«Les robaron la vida, pero también la muerte»

febrero 13, 2011

En el marco de la exposición, Desaparecidos,  del fotógrafo y periodista Gervasio Sánchez, varios expertos analizan las dimensiones de los delitos de desapariciones forzadas

PATRICIA CAMPELO MADRID 11/02/2011 14:17 Actualizado: 11/02/2011 14:38

Gervasio Sánchez moderó las intervenciones de Hernando Valencia, Luis Ríos y Emilio Silva.

Gervasio Sánchez moderó las intervenciones de Hernando Valencia, Luis Ríos y Emilio Silva.C. PICASSO

Reflexionar sobre los ausentes desde la óptica jurídica, científica y social fue el hilo que articuló el foro sobre desapariciones forzadas realizado en el contexto de la muestra, ‘Desaparecidos’, del fotoperiodista Gervasio Sánchez, inaugurada el pasado 2 de febrero.

Las intervenciones fueron a modo de péndulo del lamento a la denuncia y de la resignación al optimismo. «Estamos asistiendo al fin del narcisismo español». Emilio Silva, presidente de la Asociación para la recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), dibujaba un perfil con visos esperanzadores sobre lo que ha supuesto este movimiento social en los últimos diez años.

«Parecía que éramos un país diferente, con una Transición modélica, a imitar, pero cuando se empieza a tirar de la manta se descubre que no éramos ese país alegre del sur de Europa», sostuvo Silva, nieto de Emilio Silva Faba, víctima de un asesinato político el 16 de octubre de 1936.

La democracia «que tanto ha costado a la humanidad, y más en España», indicó el presidente de la ARMH, «no se acordó» de las personas que confiaron en la Transición como la «oportunidad de recuperar a sus familiares desaparecidos, víctimas de la represión franquista». Unos familiares que ya en los años 70 «con azadas y con prisas, comenzaron a abrir algunas fosas».

«La desaparición forzada es un crimen de tracto sucesivo que se sigue cometiendo hasta que no se identifica el cuerpo”Que el tiempo no haya restituido como debería a los descendientes de aquellos hombres y mujeres, «los únicos de toda Europa» que hicieron frente al fascismo, es, a juicio de Silva, algo «injusto». «Vieron que tenían mucho que perder y que no importaba nada con tal de defenderlo. Al final, les robaron la vida, pero también la muerte».

Por su parte, Hernando Valencia, profesor de derechos humanos de la Universidad de Siracusa y ex Defensor del Pueblo en Colombia, se detuvo a identificar, en un plano jurídico, los derechos que se vulneran con la desaparición forzada y señaló como momentos claves en los que aparece esta «práctica atroz», el caso de las juntas militares de Guatemala y Argentina. «La desaparición forzada es un crimen de Estado», subrayó, que «vulnera la legislación internacional» en materia de libertad y seguridad personal y el derecho a no ser torturado. «Son crímenes de tracto sucesivo que no prescriben y se siguen cometiendo hasta que no se identifica el cuerpo», explicó.

Luis Ríos, antropólogo de la Universidad Autónoma de Madrid, aclaró el aspecto técnico de la identificación, un proceso que comienza con la andadura «por los archivos y registros oficiales para obtener coincidencias» y termina con las pruebas de ADN en los que casos en que el estudio antropológico no sea concluyente. Todo ello con medios y presupuestos «muy limitados», lamentó.

Los miedos

En el contexto de la posguerra comenzó a calar «el miedo como forma de vida», apuntó el presidente de la ARMH. Un temor que ha llegado hasta la actualidad a través de comportamientos como el que vivió Silva en Villafranca del Bierzo, donde vio interrumpida su conversación con unhombre que le ofrecía su terrible testimonio a la puerta de su casa porque otra persona le chistaba constantemente. O el caso de una charla sobre exhumaciones en un municipio madrileño en abril de 2010, en la que al término de la misma la organizadora dio las gracias a los casi 60 asistentes «por su valentía» y lamentaba que entre ellos no se encontrara ningún vecino del pueblo.

