El hospital de Varsovia, la guerra después de la guerra/’hospital Varsòvia, la guerra després de la guerra

febrero 19, 2012

Algunas pequeñas historias esconden rasgos que describen toda una época. Como la que narra el documental La batalla del Varsovia de la productora valenciana InfoTV. El filme recuerda la apertura en el año 1944, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, de un centro sanitario en la ciudad francesa de Toulouse. El Hospital Varsovia, que llevaba el nombre de la calle donde estaba situado, lo crearon médicos republicanos españoles para atender a los heridos de la resistencia antifranquista (los maquis) y también los cerca de 150.000 exiliados que malvivían en la región del Languedoc.

Pero, bajo este hilo conductor del documental se desgranan también la agotadora diáspora de los refugiados republicanos, la guerrilla de los maquis, las peleas internas del Partido Comunista de España (PCE) en el exilio, la persecución macarthista o caza de brujas norteamericana, la Guerra Fría y, como consecuencia,  la tolerancia progresiva del régimen de Franco por parte del mundo occidental.

En resumen, muchos años de historia y muchas historias paralelas de la posguerra mundial en los 57 minutos que dura el documental, que anteayer se estrenó en Valencia y que se presentará próximamente en Alicante, Barcelona y Toulouse, entre otros ciudades.

El proyecto nació casi por casualidad hace unos cuatro años. El profesor Àlvar Martínez Vidal, del Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia-CSIC de la Universidad de Valencia, coordinaba una investigación sobre el Varsovia, que la Editorial Asuntos publicó en 2010 bajo el título Exilio, medicina y filantropía. El Hospital Varsovia de Toulouse. 1944-1950. «Quise incluir en el libro un DVD con un documental estadounidense inédito aquí, Spain in Exile«, explica Martínez, «y me puse en contacto con Juli Esteve [director de la productora audiovisual InfoTV], porque en fiera el edición y las copias .

Médicos republicanos dirigieron un centro de planteamientos progresistas

Spain in Exile era un documental propagandístico hecho en 1946 terminada ya la Segunda Guerra Mundial, por el Joint Antifascista Refugee Comittee con el objetivo de recaudar fondos para el Hospital Varsovia y otros centros de atención a los españoles en Francia. El filme  de 19 minutos de duración, mostraba a los ciudadanos de los Estados Unidos las condiciones pésimas en que malvivían los republicanos exiliados en Francia. Aparece, por ejemplo, un «profesor valenciano que trabaja de llenyaire» en el sur de Francia. «Es una deuda nuestro, pendiente y antiguo», afirmaba el periodista que presentaba el documental.

«Nos endulzar la historia», recuerda Julio Esteban, que propuso a Martínez no sólo hacer las copias de Spain in Exile para su libro disco sobre el Varsovia, sino un documental nuevo con el testimonio de supervivientes y los descendientes de los protagonistas y con imágenes actuales del centro sanitario. Es decir, contar la historia del Varsovia desde 1944 hasta nuestros días. Así, Martínez y Esteve se convirtieron en codirectores y coguionistas de La batalla del Varsovia, producido por el Museo de Historia de Medicina de Barcelona con la colaboración del Memorial Democrático, las universidades de Valencia, Alicante y Miguel Hernández y Comisiones Obreras, entre otras entidades.

Fotograma del documental ‘La batalla del Varsovia’

No quisiéramos desvelar aquí el contenido de este documental que hay que ver, pero sí ofrecer algunas claves para entender el contexto.

El Hospital Varsovia  dirigido por médicos republicanos abrió en 1944 poco después del desembarco norteamericano en Normandía y la liberación de Francia. Sus prioridades eran el cuidado de los españoles procedentes de los campos de concentración nazis y la atención a los guerrilleros o maquis, que una vez acabada la Segunda Guerra Mundial pensaban que con la ayuda aliada se podía seguir combatiendo hacia el sur para hacer caer el régimen de Franco. Fue la llamada «Operación Reconquista» dirigida por el PCE en octubre de 1944. Unos 4.000 guerrilleros invadieron el norte de la península con la intención de establecer la sede del gobierno republicano en el Valle de Arán. Pero la operación fracasó: 50.000 soldados y guardias civiles les esperaban en una frontera bien protegida por el gobierno franquista. Además, los dirigentes comunistas estaban divididos (Santiago Carrillo estaba en contra de la operación) y los países aliados no se quisieron involucrar.

