Tribuna de Féliz Azúa: «Los privilegios del fósil»…

diciembre 27, 2010

FÉLIX DE AZÚA 27/12/2010

Durante la Transición se publicó en Barcelona y en catalán una influyente revista, Taula de Canvi, donde escribía buena parte del aparato ideológico del comunismo regional. Su promotor y director era Alfons Comín, un cristiano castrista ya fallecido, con mucho predicamento entre las élites barcelonesas. En el número de julio-agosto de 1977 figuraba un consejo de redacción compuesto por 18 miembros. Todos ellos, con alguna excepción, han hecho importantes carreras dentro de la Administración y buena parte de los mismos aún sigue, 30 años más tarde, entre los directivos más influyentes de la vida oficial catalana. Puede decirse sin miedo a error que esa revista fue el núcleo del mando intelectual de la izquierda revolucionaria catalana que tomaría el poder en la casi totalidad de los centros decisorios de la comunidad.

La maquinaria cultural catalana exige una adhesión total a los que escriben en castellano

Los nacionalistas catalanes desean la capacidad de decidir quién es y quién no es catalán

Josep Benet, Jordi Borja, Josep M. Castellet, Josep Fontana, Cirici Pellicer, González Casanova, Melendres, Molas, Ramoneda, Solé Tura, Vázquez Montalbán y otros miembros del consejo de redacción se cuentan entre los principales responsables de que la vida cultural catalana haya sido lo que es. Treinta años más tarde solo habría que añadir los aliados independentistas con quienes compartieron el poder a partir de la presidencia de Maragall. Cuando los futuros historiadores escriban el relato de la deriva catalana hacia la secesión deberán leer esta olvidada revista.

El número mencionado iba dedicado a un asunto:Escribir en castellano en Cataluña, cuestión que puede parecer cultural, pero que no ha sido nunca sino el fundamento mismo de la ideología nacionalista. En su presentación Jordi Carbonell, coordinador del número, decía: «Escribir literariamente en castellano en los Países Catalanes ha sido siempre un acto con claras connotaciones políticas; por lo menos tantas como escribir en catalán». Lo de escribir «literariamente» es sugestivo: el juicio político iba contra los escritores «literarios» porque a los demás no era necesario decirles nada, ya sabían cuál era la orden, aunque no la cumplieran: a pesar de las consignas casi todos los camaradas escribían en español en diarios como La VanguardiaTele/Express. Treinta años más tarde sigue sucediendo lo mismo.

Carbonell, medalla de oro de la Generalitat en 2001 y presidente de Esquerra Republicana entre 1996 y 2004, añadía más adelante: «El simple hecho de ‘radicar’ en Cataluña o en los Países Catalanes sin la voluntad de devenir (esdevenir) catalán no convierte a una persona en ‘catalán de radicación». Esta es la ambición suprema de los nacionalistas catalanes: poseer la capacidad decisoria que determina quién es y quién no es catalán, herramienta totalitaria que nunca han soltado. Treinta años más tarde la segregación sigue intacta. El propio Montilla lo dijo en más de una ocasión: no basta con nacer y trabajar en Cataluña, hay que manifestar una voluntad pública de «ser catalán» para que el poder te considere catalán. Los comisarios controlan la exclusión y otorgan la integración según un metafísico «querer ser catalán» definido oportunamente por el mando.

El fondo de esta dictadura nacional se sustenta en el mito del invasor. Decía Carbonell en su artículo: «El castellano es justamente la lengua que el poder opresor ha querido imponer en un intento de genocidio cultural consecuencia de una política imperialista». Treinta años más tarde nada ha cambiado, excepto que ahora el mito se enseña en los manuales del Bachillerato. Aunque nadie dude de que la imposición franquista del español sobre el catalán fuera real, lo del «poder opresor» parece que se refiera al Ministerio de la Gobernación y no a lo que antes se llamaba «la burguesía catalana» (auténticos ejecutores del supuesto genocidio), así como a la llegada de los inmigrantes sureños que cargan con la responsabilidad de ser instrumentos de la opresión. La deshonestidad de culpar a los «extranjeros» no solo es una forma insidiosa de xenofobia, sino una mentira que descalifica a quien la dice.

La anterior deshonestidad se completaba con la siguiente frase de Carbonell: «No cabe duda de que los escritores que, viviendo en nuestro país, se expresan literariamente en castellano constituyen un fenómeno cultural inimaginable sin la victoria del fascismo en 1939«. No tener ninguna duda de que el español nunca existió en Cataluña antes de 1939 es el fruto de una ignorancia monumental, de un cinismo rotundo, o de ambas cosas. Sin embargo, 30 años más tarde, esta sigue siendo la verdad oficial.

