Devolver el dinero por intentar enterrar a su padre que fue fusilado y posteriormente indultado…
“Que vida tan diferente la suya y la mía Sr. Presidente”…, así cantaba el poeta y cantautor uruguayo Quintín Cabrera. Pues más o menos es lo que nos demuestra la historia, incluso en los denominados países democráticos, o mejor dicho, casi siempre en nuestra España cañí. Hago esta mención para subrayar que siempre hubo clases y que no todos tenemos las mismas posibilidades y oportunidades; y que por otra parte, es algo que ya saben sobradamente la mayoría de ustedes.
A uno se le hiela el alma con muchas de las actuaciones de nuestros estamentos gubernamentales y las acciones de los “cagabandurrias”, “mequetrefes”, “jetas”, “incapacitados” y…, otras lindeces que se me van ocurriendo al dirigirme a nuestra clase política que tiene de todo, menos clase, valga la redundancia.
Leo entre asombrado, apesadumbrado e incrédulo este titular: “UNA ANCIANA SIN RECURSOS SE VERÁ OBLIGADA A DEVOLVER LA AYUDA PARA RECUPERAR A SU PADRE”. Automáticamente me dispongo a leer el artículo en cuestión (y del cual os dejo adjunto el enlace al final de mi comentario) y el asombro y la incredulidad se tornan en indignación, frustración y vergüenza.
No sólo esta mujer y su familia tuvieron que pasar por el traumático proceso de perder un padre durante la Guerra Civil con todo lo que ello conlleva, sino que además, tiene que soportar desde ese mismo instante la insidia de enfrentarse a toda la maquinaria del Estado, orquestada para evitar la recuperación de la memoria de los desaparecidos y represaliados por el franquismo. De repente parece que un halo de luz y justicia les va a permitir recuperar después de una enconada lucha el cuerpo de su padre asesinado impunemente al conseguir una subvención del Ministerio de la Presidencia a través de la incompleta y mal parida Ley de la Memoria Histórica. Hasta aquí casi normal para los que llevamos años en este mundo casi de ficción del memorialismo histórico, la recuperación de la memoria y de la lucha contra el genocidio y represión franquistas.
Resulta que la maquinaria administrativa del entramado estatal y autonómico (que va según el color que rige) impiden que por los huecos que deja la incompleta Ley de la Memoria, la mala fe de los gestores políticos y ésa mano negra que nos sigue manteniendo en el “atado y bien atado” de nuestra pretérita historia prolongada hasta los días actuales, hacen que una vez conseguida la subvención e iniciado todo el proceso de recuperación del cuerpo de su padre, se encuentre en la disyuntiva de que finalice el plazo para tal fin y que el próximo 31 de diciembre (por otra parte trabada en despachos inoperantes que se pasan la pelota el uno al otro) tenga que devolver la subvención.
Una mujer mayor y sin recursos es por tanto obligada a pagar la injusticia de que le hayan asesinado a su padre y, el Estado que debería haber velado por haber recuperado al mismo, curiosamente la condena al pago del dinero que le dio en su día para hacer justicia y cumplir con los requerimientos del derecho internacional sobre crímenes de lesa humanidad, sobre el propio derecho de cumplir con una obligación moral y ética ante todo y con el de amparar a la víctimas. Así que con carácter retroactivo deberá abonar injustamente un importe que no dispone.
A esta falacia de Estado se une la hipocresía y el agravio comparativo de aquellos que delinquen con guante blanco con sus prevaricaciones de alto standing, sus chanchullos amparados por las urnas, los abusos de poder de la prepotente clase que está por encima del bien y del mal y los altos vuelos de sinvergüenzas apoltronados en el esfuerzo de los demás; y que pese a ser condenados nunca son obligados a devolver aquello que han usurpado. Y que además se permiten el lujo en muchos casos de salir beneficiados con plazas en grandes corporaciones, charlas que no conferencias bien remunerada o bien viviendo de rentas cobrados sobre nuestros riñones.
Con este panorama es imposible no sentirse avergonzado y humillado, viendo que el rasero siempre es llano para el pueblo y no tanto para los endiosados privilegiados. Y es que ya lo cantó Quintín… ¡Qué vida tan diferente la suya y la mía Sr. Presidente!
Jordi Carreño Crispín
Vicepresidente de la A.I. La Memoria Viv@
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Comparto plenamente señor Jordi Carreño Crispin todas sus palabras que acabo de leer sobre todo lo de «la mano negra» y bien negra!
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