EL FLACO FAVOR DE LÉON BLUM…

julio 31, 2011

En el  año conmemorativo del 75 aniversario del inicio de la Guerra Civil española a causa de la sublevación militar contra el gobierno legítimo de la II República hay muchas fechas que recordar todavía. Cada ciudadano o población de este país cuenta con alguna fecha fatídica que memora aquellos años sombríos, dolorosos,  violentos y de desesperación humana.

Mañana 1 de agosto no es diferente,  y por ello hay una efeméride que se debería recordar como otras muchas más, olvidadas consciente o inconscientemente en el calendario macabro de la Guerra Civil, como uno de los mayores  actos de tropelía y traición y de cobardía política internacional contra la democracia. Y es que no sólo la Memoria Histórica vive de los desaparecidos y demás represaliados, también lo hace o debería hacer si  es que esta quiere ser una herramienta útil para la reconstrucción histórica, de las circunstancias y casuísticas que formaron parte de aquellos acontecimientos que desembocaron en tan nefasto resultado final aquél 18 de julio de 1936.

Como no es excepción, la Guerra Civil española tuvo un apoyo directo causado no sólo por la actuación de intereses económicos promovidos por los pudientes de la época, sino que  también,  por la falta de convicciones y ética de los considerados grandes estadistas de la época como Neville Chamberlain, W. Churchill (posteriormente), Albert Lebroun  y  Léon Blum (los cuales, cometieron quizás  con su actitud el mayor engaño de la diplomacia y la política internacional contra la democracia y sus principios al desvincularse de las necesidades del gobierno de la II República, garante éste, sobre todo  en sus inicios  junto a Francia y Gran Bretaña  del sistema democrático ante el avance en Europa del fascismo y el comunismo);  actuando  éstos de modo irresponsable y cobarde al abandonar a su suerte al gobierno republicano, con su política de apaciguamiento ante estos avances ideológicos y sistemáticos a los que posteriormente no les quedó más remedio que hacer frente.

Así que este próximo lunes 1 de agosto podremos recordar y conmemorar  todos  como la falacia de  Léon Blum nos hacía un flaco favor al vender con el pacto de no intervención (no hay otro nombre posible que defina  su actuación) al gobierno legítimo de la II República,  máxime después de haberse comprometido  con José Giral a dar apoyo de medios materiales y económicos al mismo para posteriormente retractarse ante la presión del Presidente de la República francesa y de las directrices marcadas por el Reino Unido, dejando así abandonado al gobierno de Giral a su propio destino, mientras los militares sublevados recibían las ayudas de los regímenes fascistas de Mussolini y Hitler.

Y es que no siempre los intereses de la libertad y de la democracia coinciden con los de sus valedores, por lo que su defensa se convierte muchas veces en una debilidad. Lo dicho flaco favor nos hizo el gabacho con su actitud e ineptitud.

Jordi Carreño Crispín

Vicepresidente de la A. I. La Memoria Viv@


Brigadistas internacionales árabes en la Guerra Civil española…

enero 30, 2011

Centenares de árabes vinieron a defender la República española, entre ellos, dos iraquíes: Nuri Anwar Rufail y Setti Abraham Horresh.

Gracias a la tarea de Salvador Bofarull, funcionario jubilado de la UNESCO e investigador de los grupos nacionales minoritarios de las Brigadas Internacionales 52 de la revista Nación Árabe, podemos afirmar que los árabes constituyeron uno de los más numerosos contingentes de combatientes internacionalistas.

Gracias a su investigación de los archivos moscovitas del RGASPI (Archivo Gubernamental Ruso de Historia Política y Social, anteriormente, archivo de la Internacional Comunista), Bofarull ha rescatado para la historia de la gesta de las Brigadas Internacionales a dos iraquíes que vieron a luchar a España junto a marroquíes, argelinos, egipcios, palestinos, sirios, libaneses e incluso saudíes.Según cuenta Bofarull se conservan los expedientes de dos voluntarios iraquíes: Nuri Anwar Rufail, de familia árabe, y Setti Abraham Horresh, de familia judía, este último procedente de Uruguay.