Muchos años de historia y muchas historias de la posguerra en 57 minutos

A pesar de su rápida e improvisada creación, el Hospital Varsovia llegó a ser el centro sanitario más moderno de Tolosa, porque «los otros hospitales de la ciudad parecían casi medievales», comenta Martínez. Y lo fue, sobre todo, gracias a la financiación de civiles estadounidenses, especialmente de la comunidad de los unitarios, una corriente cristiano protestante de carácter progresista, humanista y antipurità, que crearon la Unitarian Service Comitee para distribuir la ayuda.

Fueron los unitarios los que colaboraron en la producción del documental Spain in Exile, y los que dotaron el hospital de todo tipo de instrumentos y medicinas. En el documental también se habla de una misteriosa estadounidense que dio una parte de su fortuna al Varsovia. «Se decía Harriet Marple», explica Martínez, «pero no he podido saber nada más».

Todo el equipo médico era español, donde predominaban los catalanes. Era el hospital de referencia para los exiliados en toda Francia, y además pionero en la investigación y la práctica de la medicina social, dado que una vez convertido en hospital civil, se dedicó a tratar las enfermedades endocrinas provocadas por los ocho años de hambre y sufrimiento, las afecciones venéreas o las causas de la mortalidad infantil. Con el paso del tiempo, fue también líder en cuidados paliativos, parto sin dolor, planificación familiar y asistencia social a grupos desfavorecidos.

“Los otros hospitales de la ciudad parecían medievales»

Pero, en Estados Unidos, durante la Guerra Fría, el Comité de Actividades Antiamericanas, en la conocida como «caza de brujas», interrogó a los miembros de la Joint Antifascista Refugee Comittee y los unitarios que colaboraron. Muchos de ellos fueron acusados de comunistas y encarcelados, y la ayuda civil estadounidense en Varsovia llegó a finales en 1948. Era el año en que el bloque comunista crecía con la integración de Checoslovaquia y Hungría, y cuando el aumento de la tensión entre los dos bandos se manifestó con el bloqueo soviético de Berlín.

Poco después, en 1950 los Estados Unidos ya habían establecido relaciones diplomáticas con Madrid. España fue tratada como aliada en la lucha anticomunista por motivos geoestratégicos. El gobierno de Francia fue presionado para que persiguiera las células de resistencia comunista españolas en su territorio, y en septiembre de ese año, de madrugada y en secreto, la policía francesa detuvo 276 españoles, entre ellos el equipo médico de del Hospital Varsovia  en la conocida como Operación Bolero-Paprika (paprika es el nombre que recibe en muchos países nuestro pimentón molido). Los detenidos iniciaron así un nuevo exilio al ser deportados a colonias francesas en unos tiempos que, pretendidamente, eran de paz.

Pero el hospital no cerró: un grupo de médicos del Partido Comunista Francés, encabezados por el doctor Ducuing, iniciaron una lucha legal que duró cinco años, y mediante la Societé Nouvelle Hôpital Varsovia, una asociación sin ánimo de lucro, consiguieron la titularidad del centro para continuar su labor social. Esa es La batalla del Varsovia que da título al documental de InfoTV. En el barrio de Saint-Cyprien de Tolosa  donde está situado el centro sanitario, los inmigrantes magrebíes y subsaharianos han sustituido a los exiliados españoles, pero la filosofía del centro, ahora bajo el nombre de Hôpital Joseph Ducuing, sigue siendo la misma.

Cabe destacar en el documental una imagen especialmente impresionante que quizás hoy no llamaría la atención: la de una mujer, la cirujana María Gómez operando en el Varsovia en 1946. Todo un símbolo del desarrollo profesional femenino iniciado llevarán la II República y que el franquismo truncó.

La estadounidense Harriet Marple dio parte de su fortuna

Y como decíamos anteriormente, si algunas pequeñas historias destilan de refilón los rasgos de una época, la producción de este audiovisual tiene una bien expresiva: ante el desbarajuste económico que sufren nuestras instituciones públicas, InfoTV hizo un llamamiento popular mediante el correo electrónico para completar la financiación del proyecto. «La aportación no ha sido masiva», dice Esteban, «pero hemos probado la capacidad de implicar a los particulares. Toda colaboración, de aquí y de allá, es buena, y nos ha permitido terminar el documental». Hilando delgado, podríamos establecer un paralelismo entre el espíritu de aquellos civiles estadounidenses que ayudaron al Varsovia con el de los ciudadanos que ahora se involucran en la salvaguarda de nuestra producción cultural y la memoria histórica.

