Puede exhumar a los fusilados, pero le costará 1.600 euros…

agosto 17, 2012

Paralizada la apertura de una fosa en Salamanca porque los propietarios del terreno quieren dinero…

Madrid 16 AGO 2012

El terreno donde la Asociación Salamanca por la Memoria y la Justicia busca a entre 15 y 20 fusilados, cerrado con un candado puesto por la propietaria.

Hay fosas abiertas —casi 300 desde el año 2000—, fosas pendientes de exhumar —al menos 1.200—, y una cerrada con un candado. Está en Pedrotoro (Ciudad Rodrigo, Salamanca) y es la propietaria del terreno quien lo ha puesto. Exige a la Asociación Salamanca por la Memoria y la Justicia, que busca allí los restos de entre 15 y 20 fusilados, una fianza de 600 euros. El arrendatario de la finca, de la misma familia, otros 1.000 como indemnización por daños. Los arqueólogos empezaron a cavar, pero no les dio tiempo a encontrar la fosa. Ahora la exhumación está paralizada. El subdelegado del Gobierno en Salamanca, Javier Galán (PP), ha pedido a la Abogacía del Estado que le diga “qué procede hacer” después de que el juez de Ciudad Rodrigo, al que acudieron los familiares de las víctimas, dijese en un auto que eran “las autoridades administrativas” quienes deben resolver el problema.

La asociación tiene ingresada en su cuenta la subvención de 7.200 euros que recibió del Gobierno anterior para realizar esta y otras exhumaciones en la zona. “Ese dinero es para pagar a los siete arqueólogos, su alojamiento en un pueblo cercano, que por cierto, se llama Águeda del Caudillo, las herramientas y el alquiler de la pala excavadora, que cuesta 30 euros la hora”, explica Severiano Delgado, su presidente. “Esto no es una actividad mercantil, sino humanitaria. Por supuesto, no ganamos dinero con esto, ni nos parece bien que nadie pretenda ganarlo. A esta señora y al arrendatario del terreno, que es su hijo, les hemos ofrecido 800 euros como indemnización y dejarlo todo como estaba en 15 días. El terreno no vale ni eso. Es un pastizal de secano”.

N. M., la propietaria, se enfada cuando este diario le pide su versión. “¡Le he pedido a un técnico agrario que me evalúe los daños y los he denunciado a la Guardia Civil!”.

El subdelegado del Gobierno en Salamanca, que se reunió con la asociación, sigue aconsejando a las partes que lleguen a un acuerdo. “Da un poco de vergüenza el asunto del dinero en un tema tan sensible”, admite.

Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, no recuerda un caso así. “Es de una falta de humanidad brutal. No están buscando oro, sino restos de fusilados. Y lo que pide esta señora es como un rescate. Tiene secuestrado a un grupo de desaparecidos del franquismo”. De hecho, explica, para la mayoría de propietarios de fincas en las que hay fosas de la Guerra Civil, «es un alivio que vayamos a exhumarlos». Así ocurrió recientemente en Espinosa de los Monteros (Burgos), donde el comprador de un chalé en cuyo jardín yacían los restos de 12 fusilados en 1936, permitió a los arqueólogos trabajar durante varios días.

En ese grupo de desaparecidos, la asociación Salamanca por la Memoria y la Justicia busca a ocho hombres  detenidos por falangistas, ingresados en  1936 en la cárcel de partido de Ciudad Rodrigo y «puestos en libertad» sin que sus familias volvieran a saber de ellos.La asociación cree que en este paraje de Pedrotoro podrían estar los restos de Gertrudis Sánchez, La Gaona, una mujer a la que torturaron y fusilaron al principio de la Guerra Civil. Los falangistas también mataron a dos de sus hijos.

Los zapatos de la víctima, expuestos en un bar

Germán Martín, hijo de Manuel Martín, alcalde de Ciudad Rodrigo por el Frente Popular fusilado en agosto de 1936, busca en el terreno de esta señora a su tío Avelino, detenido menos de cuatro meses después. «A mi padre lo mataron con casi toda la corporación municipal.Tenía 44 años y cuatro hijos. Yo era el más pequeño. Él tuvo una sepultura individualizada. Pero después vinieron a por mi tío. Se lo llevaron detenido, dijeron que lo dejaban libre y nunca volvimos a saber nada», explica Germán, de 80 años. Le indigna el problema que ha surgido con los propietarios del terreno para abrir la fosa donde gente mayor del pueblo le ha dicho que puede estar enterrado su tío. «Es una vergüenza. Todo son obstáculos. Esto debería estar haciéndolo el Estado, no las asociaciones. Nuestros familiares no pueden estar por ahí tirados».

Ángel de Miguel es nieto de otro desaparecido del franquismo que podía estar en esta fosa, Alfredo Miguel Plaza, interventor en el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo con el Frente Popular. «Un día un señor mayor del pueblo me dijo que había oído los disparos por aquí», explica. «Mi abuelo tenía 50 años y cinco hijos cuando lo mataron. Dos de ellos estaban luchando en el frente de Guadarrama con los franquistas cuando lo asesinaron. Mi padre, que tenía entonces 14 años, no habló de esto hasta hace dos años. Todavía le daba miedo. Los zapatos de mi abuelo habían estado expuestos como trofeo en el bar al que solían ir».