Tras la introducción, la redacción daba la palabra a los inculpados. Pocos fueron los que contestaron. En tono atemorizado, Carlos Barral aseguraba que él había nacido en una familia bilingüe, pero que tras la muerte de su padre le habían impuesto la lengua materna la cual era «el castellano de la Argentina», pero que de todos modos él se consideraba «irreductiblemente nacionalista». Quienes le conocimos sabemos lo que opinaba Barral sobre el nacionalismo catalán. Más audaz, Gimferrer reivindicaba a los escritores en español siempre que, decía, «hagan suyas las reivindicaciones catalanas» de manera que puedan ser aceptados. Vázquez Montalbán reaccionó dignamente. Allí escribió aquello de que asumía su papel de «judío que vive en Praga y escribe en alemán» y que la encuesta le parecía de orden zoológico más que ideológico. Treinta años después, nada ha cambiado.

Los demás encuestados, todos ellos activistas de la Causa, apoyaban con mayor o menor agresividad la liquidación de los catalanes que escribían en español. Triadú, comisario del ala más totalitaria, afirmaba que quienes escribían en español eran franquistas, pero también lo decía Montserrat Roig cuya inteligencia era algo superior a la de Triadú. «Estos escritores nunca han ayudado voluntariamente a que la literatura catalana se desarrollara y han caído en la trampa política del franquismo», nos sermoneaba Montserrat. El más disparatado era Pedrolo: «Querer pasar por escritor catalán mientras se escribe en castellano equivale a aceptar los planteamientos franquistas». ¿Querer pasar? ¿Y quién quería pasar? Treinta años más tarde, todo sigue igual.

Que todo sigue igual quiere decir que continúa habiendo gente que escribe en español aunque viva en Cataluña, pero que solo si muestra su inquebrantable adhesión al Régimen es aceptado por la maquinaria cultural catalana. Semejante rareza (o semejante chavismo) solo tiene importancia para el contribuyente. A los que escribimos en español no nos afecta porque ya estamos habituados a los insultos del poder. A quienes escriben en catalán esta situación les favorece. La doctrina política oficial solo tiene como consecuencia un gasto desorbitado, el parroquianismo cultural y la ausencia de oposición o competencia. El resultado es que no por ello ha aumentado la lectura de literatura catalana y que la cultura oficial es de uso exclusivamente local y clientelar. Los sueños de cosmopolitismo cultural, de la Cataluña internacional, de la Barcelona destacada en el mapa europeo y demás quimeras se han fundido en el aire exactamente igual que los miles de millones de euros que ha costado fundirlas.

Hay algo, sin embargo, sobresaliente. Que la así llamada «izquierda catalana» no haya superado ni un milímetro sus posiciones totalitarias de hace 30 años, que mantenga programas culturales que en Europa ya solo defiende la extrema derecha, ofrece algunas indicaciones de por qué el tripartito ha perdido cientos de miles de votos el mes pasado. Sin embargo, no enmiendan: para esta gerontocracia todo ha de seguir como en Taula de Canvi. En cuanto se supo la magnitud del fracaso salieron en tromba los más derechistas del Partido Socialista Catalán a decir que todo había sucedido por no haber sido lo suficientemente nacionalistas. Estos ideólogos delirantes querrían mantener intactas las estructuras de poder de hace 30 años porque garantizan su dominio sobre los demás ysus privilegios por encima de todo el mundo. El arrogante menosprecio con el que se dirigen a sus (ex) votantes indica que jamás aceptarán la realidad social catalana. Es muy chocante ver a un por así decirlo socialista envuelto en la bandera catalana. Es un oxímoron viviente. O quizás agonizante.

Félix de Azúa es escritor.

El País (Opinión)

Félix de Azúa es escritor.


«No tuvimos miedo. La prioridad era la acción»…

diciembre 27, 2010

La pareja se dedica hoy a conservar la memoria del Holocausto.- LUIS SEVILLANO

MARIANGELA PAONE 27/12/2010

El 11 de mayo de 1960, mientras un grupo de agentes del Mosad capturaba en Buenos Aires a uno de los principales responsables del Holocausto, el oficial de las SS Adolf Eichmann, un veinteañero de origen judío, Serge Klarsfeld, cruzaba su mirada en el metro de París con una joven alemana. Beate, ese era su nombre, se convertiría en su mujer e inseparable compañera en la búsqueda de criminales nazis por el mundo. «Era muy guapa. Yo me acerqué y tres años después nos casamos», recuerda Serge, sentado al lado de su esposa en un ruidoso restaurante del centro de Madrid. En aquel lejano mayo parisiense, ninguno de los dos sabía que acabarían formando parte del puñado de individuos que dedicaron sus vidas a perseguir a los autores de los crímenes del Tercer Reich.