Nuri Anwar Rufail, de nacionalidad iraquí, nació en Bagdad el 27 de marzo de 1905 y residió con su familia en su ciudad natal, en el número 313 de la calle Karrada Este. Cursó estudios de ingeniería en la Universidad Americana de Beirut, Líbano. También poseía el título de maestro, actividad que ejerció en 1930 y 1931 en Bagdad, dando clases de matemáticas en una escuela de secundaria. No tomó parte en actividades sindicales y en 1933 ingresó en el Partido Comunista de Siria, del que fue secretario general en 1934. Visitó varias veces Palestina y tomó parte en actividades en favor de su independencia. Visitó EEUU, donde cursó estudios de ingeniería durante dos años en el Massachussets Institute of Technology de Boston (Cambridge, Massachussets). Trabajó como ingeniero ayudante en topografía, en el Survey Department de Iraq en 1935, y nuevamente en 1937 en el Iraq Railways Survey del ferrocarril iraquí. Hablaba y escribía árabe, inglés y francés. Publicó artículos en el periódico iraquí Abali e hizo traducciones del inglés al árabe. El 29 de noviembre de 1936 fue detenido en Iraq por sus actividades políticas, siendo liberado el 15 de abril de 1937 en Bagdad, por falta de pruebas. El 20 de noviembre del mismo año huyó de su país, al enterarse de que la policía iba a detenerle.

Se estableció entonces en París donde permaneció hasta el 7 de febrero de 1938. Se incorporó al Batallón Lincoln de las Brigadas Internacionales en Tarazona. Sirvió primero como soldado, siendo posteriormente ascendido a cabo y a sargento. Se afilió al PCE en noviembre de 1938. Luchó en la batalla del Ebro, en los sectores de Gandesa y Mora de Ebro. Para su repatriación pidió ir a Estados Unidos. Como nota humorística, en su hoja de servicio del Comité Central del PCE, calle Balmes, 205, Barcelona, se le pidió su nombre cristiano, lo que parece un sarcasmo.

Por su parte, Setti Abraham Horresh, nació en Bagdad el 15 de junio de 1905, de familia judía. Trabajó en la confección de sellos de goma, y como tipógrafo y linotipista. En 1929, emigró a Uruguay, donde se afilió al Partido Comunista. En diciembre de 1937, vino a España y se incorporó como soldado en la Segunda Compañía del 24 Batallón de la 15 Brigada Internacional, asignado al Parque Automovilista. En 1938 se afilió al PCE. En su hoja de servicio consta que habla y escribe árabe, español e inglés. Su expediente no contiene más datos, aparte de una foto de carné.

Sobre la participación de brigadistas árabes en la Guerra Civil Española, Bofarull afirma que mientras la participación de tropas coloniales o mercenarias integradas por marroquíes en la Guerra Civil junto a los sublevados es bien conocida, la participación de ciudadanos árabes a favor de la República es un hecho generalmente ignorado o del que sólo se tienen referencias muy imprecisas. En el Apéndice 8 de La Guerra de España y las Brigadas Internacionales, de Santiago Álvarez (Las Brigadas Internacionales, Ediciones del PCE, Madrid, s/f), se da la lista de los distintos países de donde vinieron voluntarios a luchar a España, mencionando argelinos y marroquíes; pero en esta lista no se menciona el número de voluntarios de cada nacionalidad. Entre los investigadores de las Brigadas Internacionales en nuestra Guerra Civil hay la impresión de que se trataba de un pequeño grupo cuyos integrantes eran difíciles de identificar. La realidad pudo ser muy distinta.

Un internacionalista árabe conocido fue Mohamad Belaidi, un mecánico marroquí convertido en ametrallador que combatió en defensa de la República en la Escuadrilla Malraux, compuesta por uno de los primeros grupos de internacionalistas llegados a España. Belaidi resultó muerto en un combate aéreo sobre la Sierra de Madrid, suceso narrado por el propio Malraux en su libro La Esperanza.

Tercera Información:

http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article21839

 

Los árabes que gritaron «¡Libertad!»

