El saludo de la Iglesia al terror…

octubre 30, 2011

Más joyas del fondo inédito del fotógrafo leonés Manuel Martín

PEIO H. RIAÑO MADRID 30/10/2011 08:00 Actualizado: 30/10/2011 11:56

Autoridades civiles, militares y eclesiásticas despidieron a la Legión Cóndor alemana el 22 de mayo de 1939 en el aeródromo leonés Virgen del Camino. manuel martín.- MANUEL MARTÍN

Aquel día todo el universo estaba contento: «Hasta el Sol se sumó al acontecimiento de despedida a los heroicos soldados de la Legión Cóndor, a los cuales debemos en León no sólo la gran parte que les corresponde en la seguridad material y bienestar que hemos disfrutado, en contraposición de las angustias de otras ciudades amenazadas por la aviación pirata’, sino por el magnífico ejemplo de su disciplina, de su férrea y formidable organización y de la bondad que hace de estos hombres verdaderos niños». El diario Proa, de la falange leonesa, remataba las galas con la que el dictador Francisco Franco dijo adiós a la escuadra de la muerte, en el aeródromo de Virgen del Camino, el 22 de mayo de 1939.

En un día tan luminoso, las tropas que partían dejaban un recuerdo imborrable en los leoneses: no podía faltar nadie. El diario de León contaba: «Un gentío inmenso» desbordaba la base. Y pasaba lista: «En el campo, los heridos y mutilados de guerra, las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, entre las que recordamos a los excelentísimos señores obispo de la diócesis doctor Ballester, gobernador civil, alcalde con todos los concejales, [] y en fin, todas las personas representativas de León». Quien no contaba era Manuel Martín, reportero anónimo y por cuenta propia, que tomó instantáneas para vender en su laboratorio.

La jerarquía católica ofreció auxilio espiritual a las tropas facciosas

El fotógrafo entre medallas, aviones, discursos y esvásticas, vio la larga fila de «todas las personas representativas de León», apretadas tras la larga bandera que cambió de color España. En el centro, entregado al saludo nazi, Carmelo Ballester Nieto, que siete días antes era ordenado obispo de León. No entró a dirigir su diócesis hasta un mes después de la foto, tal y como cuenta el polémico Diccionario Biográfico de la Academia de la Historia.

«Gracias a sus dotes diplomáticas se introduce en las esferas dirigentes de la sociedad y de la Iglesia española», dice la obra de la RAH sobre Ballester. En amplia reseña, se apunta que, además de hacer «de altavoz de la conciencia católica en una sociedad abatida por la ola de propaganda sectaria» (en la República portuguesa, ojo), destacó por sus dotes políticas: «Ejerciendo de obispo fue llamado con frecuencia a los Consejos de Estado, principalmente desde su puesto de procurador de las Cortes españolas. Su presencia en las Cortes patentiza las relaciones entre la Iglesia y el Estado, vigentes en tiempo del general Franco», como escribe Antonio Orcajo.

En el centro, entregado al saludo nazi, estaba el obispo Ballester Nieto El historiador Fernando Hernández, autor de Guerra o revolución (Crítica), aclara que la Iglesia, en su concepción de la Guerra Civil como cruzada, participó en los frentes con voluntarios en los requetés tradicionalistas y ofreció auxilio espiritual a las tropas facciosas. «La Iglesia participó y legitimó moralmente con su presencia los actos ceremoniales, en los que tomaban parte tanto las unidades nacionales como sus aliados extranjeros italianos y alemanes», explica.

Y recuerda que con Pío XII la Iglesia defendió al nacional-socialismo como freno del bolchevismo. «Pacelli intervino antes de la llegada de Hitler al poder para que el partido del Zentrum alemán colaborara para facilitar el acceso del líder nazi a la cancillería. Por tanto, no habría nada chocante en la comparecencia en las mismas tribunas de miembros de la jerarquía eclesiástica con altos mandos alemanes», añade.

La Iglesia católica ofreció auxilio espiritual a las tropas facciosas Por cierto, Hernández descubre en la significativa foto de Manuel Martín, a una figura parecida a Arconovaldo Bonaccorsi, Conde Rossi, «que ensangrentó Mallorca al frente de sus Dragones de la muerte’, escuadras de falangistas locales especializados en el asesinato, la violación y el pillaje». Se refiere al personaje tocado con gorro negro fascista, perilla y bigote, que en las crónicas del día aparece identificado como «el agente de Italia señor Gabioli, con uniforme fascista». Ese día el sol salió para todos.

http://www.publico.es/culturas/404134/saludo/iglesia/terror


El sueño fallido de un Ejército democrático…

octubre 2, 2011

Una exposición muestra el fracaso de la II República en controlar las Fuerzas Armadas

ELENA HERRERA Madrid 28/09/2011 08:00 Actualizado: 28/09/2011

Imagen de la muestra.

Imagen de la muestra.

Hoy puede parecer una contradicción, pero hubo un tiempo, durante la Segunda República, en que el empeño del Gobierno por mantener la paz y convertir el Ejército en un organismo subordinado al poder civil se articuló a través del llamado Ministerio de la Guerra, del que Manuel Azaña fue su primer titular tras el cambio de régimen. La muestra Tiempos de paz, tiempos de guerra, inaugurada ayer en el Museo de la Ciudad de Madrid, hace un recorrido por la labor desarrollada por este Ministerio entre 1931 y 1939 y recoge a través de 130 fotografías y documentos de la época, los acontecimientos más destacados de la política de defensa durante la Segunda República.

La exposición se compone de tres bloques temáticos. El primero de ellos está dedicado a la sede histórica del Ministerio, el Palacio de Buenavista, convertido por Azaña en referente de la nueva representación institucional.

Durante el periodo de paz, (19311936), las autoridades republicanas intentaron, sin éxito, como pudo verse después, reorganizar el Ejército y adecuarlo a las necesidades de la nueva sociedad. Manuela Aroca, comisaria de la muestra, recuerda cómo fracasó ese objetivo. «Un golpe de Estado acabó con los sueños de estabilidad de la República. También se esfumó el intento de llegar a la victoria durante la guerra».

«Uno de los sucesos importantes en relación con la política militar fue el de Casas Viejas», resaltó Aroca. Este hecho y la llegada a la cartera de la Guerra de Juan José Rocha motivaron cambios en la política militar. También durante este tiempo «las obras militares, dirigidas por Vicente Rojo, hicieron un esfuerzo por divulgar saberes técnicos y teóricos de los acontecimientos», agrega la comisaria.

Esfuerzos fracasados

El tercer bloque, dedicado a los tiempos de guerra (1936-1939), recoge la pérdida de control del Ejército tras el golpe de Estado, el impulso popular de los primeros años de la contienda y los esfuerzos fracasados de ejecutar la nueva política militar que derivaron en la derrota del bando republicano y la desaparición del Gobierno legalmente constituido de la Segunda República.