El matrimonio dedicó su vida a la búsqueda de los criminales nazis

Siete años más tarde de su primer encuentro, Beate, protestante e hija de un soldado de la Wehrmacht, que trabajaba para la oficina franco-alemana para la juventud (un organismo ideado por el presidente Charles de Gaulle y el canciller Konrad Adenauer para acercar a los jóvenes de los dos países), escribió, con la ayuda del marido, una serie de artículos en los que atacaba al canciller alemán Kurt-Georg Kiesinger por su pasado nazi y pedía su dimisión. Quien salió despedida fue ella. «Juntos preparamos un informe», comenta Serge. Su mujer deja que él cuente cómo se convirtieron en cazanazis.

Medio siglo después de cruzarse en el subterráneo de la capital francesa, no dejan de coincidir. Piden el mismo menú, ensalada de tomate y pollo asado. Serge teje el relato y Beate añade los detalles que llenan la historia. Cuenta así cómo en noviembre de 1968 irrumpió en el congreso del partido cristianodemócrata y montó una escena que quedaría para la historia. «Me acerqué a Kiesinger y le abofeteé», afirma, enfilando otro bocado, como si fuera lo más normal del mundo golpear en medio de sus seguidores al canciller de la Alemania federal y enfrentarse después a una condena de un año de cárcel. «Fue un acto muy simbólico», comenta el marido. «Como si hubiera abofeteado a su propio padre». El suyo, Serge lo perdió en Auschwitz en 1944.

No era atrevimiento juvenil lo que movía a los Klarlsfeld. «Tampoco venganza», asegura Serge. Gracias a ellos cayeron personajes como Klaus Barbie, el Carnicero de Lyon, al que encontraron en Bolivia, y Kurt Lischka, jefe del servicio antijudío de la Gestapo. Dicen que nunca tuvieron miedo. «La prioridad era la acción», repiten. Y no pararon. Ni cuando a Beate le detuvieron en Bolivia, en Argentina o en Siria, donde intentaba encontrar al nazi Alois Brunner, el segundo de Eichmann. Ni cuando en 1979 una bomba destruyó su coche. Ni cuando, para protegerles, la policía tuvo que vigilar durante año y medio la casa en la que vivían con sus dos hijos.

Ya no cazan nazis -«no quedan cazanazis porque los nazis tendrían 100 años hoy», dicen-, pero se dedican a conservar la memoria de lo que fue y viajan sin parar para atender a conferencias y dar su testimonio. Mientras terminan el postre -un flan para él y un helado de vainilla para ella, lo único en lo que no coinciden- el marido vuelve sobre lo que alimentó durante más de cuatro décadas su labor: «Si no nos hubiéramos conocido, no hubiéramos hecho lo que hicimos. El amor nos animó».

El País.com


El brazo de la izquierda en Argentina…

diciembre 27, 2010

La Federación de Sociedades Gallegas mantiene su lucha tras 89 años de vida

JOSÉ LUIS ESTÉVEZ – Buenos Aires – 27/12/2010

Acercarse a los 90 años de vida y mantener coherencia con los principios que inspiraron su fundación es algo que no consiguen muchas instituciones. Sí lo ha logrado la Federación de Sociedades Gallegas de la Argentina (FSG), que nació con una declaración de principios que denunciaba la explotación del campesinado en Galicia a principios del siglo XX por parte de la «clase caciquil gobernante». La historia de la FSG siempre estuvo vinculada al pensamiento político de izquierdas y en su seno se registraron importantes controversias entre las diversas facciones que la integraban. Su papel fue fundamental para apoyar a la República y para acoger a miles de perdedores de la Guerra Civil que se exiliaron en Argentina. Hoy las luchas son otras, pero la federación sigue en primera línea de fuego.

Nació en Buenos Aires para denunciar la explotación de los labriegos en Galicia

El colectivo apoya que se investiguen las dictaduras de los dos países

Ruy Farías, historiador y responsable de Investigación del Museo de la Emigración Gallega (Mega) de Buenos Aires, explica que la FSG es un claro exponente de la importancia que ha tenido la emigración en el desarrollo político y social de Galicia a lo largo del siglo pasado. «Hay que tener en cuenta que un 50% de los gallegos que emigraron a Argentina acabó volviendo a Galicia y eso contribuyó a generar intercambios de todo tipo entre ambas orillas», señala Farías. La FSG nace a finales de octubre de 1921, después de un congreso constituyente que duró más de un mes, su primer secretario general fue Ángel Martínez Castro, dirigente socialista y agrarista.

