Retomo la historia de la construcción del Instituto Local de Segunda Enseñanza y lo sucedido con la placa conmemorativa el 24 de marzo de 1933, cuando se aprueba la adquisición del terreno ofrecido por don Álvaro, doña Isabel y doña María de los Remedios de Llanoponte y Santa Cruz, representados por José González López, como únicos licitadores. Dicho terreno, según se expresa en el acta, está situado en la Calle Nueva, con un frente sobre la misma de cuarenta metros, «a partir del portón existente al lado de las casas allí construidas y contados hacia el Este», y es adquirido por la cantidad de 42.500 pesetas.
En la sesión de 17 de agosto de 1934 se da cuenta de la comunicación, recibida con fecha de día 15 del mismo mes, y que dirige a la Alcaldía el contratista de las obras del nuevo edificio del Instituto, don Antonio Rodríguez Elías, por la cual comunica que dichas obras han quedado concluidas y en disposición de ser recibidas provisionalmente, según informe emitido por la Comisión de Obras Públicas y del arquitecto director de las obras Enrique Rodríguez Bustelo. Su recepción provisional es aprobada por unanimidad. En esa misma sesión se aprueba la compra del mobiliario del Instituto, adjudicado con carácter de urgencia en cinco lotes por un importe total de 5.429 pesetas.
El 14 de septiembre se aprueba la liquidación definitiva de la obra, por un importe total de 407.327,20 pesetas. En esa misma sesión don David Arias y Rodríguez del Valle, alcalde de la ciudad, presenta un escrito en el que da cuenta de su decisión irrevocable de dimitir de su cargo. Las divisiones en el seno de la Corporación son cada vez mayores y los Reformistas están a punto de dividirse en dos facciones, una que se integrará en la CEDA de Gil Robles y otra, en la que se encuentra David Arias y Rodríguez del Valle, que va a desembarcar el partido de Izquierda Republicana de Azaña. La dimisión del alcalde es aceptada por unanimidad.
El 21 de septiembre, se elige nuevo alcalde en la persona de Bernardo García Ruiz-Gómez. El 28 de septiembre se da cuenta de una comunicación de la Subsecretaría del Ministerio de Instrucción Pública, concediendo una subvención de 15.000 pesetas, para terminar la instalación del mobiliario en el centro docente, así como otra comunicación del mismo órgano gubernamental, concediendo al Instituto de Segunda Enseñanza de Avilés la categoría de Instituto Nacional a partir del siguiente curso académico. En el Ayuntamiento se acuerda, por unanimidad, enviar un escrito de agradecimiento al Ministro de Instrucción Pública y otro de igual sentido al Diputado a Cortes Manuel Pedregal Fernández, por las gestiones tan eficaces llevadas a cabo para conseguir la resolución ministerial. También se decide instalar en la torre del Instituto un pararrayos.
Cambio de gobierno
En Avilés, el período que transcurre entre el 5 y el 24 de octubre viene marcado por los hechos que, el Secretario del Ayuntamiento certifica en el Libro de Actas como ‘estados de guerra’, a causa de la Revolución. La consecuencias política de la misma es el cese de todos los concejales socialistas, quedando constituida una Corporación monocolor, afín a la CEDA, que va a gobernar a partir de ese momento y hasta febrero de 1936.
En la sesión de 25 de enero de 1935 se hace constar en acta que, con fecha 23 de dicho mes, la Comisión de Obras Públicas, remite un informe al Pleno en el que propone elevar a definitiva la recepción provisional de las obras acordada el 17 de agosto del año anterior. Es acordado por unanimidad. En la sesión de 22 de febrero de 1935 se aprueba el pago de los honorarios del Arquitecto Director de las obras del Instituto, Enrique Rodríguez Bustelo, formulada por el Colegio Oficial de Arquitectos y que asciende a la cantidad de 9.854,69 pesetas.
En total las obras y equipamiento del Instituto, incluyendo la adquisición del solar correspondiente salen al Ayuntamiento por unas 500.000 pesetas. A eso hay que añadir la cesión a la institución docente del personal subalterno. Si tenemos en cuenta que el presupuesto del año 1934 en el Ayuntamiento alcanzó la cifra total de 1.121.211,75 pesetas y que el año siguiente de 1935 la cifra fue de 1.176.103, 46 pesetas, nos podemos hacer una idea del esfuerzo que para las arcas municipales significó la creación del centro docente. A esas cantidades hay que añadir las correspondientes a los nuevos grupos escolares, el Hospital, la nueva cárcel, la apertura de calles y erección de puentes etc. lo que nos sitúa ante la situación económica en la que se hallaba la institución municipal avilesina en esos momentos.
En el acta de 27 de septiembre de 1935 se recoge en el Ayuntamiento la invitación a la Corporación, del Director del Instituto Nacional de Avilés, para asistir a la inauguración del Curso Académico en las nuevas instalaciones, así como el descubrimiento de dos lápidas, una conmemorativa de la creación del Instituto y otra de la construcción del edificio. En el Pleno Municipal no se ve con buenos ojos el que en las lápidas figuren otros nombres que no sean los Ministros que acordaron la creación y su conversión en Nacional. Sin embargo y a pesar de que en el acta se insinúa la posibilidad de denegar el permiso para la colocación de las placas, finalmente ésta no se sustancia y son colocadas y descubiertas en la ceremonia. Son dos placas gemelas, con la misma forma y dimensiones.