La batalla del Varsovia tiene un precio de 15 euros e incluye además el documental Spain in Exile y otros extras. El próximo proyecto de Esteve es «contar la historia de los argelinos valencianos», afirma. Será el octavo documental de InfoTV, tras otros de bien logrados, como Valencianos de Mallorca o Moriscos, los valencianos.

 Artículo original escrito en valenciano y traducido por el editor.

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/02/16/valencia/1329383339_211733.html


Identificados tres maquis de leyenda…

diciembre 30, 2010

Sus restos fueros recuperados de una fosa común el pasado marzo. Se trata de tres reconocidos guerrilleros antifranquistas abatidos en una emboscada en 1949

EFE Ciudad Real 30/12/2010

Honorio Molina Merino (c) 'El Comandante'; José Méndez Jaramago (i), conocido como el 'Manco de Agudo', y Reyes Saucedo Cuadrado 'El Parrala' (d).

Honorio Molina Merino (c) «El Comandante»; José Méndez Jaramago (i), conocido como el «Manco de Agudo», y Reyes Saucedo Cuadrado «El Parrala» (d).EFE

Los restos exhumados el pasado 18 de marzo en una fosa común en Retuerta del Bullaque (Ciudad Real) se corresponden con los tres maquis que estaban siendo buscados por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH).

Se trata de los guerrilleros antifranquistas José Méndez Jaramago, Honorio Molina Merino y Reyes Saucedo Cuadrad, que fueron abatidos a tiros por la Guardia Civil durante una emboscada en el monte que tuvo lugar el 12 de marzo de 1949.

La ARMH ha concluido la identificación forense de los restos de esos tres maquis, ha informado Juan Pedro Esteban Palmero, miembro de la ARMH y una de las personas que impulsó los trabajos de búsqueda de los restos de los tres hombres.

Palmero ha señalado que durante el descubrimiento de la fosa se pudo «constatar, por los rasgos físicos y los objetos encontrados, que se trataba de las personas que estábamos buscando».

El 22 de enero se entregarán los restos a sus familiares

No obstante, ha señalado, los trabajos de identificación de los restos llevados a cabo en el laboratorio de la ARMH de Ponferrada (León), lo han confirmado ahora por un proceso científico.

Maquis ilustres

Los tres guerrilleros identificados formaban parte de una partida de maquis que fue muy conocida en esta comarca y en torno a cuyas figuras fue creciendo una gran leyenda que se extendió por las comarcas donde llegó su actividad.

Méndez Jaramago, conocido como el Manco de Agudo, de 34 años, era natural de Higuera de Vargas (Badajoz) pero vecino de Agudo (Ciudad Real); Molina Merino, conocido como el Comandante Honorio, de 31 años, era natural de Villarta de los Montes (Badajoz) y también residente en Agudo y Saucedo Cuadrado, El Parrala, de 31 años, había nacido en Agudo.

La información aportada por vecinos de Retuerta del Bullaque permitió ubicar los restos en el antiguo cementerio de la localidad, propiedad del obispado de Ciudad Real, donde arqueólogos y forenses trabajaron hasta localizarlos.

La leyenda de los tres maquis se extendió por toda la comarca

La entrega de los restos a los familiares de los guerrilleros tendrá lugar el próximo 22 de enero, en un acto que se celebrará en el municipio de Saceruela (Ciudad Real).

Las familias de los asesinados ya han decido donde enteraran los restos de sus familiares. En concreto, Méndez Jaramago será enterrado, junto a los restos de su madre, en Higueras de Vargas (Badajoz).

Los familiares de Molina Merino lo enterrarán en Villarta de los Montes (Badajoz) también junto a los restos de sus familiares más cercanos y los de Saucedo Cuadrado recibirán sepultura en Saceruela junto a los restos de su mujer.

Público.es


Un entierro digno para tres maquis 63 años después…

noviembre 21, 2010

Los familias reciben los restos de ocho republicanos asesinados en Benagéber (Valencia)

BELÉN TOLEDO BENAGÉBER (VALENCIA) 21/11/2010

José Martínez ante los restos de su padre. JUAN NAVARRO

José Martínez ante los restos de su padre. JUAN NAVARRO

Salvador Garrido murió asesinado por la Guardia Civil en 1947. Pero su nieto Miguel, que ahora tiene 39 años, creció convencido de que su abuelo paterno había muerto «de repente».