Una de las primeras decisiones de la directiva de la institución fue la puesta en marcha de un periódico que inicialmente se llamó El despertar gallego y que posteriormente tomó el nombre de Galicia. A través de sus páginas se puede comprobar la variedad de posturas ideológicas que convivieron en la federación a lo largo de los años. «El diario no es solo una herramienta de concienciación, sino que también se convierte en un elemento fundamental para la vida social de la colectividad gallega en Argentina. Además, era muy leído en Galicia», apunta Farías.

«La federación nace con una vocación claramente agrarista para apoyar al campesinado en Galicia, pero enseguida llegaron otras ideas, como el galleguismo, el comunismo y el socialismo, que tendrían una gran presencia en la vida de la institución», explica Farías. Apenas ocho años después de su creación hubo una escisión entre galleguistas y socialistas, que volvieron a unirse en el seno de la FSG en 1936. Con el estallido de la Guerra Civil, la federación se convierte en un instrumento de apoyo permanente a la causa republicana. Se crea la Central Gallega de Ayuda al Frente Popular Español, que sirve para canalizar la ayuda. «Argentina es el tercer país del mundo que más apoyó a la República después de Francia y Suecia, y en gran parte se debe a la ayuda de los gallegos encabezada por la FSG», indica el historiador.

Tras la derrota republicana se presta apoyo a los perdedores y se facilita la llegada de los que quieren exiliarse en Argentina. Llegan muchos intelectuales y algunos de ellos tuvieron un papel importante en la vida de la federación. Una de las disputas más célebres tuvo lugar entre Castelao, partidario de la creación de centros provinciales que debilitarían a la federación, e intelectuales como Eduardo Blanco Amor, Arturo Cuadrado y Luís Seoane, que estaban en contra de esta posición. Con la dictadura franquista, a la federación se le cierran los caminos para actuar en Galicia, pero alguno de sus miembros, como Antonio Seoane, deciden cruzar el océano para tomar las armas y combatir al enemigo desde dentro. Murió ejecutado a garrote vil en A Coruña en 1948.

En las décadas de los cuarenta y cincuenta, la FSG llegó a agrupar a medio centenar de sociedades y a unos 10.000 miembros. En la actualidad, esa cifra se ha reducido a 11 sociedades y unos 4.000 afiliados. Su actual presidente es Francisco Lores, quien destaca que la entidad sigue luchando por los principios que llevaron a su creación y que se resumen básicamente en «la lucha por la dignidad del hombre». Una de las asignaturas pendientes es la incorporación de jóvenes para reemplazar a los mayores que han llevado el peso de la FSG a lo largo de varias décadas. Iniciativas como la creación del Museo de la Emigración Gallega han permitido abrir la institución a nuevas generaciones.

Como las banderas siguen siendo las mismas, cada año se organiza en abril un homenaje a la República y se apoyan causas como la investigación de los crímenes del franquismo en España, la persecución de los represores en Argentina o la lucha contra la restricción del voto a los emigrantes. «Seguimos de cerca lo que pasa en Galicia y estamos contra el ahogamiento de nuestro idioma. Con la Xunta actual mantenemos una relación de respeto e incluso hay alguna ayuda de ellos para el museo», explica Lores, quien, cuando se le pregunta por las protestas contra el voto emigrante, vuelve a exhibir el espíritu guerrero que forma parte del ADN de la FSG: «Soy partidario de tomar medidas contundentes. Para hacer otra manifestación y sacarnos una foto que no cuenten conmigo»

El País.com (Edición Galicia)

 

El presidente de la Federación de Sociedades Galegas en Argentina, Francisco Lores Mascato en un acto conmemorativo. foto: archivo Google Images

Francisco Lores Mascato. foto: archivo Google Images


El chantaje del testigo…

diciembre 27, 2010
JAVIER CERCAS 26/12/2010
No falla: cada vez que, en una discusión sobre historia reciente, se produce una discrepancia entre la versión del historiador y la versión del testigo, algún testigo esgrime el argumento imbatible: “¿Y usted qué sabe de aquello, si no estaba allí?”. Quien estuvo allí –el testigo– posee la verdad de los hechos; quien llegó después –el historiador– posee apenas fragmentos, ecos y sombras de la verdad. Elie Wiesel, superviviente de Auschwitz y Buchenwald, lo ha dicho con un ejemplo: para él, los supervivientes de los campos de concentración nazis “tienen que decir sobre lo que allí pasó más que todos los historiadores juntos”, porque “sólo los que estuvieron allí saben lo que fue aquello; los demás nunca lo sabrán”. Esto, me parece, no es un argumento: es el chantaje del testigo.
    Javier Cercas

    Javier Cercas

    “La memoria es frágil, interesada: no siempre se acierta a separar el recuerdo de la invención”

