Alberto San Juan: “Lo que se nos ha contado desde la Transición ha sido una estafa”

octubre 16, 2013
El Asombrario & Co. 09/10/2013 – 11 octubre 2013

Alberto_San_Juan_20mEl cuento con el que me han dormido en la infancia y en la juventud era mentira y resultó ser una pesadilla 

PAULA CORROTO

El actor recupera Autorretrato de un joven capitalista español en el teatro Alfil de Madrid y prepara para diciembre un cambio de la también madrileña sala Triángulo para transformarla en el Teatro del Barrio, su contribución artística a los movimientos sociales que claman por el cambio de sistema.

Hace unos meses, el actor Alberto San Juan (Madrid, 1968) se encontraba sin trabajo y lleno de deudas. Atrás había quedado la época de las películas, los premios y las obras de teatro con Animalario. También la entrada del dinero y los viajes. Y todo esto, que como él dice “sucedió en cinco minutos”, decidió contarlo en el texto teatral Autorretrato de un joven capitalista español, estrenado en la sala Triángulo y que ahora se puede ver todos los miércoles en el teatro Alfil de Madrid. Un monólogo de más de hora y media en el que San Juan intenta explicar su desastre personal –y el de otros tantos ciudadanos- a partir del relato mítico de la Transición  y la posterior Democracia. Pero no es su único proyecto ligado a la situación actual. A partir de diciembre se hará cargo de la sala Triángulo para transformarla en el Teatro del Barrio, donde habrá propuestas lúdicas que reflexionen sobre los movimientos sociales y lo que está ocurriendo. Es, cómo él sostiene en esta entrevista, su “humilde” contribución a un movimiento social cada vez más extendido que clama por un cambio del sistema.

¿Cómo nace ‘Autorretrato de un joven capitalista español’?

De una doble necesidad. Una, la económica. No tenía trabajo y tenía que inventármelo. Y otra, la necesidad de hablar en mi trabajo de lo que está ocurriendo ahora, aquí, en la comunidad en la que vivo. Yo adoro el repertorio dramático universal, pero en este momento, por primera vez en mi vida, no tenía ganas de hacer Otelo, ni Esperando a Godot ni Tío Vania, que son tres obras que me fascinaría hacer. Necesitaba hacer algo sobre lo que está pasando.  Yo no creo que [con esta obra] esté haciendo nada especial, sino que con mi trabajo contribuyo humildemente al movimiento ciudadano que cada día está más articulado y está más extendido por un cambio social.

La obra está marcada por la sensación de fraude en toda una generación que estudió, que creía en un futuro, que creyó tenerlo y que ahora se encuentra con la nada.

Era mentira. Hemos sido engañados. Los principales engaños fueron que vivíamos en una democracia donde colectivamente decidíamos cómo funciona esta sociedad y que era la sociedad del Bienestar. Era mentira. Y no porque haya llegado un tsunami y haya destruido las infraestructuras, sino porque el desmantelamiento del Bienestar estaba planificado. La crisis del sistema financiero era previsible y simplemente se ha dejado que suceda para que se desarrolle esta etapa del capitalismo que consiste ya en la guerra abierta contra el ser humano.

¿La culpa es nuestra por habérnoslo creído? Tú mismo dices en la obra que hubo un tiempo en el que compraste una casa, dos coches, viajes maravillosos a Europa todos los fines de semana…

Todos tenemos una parte de responsabilidad. Cuando vives con los ojos cerrados, como me pasaba a mí, te los han cerrado, pero tú no los abres, así que evidentemente tenemos una responsabilidad. Ahora, no es la misma responsabilidad la que tiene mi madre como la que tiene el señor Botín. Yo creo que no habría tiranos si no hubiera esclavos, pero no tienen la misma responsabilidad ni mucho menos.

En la obra hay un ajuste de cuentas con la Transición.