El miedo tapó las bocas de su padre y de sus tías, que no se atrevieron a contarle el drama familiar hasta bien entrada la democracia. Y sólo ayer, 63 años después del crimen, pudo el nieto cargar con los restos de su abuelo para enterrarlos dignamente.

Junto a Miguel, una treintena de familiares de represaliados del franquismo recibieron los restos de sus deudos, que durante seis décadas permanecieron enterrados en una fosa común del cementerio de Benagéber. Las víctimas exhumadas son tres guerrilleros que peleaban contra el franquismo en las montañas del interior de la provincia de Valencia, un vaquero que les había dado de comer y cuatro trabajadores de las obras de un pantano cercano que les suministraron pólvora y alimentos. Murieron víctimas de la balas de la Guardia Civil, que los enterró sin ataúd, lápida ni funeral. Sus viudas e hijos sufrieron represalias durante años.

¡Viva la República!

En la ceremonia de entrega de los restos hubo pena por los familiares muertos, rabia por la falta de reconocimiento a su lucha por la democracia y alivio por poder al fin enterrarlos dignamente. José Martínez, de 72 años, hijo de uno de los trabajadores asesinados y testigo de algunos de los crímenes cuando era un niño, lloró ayer por su padre todas las lágrimas que se tragó durante la dictadura. En homenaje, gritó un «¡viva la República!» ante la tumba abierta.

Dos asociaciones, La Gavilla Verde y el Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valencia, les han puesto en contacto y les han ayudado a encontrar el sitio exacto del enterramiento. Primero acudieron a la Justicia para que investigara el crimen. Ante su silencio, recurrieron al alcalde de Benagéber, Rafael Darijo, que autorizó la exhumación. Una subvención del Ministerio de la Presidencia aportó la financiación necesaria.

Público.es


Primera fosa de maquis en Andalucía…

octubre 2, 2010

La Junta ultima la exhumación de dos guerrilleros de las sierras de Almería.

ISABEL PEDROTE – Sevilla – 02/10/2010

Indalecio Francisco Fuentes Agüero, el Estraperlista, y Rafael Jiménez Ortega, Emilio el de Bayarque, eran dos guerrilleros antifranquistas que se escondían en la inhóspita Sierra de los Filabres de Almería. En la mañana del 18 de mayo de 1947 un vecino de la localidad de Sierro alertó a la Guardia Civil de que los había visto. Tan solo horas más tarde, a las doce del mediodía, cayeron abatidos a tiros en el Barranco de los Ceferinos. Familiares de Indalecio, a través de la Asociación Rocamar, solicitaron a la Comisaría de la Memoria Histórica la recuperación de los restos. Una primera intervención arqueológica ha localizado los cadáveres y este mismo mes la Consejería de Gobernación firmará un convenio con el Ayuntamiento de Sierro y la asociación para exhumarlos.

Se trata de la primera de fosa de maquis que se abre en Andalucía. Aunque los historiadores sostienen que lo más importante de esta actuación es que los descendientes puedan recuperar los cuerpos y darles una sepultura digna, también apuntan que es un paso para ir eliminando tabúes y sacar a la luz la represión a la que fueron sometidos los resistentes al franquismo que huyeron y vivieron en las sierras andaluzas.

El investigador Eusebio Rodríguez Padilla, doctor en Historia Contemporánea, a quien la Asociación Romacar encargó un análisis previo a la cata arqueológica, relata que Indalecio Fuentes y Rafael Jiménez fueron dos guerrilleros que no llegaron a pertenecer a una cuadrilla organizada, si bien tuvieron relación y participaron en actos esporádicos junto a Juan Nieto, Cuco, cuya partida fue muy activa en las sierras de Alhamilla y de Gádor, y se unió posteriormente al Ejército Guerrillero de Andalucía.

Indalecio y Rafael fueron tiroteados cuando dormían, tras una delación.