El presidente de la Fundación Francisco Largo Caballero, Jesús Pérez, institución que organiza la exposición con el apoyo del Ministerio de Defensa y el Ayuntamiento de Madrid, insistió en la necesidad de acercar a la ciudadanía lo que representó la política de defensa durante los años treinta.

Públioc.es


El último fotógrafo de la Guerra Civil…

julio 10, 2011

XURXO LOBATO Y OMAYRA LISTA 10/07/2011

Julio Souza Fernández

La historia la escriben los vencedores, no los vencidos, y se puede tergiversar sin darle muchos retoques a la realidad. A una fotografía, por muchos pies que se le pongan, es muy difícil darle la vuelta». Desde su retiro en México, Julio Souza Fernández (A Coruña, 1917) confía a las imágenes el recuerdo de lo que ocurrió en España durante el conflicto bélico que siguió al golpe militar de 1936. Miembro del grupo de reporteros gráficos conocidos como Hermanos Mayo, una reciente exposición en A Coruña y un documental casi a punto para la exhibición (Julio Mayo, el último fotógrafo de la Guerra Civil) son un acto de memoria histórica en homenaje al último representante de la firma y a la voz que ha permitido revivir la experiencia de estos fotógrafos en el frente.

El relato de la Guerra Civil por los Hermanos Mayo es más que una fe notarial de lo sucedido. Se construye como un travelling cinematográfico en el que miles de instantáneas permiten reproducir la acción bélica en un movimiento que abarca desde la contienda en las capitales republicanas -Madrid, Barcelona y Valencia- hasta todos los grandes frentes. Fueron tres objetivos los que captaron momentos de la lucha que siguen siendo desconocidos para el público siete décadas después: los de los coruñeses Paco Souza Fernández y su hermano Julio, y el del madrileño Faustino del Castillo Cubillo. En una etapa de la historia del fotoperiodismo casi por escribir, asociada de momento a los tres reporteros de más renombre -Robert Capa, Agustí Centelles y Alfonso-, las de los Hermanos Mayo son firmas aún pendientes de revelado.

La historia del grupo se cimienta en dos mentiras: ni son hermanos, ni se apellidan Mayo. «Mi hermano, Paco, tomó parte e hizo fotos de la sublevación de los mineros asturianos en 1934 y de cómo se sofocó. A causa de ello, teníamos constantemente a la policía en casa haciendo registros en busca de los negativos. La solución fue cambiar de domicilio y de nombre, y desde entonces la gente nos conoció por Mayo», explica Julio.

Los Mayo eran, sobre todo, fotoperiodistas; trabajadores con una herramienta, su cámara, que narraron aquellos hechos desde el compromiso con la izquierda. El historiador de la fotografía Publio López Mondéjar ve en ellos «el ejemplo de cómo se puede conciliar la militancia en un partido político, el PCE, con la actividad fotoperiodística y el talento puesto al servicio de una causa: la republicana». Por eso deben ser considerados «un referente de una época y un momento histórico en los que usar la cámara era una manera de contribuir a la defensa de la democracia».

La Guerra Civil fue un ensayo dramático en muchos aspectos. También en la fotografía de prensa nacía en ese momento una manera distinta de narrar visualmente que permitió a los fotógrafos colocarse en un campo distinto de la objetividad y apoyar la legalidad republicana con una visión audaz, fresca y viva del fotoperiodismo. El fotógrafo, en este sentido, se identifica con el soldado: «Somos la infantería del periodismo, porque siempre tenemos que marchar en primera línea; tenemos que ir al lugar y verlo a través del visor de la cámara», dice Mayo.

Así, con el estallido de la guerra, los tres integrantes de la agencia Foto Mayo se incorporaron como reporteros gráficos en distintas unidades del bando republicano. Paco trabajó para las publicaciones Mundo Obrero, El Frente de Teruel y El Paso del Ebro. Las fotos que había tomado Faustino de la defensa de Madrid habían llamado la atención de Líster, que quiso incorporarlo a sus filas trabajando para el periódico de la Primera Brigada, Pasaremos. Sirvió en los frentes de Madrid, Guadarrama, Jarama, Ebro, Belchite y Barcelona. Los dos dispararon únicamente sus cámaras.

Julio fue el único que, además de fotoperiodista, sirvió como artillero, alistándose como voluntario en Madrid. «Me tomaron mi nombre, me dieron una manta, una lata de sardinas, un pan, un fusil Mauser de cinco tiros y ciento cincuenta balas en tres cajas de cartón». Además de eso se llevó la cámara. «Los negativos se los enviaba a mi hermano Paco, y él se ocupaba de revelarlos». Las primeras batallas las dio por la sierra de Guadarrama y luego, con ayuda de su hermano, consiguió un traslado al frente de Madrid. «Allí, en la 43 Brigada Mixta, estuvimos hasta el 15 de mayo de 1938, cuando la Brigada 43, junto con la 61, fue trasladada al frente de Teruel a contener la retirada…».

Las imágenes llegaban a las publicaciones de la época en forma de crónicas gráficas de la crueldad de la guerra provocada por el levantamiento franquista. Instantáneas del frente, de la retaguardia, del sufrimiento de la población civil, del esfuerzo del Ejército republicano en defensa de los valores de la libertad y la democracia. Sus fotografías son descripción formal de lo que sucedía, algunas con una clara influencia estética del realismo social imperante.

Configuran los Mayo un retrato colectivo de las tropas republicanas, de los brigadistas internacionales, de ciudadanos tras la causa; de la vida en las líneas de fuego y tras ellas. Resumen estados de ánimo, condiciones de vida, y hacen inventario imparcial de la logística de su bando catalogando armamento y equipamientos bélicos.

Las imágenes de Madrid revelan la destrucción de los compases iniciales de la guerra: las calles arrasadas por las bombas, las fachadas cicatrizadas a tiros, la amenaza de los ataques aéreos, las evacuaciones, los heridos en los hospitales, los muertos…

La otra urbe protagonista es Valencia. Documentaron allí el día a día de una capital en la retaguardia que con el repliegue republicano llegaría a ver ampliada su población en más de 150.000 personas entre políticos, militares, funcionarios, refugiados y huérfanos. Las instantáneas tomadas en este escenario no dejan de recoger la actividad política, las reuniones del mando, los mítines, las proclamas antifascistas. Pero también se centraron en los protagonistas colaterales: mujeres y niños, viudas y huérfanos.

El final de la guerra con la derrota republicana en la primavera de 1939 supuso el exilio para los Hermanos Mayo. Paco y Faustino, junto con el menor de los Souza, Cándido, cruzaron la frontera a Francia, donde sufrieron el duro trato de los campos de concentración. Por oponerse a estas condiciones, Faustino y Cándido acabaron siendo castigados con trabajos forzados en el castillo de Colliure. Mientras, Paco consiguió ponerse en contacto con Enrique Líster y Fernando Gamboa, diplomático mexicano encargado de seleccionar a los refugiados para emigrar a este país. Fue así como en junio de 1939 llegaron a tierra americana a bordo del Sinaia, un barco que transportó a 1.600 refugiados españoles acogidos por el Gobierno de Lázaro Cárdenas.