Yo he crecido con un relato mítico de mi país. Un relato mítico fundacional. Desde pequeño se me ha contado que esta es una sociedad democrática que comienza en 1975 gracias a la generosidad y la inteligencia de los padres de la patria, héroes fundadores gracias a los cuales, como decía Baltasar Garzón hace unos días, se hizo la paz, la democracia y la prosperidad. Y que fue una Transición modélica, exportable, hecha por seres superiores, por las elites de referencia, como dice Felipe González. Y me he dado cuenta de que esas élites eran poco más que una mafia que, diciendo servir al conjunto de los intereses de los ciudadanos, servía a los intereses privados de unos pocos, de los mayores poderes económicos. Fue una absoluta estafa. El cuento con el que me han dormido en la infancia y en la juventud era mentira y resultó ser una pesadilla.

¿Si no hubiera habido crisis económica, estas altísimas cifras de paro etc, si continuaras viviendo bien, seguirías creyéndote este cuento?  Porque lo cierto es que hasta hace cinco años apenas se criticaba a la Transición.

La autoconciencia ha despertado en los últimos cinco años, desde luego. En las librerías especializadas había libros que lo contaban desde siempre, pero, ¿quiénes los leían? Cuatro. Y esos cuatro lo contaban y la gente se descojonaba. Ha habido esta crisis como la hubo en los setenta y en 1929. Pero desde los años setenta ha habido muchas crisis lo que ocurre es que esta es más fuerte. Pero entra en la lógica del capitalismo. Las bases del supuesto estado social español eran tan débiles que estaban condenadas, preparadas para ser rotas. Acabamos de comprar una vacuna para él [y señala a su hijo Máximo, de dos meses] que la Comunidad de Madrid dice que es obligatoria. Cuando ella [y  señala a su chica] tuvo su anterior hijo, que tiene cuatro años, era gratuita, y ahora vale 76 euros. Son tres dosis. Y hay mucha gente que no puede pagarlo. ¿Qué hace? No vacunar a un niño de dos meses porque no puede pagarlo. Eso es terrible.

¿Eso es lo que diferencia a esta crisis de las que hemos tenido anteriormente, como la de los noventa, después de los JJOO y la Expo? ¿Es una crisis que dispara al estómago de una generación que hasta ahora siempre lo ha tenido lleno?

Esta crisis es especial por su extensión y afecta a mucha más gente. Para un sector de la población esta crisis es lo de siempre: miseria, sólo que más, porque ahora hay menos cobertura social. Y sí, yo creo que tiene mucho que ver con eso que dices de nuestra generación. Para mi padre, el hecho de que no hubiera dictadura formal es fundamental y para él, criticar la Transición es muy duro. Yo no comparo lo que hay con una dictadura sino con lo que creo que debería ser una democracia. Por tanto, para mí es absolutamente, no solo cuestionable, sino de obligado cambio este sistema. Entiendo que quien ha vivido la dictadura me diga, “mira, no compares, una cosa era Franco y otra cosa esta”.

Y que puedas salir al teatro y hacer esta obra, que no te va a pasar nada.

Sí, pero ¿existe algún canal de televisión que diga eso? ¿Cuál es la capacidad de difusión de otras ideas? Los canales masivos de información están absolutamente bajo control con lo cual, la libertad de expresión es muy relativa.

Te comentaba lo de la generación porque en el monólogo afirmas que mientras la generación que era joven en los setenta “ascendió” de clase, sus hijos la han bajado: las casas son más pequeñas, ganan menos, no tienen coches…

Hemos vuelto a nuestro lugar natural, sí. Para los padres debe ser súper triste. Mi padre cuando visitaba nuestras casas se ponía triste. Pero en vez de pensar en qué sociedad vivíamos, decía, “qué hemos hecho mal”. Nuestros padres han tenido que dar dinero a todos, a sus padres, a nosotros. Es la gente que está sosteniendo a gran parte de la sociedad cuando debería estar disfrutando de su jubilación y ahorros.

Aun así los sondeos no reflejan una gran caída en votos para el PP o incluso el PSOE.