Tomo la cita de Wiesel de un necesario alegato en favor de la historia publicado por Santos Juliá en la revista Claves (nº 207). Necesario porque, en un tiempo saturado de memoria, ésta amenaza con sustituir a la historia. Mal asunto. La memoria y la historia son, en principio, opuestas: la memoria es individual, parcial y subjetiva; en cambio, la historia es colectiva y aspira a ser total y objetiva. La memoria y la historia también son complementarias: la historia dota a la memoria de un sentido; la memoria es un instrumento, un ingrediente, una parte de la historia. Pero la memoria no es la historia. Elie Wiesel tiene razón, aunque sólo a medias: los supervivientes de los campos nazis son los únicos que conocen de verdad el horror incalculable de aquel experimento diabólico; pero eso no significa que entendiesen el experimento, y sí más bien que, demasiado ocupados con su propia supervivencia, quizá se hallan en la peor situación posible para entenderlo. Tolstói afirma en Guerra y paz que “el individuo que desempeña un papel en el acontecer histórico nunca entiende su significado”. En la un décima parte de Guerra y paz, Pierre Bezujov se adentra en la batalla de Borodino; va en busca de las glorias que ha leído en los libros, pero lo único que encuentra es un caos absoluto o, como escribe Isaiah Berlin, “la confusión habitual de los individuos, ocupados en satisfacer al azar tal o cual deseo humano (…) una sucesión de accidentes cuyos orígenes y cuyas consecuencias, en general, no se puede rastrear ni predecir”. Treinta años antes de Guerra y paz, Stendhal concibió una escena semejante: al principio de La cartuja de Parma, Fabrizio del Dongo, ferviente admirador de Napoleón, toma parte en Waterloo, pero, igual que Bezujov en Borodino, no entiende nada o sólo entiende que la guerra es un caos absoluto y no “aquel noble y común arrebato de almas generosas que él se había imaginado por las proclamas de Napoleón”. Claro que hay en el testimonio de Bezujov y de Del Dongo una verdad profunda, según la cual la guerra no es, para quienes intervienen en ella, más que un cuento lleno de ruido y de furia, que no significa nada. Pero la verdad de Bezujov y de Del Dongo no es toda la verdad; precisamente porque no participó en Borodino ni en Waterloo, el historiador puede silenciar el ruido y aplacar la furia, inscribir Borodino y Waterloo en la serie de las guerras napoleónicas y la serie de las guerras napoleónicas en la serie de la historia del siglo XIX o de la historia a secas, y de ese modo darle un sentido al cuento. A menos que sea muy ingenuo (o muy soberbio), el historiador no pretende alcanzar así la verdad absoluta, que es la suma de infinitas verdades parciales, y como tal inalcanzable; pero, a menos que sea muy inconsciente (o muy perezoso), el historiador sabe que tiene la obligación de acercarse al máximo a esa verdad perfecta, y la posibilidad de hacerlo más que nadie.

Un historiador no es un juez; pero la forma de operar de un juez se parece a la de un historiador: como el juez, el historiador busca la verdad; como el juez, el historiador estudia documentos, verifica pruebas, relaciona hechos, interroga a testigos; como el juez, el historiador emite un veredicto. Este veredicto no es definitivo: puede ser recurrido, revisado, refutado; pero es un veredicto. Lo emite el juez, o el historiador, no el testigo. Éste no siempre tiene razón; la razón del testigo es su memoria, y la memoria es frágil y, a menudo, interesada: no siempre se recuerda bien; no siempre se acierta a separar el recuerdo de la invención; no siempre se recuerda lo que ocurrió, sino lo que ya otras veces recordamos que ocurrió, o lo que otros testigos han dicho que ocurrió, o simplemente lo que nos conviene recordar que ocurrió. De esto, desde luego, el testigo no tiene la culpa (o no siempre): al fin y al cabo, él sólo responde ante sus recuerdos; el historiador, en cambio, responde ante la verdad. Y, como responde ante la verdad, no puede aceptar el chantaje del testigo; llegado el caso, debe tener el coraje de negarle la razón. En tiempo de memoria, la historia para los historiadores.

El País.com


Listado provisional de víctimas republicanas de la Guerra Civil y la Posguerra enterradas en el cementerio de Cáceres…

diciembre 27, 2010

La Asociación Pro Memorial en el Cementerio de Cáceres (PROMECECA) persigue, entre otros objetivos, el reconocimiento y homenaje público de las víctimas republicanas de la Guerra Civil y la posguerra que fueron enterradas en el cementerio de Cáceres.

El primer paso para conseguir dicho objetivo es saber quiénes fueron estas personas, conocer su nombre y apellidos, su localidad de origen y residencia y otros datos, cuyo conocimiento resulta fundamental.