Julio cayó prisionero en Alicante. Allí nunca llegó el barco que había de llevarle a Orán como primera escala hacia el exilio. «La que sí llegó fue una división italiana llamada Vittorio. Fueron ellos los que me tomaron prisionero en nuestro suelo, en nuestra patria, para vergüenza de España», recuerda con rabia. Le despojaron de la dignidad y de sus fotos: «Tuve que arrojar la pistola y la cámara Contax al mar».

Tras pasar por campos de concentración, cárcel, trabajos forzados y ser obligado a hacer el servicio militar, Julio Mayo fue liberado. «Me licenciaron como desafecto al régimen en clasificación D», comenta con una sonrisa irónica. Después de eso volvió a la cámara, trabajando en el estudio madrileño Casa Emilio. «Contratado allí, hice foto fija en varias películas», cuenta. No deja de tener gracia que una de ellas fuese Los últimos de Filipinas.

Pero la verdadera libertad le llegaría a Julio con los lazos de un matrimonio que habría de reportarle, además de esposa, la posibilidad del exilio. «Con la excusa del viaje de novios, conseguí que me dieran un pasaporte», explica. Así se embarcó a Nueva York y de allí a México, para reunirse con sus hermanos, en noviembre de 1947.

Las imágenes que ilustran este reportaje forman parte de un fondo que se conserva en la Biblioteca Nacional. Se trata de material requisado por las tropas franquistas y custodiado en el Ministerio de Información y Turismo hasta que, con la llegada de la democracia, se trasladó a la Biblioteca Nacional. Todas y cada una de las copias están selladas en su parte posterior con la firma «Foto Mayo» o «Foto Hermanos Mayo».

En el exilio mexicano, Julio, Paco, Faustino y Cándido, con la incorporación del otro hermano Del Castillo, Pablo, continuaron la experiencia de la agencia Foto Hermanos Mayo, desde la que trabajaron para más de cuarenta cabeceras. Su aportación al fotoperiodismo mexicano tuvo, además, una vertiente técnica. «Cuando llegamos a México no traíamos nada del otro mundo, pero sí teníamos cámaras Leica de 35 mm, que nos permitían actuar de una manera más ágil», relata el fotógrafo. «Nos miraban con recelo, porque allí aún se trabajaba con cámaras muy pesadas, con placas muy grandes, pero pronto vieron que nosotros hacíamos lo mismo con nuestras Leica que ellos con sus camarotas».

Los Mayo servían las peticiones de las cabeceras para las que trabajaba su agencia, pero no limitaban su labor al encargo, sino que disparaban para obtener mucho más material del que se les solicitaba, haciéndose con un archivo complementario de los temas que fotografiaban que era de su propiedad. Inmortalizaron así todo lo que durante 55 años se consideró noticiable, no solo en la capital, sino en todo el país. El grupo ha sido testigo clave de la historia mexicana que tiene ahora en sus negativos un documento de valor incalculable. El resultado, tras más de cinco décadas de dedicación (1939-1994), es un fondo que supera los cinco millones y medio de negativos, que los Mayo han donado al Archivo General de la Nación de México.

«A México le debo mi libertad, trabajo y la educación de mis hijos. Me recibió con los brazos abiertos». Allí sigue viviendo Souza en un retiro que nunca será jubilación completa de la profesión. Aún hoy acude a casi todas partes armado con su cámara. Al mirar a través del objetivo se destacan en su cara las trincheras que le han cavado los años y los recuerdos. En esas trincheras resiste una memoria que no debería perderse.

El País.com edición para imprimir:

http://www.elpais.com/articulo/portada/ultimo/fotografo/Guerra/Civil/elpepusoceps/20110710elpepspor_10/Tes?print=1

© EDICIONES EL PAÍS S.L


4.500 negativos para pensar en aquella España…

julio 3, 2011

Ampliar Los periodistas Herbert Matthews y Ernest Hemingway conversan con dos militares republicanos en una fotografía de Capa.- ICP

El documental ‘La maleta mexicana’ enlaza el hallazgo del trabajo de Robert Capa con la recuperación de la historia

Trisha Ziff ya advierte a su interlocutor desde el principio de que no tiene ninguna intención de andarse por las ramas. La directora, que ahora vive en México, desde donde atiende a EL PAÍS vía telefónica, acaba de firmar La maleta mexicana, un intenso documental sobre el hallazgo de tres cajas con 4.500 negativos de imágenes tomadas por los fotógrafos Robert Capa, David Chim Seymour y Gerda Taro en plena Guerra Civil española. Uno pensaría que la historia es en sí misma lo suficientemente explícita como para acaparar un proyecto cinematográfico, pero Ziff, de 55 años, no es de la misma opinión: «Uno de mis tíos luchó en la Brigada Lincoln y yo misma pertenecí al Partido Comunista Británico cuando tenía 15 o 16 años, edad a la que somos muy impresionables. En mi juventud lo que pasaba en España nos intrigaba muchísimo, así que puedo decir que siempre he tenido una relación muy clara con el conflicto militar que se desarrolló allí. De eso es lo que quería hablar y no de los negativos».

Ziff: «Quería hacer preguntas sobre el pasado, no una pieza sobre Capa»

La directora, experta en fotografía contemporánea, no fue solo un testigo de excepción en la recuperación de este material, extraviado durante más de setenta años, sino que pactó las condiciones para su devolución: «Yo no encontré la maleta mexicana, simplemente la recuperé. Durante 12 años se supo dónde estaba este material pero por razones que no logro comprender no se había procedido a su recuperación. En 2007 fui a Nueva York para hablar de un proyecto con el Centro Nacional de Fotografía y allí me pidieron ayuda porque sabían quién tenía el material en México y querían traerlo de vuelta. Un viejo amigo mío, el escritor Juan Villoro, me acompañó en este viaje, me ayudó y en cinco meses conseguimos un acuerdo con la persona que lo guardaba. Era una simple cuestión de ir a por ello».

Ziff tiene un discurso militante, articulado en torno al hecho de que la objetividad no existe y al mismo tiempo consciente de que por ese motivo la percepción de su trabajo podría quedar lastrada. «No creo que mi documental vaya a ser muy popular en España; de hecho creo que algunos de mis coproductores no estaban muy satisfechos con la idea de no centrar este documental en la figura de Capa, como si fuera una biografía suya. La cuestión es que he vivido durante muchos años en Irlanda del Norte, y he visto la guerra. No quería hacer un documental de fotografía porque lo que me interesaba era el contexto. Recuerdo que al principio del proceso fílmico un amigo de Barcelona me acompañó a Nueva York. En el avión me habló de la Ley de Memoria Histórica y de Baltasar Garzón. Cuando empecé con La maleta mexicana fue al mismo tiempo que en España la gente empezaba a cavar para buscar a sus seres queridos. No quería hacer una pieza sobre la etapa española de Capa. Quería generar preguntas sobre el pasado».