Ángel Iglesias Ovejero busca en fosas al primer marido de su madre y a tres hermanos de ella, sus tíos. Dos de ellos pueden estar en esta que ahora está cerrada con un candado a la espera de un talón. «Uno tenía 24 años y el otro 26. No sabemos por qué los mataron. No estaban señalados políticamente, eran analfabetos, se dedicaban a guardar cabras», explica. «No hay acta de defunción, ni tumba, ni lápida… Es como si no hubieran existido». Pero existieron. La madre de Ángel los lloró: a sus tres hermanos y a su primer marido, todos asesinados entre agosto y septiembre de 1936. «Yo creo que los mataron a todos por miedo a que alguno quisiera vengar la muerte del otro. Fue una salvajada. Este pueblo tenía entonces menos de 1.500 habitantes y asesinaron a 19 vecinos».

Ángel Iglesias, catedrático de lingüística, de 68 años, cuenta que su madre siempre supo quién había matado a su primer marido. «Se lo dijo el señor que conducía la camioneta en la que se lo llevaron.Nosotros fuimos al colegio con los hijos de los asesinos…» Por eso ahora le duele que la fosa no se pueda abrir por un asunto de dinero. «Creo que lo que le pasa a la propietaria del terreno es que no le gusta que se hable de estas cosas, que se sepan. Pero tiene en su terreno algo que no es de su propiedad. Y nuestro deber es intentar recuperar los restos. Si fueran familiares suyos lo vería de forma distinta».

http://elpais.com/politica/2012/08/16/actualidad/1345154139_206286.html


“¡Mátanos. Acaba con todos!”

agosto 17, 2012

Benita acababa de perder a su marido y dos de sus hijos cuando se enfrentó al falangista. 76 años después, otro de sus hijos, Bernabé ha recuperado los restos…

Madrid 17 AGO 2012

Bernabé Sáez muestra una foto de su hermano Damián, cuyos restos acaba de recuperar. / Óscar Rodríguez

Bernabé Sáez tenía 10 años en 1936 cuando los falangistas mataron a su padre y a dos de sus hermanos en menos de un mes. La misma edad con la que vio a su madre sin pelo, con la cabeza rapada, después de haberle gritado al falangista que la llevaba a rastras al Ayuntamiento con sus cuatro hijos: “¡Asesino!. ¡Mátanos aquí a todos y ya no quedará nadie de Los Pelos! [mote por el que era conocida la familia]”.

Por supuesto, Bernabé no pudo olvidar aquella imagen. Acababa de perder a su padre y a sus dos hermanos. Ahora, acaba de recuperar los restos de uno de ellos, Damián, que tenía solo 22 años cuando lo mataron. Es uno de los 134 fusilados exhumados por la Agrupación de Familiares de los asesinados en los Montes de La Pedraja (Burgos) en los veranos de 2010 y 2011. «Llevaba buscándolo desde que tengo uso de razón», explica. Damián ha sido el  primer identificado por ADN. “Ahora tememos que el nuevo Gobierno no nos dé el dinero que necesitamos para identificar al resto”, explica Miguel Ángel Martínez, presidente de la asociación.

Después de que mataran a su padre, Damián había huído al monte sin armas, porque no las tenía.  «Un día vino al pueblo. Yo lo vi. Estaba tan pálido…», recuerda Bernabé, emocionándose. «Enseguida lo detuvieron y se lo llevaron a la prisión de Burgos y de ahí a la Pedraja,fusilado, a la fosa. Lo mataron por sus ideas. Por ser de izquierdas. Era un trabajador del campo. Además limpiaba botas en el café de Santo Domingo de la Calzada. Muchos años después fui al bar, a ver si seguía allí la caja de limpiabotas. Y estaba». Bernabé la llevó al emocionante acto en el que más de 70 años después, pudo enterrar los restos de su hermano junto a los de su padre.

Después de matar a su padre y a sus dos hermanos, los falangistas les echaron del pueblo. Un hombre les prestó una caseta de campo. Hasta allí fue a buscarles un falangista apodado El Tuerto, que después de tirar el perol de patatas que Benita cocinaba para sus cuatro hijos, la llevó a rastras hasta al Ayuntamiento para raparle la cabeza, darle aceite de ricino y provocar la estremecedora escena que Bernabé no ha podido olvidar: «¡Asesino! ¡Mátanos a todos!…». Después los metieron a todos en una camioneta y los dejaron en el lavadero de un pueblo llamado Baños de Rioja. «Dormimos allí y por la mañana el alcalde nos dijo que allí no nos podíamos quedar y nos pusimos a caminar por carreteras hasta que llegamos a Treviana, y allí  mi madre se puso a trabajar en la siega y mi hermano el mayor, de 13 años, la ayudaba…»

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Pasaban hambre. «Yo quería darle a mi madre una vida mejor, una comida mejor… y empecé a robar. Nos lo habían quitado todo. Nunca robé otra cosa que no fuera comida en casas, en tiendas…», recuerda Bernabé entre lágrimas. «Me detuvieron, salí de la cárcel y delinquí otra vez. Estuve en muchas prisiones: En Madrid, en Gijón, en Santander…Cuando salí, me echaron dos años más por deserción en un batallón disciplinario en El Aaiun. Quedé libre en 1962. Jamás, jamás, volví a robar a nadie».

Bernabé está “feliz” por haber encontrado a Damián. “Fue muy emocionante. Ahora me falta recuperar los restos de mi hermano  Eusebio. Lo mataron en otro pueblo y está en una cuneta. Cuando lo encuentre, podré estar tranquilo”. Tiene 88 años. Casi lo ha conseguido.

http://elpais.com/politica/2012/08/17/actualidad/1345156937_199956.html