Según Rodríguez Padilla, la guerrilla en Andalucía se divide en dos espacios temporales: de 1936 a 1945 (en Almería desde 1939, ya que hasta este año no entraron en la provincia los sublevados), y de 1945 a 1952. En la primera etapa los integrantes del maquis son huidos que se echan al monte para escapar de la muerte, la cárcel y la represión. En la segunda, en la que interviene el PCE, se forma un Estado mayor, con unidades militarizadas. Cobraban sueldo (el mismo que un labriego) y el dinero obtenido en secuestros y robos iba a parar a las arcas del PCE, que lo usaba también en el sostenimiento de la resistencia urbana.

Indalecio Fuentes y Rafael Jiménez pertenecen a la primera, pese a que fueron asesinados en 1947. El profesor de Historia Contemporánea Óscar Rodríguez Barreira, que elaboró el informe preliminar de la excavación arqueológica (bajo la dirección de Luis Castro Fernández), cuenta que Indalecio nació en Uleila del Campo en 1909 (Almería) en el seno de una familia humilde. A los 19 años emigra a Francia para trabajar en una mina de carbón. Allí conoce a Amalia Sánchez, de Cúllar Baza (Granada), se casa y tienen tres hijos. En 1936 regresan a Cúllar, e Indalecio, militante de Juventudes Socialista Unificadas, se alista y combate en el frente tres años. Al regreso, ya en Uleila, las delaciones y el hostigamiento al que es sometido le hacen dedicarse al estraperlo, en un principio, y luego huye a la sierra. La desgracia se cierne sobre su familia, que ha de soportar continuos interrogatorios y palizas durante seis años.

La vida de Rafael Jiménez es una incógnita. Solo se sabe que murió tiroteado junto a Indalecio Fuentes, según el atestado de la Guardia Civil, cuando ambos estaban durmiendo, «tendidos». La opinión de los historiadores es que no hubo intención de apresarlos vivos. Fueron enterrados en el Cementerio Nuevo de Sierro. En el sondeo arqueológico se ha hallado un cráneo con varios agujeros, posiblemente de golpes antes de la muerte, y huesos de un segundo cuerpo. La fosa se ha vuelto a tapar en espera de la exhumación definitiva y el análisis de ADN.

Antonia Fuentes, nieta de Indalecio, junto a su hija Antonia Sorroche, lleva removiendo despachos casi desde el advenimiento de la democracia para enterrar los restos de su abuelo en Uleila. «Es el sueño de toda la vida de mi padre, que es ya de edad avanzada y ha sufrido muchísimo», dice Antonia, quien recuerda cómo tuvo que guardar para sí durante décadas que era el hijo del guerrillero.

El País.com / edición Andalucía

Acto reivindicativo en Madrid, familiares desaparecidos de miembros de La Memoria Viv@- fotgrafía archivo de La Memoria Viv@


El último maquis llega a Venecia…

agosto 15, 2010

El filme ‘Caracremada’, de Lluís Galter, competirá en la próxima edición del festival…

ANNA FLOTATS – Barcelona – 15/08/2010

Ramon Vila, alias Caracremada dedicó los últimos 15 años de su vida a cortar torres de alta tensión con una sierra. Formaba parte de su solitaria rutina en el bosque, igual que comer, dormir o lavarse los dientes. El sabotaje a las centrales eléctricas fue la resistencia particular de este hombre indomable, hijo de casa pobre, activista obrero, encarcelado antes y durante la República, que fue el último maquis en Cataluña. El director Lluís Galter (Figueres, 1983) narra la vida de este guerrillero antifranquista en su ópera prima, Caracremada, que acaba de ser seleccionada para competir en el apartado Orizzonti de la 67ª edición de la Muestra Internacional de Cine de Venecia.

Galter no es un apasionado de la historia, ni tampoco un profundo conocedor de los maquis, más allá de los mediáticos Marcel·lí Massana y Quico Sabaté. Este joven estudiante de Comunicación Audiovisual estaba obsesionado con grabar una película inspirada en El mito de Sísifo, de Albert Camus. Un día, un amigo le hizo cambiar de idea: contar la filosofía del absurdo era demasiado abstracto. Necesitaba un personaje. Y entonces ese amigo le regaló la única biografía que existe de Ramón Vila. «Me interesaba mucho la parte invisible de su historia, la más clandestina», cuenta Galter. En su película no hay disparos ni persecuciones. La imagen principal es Caracremada serrando torres de alta tensión en medio del bosque. Hizo de la resistencia su oficio. «Sabotear las centrales era su protesta contra la dictadura porque creía que así provocaría el caos y la caída del Régimen, era el acto individual de un hombre para resistir hasta la muerte», explica el director.