«No estamos acostumbramos a decir lo que se debería decir con libertad»»No estamos acostumbramos a decir lo que se debería decir con libertad. Muchas familias no se consideran víctimas de nada, creen que lo que les sucedió fue algo sintomático del contexto de la época», observó Silva que, no obstante, se congratuló de la paulatina desaparición de esos temores.«Algo está cambiando», y recuerda, como prueba de ello, el trabajo en las exhumaciones de los enterramientos ilegales del franquismo. «En este nuevo contexto llega gente con más sentido de estado que los propios políticos y comienza a abrir fosas».

Este halo de optimismo que tiene que ver con la iniciativa ciudadana se ve rebajado con la realidad que dibujan los poderes públicos. «Es increíble que el Valle de los Caídos se siga financiando con impuestos de los ciudadanos, entre ellos, los de las víctimas del franquismo», visibilizó Silva. En la misma línea denunció la normalización con la que la Real Academia de la Lengua sigue definiendo al franquismo como el «movimiento político y social de tendencia totalitaria».

Memoria pública (Público.es)


Memoria republicana de ida y vuelta…

febrero 13, 2011

Dos colecciones de documentos de exiliados en México regresan a España

Julio Mangada, en una de las fotografías recuperadas.

Julio Mangada, en una de las fotografías recuperadas.B. G. J.

Muchos no volvieron, pero la memoria de bastantes sigue regresando del exilio mexicano. Las dos últimas colecciones de documentos y recuerdos personales recuperadas por el Ministerio de Cultura pertenecen al que fuera ministro de propaganda de Largo Caballero durante el primer año de la Guerra Civil, Carlos Esplà (Alicante, 1875-México, 1971), y a uno de los militares más conocidos de entonces, Julio Mangada. Las colecciones se incorporarán al Centro Documental de la Memoria Histórica en Salamanca.

El llamado «general del pueblo», el teniente coronel Julio Mangada Rosenörn (Sanci Spíritus, Cuba, 1877-México, 1946), poco recordado hoy, fue un militar controvertido, además de vegetariano y traductor del Quijote y las Novelas ejemplares de Cervantes al esperanto. Masón afiliado a Izquierda Republicana, el mismo partido que Esplà ayudó a mantener con respiración artificial en el exilio mexicano, según reflejan las cartas adquiridas ahora, Mangada fue arrestado varias veces bajo la dictadura de Primo de Rivera.

Durante la República, Morgada tomó parte en la rebelión de Asturias de 1934, por lo que fue encarcelado. Y un año después, expulsado del Ejército. A Veracruz, donde murió, había llegado en 1941 desde Casablanca, después de haber desembarcado en Orán dos años antes procedente de Alicante. La colección reúne desde el capote y la gorra del Ejército Popular de la República, al que se unió tras el estallido de la Guerra Civil, así como fotografías, correspondencia y recortes periodísticos.

También desde su Alicante natal se embarcó el periodista Esplá, secretario durante los años veinte de Blasco Ibáñez y que durante la República había ocupado diferentes cargos políticos, rumbo a México.

Ahora regresan 27 manuscritos originales de diferentes artículos, ensayos críticos y cartas, además de primeras ediciones de dos libros publicados en México. Uno de ellos es la transcripción de la conferencia dictada en el Centro Republicano Español de México el 16 de julio de 1942:¿Cuándo volvemos a España?

Esplá desconfiaba de quienes planteaban esa pregunta sin asumir ninguna responsabilidad sobre la respuesta. Como cuando a Unamuno, sobre el que escribió su libro Unamuno, Blasco Ibáñez y Sánchez Guerra en París, le preguntaban «¿cuándo termina esto?», en referencia a la dictadura de Primo de Rivera, de la que ambos se habían exiliado a Francia, Esplá contó ese día que a él también le gustaría contestar: «¡Cuándo ustedes quieran!». Ni Esplá ni Mangada volvieron.

Público.es