En una se hace referencia a que en la sesión de 17 de marzo y siendo alcalde José López-Ocaña y Bango se solicitó la creación del Instituto para Avilés. En la otra se hace referencia a que el 26 de Marzo de 1932, siendo alcalde David Arias, fue tomado el acuerdo de construir el edificio para ubicar en él al Instituto. Asimismo se hace constar que, gracias a las gestiones del Diputado Manuel Pedregal Fernández fue elevado a Nacional el 26 de Septiembre de 1934.
Ocultar la historia
Sin embargo, el devenir de los acontecimientos, con el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, el levantamiento franquista del 18 de julio de ese mismo año y la consiguiente Guerra Civil y con la entrada en Avilés de las tropas, denominadas Nacionales, el 21 de octubre de 1937, hace cambiar las cosas. La represión que se suscita a raíz de ese momento por el nuevo régimen de Franco supone la ejecución para muchas personas ligadas a la República y a los gobiernos del Frente Popular, como Lumen, Fernando Arias Arias, Elceario Mariño o Ramón Granda Campa.
También supone, para otros, los batallones de trabajadores, la tortura y la cárcel de la que no se sale o se sale con secuelas irreparables, como le sucedió a Hipólito Arias Sierra. O quizás el exilio de por vida, como fue el caso de David Arias y Rodríguez del Valle. Pero eso no fue todo, el nuevo Régimen también trató de borrar, no solo físicamente al rival, sino también su memoria. De ahí las fosas comunes desperdigadas por todo el territorio en las que se enterraron a miles de ejecutados anónimos o que figuran como desaparecidos y que, todavía hoy, después de 75 años de terminada la contienda, es una lucha el poder localizar y señalizar y, en su caso, enterrar dignamente a los ejecutados. Los verdugos o sus sucesores no lo ven con buenos ojos, dicen que es resucitar de nuevo la Guerra Civil.
Pero también en el Instituto tenemos un ejemplo del intento fascista de borrar la memoria. En noviembre de 1937, se constituye la primera Gestora Municipal Franquista de Avilés, presidida por Ignacio Cuervo-Arango y G. Carbajal, que se instaló en los bajos de la Casa de Pedregal, inmueble de ingrato recuerdo. El 21 de diciembre de 1937, en el local de la Junta de Obras del Puerto en la calle de Pinar del Río, hoy Ferrería, se constituye la segunda Gestora Municipal Franquista. El nuevo alcalde es José López-Ocaña y Bango. Recordamos que ya había sido Alcalde, puesto ‘a dedo’, con la dictadura de Primo de Rivera y también presidente del partido único Unión Patriótica. Ahora vuelve de nuevo a ser alcalde ‘a dedo’ en la nueva dictadura, la de Franco.
Es en ese momento que se toma la decisión de modificar una de las lápidas del Instituto Carreño Miranda. No será la lápida que recuerda que siendo alcalde José López-Ocaña y Bango se solicitó y consiguió la creación del Instituto de Segunda Enseñanza. Esa quedó en su lugar. Fue la otra, la que recordaba a David Arias y Rodríguez del Valle y a Manuel Pedregal, la que se modifica. Se le da la vuelta y por el otro lado se graba: «El Claustro de Profesores a los alumnos de este Instituto caídos por Dios y por España: PRESENTES». Esa cara es la que queda visible, la otra se oculta. Con esa acción se borraba todo vestigio de lo realizado por la República en materia de Enseñanza Secundaria, quedando como un logro de la dictadura de Primo de Rivera y de un alcalde de su régimen todo lo relativo al Instituto y además se producía, para mayor escarnio, el bodrio de realizarlo utilizando la misma lápida, dándole la vuelta y convirtiéndola en una loa al nuevo régimen Franquista. Esa lápida es la que apareció, hace unos días, en los sótanos del Colegio Palacio Valdés, edificio originario del Instituto Carreño Miranda. Así sucedió y así se lo cuento a ustedes, en este ‘Cuaderno de Bitácora’.
El alcalde David Arias Rodríguez del Valle salió exiliado a Francia y rodó después desde Burdeos para República Dominicana en el vapor LaSalle entrado a Puerto Plata y después a Veracruz México en compañía de su mujer Rita Fernández, hijo David Antonio e hijas María de la Cruz, María Isabel y Rita Luisa y vivió en la calle de Rosales #2 tercer piso depto. 2 y se mudó a la calle de Lotería Nacional #1 departamento -3 en la Ciudad de México.
Su hija Ma. De la Cruz Arias Fernández tenia beca de la CAFARE para estudiar 2° año de Secundaria en la Academia Hispano Mexicana situada en el Paseo de la Reforma en la glorieta de Colon.
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