Licencia para fotografiar

octubre 22, 2010

Martín Santos Yubero retrató con pase el Madrid republicano y franquista, que ahora sale a la luz en una exposición que muestra su archivo de 500.000 fotos

 

UN JUEGO DE NIÑOS. Un grupo de niños pasean por Lavapiés disfrazados de milicianos, en agosto de 1936. MARTÍN SANTOS YUBERO agosto de 1936

 

PEIO H. RIAÑO MADRID 22/10/2010

Con la llegada de los años del plomo y la represión, de la «muerte de la inteligencia», los reporteros gráficos que documentaron y arengaron a las tropas republicanas con sus fotos en la prensa, tuvieron dos opciones: huir, como Agustí Centelles (1909-1985), o quedarse y camuflarse con nuevas ropas, como hizo Martín Santos Yubero (1903-1994). El fotógrafo madrileño, tras la derrota militar de la República, fue generosamente obsequiado con el carnet oficial de prensa del régimen franquista, que se encargaría de cerrar tantos periódicos y revistas que de 2.000 editados en la República, quedaron en 87, en 1945 (de ellos más de la mitad oficiales).

Su reingreso en el diario Ya fue el mismo día de la caída de Madrid, el 28 de marzo de 1939, y tuvo pase especial emitido por el general Andrés Saliquet para moverse libremente entre las tribunas del primer desfile de la Victoria, el 19 de mayo del mismo año. El mismo Santos Yubero que retrató el Madrid republicano, que corrió libre por los frentes de la defensa del Gobierno legítimo, se convirtió en uno de los decanos de la nómina e reporteros oficiales del momento y eso le otorgó un archivo único: nunca nadie estuvo tan cerca de un besamanos de Franco, nunca nadie en la plaza de toros de las Ventas con las tropas nazis desfilando o a los pies de la Cibeles, enterrada entre sacos terreros por el ejército de la República para protegerla, desenterrada por el Madrid fascista.

 

Niños saludando desde lo alto de la Cibeles. Estos jóvenes saludan con el brazo en alto desde la estatua de La Cibeles, que había permanecido cubierta durante los días de la Guerra Civil por el ejército republicano. La foto está fechada el 29 de marzo de 1939

 

Santos Yubero no tardó, por tanto, en calzarse las nuevas ropas a las que fueron obligados vestir los periodistas gráficos, gracias a una norma que ejecutaron las nuevas autoridades y su obsesión por controlar a la prensa: los reporteros debían vestir uniformes de inspiración castrense, diseñados por los estilistas de Falange Española.

«Fue un hombre de la situación: cuando tocaba la República, republicano; con la guerra, anarquista; cuando tocó la Dictadura, falangista», cuenta Publio López Mondéjar, comisario de la exposición El Madrid de Santos Yubero. Crónica gráfica de medio siglo de vida española, 1925-1975, que abrirá sus puertas este sábado en la Sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid. López Mondéjar ha trabajado durante más de dos años entre los aproximadamente 500.000 negativos conservados en el Archivo Regional de la CAM, por los que en 1988 el Gobierno del entonces presidente de la región, Joaquín Leguina, pagó 1.750.000 pesetas.

«A algunos no nos hizo mucha gracia aquella orden», recordaba Santos Yubero en 1981 sobre su nueva vestimenta. «Pero la verdad es que casi todos llegamos a vestir aquel uniforme con correajes. Yo lo llevé unos cuantos meses. Recuerdo que el propio director del Ya me envió una carta indicándome la obligación de llevarlo, y hasta me indicaba la sastrería a la que debía ir para que me lo confeccionasen. Por supuesto, el uniforme lo pagaban los propios periódicos. Al final, acabé acostumbrándome a ver a mis compañeros con aquellos abrigos que parecían de campaña».

Hasta en la cocina

Lo cierto es que, tal y como asegura López Mondéjar, «esta sorprendente militancia del fotógrafo en la Segunda Centuria de Falange, le permitió estar presente en lugares tan inaccesibles entonces para los fotógrafos como las prisiones de la ciudad, que conocía bien gracias a su cercanía con el enigmático líder de la FAI, Melchor Rodríguez».

Isabel Rosell, actual directora general de Archivos, Museos y Bibliotecas, anunció hace un par de años la intención del Gobierno regional de rescatar el maravilloso archivo, olvidado desde su adquisición, enfrascado en los pormenores de la catalogación. La exposición del trabajo de Santos Yubero durante 50 años en Madrid es testigo de los cambios sociales y políticos del país, y saca a la luz imágenes inéditas hasta el momento de la guerra y la posguerra a las que ha tenido acceso este periódico.