Naturalmente, la aventura repasa la historia de Capa y sus colegas de correrías en la Guerra Civil, donde el húngaro se convirtió en el fotorreportero de leyenda: «Hay que tener claro que Robert Capa, David Seymour y Gerda Taro eran antifascistas. Los tres eran judíos y venían de países

[Hungría, Polonia y Alemania, respectivamente] de donde habían tenido que exiliarse. Entendían que lo que estaba pasando en España era muy importante y fueron allí a una misión, con cámaras en lugar de armas. Por eso La maleta mexicana es un compromiso político, y habla también de aquellos que quieren neutralizar el poder de aquellas fotografías y colocarlas en un contexto artístico. Capa, Seymour y Taro hacían propaganda, prepararon imágenes, las escenificaron. Pero en ese momento a ellos no les importaba todo eso, no les importaba la neutralidad del fotorreportero. Eso vendría después».

«¿La neutralidad del director? Eso es una chorrada: cuando diriges un documental estás exponiendo tu punto de vista», dice la realizadora cuando se la inquiere por el núcleo de su pieza, centrada en el trabajo de los arqueólogos que indagan en las fosas comunes abiertas por toda la geografía española. «Me interesaba mucho conocer a esas personas y esa ha sido mi gran recompensa. Toda esta gente que trabaja tratando de saber qué ha sido de los suyos, de desenterrar la memoria, me ha cambiado como persona: ese ha sido mi premio».

La maleta mexicana podrá verse en su estreno mundial la semana que viene en el Festival de Cine de Karlovy Vary (República Checa) sin su directora, que alega compromisos previos. Ziff adelanta que podrán verse dos versiones de su trabajo: la primera, la cinematográfica, aparecerá en las salas españolas en noviembre, y la segunda, televisiva, llegará aún sin fecha prevista y con un plus añadido: «Para esa versión, de 55 minutos, hemos pedido a Baltasar Garzón que pusiera su voz en la introducción. ¿Miedo de las reacciones? No, yo no quería hacer un documental abierto a todo el mundo. Como ya he dicho, eso de la neutralidad es una auténtica chorrada».

El País.com:

http://www.elpais.com/articulo/cultura/4500/negativos/pensar/Espana/elpepicul/20110703elpepicul_3/Tes


Historia de la desaparición…

abril 10, 2011

RICARD VINYES

Desaparecidos es uno de los resultados del proyecto fotográfico con el que Gervasio Sánchez aborda el mecanismo represivo más hiriente y complejo acontecido tras la Segunda Guerra Mundial: la desaparición forzosa. Su aproximación al tema se exhibe en estos días a través de sendas exposiciones simultáneas producidas en tres instituciones distintas y distantes, el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, La Casa Encendida, en Madrid, y el hermoso edificio del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León. El material es sencillamente bueno, y los paneles que acompañan cada sección son exactos en lo que dicen y diestros en lo que miran. Para colmo, el catálogo es una maravilla útil. Nada de todo eso es frecuente, y aún menos que coincida, enlace y fusione en un solo producto destinado a reconstruir, un poco más, la historia natural de la desaparición forzosa, un fenómeno genuino en el índice de crímenes de Estado.
Si hablamos de ese tipo de crímenes, el Holocausto aparece siempre por la conmoción que provocó. Pero la singularidad del Holocausto no reside en el volumen de atrocidades y muertes, ni en la técnica utilizada, ni en la forma de proceder. Su novedad reside primero en que fue un crimen con una motivación ontológica, pues se trataba de exterminar, en sentido literal y estricto, a personas por las características de su naturaleza “racial” –los judíos, los gitanos y en otra medida los eslavos– independientemente de su credo político. La presencia y destrucción de otros perseguidos y cautivos no daba sentido al Läger, el exterminio no se había preparado para ellos, aunque ellos murieran en las mismas condiciones que los judíos y con el mismo trato y sufrimiento. La segunda característica del Holocausto fue, como nos contó Hannah Arendt, la tremenda divergencia entre la atrocidad de los crímenes y la normalidad con la que estos se producían, una divergencia que ha dejado instalado para siempre el estremecimiento y la perplejidad en el patrimonio humano.
Cuando parecía que todo estaba explorado a propósito de los crímenes de Estado, la desaparición forzosa presentó una muerte nueva y sin antecedente. Ya no se trataba de la represión tradicional –antigua, brutal y continua– sobre los dirigentes de los movimientos sociales, sino del exterminio de individuos considerados no funcionales –no aptos– para el sistema a causa de sus opciones políticas, esa era la diferencia con el Holocausto, la novedad. La desaparición forzosa desquició la concepción de la muerte que tienen la mayoría de culturas, pues al no ser ni vida ni muerte, la desaparición hizo inoperantes los marcos sociales básicos para la evocación: rompió el tiempo, el espacio y el lenguaje.
En la línea del tiempo, la muerte quedaba en suspenso y desaparecía la distinción entre pasado y presente –en realidad desaparecía el tiempo en sí mismo– generando círculos y ciclos de angustia y expectativa sin ningún límite. Era de suponer que el desaparecido estaba prisionero, pero en dónde, en qué espacio, no había ninguna posibilidad de construir una representación espacial del lugar en el que podía encontrarse cautivo, ni en qué condiciones se hallaba. El terror no procedía de la magnitud del crimen, sino de su indeterminación. El desconcierto y el pánico generados y expandidos por esta situación provocaron huecos en el lenguaje y en la transmisión de lo que había sucedido al limitar lo que podía ser contado a otros sobre el ausente y el porqué de su ausencia. Entre los afectados, todo eso obstruyó la transmisión de la historia familiar y del conocimiento en general, aunque este último es un tema largo y denso que debe ser tratado sin estropear la complejidad que contiene.
Para la desaparición se instituyeron áreas especiales escondidas a la mirada, centros clandestinos de detención donde todo era posible, incluido el final habitual: la muerte y la desaparición posterior del cuerpo en los espacios infinitos del océano y el desierto. No se trataba de una muerte en privado, sino de una muerte sin identidad, por lo que el centro clandestino no era sólo un espacio institucional de vulneración y muerte, sino de organización del olvido porque la muerte indeterminada y anónima confirmaba la inexistencia del ciudadano, era el modelo de perfección criminal soñado. Y, sin embargo, se partió el sueño, más que por la acción de la memoria, por la apelación e indagación permanente de una parte de los afectados y de esos sectores de la sociedad que se niegan a aceptar lo que es inaceptable.
Gervasio Sánchez muestra en su retrato la transversalidad de la desaparición, de este a oeste y de norte a sur, ofreciendo una información que el tiempo y el conocimiento deberán contribuir a clasificar y ordenar para impedir que una generalización del tema, inconsistente pero protegida por el dolor que causa esa forma de muerte, enturbie la capacidad para comprender el fenómeno de la desaparición forzosa. Al fin y al cabo resulta poco adecuado ubicar las fosas de la Guerra Civil española en el fenómeno de la desapa-
rición forzosa. El promotor no fue el Estado, sino militares rebeldes, fascistas, eclesiásticos y militantes de derechas nublados de odio y orgullo de clase que precisamente luchaban y mataban para limpiar y construir un Estado nuevo porque aún no lo tenían. Por lo demás, nunca escondieron la fuerza del terror que practicaban en el momento de las acciones; al contrario, alardearon de su propia violencia. Y además se produjo en el marco de una guerra convencional y civil. Pero sí es cierta una coincidencia, el daño causado es irreparable en todos, y por tanto imperdonable.