El discurso del Gobierno es de amenaza porque dicen, “esto es malo”, pero la alternativa es el fin del mundo. Y entonces… Yo creo que ahora ha habido una toma de conciencia por la cual la mayoría de la sociedad piensa que este sistema no vale, pero todavía es minoritaria la idea de que hay otros sistemas posibles y de que es posible organizar desde la base social otro sistema. Eso la gente todavía no se lo cree.

En la obra criticas por igual al PP y al PSOE, ¿crees que son lo mismo?

No, no son iguales. El PP es el heredero directo del franquismo en mucho casos por vía familiar y en otros no. Y hacen una política coherente con su tradición, que es la de privilegiar a las clases más poderosas económicamente, lo que pasa es que partir de la Transición lo revisten de un discurso democrático. EL PSOE ha hecho una política de fondo estructural social y económica muy parecida, es decir, capitalista, y por tanto, que privilegia a los mismos sectores poderosos a través de dejar puertas abiertas para ir desmantelando los mismos sistemas sociales que ellos han contribuido a crear. Pero luego el PSOE tiene una responsabilidad específica y es ocupar nominalmente el espacio de la izquierda para hacer una política que no era de izquierdas. Y eso es muy grave. Aquella frase de Eduardo Haro Tecglen sobre que Felipe González había dinamitado la posibilidad de la izquierda en este país, es muy acertada. Y luego, creo que el PCE tiene una parte muy importante de responsabilidad. Yo he votado siempre a Izquierda Unida, pero creo que no puedo volver a votar a IU mientras IU no se aclare hasta qué punto está dentro o fuera de este sistema. Creo que IU tiene que iniciar algún camino de rebelión o transgresión porque si no lo que va a conseguir es tener 30 diputados en el parlamento y eso no sirve para nada. Creo que el PCE también ha contribuido a que este sistema sea lo que es. Los militantes comunistas se han dejado la vida, pero la dirección del PCE  ha colaborado en que esto sea lo que es. Y si en IU siguen ocupando puestos de responsabilidad gente corrupta como Morales Santín, que era el viceconsejero de Cajamadrid, eso no puede ser. IU tiene que sumarse al movimiento ciudadano para crear otro mundo.

Lo que dices es lo que mucha gente piensa de los grandes partidos y que ahora se encuentra ante la tesitura de a quién votar, un pensamiento que lleva directo hacia la abstención.

Ahora mismo hay gente como Izquierda Anticapitalista o en Cataluña la CUP, que creo que son distintos, pero tiene que surgir una alternativa electoral, donde las listas sean abiertas, el funcionamiento interno sea democrático, los cabezas de lista sean elegidos por la bases… Un camino es lo que han impulsado en Cataluña Arcadi Olivares, Teresa Forcadas y Ester Vivas, que es el Proceso Constituyente, un proceso democrático, desde abajo, y que lleva su ritmo. Tiene que surgir una nueva Constitución hecha, no por los padres, sino por aquellos a los que consideraban hijos. Tiene que haber un debate social sobre cómo queremos que sean las leyes fundamentales.

También se apunta que puede estar habiendo una cierta radicalización de los movimientos sociales con manifestaciones como la pasada ‘Jaque al rey’. ¿Estás de acuerdo con esto?

Para mí ser radical es imprescindible hoy en día. No vale una reforma, es necesaria una ruptura. Igual que en la Transición donde se hizo una reforma y no valía. No se puede reformar el fascismo, no se puede reformar el capitalismo. Hay que romper con ello para crear otra cosa.

¿Y el peligro del populismo?

Puede surgir, y de hecho hay señales de agitación fascista y neonazi. Y no se trata con el mismo rigor a quienes desde el poder se les tacha de radicales de derechas o radicales de izquierdas. La dureza con la que se ha tratado al mundo abertzale es una cosa; la suavidad con la que se trata al mundo de extrema derecha e incluso neonazi, es muy distinta.