Desde PROMECECA ponemos a disposición de toda persona interesada un LISTADO PROVISIONAL para confirmar, completar o corregir estos datos. Esperamos la colaboración de todos.

Este enlace lo encontraréis también en nuestras páginas en: «Listados de desaparecidos»

https://lamemoriaviva.wordpress.com/enlaces-adicionales/


Enterrar a los muertos,desenterrar la memoria

diciembre 27, 2010

Una crítica al programa de TVE sobrela Memoria Histórica…

 

Adolf Hitler y Franco en su reunión de la estación de Hendaya (Francia) el 23 de octubre de 1940

por Vicenç Navarro

Televisión Española ha presentado un documental, “Tengo una pregunta para mí: ¿vivimos en deuda con elpasado?”, que consiste en cuatro entrevistas a cuatro personas a las que se les pregunta su opinión sobre lo que ha  venido a llamarse en España “recuperación de la memoria histórica”.

Los entrevistados son José Álvarez Junco, una de las personasque escribió la ley conocida por tal nombre; otros dos son Javier Pradera y Santos Julià, que han sido muy críticos con aquellos sectores de las izquierdas que quieren recuperar la memoria de los vencidos, exigiendo responsabilidades; y Julián Casanovas, historiador que critica lo que él define como intento de politizar la memoria, hecho que considera criticable,pues cree que se debiera dejar tal labor de recuperar y conocer el pasado a los historiadores. Todos ellos expresan preocupación por como se está llevando este proceso, atemorizados de que pueda desembocar enunas tensiones que consideran innecesarias e improductivas. Piden que se encuentre a los muertos desaparecidos y, si susfamilias así lo desean, los entierren y se les honre. Pero están preocupados por que este proceso se desmadre y vaya ahora a reavivar lo que ellos llaman “los fantasmas de la Guerra Civil”.

Creo que ésta es también la postura del gobierno socialista y la del mayor partido de la oposición, el PP. Antes de expresar mi desacuerdo con tales posturas, creo justo intentar resumir la postura de cada uno de los entrevistados. De los cuatro entrevistados, el más interesante y más sorprendente considero que es José Álvarez Junco. Éste explica que cuando la Oficina de la Presidencia del Gobierno de España le pidió que escribiera la Ley (como miembro de una Comisión encargada de prepararla) se le instruyó que hiciera una ley que satisficiera tanto a los descendientes políticos de los vencedores, como de los vencidos. Era una ley, según le dijeron en Presidencia, “para cerrar heridas”, aceptable por parte de los dos bandos. (Por cierto, un elemento común en las respuestas de los cuatro entrevistados, es que todos definen lo que llaman la Guerra Civil como una guerra entre dos bandos, definición que no comparto y a la cual me referiré más adelante). La ley, por lo tanto, tenía que satisfacer tanto a las derechas (al PP), como a las fuerzas democráticas herederas de las que existieron en las Cortes Republicanas y de las que lucharon contra la dictadura, de las cuales las izquierdas eran la gran mayoría. No era, aclara José Álvarez Junco, una ley de la memoria histórica, sino una ley de reconocimiento a las víctimas de los dos bandos de la Guerra Civil y de la dictadura. Ahora bien, este reconocimiento tenía límites, según José Álvarez Junco. El nuevo estado democrático –dice él – era continuista del estado anterior, y por lo tanto no podía anular juicios aprobados por el estado anterior. Es más, de hacerlo tendría que conllevar pagos, compensaciones y reivindicaciones que el nuevo estadono estaba dispuesto a realizar. Por lo demás, José Álvarez Junco considera el mandato que había recibido de la Comisión suficientemente complejo como para desanimarle a ir mas allá de reconocer a las víctimas, pues ello nos llevaría a considerar cuál es la memoria, de las muchas que hay, que merece ser recuperada. De ahí que la mejor solución era dejar tal decisión a las familias de los desaparecidos y que éstas –las que así lo desearan – recuperaran la memoria de sus seres queridos. Por otra parte  –añade José Álvarez Junco–no es fácil definir quién es una víctima, o si la víctima merece el reconocimiento y/o el homenaje. ¿Es, se pregunta José Álvarez Junco, merecedor de reconocimiento como demócrata un maquis comunista, cuando –según José Álvarez Junco– tal maquis intentaba establecer una dictadura estalinista? Creo haber resumido correctamente las posturas de José Álvarez Junco. Y, repito, considero sorprendente que el gobierno socialista español quisiera hacer una ley en la que se intentara honrar a las víctimas y a la vez satisfacer a los victimizadores. Incluso numéricamente, los golpistas crearon muchas más víctimas que los que defendieron la República Democrática y lucharon más tarde para reinstaurarla de nuevo, incluyendo, por cierto, al Partido Comunista y los maquis. Como bien ha documentado el Catedrático Josep Fontana, el Partido Comunista tenía como objetivo restablecer la democracia parlamentaria existente durantela República. Es más, las víctimas de los republicanos no hubieran existido si no hubiera habido un golpe militar que desencadenó toda la violencia.