Ricard Vinyes es historiador

Ilustración de Mikel Casal

http://blogs.publico.es/dominiopublico/3251/historia-de-la-desaparicion/


“Sombra, niebla y tiempo”. Documental del Foro por la Memoria de la Comunidad de Madrid, dirigido por Juan Caunedo…

abril 4, 2011
AMESDE, – 21 Marzo 2011

Martes 5 de Abril: Biblioteca Marqués de Valdecilla de la Universidad Complutense de Madrid

 

MARTES 5 DE ABRIL 2011.

SOMBRA, NIEBLA Y TIEMPO (2010)

Documental de cincuenta y cinco minutos, sobre las mujeres y niños como víctimas ignoradas pero doblemente reprimidas por el franquismo. Director Juan Caunedo.

Presenta: Gregoria Sanz. Vicepresidenta de AMESDE.

Rubén Villa, AMESDE

Arturo Peinado, Foro por la Memoria de la Comunidad de Madrid

LUGAR: Salón de actos Biblioteca: Marqués de Valdecilla. U. C. M.

C/ Noviciado Nº3

28015 Madrid

Tfnos.: 913946642 – 913946612 – Fax: 913946599. Correo electrónico: buc_foa@buc.ucm.es

Ciclo de documentales y cortos sobre la Memoria, organizado por AMESDE:

VALDECILLA2010

http://www.amesde.es/index.php/home/convocatorias

Más información sobre “Sombra, niebla y tiempo”en:

http://www.abc.es/agencias/noticia.asp?noticia=305282

http://www.elpais.com/articulo/espana/Humilladas/torturadas/asesinadas/elpepuesp/20100311elpepunac_14/Tes?print=1

http://www.foroporlamemoria.info/2010/03/estreno-en-madrid-de-%E2%80%9Csombra-niebla-y-tiempo%E2%80%9D/


La trastienda de la memoria histórica llega al Ateneo…

abril 4, 2011

La Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) expondrá en el Ateneo de Ourense, desde el martes de la próxima semana y hasta final de mes, una recopilación fotográfica sobre los trabajos de exhumación de fosas de la Guerra Civil, titulada ‘Abriendo fosas, recuperando dignidades’.

Mediante 40 paneles explicativos, la exposición se adentra en la trastienda del trabajo de recuperación de la memoria histórica a partir de imágenes y textos que recogen todos los pasos que la ARMH recorre, desde la petición de los familiares de las víctimas para buscar sus restos, hasta que son devueltos y, finalmente, honrados públicamente. Otro de los atractivos es la presencia de la reproducción de una fosa a tamaño real.

 

La Región Internacional vía google noticas


A la luz de una fotografía sin compasión…

abril 3, 2011

El Museo Reina Sofía inaugura el miércoles una exposición inédita sobre la práctica fotográfica de los obreros entre 1926 y 1939, desde Alemania a la Guerra Civil española

PEIO H. RIAÑO MADRID 03/04/2011

El Museo Reina Sofía inaugura el miércoles una exposición inédita sobre la práctica fotográfica de los obreros entre 1926 y 1939, desde Alemania a la Guerra Civil española.

El Museo Reina Sofía inaugura el miércoles una exposición inédita sobre la práctica fotográfica de los obreros entre 1926 y 1939, desde Alemania a la Guerra Civil española.

El trabajador, hasta 1926, era un fantasma encerrado en el autismo de la explotación de los mares de fábricas y campos de trabajo. Hasta ese momento, el obrero no había nacido, porque todavía nadie había retratado sus condiciones laborales, ni su vida cotidiana, ni sus lugares de trabajo, ni el esfuerzo de sus tareas. Ni «los horrores de la miseria social», que era uno de los aspectos que pedía el llamamiento que la publicación alemana AIZ lanzó a todos los obreros con una cámara fotográfica en el número del 25 de marzo de aquel año. Se buscaban los proveedores de una imaginería sin aburguesar, testigos de un movimiento que no atraía el interés de los fotógrafos profesionales.

La convocatoria del periódico ilustrado de los trabajadores tuvo cierto éxito y a partir de ese momento cada número incluiría reportajes de los obreros fotógrafos retratando sus propias miserias y alegrías. Ese material es el corazón que late entre los más de mil documentos, entre fotografías, revistas, libros y películas, que Jorge Ribalta ha reunido en su comisariado de Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera. 1926-1939, que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía inaugura el próximo miércoles.

La revista alemana AIZ impulsó en 1926 el retrato de la miseria social

«La intención es crear un relato que explique cómo se constituyeron espacios públicos mediante la fotografía documental proletaria», explica Ribalta y señala la elevada condición de denuncia social con la que nacieron estas visiones, que no han tenido un lugar dentro de la historia de la fotografía. Junto a las fotos anónimas de los obreros, aparecen los reportajes de fotógrafos como Tina Modotti, Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, Paul Strand, Gerda Taro, Aaron Siskind, John Heartfield o Eugen Heiling, entre tantos otros.

Arma de propaganda

La exposición se divide en tres grandes secciones que narran la evolución del movimiento en Alemania y la Unión Soviética, germen de esta iniciativa; el desarrollo por Europa y Estados Unidos, y el compromiso internacional en España, donde, a pesar de que no hubo publicaciones ilustradas que fomentaran esta fotografía, sí se produjo un importante flujo de fotógrafos extranjeros que trajeron las claves del mismo.

Junto a fotos de anónimos, hay obras de Modotti, Capa y Taro

«La fotografía se ha convertido en una herramienta de propaganda extraordinaria e imprescindible en la lucha de clases revolucionaria», escribe en 1930 el director de la Kommintern o Internacional Comunista, Willi Münzenberg, principal promotor e innovador en los medios de comunicación de la izquierda europea desde 1921. Münzenberg creó el emporio editorial NeuerDeutscher Verlag, desde el que impulsó publicaciones como la citada e influyente AIZ (Arbeiter Illustrierte Zeitung, Revista ilustrada de los trabajadores) o Der Arbeiter Fotograf (El trabajador fotógrafo).

