Hola abuelo:
Setenta y dos años después seguimos sin poder dejarte flores, y aunque ya intuimos dónde puedes estar, o mejor dicho, dónde estás, la verdad es que no hemos podido ningún año homenajearte dejándote una simple rosa roja sobre tu lecho eterno a modo de recuerdo de todo aquello que fuiste, de todo aquello que hiciste. Tu fotografía de color sepia seguirá iluminada como en cada fecha importante por esa pequeña vela roja que nos recordará siempre que nunca volviste.
Más de 113.ooo motivos hay para recordarte en este día, pero sólo uno es más que suficiente, y es que tanto tú, como los otros abuelos, antaño jóvenes que os dejasteis la vida en el camino tortuoso de la defensa de la libertad, el derecho y la legitimidad contra la sinrazón golpista, el caudillaje del pensamiento único y la justicia del gatillo fácil de apretar, es como si no hubierais existido nunca.
Vuestras cortas vidas no tienen sentido porque la injusticia del vencedor intentó borrar vuestras existencias, porque después de la muerte del sátrapa y genocida Caudillo, una democracia descafeinada e impuesta por el mismo dejó “atado y bien atado” un sistema de borrado colectivo del recuerdo de aquellos que lucharon contra su ignominiosa existencia.
¡ Y aún andamos en ésas lides abuelo, y abuelos de todos! Porque los que os precedieron y no conocisteis, recogieron las semillas de aquellos aires de libertad que vosotros sembrasteis con vuestra sangre, mientras ésta regaba los campos de España con la vergüenza del asesinato impune del ilegítimo del fascismo más aberrante.
Y ahora quedamos nosotros, vuestros orgullosos nietos, bisnietos y unos pocos románticos de las libertades buscando los rescoldos de vuestro pasar por este valle de lágrimas, en esos archivos polvorientos y desmembrados, en las cunetas, barrancos y fértiles campos de la “Una, Grande y Libre” que vosotros defendisteis como verdaderos patriotas.
Vaya desde aquí nuestros más de 113.000 besos a vuestro insigne recuerdo, a vuestras dignas existencias y al dolor de la ausencia aumentado por el olvido y la injusticia de aquél país que defendisteis con tanto tesón, empeño y pocos medios. Nosotros no os olvidaremos, y os seguiremos dejando las rosas en cualquier lugar que os pueda dignificar, como este papel que ahora escribo.
Por todos aquellos que hoy no tendréis flores pero sí recuerdo… ¡Salud, Memoria y República! a todos los «Santos Inocentes» que en una broma macabra perecieron en la defensa de la DEMOCRACIA y de la LIBERTAD.
Jordi Carreño Crispín
Vicepresidente de la A. I. La Memoria Viv@