En sus últimos años, Ramon Vila se dedicó a sabotear líneas eléctricas

Según la biografía publicada por Josep Clara, Ramon Vila Caracremada, el darrer maqui català, el protagonista de la película de Galter nació en Peguera (Berguedà) en 1908 y conoció la represión obrera trabajando de minero. Se afilió a la CNT y al poco tiempo ya lideró un grupo armado en una revuelta libertaria en la cuenca del Alt Llobregat. Hizo la guerra en la columna de Hierro y después, en el exilio francés, luchó contra los nazis. Tras la liberación, quiso volver a Cataluña para proseguir una obstinada lucha contra el franquismo. Pasó sus últimos años de vida escondido en el bosque, saboteando tendidos eléctricos hasta que, en 1963, la Guardia Civil lo abatió a tiros en Castellnou del Bages.

Ambientada en estos bosques de la Cataluña Central, el filme de Galter nació de manera casual entre cuatro amigos de facultad que acabaron siendo 30. Se empezó a rodar «con un presupuesto irrisorio» y sin una productora detrás, pero con las cámaras en marcha, el productor Paco Poch se interesó por el proyecto. Igual que varios Ayuntamientos catalanes, la Diputación de Girona, el Consell de les Arts, Memorial Democràtic y el Museo del Exilio de La Jonquera. TV-3 ha comprado los derechos de antena de la película, que también se presentará, aunque sin competir, en el Festival de San Sebastián.

El Caracremada del siglo XXI lo interpreta Lluís Soler. «Pensamos en él desde el primer momento porque sus facciones se parecen ligeramente a las de Ramón Vila», opina Galter. El maquillaje solo sirvió para desfigurarle sutilmente la cara. Cuentan leyendas sin mucho fundamento que Caracremada debe su apodo a un rayo que cayó encima de su casa o a una caída infantil sobre un brasero. La película apenas tiene diálogo y la mayoría de personajes están interpretados por gente corriente, porque «sus rasgos y sus miradas lo dicen todo».Todavía sin fecha de estreno es España, Galter ve la nominación en Venecia como la oportunidad de dar a conocer su película -que competirá en el apartado de nuevas tendencias con Guest, de José Luis Guerín- y potenciar su distribución. «Es una lástima que el filme guste más en Italia, donde ni les va ni les viene el tema de los maquis, que en España o Cataluña», denuncia Galter. Aun así, el director puntualiza: su película es local, pero no localista, porque la manera de contarla, desde la filosofía del absurdo, «es universal y se entiende en todo el mundo».

El País.com

Ramón Vila "Caracremada"


Los otros episodios nacionales…

junio 24, 2010

Almudena Grandes editará en septiembre su obra más ambiciosa – ‘Inés y la alegría’ es la primera novela de un ciclo de seis sobre la resistencia antifranquista.

Un grupo de maquis, retratados en los Pirineos en 1948.-

JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS – Madrid – 24/06/2010

¿Qué se puede escribir después de escribir una novela de mil páginas? Almudena Grandes (Madrid, 1960) se enfrentó a esa pregunta cuando en junio de 2006 puso el punto final a El corazón helado. La propia escritora aventura respuestas: «¿Otra de mil páginas? Un poco cansino, ¿no? Te conviertes en el pesado de las novelas de mil páginas. ¿Una de doscientas, de chicas o negra?». La respuesta fue esta: una película. Grandes se lanzó a escribir un guión a partir de la imagen de una mujer montada a caballo y cargada de rosquillas que se unía a los 4.000 guerrilleros antifranquistas que en octubre de 1944 atravesaron los Pirineos para invadir el valle de Arán, en Lleida.

El proyecto arranca en 1939 y acaba en 1964, con el inicio del aperturismo

«Pensé: esto es un western», recuerda la escritora. Trabajó el guión junto a su amiga la cineasta Azucena Rodríguez, pero ningún productor se animó con un filme que iba a durar casi tres horas y a necesitar miles de extras. Grandes barajó una obra teatral. Tampoco. «Finalmente pensé que lo que yo sé hacer es escribir novelas», dice. Y se dio cuenta de que no solo tenía aquella invasión silenciada durante décadas, tenía también otras muchas historias de resistencia y clandestinidad, maquis, topos y desterrados. La cosa daba para las seis novelas de un ciclo, Episodios de una guerra interminable. El título general era un homenaje al precursor de aquella mezcla de historia y ficción, los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, un autor por el que Almudena Grandes siente devoción: «Es el otro gran novelista de la literatura española de todos los tiempos». El único que puede medirse con Cervantes.