Antes de cambiarse la chaqueta para sobrevivir en una ciudad con nuevos colores, desarrolló una actividad vertiginosa como reportero en los frentes de la sierra, Casa de Campo y Ciudad Universitaria. Pero las carencias del material fotográfico adecuado de los reporteros españoles que recurrían a sus antiguas y pesadas cámaras de placas les dejaban en clara desventaja frente a los Capa, Chym, Opless, Taro, Hans Namuth o George Reisner: «Lo peor era saber que junto a nosotros trabajaban muchos reporteros extranjeros con sus Leicas y película de sobra. Los enviaban sus periódicos perfectamente equipados y hasta me temo que a algunos los trataban los mandos militares y los comités obreros mejor que a nosotros», cuenta el comisario de la exposición que le dijo Martín Santos Yubero en entrevistas que mantuvo con él.

«A mediados de 1937 nos quedamos casi totalmente sin material fotográfico, sin películas, reveladores, ni papeles, ni nada. Así es que nos vimos forzados a un paro obligatorio por la escasez de material», recordaba el fotógrafo.

La mayoría de sus fotografías de guerra aparecieron publicadas en el ABC, subtitulado entonces como Diario Republicano de Izquierdas, aunque ya venía colaborando con este periódico desde 1931. De hecho, Santos Yubero encontró dificultades para trabajar en el frente republicano por su vinculación profesional con la Editorial Católica.

De ahí que los días que siguieron al golpe de Estado contra la República no fueran los más felices para este fotógrafo: estuvo detenido un par de semanas por su presunta participación en el Movimiento. «Siempre se había recelado de las imágenes exclusivas del asesinato de Calvo Sotelo, por lo que no dejaron de interrogarme por mi posible colaboración con su partido político. Menos mal que encontré pronto la ayuda de Indalecio Prieto, que hizo lo que pudo para que fuese puesto en libertad», según contó el reportero.

Una vida intensa

Con la ayuda de la documentalista Lucía Laín, Publio ha hurgado entre las cientos de miles de fotografías, que Santos Yubero se atribuyó a pesar de trabajar con un nutrido equipo, a los que retiró la firma de sus fotos para que todo quedara a su nombre. Recuerda el historiador que el propio fotógrafo afirmó en más de una ocasión que con aquellas severas restricciones de libertad de la Dictadura era imposible realizar un trabajo digno. Confesaba, ya jubilado, que los mejores momentos del reporterismo gráfico español del siglo XX habían sido los de la República y la Guerra Civil.

Los peores fueron los del franquismo, cuando Santos Yubero tuvo el privilegio de retratar sin restricciones la nueva España, o casi: «Todo eran tomas de posesión, inauguraciones, homenajes y cosas así. Yo traté de librarme de aquella rutina haciendo cosas de teatro [su primera vocación antes de comprarse una cámara de fotos a los 20 años de edad] y de toros que tenían cierto interés, como el libro que hice sobre Manolete. No es que fuera nada apasionante, pero al menos me sentía en mi ambiente, rodeado de toreros y de gentes del espectáculo» y de cientos de brazos en alto saludando al caudillo antes de empezar la corrida.

 

LAS VENTAS, BRAZOS EN ALTO. Público y toreros saludando en alto durante la corrida de toros, en junio de 1939. MARTÍN SANTOS YUBERO.

 

http://www.publico.es/culturas/342816/licencia-para-fotografiar


Una primera ‘rapada’ ya espera indemnización

octubre 22, 2010

Una víctima de las vejaciones franquistas solicita a la Junta de Andalucía 1.800 euros acogiéndose a un reciente decreto.

FRANCISCO ARTACHO SEVILLA 22/10/2010 08:20

Nació en 1919. Con sólo 20 años fue sacada de su casa, en Casteldeferro (Granada), para ser rapada. Las autoridades falangistas le prohibieron cubrirse la cabeza y ocultar su cabeza pelada. Para más escarnio, fue obligada a barrer las calles del pueblo, para que todos pudieran verla. Su marido fue encarcelado ese mismo año, en 1939. También su hermano, que murió en la cárcel.

