentación que solicitó a Patrimonio Nacional y contrastó con los registros de la abadía benedictina.

Falange se querella contra el Gobierno por inspeccionar los restos del Valle

Canales comprobó en el año 2003 que su padre había sido llevado a Cuelgamuros cuando encontró vacío el pozo en el que había sido enterrado junto con sus compañeros de paredón. «No me conformo con sacar a mi padre. Ahora es el momento de que todas las personas que tengan un familiar allí, lo sepan y se les ofrezca la posibilidad de sacarlo», razona.

3. el precedente. 133 cuerpos en 1980

Una comisión de familiares de fusilados en Navarra creada en 1979 consiguió separar a sus muertos de las tumbas de José Antonio Primo de Rivera y Francisco Franco. Con la ayuda del historiador Javier Tusell presionaron al Gobierno para entrar en las criptas para recuperar los restos. Amenazaron al Ejecutivo con contar todo a la prensa. Un listado archivado en Alcalá de Henares con el encabezamiento Relación alfabética de pueblos, con indicación de la persona que los representa, que tienen restos mortales inhumados en el Valle de los Caídos da cuenta del precedente de exhumación de 133 cuerpos que se produjo en febrero de 1980.

4. Amparo judicial. Pendiente de Garzón

Las familias que solicitan la exhumación acudieron en 2008 al juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, para buscar a sus familiares, después de que el Gobierno no les facilitara el acceso por vía administrativa. El caso acabó en un juzgado de San Lorenzo de El Escorial, que determinó que la competencia correspondía al juzgado de Garzón. Por lo tanto, creó un debate de competencia que está pendiente de resolución en Tribunal Supremo. Esta resolución está pendiente del caso abierto en el mismo tribunal al magistrado por prevaricación.

Uno de los denunciantes del juez, Falange, anunció ayer que se querellará contra el Gobierno por comprobar in situ junto a familiares de víctimas el pasado mes de septiembre el estado de los restos. «Si hubiera de verdad un fiscal general no político en este país, se dedicaría inmediatamente a meter hoy mismo en la cárcel a quienes han osado profanar de manera ilegal unos osarios», argumentó el jefe nacional de Falange, Manuel Andrino. En la misma línea, el PP pidió la comparecencia en el Congreso de María Teresa Fernández de la Vega por la inspección que el Gobierno, «sin cobertura legal», ha iniciado en Cuelgamuros

http://www.publico.es/espana/341266/-mi-padre-esta-en-la-caja-198-en-la-cripta-derecha

Los expertos se asustan ante el caos en la necrópolis del Valle de los Caídos

Martes, 12 de Octubre de 2010

Una noche de mayo en Madrid me encontré con un anciano que lloraba junto a la estación de Atocha. Una mujer intentaba consolarlo. A cada palabra de ella, el anciano sollozaba con más fuerza. Yo esperaba el autobús y sentí curiosidad. La curiosidad es un imán que nos impide separarnos del lugar donde ocurre algo interesante. La mujer llevaba una carpeta en la mano. “Al menos tenemos la sentencia”, le decía. El anciano y la mujer eran de Ganada y habían llegado esa mañana a Madrid para recoger en el archivo militar central la condena a muerte del padre del hombre que lloraba. Había sido empleado del Banco de España durante la II República y fusilado por los franquistas tras la Guerra Civil. Después de recoger los papeles, le preguntaron al funcionario dónde le habían enterrado y éste les dijo que miraran en el Valle de los Caídos. Fueron allí, pero aquello estaba cerrado y no les dieron razón. Ahora la mujer empujaba al viejo porque si seguía allí llorando perderían el tren de regreso.

 Aunque el dolor filtrado a través de los medios de comunicación se queda en cuatro palabras o en una imagen en la pantalla, todavía hoy esa escena se puede repetir. Miles de republicanos fueron desenterrados de los campos de batalla y de las esquinas de los cementerios y trasladados clandestinamente, sin informar a sus familias, a los enormes columbarios del Valle de los Caídos. Cajas con huesos y cráneos fueron almacenados en la cripta sin que en muchos casos se supiera ni su nombre ni el lugar de procedencia. El 30 de septiembre de 2009 una proposición no de ley de los diputados Joan Herrera (ICV) y Uxue Barkos (Nabai), respaldada por el PSOE, ordenó al Gobierno que buscara, identificara y exhumara los restos trasladados a Cuelgamuros si sus familias los reclamaban. En apariencia era una empresa sencilla, pero en la práctica no. El cumplimiento de la ley de la Memoria Histórica asiste a los familiares, pero la realidad vuelve a dejarles indefensos. ¿Por qué ocurre esto?