Como Galdós, quiso contar el cruce entre la historia inmortal y los cuerpos mortales, «construir una historia de ficción que encaja en el molde de un hecho real en el tiempo y en el espacio, un relato en el que los personajes reales de la Historia con mayúsculas interactúan con los de la historia con minúsculas».

Empezó por un hecho poco trabajado por la historiografía -«como todos los españoles, yo creía que sabía mucho sobre la guerra»- que se le había ido apareciendo intermitentemente mientras se documentaba para El corazón helado. El resultado es Inés y la alegría, la primera del ciclo, que llegará a las librerías el 3 de septiembre, una novela de más de 700 páginas que narra la historia de amor de una muchacha de familia conservadora que se une al ejército organizado por el Partido Comunista para liberar España después de la victoria de los aliados sobre los alemanes. La vida imaginaria de los personajes inventados por Almudena Grandes se cruza con la vida real de Jesús Monzón, el motor de aquella aventura, y con la de los dirigentes comunistas en el exilio que, como Dolores Ibarruri, habían dejado Francia por Moscú siguiendo las órdenes de Stalin. Aquella invasión fue «el hecho de armas más importante de la resistencia antifranquista durante la dictadura y, tal vez, la crisis más grave por la que pasa Franco desde que llega al poder».

Lo paradójico es que ni un bando ni el otro escribieron una versión oficial de los hechos. ¿Por qué? «A Franco lo que menos le gustaba era proyectar una imagen de debilidad. Y para el PCE no era bueno porque la dirección estaba fuera de Francia y era difícil de aceptar que en su ausencia alguien había montado una organización tan admirable como para invadir España. Además, muchos militantes no les perdonaban que se hubieran largado de Francia. Los que se fueron no podían hacer otra cosa, pero para los militantes que se quedaron aquello fue un sálvese quien pueda. Aquí vinieron 4.000 desgraciados más solos que la una. Desamparados por la dirección de su partido y por la Unión Soviética. De los aliados ni hablamos: las decisiones que tomaron a corto plazo en octubre de 1944 apuntalaron a Franco en el poder a largo plazo».

Para Almudena Grandes «en la historia del PCE hay suficiente gloria como para no ocultar sus miserias». Ella, de todos modos, no ha tratado de juzgar sino de comprender. «Yo no me considero ninguna autoridad en este tema. Me he tomado la libertad de dar mi primera versión porque no hay una versión oficial. Si al menos los protagonistas hubieran completado ese relato yo no lo hubiera intentado». Todo el mundo pasaba sobre aquel hecho como por sobre ascuas. ¿Así que no es una frase hecha eso de que la literatura llena los huecos que deja la Historia? «Es una frase tan perfecta que parece de mentira ¿verdad?»

«Tengo trabajo hasta 2017»

A Almudena Grandes le hubiera gustado titular su serie Nuevos episodios nacionales para que el homenaje a Galdós fuera aún más evidente, pero no pudo: «Nacional es un adjetivo machacado y desvirtuado. El franquismo secuestró muchas cosas. Además, secuestró muchas palabras (España, patria…). Un título así no se entendería en un país en el que todavía mucha gente usa la palabra nacional para referirse a los franquistas». La novelista tiene ya escrita El lector de Julio Verne, la entrega que seguirá a Inés y la alegría. Las siguientes serán Las tres bodas de Manolita, Los pacientes del doctor García, La madre de Frankenstein y Mariano en el Bidasoa. Cada novela es independiente, pero varias comparten personajes. Todos terminan en 1964 – «los 25 años de paz y el comienzo de la apertura»– y todos tienen un epílogo en 1977 o 1978. «Quería vincular las historias con el presente y enfrentar al lector actual con su pasado», dice. «Tengo trabajo hasta 2017».

La escritora Almudena Grandes, fotografiada esta semana en su casa de Madrid.- CLAUDIO ÁLVAREZ

El País.com:

http://www.elpais.com/articulo/cultura/otros/episodios/nacionales/elpepicul/20100624elpepicul_1/Tes