 Esto es lo que asegura que padeció la primera mujer vejada por el franquismo que ha solicitado a la Junta de Andalucía ser indemnizada con 1.800 euros, acogiéndose de este modo al decreto aprobado por el Gobierno andaluz el pasado mes de septiembre. La solicitud fue entregada en Almería el 15 de octubre. La víctima no sabe leer ni escribir, por lo que sólo pudo estampar su huella dactilar en el escrito.

 Ahora una comisión se encargará de comprobar la veracidad de la historia. En caso de ser cierta, M. T. L. se convertirá en la primera mujer en España vejada por el franquismo que, además de ser indemnizada económicamente, será reconocida legalmente como víctima.

 Ni siquiera la Ley de Memoria Histórica, aprobada en 2007 por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, dio cabida a estas formas de represión ni a sus víctimas: mujeres que fueron rapadas, obligadas a ingerir aceite de ricinoun fuerte laxante, violadas… Y todo un catálogo de delitos contra la intimidad, el honor y la propia imagen, según recoge el decreto andaluz.

 Un mes del decreto

Ayer se cumplió justo un mes desde que la Junta de Andalucía aprobó el decreto, que no entró en vigor hasta un día después de su publicación en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, el pasado 13 de octubre. Por el momento sólo M. T. L ha solicitado ser indemnizada. No se prevé que sean muchas más las que pidan ser resarcidas con los 1.800 euros por las humillaciones y vejaciones que, de forma organizada, el franquismo llevó a cabo en todo el país. Desde la Consejería de Justicia creen que no se recibirán más de diez solicitudes, ya que la mayoría de estas mujeres han fallecido.

 Vomitivo para el PP

El decreto andaluz, tras su aprobación, no tardó en recibir el ataque frontal del Partido Popular y la derecha mediática. El consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid, Francisco Granados, calificó estas indemnizaciones de «vomitivas». Además, los conservadores andaluces se negaron a votar en el Parlamento autonómico una declaración de apoyo al decreto, que salió adelante con los votos de PSOE e IU. Ni si quiera se molestaron en pulsar el botón de la abstención. Según explicó un portavoz conservador, en esa votación no les iba «nada».

 Las vejadas por el franquismo en Andalucía tendrán sólo hasta el 14 de enero, tres meses, para acogerse al decreto. «Tiempo suficiente» para solicitar la indemnización, según la Junta de Andalucía. 

Mujeres peladas' en la localidad cordobesa de Montilla.Público

http://www.publico.es/espana/342806/una-primera-rapada-ya-espera-indemnizacion


Una ruta de la memoria une en Zaragoza a vencidos y vencedores

octubre 22, 2010

La ciudad homenajea a los 3.543 republicanos fusilados en su cementerio

NATALIA JUNQUERA – Zaragoza – 22/10/2010

«Sentía repugnancia ante tan numerosos asesinatos, no podía aprobarlos». El capellán de la cárcel de Torrero (Zaragoza), Gumersindo de Estella, tampoco pudo impedirlos, pero dejó escritas unas estremecedoras memorias, en las que relató todas las atrocidades del franquismo de las que fue testigo. En las tapias del cementerio de la ciudad fueron fusilados 3.543 republicanos: 3.096 durante la Guerra Civil y 447 más después. El capellán acompañó a muchos de ellos. Antes, en capilla, intentaba ofrecerles auxilio espiritual. «Las derechas están matando en nombre de la religión, y una religión que les inspira tanta crueldad no la quiero», cuenta en su diario que le respondió uno de ellos. Después, «entre el fusilamiento y el tiro de gracia, les daba la extremaunción», afirma el historiador Julián Casanova. El miércoles, el Ayuntamiento de Zaragoza inaugura en ese cementerio una enorme espiral con tantas placas como fusilados, sus nombres, edades y fechas en que fueron asesinados.

La espiral con los 3.543 nombres se integra en una ruta de la memoria única en España, que conserva los monumentos levantados por Franco para homenajear «a los héroes y mártires de Zaragoza, caídos de liberación» y añade los que se han construido «a cuantos murieron por la libertad y la democracia».

 Casanova, que ha elaborado los textos que explicarán al visitante las distintas estaciones de esa ruta de memoria, y Pedro Villasol, empleado en el cementerio durante 53 años, hacen el recorrido con EL PAÍS. La primera parada es la tapia. «No se dejó de fusilar ni un solo día, ni siquiera en Nochebuena», cuenta Casanova. Desde la madrugada del 19 de julio de 1936 hasta el 20 de agosto de 1946 se descargaron frente a aquel muro miles de balas. «Traspasaron la pared y los nichos que había del otro lado, y tuvieron que colocar tablones de madera y sacos de arena para que las balas no entraran en los ataúdes», cuenta Villasol.