 Unos años antes de la solemne inauguración del Valle de los Caídos, el 1 de abril de 1959, vigésimo aniversario de “la victoria”, Franco movilizó a todos los gobernadores civiles para que, a través de los alcaldes, aportaran una relación pormenorizada de las fosas en las que reposaban los “héroes y mártires de la Cruzada”. El dictador quería que el gran monumento funerario que había proyectado reuniera al mayor número posible de aquellos valientes. No en vano la obra funeraria, coronada por esa cruz de hormigón de 150 metros, ideada por Juan de Ávalos,  era para Franco el mayor homenaje que podía rendir a sus muertos, comenzando por José Antonio Primo de Rivera y acabando por él cuando se muriera. El gasto fue enorme: 2.439 millones de pesetas, más de lo que, según los datos del III Plan de Desarrollo, dedicó a escuelas. Y el beneficio de los constructores José y Juan Banús Masdéu (Construcciones Molán y Empresa San Román), que emplearon a cientos de presos políticos en horadar y barrenar el granito de la sierra de Guadarrama, directamente proporcional al dispendio.

 La orden de los gobernadores a los alcaldes de exhumar los restos de los muertos del bando nacional chocó, sin embargo, con el inconveniente de dejar a los republicanos como inquilinos de los cementerios de sus pueblos. Muchas corporaciones objetaron y el ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega, que no quería líos, resolvió el asunto diciendo que incluyeran en el lote a los paseados republicanos. De ese modo borraban vestigios. Aquellas exhumaciones se realizaron clandestinamente, si bien, cientos de tumbas eran anónimas. Nunca se informó ni se pensó informar a los familiares. Y unas fechas antes de la solemne inauguración de la monumental necrópolis nacional fueron llevadas las primeras cajas con huesos de republicanos. Algunas contenían restos de hasta quince cadáveres juntos. Llegaban de localidades de Lleida, Teruel, Tarragona, Navarra, Castilla y León, Extremadura, Andalucía, Cuenca, Ciudad Real, Albacete, Toledo, Valencia, Castellón, Guipúzcoa… La investigadora Queral Solé buscó una tumba con milicianos del hospital militar de Lleida y cuando logró los datos sobre el lugar donde fueron enterrados y habló con el propietario del terreno, éste le dijo: “Se los llevaron a todos al Valle de los Caídos en los años sesenta”. Eran un centenar. De toda Lleida fueron traslados unos 2.600 restos, según sus cálculos.

 Para muchas familias de republicanos (socialistas, comunistas, liberales) aquello fue “una profanación masiva de tumbas”. Luego se dijo que el dictador pretendía saldar cuentas para siempre con su pasado fratricida. Pero la realidad era que mientras unos, los del bando nacional, fueron documentados, otros, los enemigos demócratas y republicanos, fueron arrojados al osario sin nombre ni apellidos. Eso sí, unos y otros eran apilados según llegaban. El traslado de restos que había comenzado solemnemente con el fundador de la Falange a hombros de notables camisas azules como Girón, Pinilla y otros prebostes estuvo goteando hasta el año 1983 en que Felipe González puso fin a aquellas ceremonias para solaz de los ultras.

 La dirección del Patrimonio Nacional, del que depende el Valle de los Caídos, tiene registrados 26.701 entregas de restos. La última de carácter colectivo fue anotada en 1981 y consistió en la entrega de huesos de 297 personas exhumadas en el cementerio de Torremejía (Badajoz). Algunos huesos tenían nombre y apellidos y fueron llevados en bolsas individuales. Otros fueron depositados en recipientes colectivos sin nombre alguno. Durante los años sesenta y setenta se recibieron miles de restos sin documentar. Unos 20.000 franquistas documentados descansan en el megacolumbario, según la Fundación Francisco Franco. Los restantes, hasta un número de 60.000, pertenecen al ejército republicano o a demócratas civiles que fueron fusilados, desenterrados y trasladados.

 Para cumplir la petición de algunos familiares de estos últimos de recuperar los vestigios de sus seres queridos, la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, y el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, aprovecharon en marzo el cierre de la basílica para auditar el estado de los osarios. Forenses, biólogos y un experto del Ministerio de Justicia examinaron los columbarios en mayo pasado y decidieron cerrar la operación y sellarlos de nuevo hace un mes. El Gobierno asegura que no realizaron exhumación alguna. Su informe señala, según fuentes de Justicia, que la mezcla de huesos complica extraordinariamente las labores de identificación y supone un trabajo muy costoso y prolongado en el tiempo.