Considerar como un proyecto factible el desarrollar una ley de reconocimiento que satisfaga por igual a vencedores y vencidos asume erróneamente que lo que ellos llaman los dos bandos comparten las mismas responsabilidades en lo ocurrido en aquel periodo de nuestra historia, lo cual es obviamente falso.

Una recuperación justa con homenaje a las víctimas, lleva inevitablemente a denunciar a los vencedores. De ahí la continua oposición a tal proceso por parte de sus sucesores. Creer que se puede satisfacer a vencedores y vencidos es asumir y reproducir esta imagen tan generalizada hoy en España, de que la mal llamada Guerra Civil era una lucha entredos bandos que, llevados por ideologías extremas (como subraya Julián Casanovas), cometieron barbaridades, que es importante recordar y conocer para no reproducirlas en el futuro.

Pero la realidad, fácilmente documentable, fue distinta. En realidad, lo que se requiere no es sólo la recuperación de la memoria de los vencidos, sino la corrección de la historia que se ha enseñado a la juventud en este país. José Álvarez Junco indica que ha habido “silencios” sobre la historia de España. Pero, por lo visto, no se pregunta porqué ha habido tales silencios. En realidad, estos silencios se deben precisamente al enorme poder que los sucesores de los vencedores tienen todavía sobre el estado español continuista del anterior y sobre la sociedad. ¿Cómo se explica que los primeros documentales que se presentan en la televisión española (el medio de educación popular más importante del país) sobre las atrocidades del franquismo (documentales como “Els Nens Perduts del Franquisme”), sin acompañarlos de los “horrores”cometidos por el otro bando (como siempre había ocurrido) no se hiciera hasta casi un cuarto desiglo después de que se inaugurara la democracia? La función de este silencio es reproducir la versión “oficial” que se enseñó durante muchos años, que fue transformándose desde presentar a los golpistas como los buenos, a la versión existente hoy de que no hubo ni buenos ni malos, pues los dos bandos eran culpables.

Esta versión de los dos bandos es la versión “oficial” que adquiere su relevancia, no por sanción del estado, sino por la ausencia de otras versiones que la cuestionen, al estar excluidas en los mayores medios (incluyendo los públicos) de información y persuasión. José Álvarez Junco niega que haya una “historia oficial” y tampoco desea que exista. Ninguno de los cuatro entrevistados quiere hacerla, denunciando a aquellos que lo desean. Si visitan cualquier país democrático verán, sin embargo, que en las escuelas públicas se explica una única historia, resultado de unos valores democráticos definidos por las instituciones representativas gobernadas por las fuerzas democráticas.En cualquier país democrático, los libros de textoen las escuelas son aprobados por los representantes de la población. Y, en su mayoría, promueven valores democráticos, incluidos en la versión de sus historias. En España, los silencios son reflejo del miedo y/o el deseode no mirar atrás, pues el estado actual es, como José ÁlvarezJunco reconoce, un estado continuista de un estado dictatorialbasado en un golpe militar. De ahí el énfasis en no mirar al pasado, pues este no mirar al pasado es una manera de silenciar una visión democrática de nuestro pasado, promoviendo así indirectamente la versión de los dos bandos que comparten responsabilidades en lo acaecido. Pero este silencio también tiene su función, según Álvarez Junco: permitir la convivencia entre los herederos de los dos bandos, cada uno con su propia memoria.

El estado actual es continuista de un estado dictatorial basado en un golpe militar. No mirar al pasado es una manera de silenciar una visión democrática de nuestro pasado….

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Enlace:

http://www.rebelion.org/docs/119222.pdf


La CRMH de A Coruña pide retirar a Fraga la distinción de «hijo adoptivo»

diciembre 27, 2010

Manuel Fraga Iribarne - Fotografía de archivo

27-12-2010 /

A Coruña, 27 dic (EFE).- La Comisión por la Recuperación de la Memoria Histórica de A Coruña (CRMH) ha reclamado hoy la retirada al ex-presidente gallego Manuel Fraga de su distinción como «hijo adoptivo» de la ciudad, «por los servicios prestados a la dictadura franquista».

En el tercer aniversario de la aprobación de la Ley que regula la retirada de la simbología franquista de las calles de las ciudades españolas, la CRMH ha difundido un comunicado en el que afirma que «queda mucho por hacer».