 Entre los 3.543 fusilados estaba el maestro Pablo Balagueró, aunque su familia no lo supo hasta que vio su nombre en el listado de El pasado oculto, investigación coordinada por Casanova. «Mi madre murió con 97 años sin saberlo», cuenta José Luis Balagueró, su hijo, de 80. «Le llevó comida a la cárcel durante un mes y medio y resultó que lo habían fusilado el mismo día que lo detuvieron. Lo recuerdo como si fuera hoy. Yo estaba jugando a la pelota y llegaron 11 hombres de paisano pero con fusiles. Me dijeron que llamara a mi padre. Lo llamé, salió, y entonces vi a mi madre, gritando, con mi hermana de cuatro años en brazos y la otra, de 11, agarrándola de la falda. Los seguimos en la camioneta hasta que los falangistas se giraron, nos apuntaron y dijeron que o nos dábamos la vuelta o nos dejaban secos. Al llegar a casa, la habían incendiado. Tuvimos que irnos al pajar de unos vecinos».

 José Luis tenía entonces seis años y su padre, 54. El hermano mayor, Miguel, moriría en 1938 en la Guerra Civil, en el bando franquista. José Luis aún se pregunta por qué fue a luchar con los asesinos de su padre.

 Muerto Franco, en 1979, los restos de unos 2.500 republicanos fusilados en la tapia fueron trasladados a una fosa común bajo un gran monumento «a cuantos murieron por la libertad y la democracia», construido por iniciativa del primer alcalde democrático, Ramón Sainz de Varanda, cuyo padre había muerto a manos del bando republicano. «Tardamos un año en trasladarlos. Era como tocar una tragedia», relata Villasol. «Los habían enterrado sin cajas y recuerdo que encontramos carteras, petacas, navajas de afeitar, ropa… que las familias utilizaban para reconocerlos, porque entonces no había ADN. Se emocionaban mucho… Para poder llevárselos tenían que pagar 2.000 pesetas, un fortunón para la época».

 En este cementerio fueron enterrados también 3.936 «caídos en la Cruzada de Liberación en el frente y hospitales de Aragón». En 1941, el alcalde de Zaragoza, Francisco Caballero, se propuso «eternizar el recuerdo de nuestros mejores» y convocó un concurso para realizar un monumento de homenaje. Ganó una enorme cruz dedicada «a los héroes y mártires de Zaragoza». En cumplimiento de la ley de memoria histórica ese monumento debería haberse derribado. Si se ha salvado es porque a partir del miércoles formará parte de una ruta que ha cambiado su significado.

 De los 3.936 «caídos en la Cruzada», 3.560 fueron trasladados en 1961 al Valle de los Caídos. Casanova opina que en ese lugar, que Franco ideó para inmortalizar su victoria, podría hacerse algo similar a lo de Zaragoza.

 Para concluir el recorrido, Pedro Villasol muestra a este diario los libros de registro del cementerio. Busca un papel en el que fue anotando, poco a poco, todo lo que le llamó la atención y va directo a esas páginas: «¿Ve? Estos están inscritos como ‘prisioneros rojos’… Y todos estos -señala una larga lista- sin nombre: ‘hombre’, ‘hombre’, ‘hombre…».

 Entre los fusilados en la tapia había menores, mujeres y ancianos; muchos, miembros de la misma familia: padres e hijos, hermanos, esposas y madres de rojos. «Zaragoza tenía una deuda moral de reconocimiento y homenaje a todas aquellas personas que murieron sin otra razón que pertenecer al bando republicano y que habían sido condenadas a la pena adicional del olvido y el anonimato», recordó el alcalde de la ciudad, Juan Alberto Belloch (PSOE).

 La decisión de crear en Zaragoza esta ruta de la memoria, financiada con fondos del Plan E, se tomó por unanimidad de todos los grupos políticos. El miércoles estarán presentes en la inauguración alcaldes de los 327 municipios a los que pertenecían las víctimas. También tiene previsto acudir el aún presidente de Aragón y recién nombrado secretario de organización del PSOE, Marcelino Iglesias. El Ayuntamiento se guarda además, una sorpresa musical.

http://www.elpais.com/articulo/espana/ruta/memoria/une/Zaragoza/vencidos/vencedores/elpepiesp/20101022elpepinac_18/Tes