Arte al servicio obrero

«Así como los trabajadores de los países capitalistas han aprendido a redactar ellos mismos sus periódicos, así deben aprender los fotógrafos aficionados, el proletariado, a manejar la cámara y a servirse correctamente de la fotografía para la lucha de clases internacional», dejaba dicho Münzenberg en el escrito mencionado.

Era necesario reflejar toda la aspereza en su repugnante fealdad

Desde la mitad de los años veinte hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial, el género documental obrero creció como práctica colectiva, anónima, hecha para circular en medios de masas, no en el campo artístico. Prácticas revolucionarias que promovieron el arte al servicio del proletariado.

Jorge Ribalta define esta exposición como «arqueología del documento gráfico», porque nunca antes se había investigado sobre estas ruinas de la fotografía documental relacionada con la revolución obrera, que a la postre significaría la base de otras experiencias realmente diferentes. «En EEUU, sería imposible montar una exposición como esta y en Alemania sería un asunto muy espinoso. El comunismo, como el nazismo, sigue siendo un asunto tabú», explica.

Contra los «gastrónomos de la fotografía», que reproducían la fotografía artística en favor de los valores estéticos burgueses, en la Unión Soviética también surgió con fuerza el documento que cumplía una función social y pública gracias al desarrollo de las publicaciones ilustradas como Sovetskoe Foto. El discurso formalista era arrinconado y en el polo opuesto destacaban las estampitas obreras de Walker Evans, que hizo de sus bellas postales paternalistas del obrero su motivo principal, y del sujeto retratado una víctima que necesitaba la caridad del Estado. «Es el modelo de la revista Life«, apunta Ribalta.

«Sería imposible montar en EEUU una exposición así2, dice el comisario

La represión de McCarthy

Evans fue consecuencia de la despolitización que sufrió el género documental tras la Segunda Guerra Mundial, con la llegada de la represión de la experiencia comunista dirigida por McCarthy en el poder. De esta manera, el movimiento internacional de fotografía obrera, que se había agotado prácticamente en 1933, se muestra incapaz de volver a surgir. La prestigiosa Photo League, que parte de un interesante movimiento cultural patrocinado por la Internacional Comunista, es prohibida en 1951 por el presidente estadounidense. La represión hace que fotógrafos como Paul Strand huyan a Francia. Pero es el propio estalinismo el que empeñó sus mejores armas en perseguir una fotografía que dejó de favorecerle.

Tal y como puede leerse en las palabras de Edwin Hoernle, colaborador habitual de Der Arbeiter Fotograf y una de las voces más respetables del núcleo duro del movimiento alemán, era necesario retratar toda la aspereza. Sin compasión, «en toda su repugnante fealdad», denunciando a la sociedad y pidiendo venganza. Era necesario mostrar «las cosas como son, con una luz dura, sin compasión».

La práctica cercana al fotoperiodismo comprometido con el obrero dejó de ser una ingenua actividad para convertirse en una feroz molestia. Había que matarla. «Es un documental que fomenta el espíritu de revuelta y la insumisión. Esta es la historia prohibida y olvidada», añade Ribalta sobre esta experiencia obrera. Con un discurso claro y contundente, el recorrido reivindica la historia de la imagen de la víctima, vista por sí misma. Sin lamentos ni compasiones.

Público.es

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Ourense. Exposición: «Abriendo fosas, recuperando dignidades»…

abril 3, 2011

Permítanme que les informe de la próxima presencia en Ourense, en el Ateneo ( c/ Curros Enríquez, 1) de la exposición : «Abriendo fosas, recuperando dignidades», de los días 12 al 30 del presente mes de abril, todos los días de la semana, por la mañana y por la tarde; que les invite a visitarla, y que les recomiende no perder la ocasión de conocer tan magnífica exposición.

Les invito también a asistir a la Inauguración de la misma, que tendrá lugar el día 14 de abril, a las 12:00 horas, y en la que estará presente una representación del equipo de arqueólogos y voluntarios de la ARMH, precisamente las personas que realizan las labores que la exposición muestra.
Los cuarenta paneles de que consta la exposición han sido elaborados por la Sociedad de Ciencias Aranzadi (con la ayuda del Departamento de Justicia y Adminstración Pública del Gobierno Vasco), y en ellos se explican en cinco bloques y con imágenes y textos todos los pasos que una asociación como la ARMH recorre desde que, después de una petición de familiares, se investiga un caso de desaparecidos en la guerra civil o en el franquismo hasta que los restos son devueltos a las familias y honrados públicamente. Dentro de la exposición se muestra una impresionante fotografía a tamaño real de una fosa común exhumada en el monte burgalés de La Andaya.

 

Les acompaño cartel de la exposición e invitación a la misma, y también un reciente artículo de prensa (al que también pueden enlazar desde http://www.leonoticias.com/frontend/leonoticias/La-Trastienda-De-La-Memoria-Historica-vn68258-vst306 ) que explica y resume las labores y cometidos de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que es la entidad que trae ahora al Ateneo de Ourense y organiza la exposición, con la colaboración (que desde aquí agradecemos) del propio Ateneo y de laFundación 10 de Marzo del Sindicato Nacional de Comisiones Obreras de Galicia.

Las fotografías que se adjuntan corresponden a las fechas del pasado octubre en las que la exposición se presentó en el campus de la Universidad de León en Ponferrada.

Les agradezco el envío de esta información a quienes crean que pueda interesarle.
José Cabañas González
988 243 809 – 696 540 133
jiminiego@mundo-r.com
www.jiminiegos36.com

Farrés Brothers i Cia explica la importancia de la memoria histórica en La Maleta de Agustí…

marzo 24, 2011

Inspirada en la vida del periodista y fotógrafo Agustí Centelles

La Maleta de Agustí
La Maleta de Agustí
Jordi Farrés y Pep Farrés en una escena del espectáculo

Virginia Fernández – laRepúblicaCultural.es

Explicar la importancia de la memoria histórica a los niños no parece una tarea fácil. Tampoco lo es hablar de la guerra civil, ni del exilio. Quizás esta sea la magia de los títeres, su capacidad para narrar sin tabúes y desde los ojos de la inocencia, historias complejas que quizás es necesario resucitar en nuestra memoria.

La compañía catalana Farrés Brothers reconstruye de esta manera parte de la vida del periodista y fotógrafo Agustí Centelles a través de los ojos de quienes velaron por mantener a salvo un secreto, con el afán de proteger vidas. André, un niño francés descubre una maleta en el desván de sus padres, cuyo contenido le inspira desde el principio una gran curiosidad.

Se trata de las fotografías del periodista Agustí Centelles, que se autoexilió a Francia en 1939, llevando consigo los negativos de la guerra civil que consideraba más relevantes.