 Para consuelo del hombre que lloraba junto a la estación de Atocha y alivio de la mujer que le empujaba hacia el tren de vuelta a Granada supe, con la ayuda de algunos militantes históricos del PSOE, que su padre fue fusilado en Aranjuez y que sus restos no fueron llevados al Valle de los Caídos sino dignificados, junto con los de otros ciento ochenta demócratas ultimados en el real sitio, en una tumba colectiva que tiene sus nombres grabados y muchas flores sobre la lápida.

http://www.cuartopoder.es/laespumadeldia/2010/10/12/los-expertos-se-asustan-ante-el-caos-en-la-necropolis-del-valle-de-los-caidos/

El abad del Valle de los Caídos, testigo de la inspección

Anselmo Álvarez, abad del Valle de los Caídos, es rotundo en sus declaraciones a ABC: «Yo, que he sido testigo de esta investigación, le aseguro que no ha habido ninguna remoción, ni extracción de restos en el interior de la Basílica; simplemente, las personas enviadas por el Ministerio de Justicia han observado visualmente, tras la retirada de los ladrillos que lo impedían, el estado de los osarios y han comprobado lo que ya decía otro informe hace diez años: Que no se va a poder extraer ni un sólo resto porque no es posible hacer ninguna identificación debido al estado en que se encuentran los enterramientos».

Desde la abadía benedictina de Solesmes, en el francés valle del Sarthe, a donde acude con frecuencia el monje por ser la casa madre de su congregación, Anselmo Álvarez explicó ayer cómo desde primeros de septiembre se ha desarrollado la última fase de la investigación sobre los muertos de la guerra civil enterrados en el Valle de los Caídos, «una operación que empezó en mayo y que se ha producido en tres etapas. La final, a primeros del pasado mes, y que no tenía otro objeto que la inspección visual, y repito, exclusivamente visual, de los osarios».

El subsecretario, presente

«El examen -puntualizó el abad- lo llevaron a cabo un biólogo y un forense, que obtuvieron el máximo de información, aunque en alguna ocasión también estuvo presente el subsecretario de Presidencia del Gobierno, acompañando a una representación de asociaciones o familias interesadas en sacar restos de la Basílica». En total, nueve, que son las que han reclamado los cuerpos de sus parientes, republicanos ejecutados durante la guerra civil, y trasladados en su día hasta ahí sin su conocimiento.

Nueve muertos de entre más de 33.700 caídos de ambos bandos, enterrados en estas criptas según consta en los libros de registro que se custodian en la biblioteca de la abadía benedictina, aunque Anselmo Álvarez hable de cerca de 60.000 cuerpos. Entre ellos los de su propio padre (fusilado por republicanos), su hermana (reventada por una bomba de los sublevados) y un tío (del Frente Popular).

Según el relato de este testigo excepcional, que estuvo acompañado de otros monjes de la abadía mientras duraron los trabajos de investigación ordenados por la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, se examinaron todos y cada uno los osarios.

«En total, ocho, seis situados en la nave central y dos en los laterales de la basílica, para cuyo acceso sólo se han descubierto los ladrillos que los tapiaban. Luego, desde el exterior se ha llevado a cabo la inspección ocular en la medida que había capacidad para observar el interior, lo que en su mayor parte era posible». Esta operación duró cuatro días. «Nosotros sabíamos lo que iba a pasar desde comienzos de mayo y cómo en septiembre se produciría esta inspección ocular. Esta tarea ya ha concluido y ahora estamos a la espera del informe. En buena parte, celebramos que esto haya sido así, porque ahora tendremos la confirmación de los expertos del propio Ministerio de Justicia y de la Vicepresidencia del Gobierno de lo que nosotros llevamos diciendo desde hace tanto tiempo. Sólo espero -confesó el monje a ABC- que con esto se zanje para siempre la cuestión sobre el estado de los osarios de la Basílica de la Santa Cruz y con ella la de la posibilidad de proceder o no a la identificación y exhumación de cuerpos».

Hasta aquí, un camino tortuoso que se inició en octubre de 2009, cuando Patrimonio Nacional, responsable de la gestión del Valle de los Caídos, y la Oficina de Víctimas del Ministerio de Justicia firmaban un acuerdo para digitalizar las fuentes documentales de los restos inhumados en Cuelgamuros. Luego, al socaire de la Ley de Memoria Histórica que con tanto ahínco defendió el propio Zapatero se escucharon ocurrencias de todo tipo, como la de IU, con Llamazares al frente, para convertir basílica y abadía en un parque temático.

El lamentable estado de conservación del conjunto arquitectónico y su cierre oficial a primeros de año fue el detonante de una situación que acabó con el cese del presidente de Patrimonio hasta ese momento, Yago Pico de Coaña, contrario a estas medidas. Después, el Valle pasó a ser competencia exclusiva de la vicepresidencia primera del Gobierno, donde se habla de este asunto «como una cuestión personal de De la Vega».

http://www.abc.es/20101012/espana/tocado-hueso-valle-visto-20101012.html