Los escudos franquistas de la fachada del cuartel de Atocha; las placas en las calles Mola, Sarjurjo, División Azul, Caídos; los retratos de alcaldes franquistas; o la calle Calvo Sotelo, «uno de los instigadores del levantamiento en la ciudad», son algunos de los elementos que todavía no han sido retirados.

La CRMH valora en el comunicado la retirada de elementos como la estatua de Millán Astray o el bajorelieve de Franco del salón municipal de plenos.

ABC.es vía google noticias


La ARMH de Palencia ha realizado en 2010 cinco exhumaciones en fosas comunes…

diciembre 27, 2010

El colectivo dice que pocos ayuntamientos cumplen la Ley de Memoria Histórica cambiando o eliminando nombres o símbolos alusivos al régimen franquista…

26.12.10 –

ICAL | Palencia

Oscar Navarro / ICAL La ARMH homenajea en Paredes de Nava (Palencia) a 16 fusilados en Frechilla en 1936

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Palencia (ARMH) realizó un positivo balance de su actuación a lo largo de 2010. En total ha llevado a cabo cinco exhumaciones de cuerpos en fosas comunes, cuatro catas de terreno para avanzar en posteriores búsquedas de restos humanos y cuatro homenajes a víctimas de la Guerra Civil.
La ARMH ha ido realizando las actuaciones previstas, con algunas diferencias al hacerse cinco exhumaciones en vez de las seis previstas en el proyecto original, ya que una de ellas, la de Celadilla del Río, ha resultado fallida hasta el momento. En el caso de las catas sólo se han realizado cuatro de las nueve previstas, mientras sí se llevaron a cabo los cuatro actos de homenaje y colocación de las placas nominales y conmemorativas de la represión franquista en Paredes de Nava, Torquemada, y dos en la ciudad de Palencia.
“Tras la presentación de la memoria podemos hablar de satisfacción en el seno del colectivo”, apuntaron desde la ARMH de Palencia por la labor realizada. Si bien los objetivos no se cumplieron en su totalidad, se buscaron otros alternativos. Es el caso de algunas exhumaciones que han tenido que ser sustituidas por otras o algunas catas que no se han podido realizar, “por falta de medios o por la negligencia de algunos ayuntamientos en la demora, injustificada, de la concesión de los permisos”, apuntaron.
En otros casos –como se señala en la memoria anual- hubo catas para la localización de las fosas comunes que han resultado fallidas y quedarán pendientes una vez que el equipo de investigación haya recabado nueva información sobre la localización precisa de la fosa común. Los cambios en el paisaje rural y en los caminos y lindes, tras las concentraciones parcelarias de los años ochenta, han modificado, sustancialmente, las referencias tradicionales y hoy es difícil encontrar los lugares precisos.
A la vez se han llevado a cabo otras actuaciones que no estaban previstas inicialmente pero que han tenido una notable repercusión social en toda la provincia de Palencia. Este es el caso de la labor de búsqueda y fotografía de todo el “callejero antidemocrático de la época franquista”, como apunta la ARMH, que aún permanece en la provincia. “Muchos ayuntamientos que siguen sin dar el debido cumplimiento al articulado de la llamada Ley de la Memoria Histórica de diciembre de 2007”, señala.
Cumplir la ley
En este sentido, alude a la Ley de la Memoria Histórica en su artículo 15, donde se hace un llamamiento a los ayuntamientos afectados instándoles a la eliminación “de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura. El objetivo es que sean inmediatamente sustituidos “por otros acordes con nuestra sociedad”, según reza el texto de la carta enviada a los ayuntamientos. ”Lamentablemente, no han sido muchos los ayuntamientos que se han puesto en contacto con la ARMH de Palencia para comunicar el cambio o eliminación de dichos nombres o símbolos alusivos al régimen franquista”, apunta el colectivo. No obstante, se reconoce “la buena actitud” de los consistorios de Boadilla de Rioseco y Becerril de Campos que, tras aprobarlo en pleno, procederán a quitar de su callejero los nombres reseñados y sustituirlos por otros más apropiados.
Mientras tanto, ayuntamientos como Villaconancio, Paredes de Nava, Santervás de la Vega, entre otros, eludieron sus responsabilidades, “increpando incluso” la actuación que ha emprendido la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Palencia. En síntesis, por todo lo expuesto, se considera que la memoria de actuaciones cumple, en lo esencial, lo previsto en noviembre-diciembre de 2008 cuando se elaboró el proyecto con un presupuesto superior al finalmente concedido y su realización durante casi dos años después, por lo que “la satisfacción es más que notable”.

El Norte de Castilla vía google noticias