A través de esas fotografías, de los títeres y de los actores que dan vida a esos personajes se nos sitúa con habilidad en tres tiempos diferentes. El recuerdo de lo que fue y de lo que fuimos. La conciencia de lo que somos y de lo que podemos llegar a ser. La fotografía se convierte en una herramienta necesaria de denuncia de las guerras, reflejando la sinrazón y el sufrimientos de quienes las padecen.

Más allá de explicaciones históricas, la obra reivindica la reconciliación de quienes en su día pelearon. A veces es necesario dejar pasar mucho tiempo para que las heridas cicatricen. Para ello, la memoria histórica personal y general nos ayuda a entender mejor nuestro presente.

La compañía Farrés Brothers convierte el propio escenario en una maleta de recuerdos, que esconde una historia interesante a la que llegamos a través del juego, usando el lenguaje y la realidad tal y como la verían los niños. Un mundo en pequeño formato, donde la imaginación se convierte en algo primordial, a la hora de entender el mundo de los adultos.

Resulta fácil entrar en conflictos domésticos y sin embargo, no resulta nada obvio cómo llegar a un punto de reencuentro. El mundo de los niños es aquí un ensayo que nos prepara para la vida adulta, un escenario de sueños donde jugamos a que queremos ser en esta vida. La maleta de Agustí fue premiada durante la pasada feria de Teatro infantil de Gijón, FETEN.

Jordi Palet, Pep Farrés y Jordi Farrés integran la compañía y han convertido su pasión por narrar historias en su medio de vida. Su primer montaje se estrenó en el año 2002, con “operación abuelo” donde se reflexiona sobre el hecho de envejecer. Recientemente han estado actuando en el festival Teatralia con La maleta de Agustí, y continúan su viaje durante los meses siguientes por otras ciudades catalanas.

laRepúblicaCultural.es vía google noticas


Donación anónima fotografías 1936-1937 engrosará Centro Memoria de Salamanca…

enero 26, 2011

Fotografía de archivo. Cuerpo de Durruti

Madrid, 25 ene (EFE).-

El Ministerio de Cultura ha recibido de un donante anónimo una colección fotográfica y diversas publicaciones propagandísticas, datadas entre 1936 y 1937, que serán depositados en el Centro Documental de la Memoria Histórica, en Salamanca.

La donación consiste en una colección de 21 positivos fotográficos, unos en papel y otros en cartón, con el sello del Comisariado de Propaganda de la Generalitat de Cataluña, informa el Ministerio de Cultura en un comunicado.

Aunque se desconoce su autoría concreta, el departamento de Cultura señala que las fotos fueron tomadas en una época en la que el fotógrafo Agustí Centelles era colaborador del Comisariado.

Las instantáneas corresponden a la visita realizada por una delegación de parlamentarios franceses a la Generalitat de Cataluña el 4 de febrero de 1937.

Los visitantes, diputados radicales-socialistas y socialistas de distintos departamentos franceses, fueron recibidos por el presidente de la Generalitat de Cataluña, Lluís Companys.

En las fotografías aparecen personajes notables de la Administración catalana durante la Guerra Civil como Jaume Miratvilles, comisario de Propaganda de la Generalidad; Joaquim Vilà, jefe del de Prensa de la Presidencia de la Generalitat; Antoni María Sbert, consejero de Cultura o José Tomás Piera, ex ministro de Trabajo, Sanidad y Previsión Social.

Además, pueden verse retratados Eusebio Carbó, representante de la CNT en el Comisariado de Propaganda o Lleó Dalty, secretario de la Oficina de París del dicho Comisariado.

Entre los parlamentarios franceses aparece Jean-Robert Lassalle, diputado de la Asamblea Nacional y ministro de Pensiones en 1938, así como el diputado del Frente Popular francés Gaston Bergery y su esposa.

De las publicaciones donadas destacan una edición de 1936 de la obra «Infants», con 12 litografías del pintor barcelonés Pere Creixams Picó y una reproducción realizada por el Comité Médico de Ayuda a la Democracia Española de Nueva York de la edición realizada por el Ministerio de Propaganda en 1937 del álbum de dibujos «Galicia mártir».

En él aparecen ilustraciones del político, escritor y dibujante gallego Alfonso Rodríguez Castelao, o una impresión del romance «Defensa de Madrid», de Rafael Alberti, realizada por el Comisariado de Propaganda de la Generalita

ABC.es vía google noticias


Antihéroes de posguerra…

diciembre 13, 2010

Los tebeos se llenaron de enmascarados y huérfanos a partir de 1940 – Una muestra rescata míticas cabeceras.

TEREIXA CONSTENLA – Madrid – 13/12/2010

Revista Florita para chicas.-

Un tebeo es también un tratado de sociología y un apunte histórico. Depende del público. Un niño de la posguerra española podía fantasear con ser el Jabato e identificarse con la hambruna insaciable de Carpanta. Un investigador, como Luis Conde Martín, repara que en las publicaciones juveniles de la época proliferan los huérfanos que «encaran la vida solos» y héroes enmascarados que «ocultan vidas anteriores o purgan errores del pasado». Una expiación sobre la que se desconocían detalles y unos huérfanos que ignoraban, junto a sus lectores, por qué no tenían padres.

La guerra no estaba en aquellas viñetas que, sin embargo, estaban profundamente marcadas por lo ocurrido entre 1936 y 1939. Se puede ver en la exposición Los tebeos de la posguerra, organizada por el Centro Documental de la Memoria Histórica y que hoy se inaugura en el Palacio Episcopal de Salamanca. La muestra repasa editoriales y cabeceras míticas publicadas entre 1940 y 1960 como El Capitán Trueno -el próximo año se estrena la película sobre el personaje de Víctor Mora-, Roberto Alcázar y Pedrín, El Guerrero del Antifaz -200.000 ejemplares a la semana-, Pulgarcito, TBOPumbySissiTio Vivo o Can Can. La muestra es una continuación natural de la dedicada a las historietas en la Guerra Civil.

En los primeros años, cuenta Luis Conde, comisario de la exposición, «se advierte el empeño por utilizar el lenguaje de la historieta con ánimo didáctico y doctrinario, con torpeza expresiva y mucha carga ideológica». El armazón censor montado por la dictadura no ignoró a unas publicaciones que poseían una evidente fuerza propagandística. Caperucita se vuelve AzulEncarnadaFlash Gordon es rebautizado como Roldán el Temerario. «Había obsesión por los desnudos femeninos y las desviaciones político-religiosas», escribe el comisario. La mordaza aflojó algo con el tiempo, como evidencia Florita, una revista juvenil repleta de chicas en pantalones que tiraban con arco, un prototipo femenino que se habría vetado en los cuarenta.

Las mayores coacciones, según el periodista Vicent Sanchis, autor del libro Tebeos mutilados (Ediciones B), se dan a partir de los años cincuenta, cuando el Ministerio de Información y Turismo elabora las normas que debían acatar editores, dibujantes y guionistas. Se prohibía tajantemente cuestionar la autoridad paterna y se recomendaba no confundir hadas y ángeles.