Cerca de 1.000 musulmanes llegaron a España para defender los ideales de la II República durante la Guerra Civil

El brigadista iraquí Nuri Anuar
El brigadista iraquí Nuri Anuar
La historia la escriben los vencedores, no los vencidos. No es nada nuevo. Por eso cuando se piensa en la participación de musulmanes en la Guerra Civil española es fácil que acuda a la mente la imagen de la Guardia Mora, los 70.000 marroquíes a los que Franco prometió un «bastón de oro» por su lealtad y que fueron una pieza clave de su implacable triunfo militar.

Sin embargo, hubo otros árabes cuya memoria ha sepultado el tiempo: aquellos que acudieron a España para defender los ideales de la II República y que se integraron en columnas anarquistas y trotskistas, en la aviación y, sobre todo, en las Brigadas Internacionales. Aunque el estereotipo marque lo contrario, no todos fueron utópicos franceses, estrictos ingleses o disciplinados belgas. Hubo un numeroso grupo de tez oscura que hablaba dialectos bereberes y que cinco veces al día dejaban el fusil para orar hacia La Meca.

Desde Orán hasta Alicante

Es difícil calcular la cifra exacta porque la mayoría entró en la Península con pasaporte europeo, ya que sus países de origen eran entonces «colonias», mandatos o protectorados de diversos estados occidentales. Las fuentes señalan que el número rondó los 1.000 combatientes, y el grupo más numeroso fue el de los argelinos. Al menos medio millar, la mayoría comunistas, se embarcaron en Orán rumbo a Alicante a mediados del 36. En esas mismas fechas llegaron a España 400 guerrilleros enviados por el Partido Comunista de Palestina, que se enrolaron en la 12ª y 13ª Brigada Internacional.

Pero hubo representantes de otras nacionalidades del mundo árabe que lucharon bajo la bandera tricolor de la República; un numeroso grupo de marroquíes, sirios, libaneses, saudíes, egipcios o iraquíes, entre otros. Muchos de ellos murieron en la sierra de Madrid, en la campaña de Extremadura o en el frente del Ebro. Sus huesos se perdieron en fosas comunes y su historia en el tiempo.

Uno de los pocos que sobrevivieron fue Nayati Sidqi, un joven cartero de origen turco-palestino nacido en Jerusalén, pero afincado en Francia en los años 30. Militante comunista, viajó a España para trabajar en la propaganda antifranquista. Escribió artículos en periódicos de la época como Mundo Obrero o El Heraldo de Madrid bajo el pseudónimo de Mustafá Ibun-Jalá. Después, armado con un megáfono, aleccionó desde las trincheras republicanas de Córdoba a los marroquíes que se alinearon con el bando nacional. El soldado contó su periplo en unas memorias que vieron la luz en 2002.

También conocemos el caso del argelino Muhammad Bilaidi, reclutado por André Malraux como mecánico y que perdió la vida al ser derribado su avión por los alemanes. O el del también argelino Rabah Oussidhoum, que al mando del Batallón La Marselleise murió heroicamente en el frente de Aragón el 17 de marzo de 1938. Pero hubo muchos más: un boxeador tangerino, un peluquero egipcio, un obrero de la construcción marroquí…

Venís desde lejos

La egipcia Amal Ramsís quiere recuperar la memoria de todos ellos y prepara un documental que cuente su historia. Le falta aún al menos un año de trabajo y financiación, pero el título lo tiene claro. Será Venís desde lejos, tomado de la oda que Rafael Alberti creó para las Brigadas Internacionales: «De este país, del otro, del grande, del pequeño / del que apenas el mapa da un color desvaído / con las mismas raíces que tiene un mismo sueño / sencillamente anónimos y hablando habéis venido».

Brigadistas llegados de 54 países

1936: Movilización internacional

Las Brigadas llegaron de Moscú para ayudar a los republicanos en la guerra, pero las movilizaciones se extendieron por toda Europa.

1937: Acciones de guerra

Con más de 20.00 hombres en sus filas, los brigadistas participaron en batallas decisivas como la del Jarama, la de Belchite o la del Ebro.

1938: Año de despedida

«Sois la leyenda, ejemplo de solidaridad y héroes de la democracia», dijo Dolores Ibárruri, La Pasionaria, en su despedida.

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