No siempre esto fue a misa. Moncho Alpuente, que ha colaborado en la exposición del Ministerio de Cultura y que tuvo como primer tebeo de referencia el Pulgarcito, recuerda que la familia «no quedaba muy bien parada en la crónica costumbrista, devenida en ácida parodia, de las historietas». La emblemática familia Cebolleta, creada por Vázquez en DDT, está liderada por Rosendo, un padre «chupatintas y esclavizado». En la factoría Bruguera, casi todos los protagonistas eran seres apaleados por la vida, como la criada Petra. «Nos hicieron felices a tantos niños durante tantos años», reflexiona Alpuente, «a costa de hacer infelices a sus héroes, siempre entrañables, casi nunca modélicos, reflejo deformado en esperpento gráfico de un país trágico y vestido de luto».

El País.com

 


La exposición ‘Tierra y libertad’ cerrará sus puertas el miércoles, tras recibir más de 40.000 visitantes…

diciembre 5, 2010

ZARAGOZA, 5 (EUROPA PRESS)

La exposición ‘Tierra y Libertad. Cien años de anarquismo en España’ cerrará sus puertas este miércoles, día 8 de diciembre, en el Palacio de Sástago de la capital aragonesa tras recibir más de 40.000 visitantes desde su inauguración, el 6 de octubre.

La muestra recorre la historia del anarcosindicalismo en el último siglo, propiciando un ejercicio de memoria histórica, al exponer la contribución del movimiento anarquista a la cultura, educación y lucha por la libertad, más allá de la visión tópica, aunque real de la violencia del anarquismo.

La exposición sigue cinco hilos conductores. En primer lugar, se analiza la ‘violencia’, un tópico y una realidad del anarquismo, recuperando episodios como el asesinato de Canalejas en 1912 en la puerta de una librería, que se recrea en el Palacio de Sástago.

También se analiza su repercusión en el mundo de la cultura y se reflexiona sobre el sindicalismo. Además, la exposición habla del Gobierno, dado que cuatro anarquistas se convirtieron en ministros, algo que generó tensiones y se consideró una traición desde movimientos anarquistas de otros países.

Por último, ofrece un resumen de su repercusión general, su legado en la vida del país, que también se recoge en el catálogo editado con motivo de esta exposición y en un libro-CD publicado bajo el mismo título.

La exposición se completaba con un sexto ámbito dedicado a la mujer, ‘Libertarias’, que pudo visitarse hasta el 28 de noviembre en el Palacio de Montemuzo, donde se mostraron más de 50 piezas, documentos y uniformes sobre la lucha de las mujeres en el anarcosindicalismo.

La exposición y el libro-CD, así como un congreso que se celebró en Huesca sobre esta misma materia, se incluyen en el proyecto ‘Amarga memoria’ del Gobierno de Aragón y han sido organizados, además de por el Ejecutivo aragonés, por las diputaciones provinciales de Zaragoza y Huesca y el Ayuntamiento de Zaragoza.

Europa Press via Yahoo! España Noticias

 

 


Exposición en Valencia de carteles históricos de la CNT (1936 – 1939)…

noviembre 28, 2010

La exposición es básica para comprender la lucha contra el fascismo tras el golpe de estado criminal franquista. Consta de 51 carteles del periodo 1936-1939, recuperados de la Fundación Pablo Iglesias en febrero del año 2007. Junto con los carteles fue entregada toda la documentación (actas, correspondencia, etc.) y las publicaciones periódicas (periódicos y revistas) pertenecientes al movimiento libertario. La exposición podrá visitarse en la sede de CNT – Valencia. C/. Progrés, 126. Cabanyal.

La exposición se podrá visitar del 1 al 4 y del 9 al 12 de diciembre en la sede de la CNT, calle Progrés, 126. Cabanyal (Valencia)

Horarios: Mañanas de 12 a 14 horas y tardes de 18 a 21 horas

Recuperando el patrimonio

Esta exposición consta de 51 carteles del periodo 1936-1939, recuperados de la Fundación Pablo Iglesias en febrero del año 2007. Junto con los carteles fue entregada toda la documentación (actas, correspondencia, etc.) y las publicaciones periódicas (periódicos y revistas) pertenecientes al movimiento libertario.

Todos estos fondos documentales formaban parte de las incautaciones realizadas por el ejército franquista durante la Guerra Civil. Se encontraban custodiados en el Archivo Militar de Ávila, hasta que, en 1987, por orden del entonces ministro de Defensa, Narcís Serra, fueron entregados a la FPI junto con otra documentación denominada “Antecedentes políticos”. Tras la denuncia de varios historiadores, que habían podido constatar la existencia de esa documentación en la FPI y el inventario realizado en el Archivo Militar de Ávila, en abril de 2006 representantes del Comité Nacional de la CNT se reunían con miembros de la FPI para exponerles la situación y para reivindicar la completa devolución de aquellos archivos que pertenecieron a la CNT con anterioridad a la Guerra Civil y que se encontraban en su poder. Finalmente, en junio de 2006 la situación quedaba desbloqueada al asegurar la Fundación Pablo Iglesias que devolvería a la CNT todos los fondos solicitados.

Justificación histórica

El 17 de julio de 1936 parte del Ejército español se sublevó contra el gobierno democrático, primero en el Protectorado de Marruecos y después en la Península. La respuesta del pueblo español y de sus organizaciones políticas y sindicales convirtió el pronunciamiento militar en una guerra civil. En una Europa en conflicto entre los regímenes totalitarios, que gobernaban en casi todo el continente, y los defensores de la libertad y la justicia, con la sombra de la Revolución Rusa de 1917, que despertaba tanto temor como esperanza entre los europeos, la guerra española fue un preludio de la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, un magnífico ejemplo de lo que puede hacer un pueblo que se compromete y lucha por una nueva sociedad, más justa y más libre.

Justificación artística

El cartel es uno de los baluartes de la cultura visual de masas desde su nacimiento en el siglo XIX debido a su tamaño, que permite ser visto por varias personas a la vez, a su posibilidad de reproducción masiva y a la transmisión de un mensaje mediante la integración de texto e imagen. Como vehículo propagandístico, los carteles serán empleados por los dos bandos en nuestra Guerra Civil, siendo más abundantes y de mayor calidad artística los del lado republicano, ya que Valencia y Barcelona eran las dos ciudades con más tradición en este campo y donde residían los mejores cartelistas (Renau, Monleón, Fonseré, Helios Gómez, Goñi, Siwe), si bien contamos con obras de autores anónimos o casi desconocidos que no le van a la zaga a las de los consagrados. Así, estos carteles, además de ser una muestra del arte del aquel tiempo, arte realista en medio de la abstracción y demás vanguardias, son un complemento perfecto para entender esta época.

http://www.forumperlamemoria.org/?Exposicion-en-Valencia-de-carteles