¿Has tenido problemas con esta obra?

No. Siempre he pensado que algún día saltaría un militante del PP o del PSOE al escenario, pero no. Sí he hablado con mucha gente, sobre todo antiguos militantes del PCE que han ido a verla. Pero no, no he tenido problemas, aunque es cierto que hace mucho tiempo que no tengo trabajo. Estuve haciendo una telenovela [Gran Reserva] a base de llamar yo a muchos directores de casting, productoras… Y sí he tenido discusiones con gente del mundo del cine, sobre todo en el sector de la producción, que dicen que los posicionamientos políticos públicos por parte de algunos compañeros sí han hecho mucho daño al cine español. Y de hecho, en los últimos Goya se desató toda una discusión al respecto.

¿Crees que hay algún tipo de venganza por parte del Gobierno hacia el sector del cine?

Creo que hay una guerra del poder contra el pueblo. Nunca ha habido una guerra contra la pobreza, pero hoy hay una guerra contra el pobre. Y evidentemente, igual que privatizan ahora el teatro Fernán-Gómez, quizá lo hagan con el Price y después con el Matadero… ¿Por qué van a respetar las infraestructuras públicas culturales si no respetan las sanitarias? Que dentro de eso le metan una caña especial al mundo del cine como han hecho con los presupuestos, quizá haya en ello algo de venganza, pero es en medio de tal ataque que no me llama la atención. Han dejado al cine al borde de la desaparición. Y un país sin cultura y sin educación está condenado al esclavismo. En cualquier otro país, Javier Bardem sería tratado de la hostia [sic] y aquí lo ponen a parir porque expresa su desacuerdo con la política del Gobierno, como es su derecho legítimo. Sí, creo que la gente del cine le toca los huevos [al Gobierno].

Y, sin embargo, en estos presupuestos se ha insuflado más dinero al teatro. ¿Es una victoria de las gentes del teatro?

No lo sé. Quizá hay grandes productoras comerciales que hacen su labor de diálogo con las administraciones. Pero estamos en una situación en la que muchas compañías de teatro independiente han cerrado, también han cerrado salas péquelas, aunque otras hayan abierto porque hay una necesidad de contestar al saqueo. La crisis afecta al ámbito teatral como a todos, y está muy difícil. Todos los sueldos han bajado, se trabaja por mucho menos… Y eso no es tanto problema con los sueldos de los protagonistas, pero sí de los secundarios.

¿Y se tiene pensado hacer algo desde el gremio?

Desde el sindicato de la Unión de Actores de Madrid se está intentando crear una plataforma que reúna a todos los artistas escénicos de España, actores, bailarines etc, y técnicos. Una confederación sindical del espectáculo con representación sindical porque ahora los convenios del teatro y el cine los negocian CCOO y UGT. Hay un intento de crear una marea de la cultura, y la gente se está moviendo. En mi caso voy a abrir un teatro en Lavapiés donde estaba la sala Triángulo. Se va a llamar Teatro del Barrio y va a ser un proyecto que consiste en sumarse a este movimiento ciudadano para promover un cambio desde el teatro. Será un teatro con una programación que hable de lo que está pasando aquí y ahora. Y haciéndolo desde la alegría y el humor. Rechazamos la solemnidad y la amargura y la tristeza y la depresión, porque son una victoria del sistema. Un individuo en depresión ha sido conquistado por el sistema. Por eso reivindicamos la alegría y la fiesta. No olvidarnos que la vida puede ser en gran parte una fiesta. Habrá también un curso de enero a diciembre de Historia Contemporánea de España. Están colaborando Emilio Silva, Juan Carlos Monedero, Ariel Jerez, que es el vicedecano de Políticas de la Complutense, y Pablo Sánchez León, que es otro historiador. Va a ser contar la Historia de España desde la II República hasta hoy para tratar de contrastar el relato dominante sobre la II República, el franquismo, la Transición y la Democracia posterior.

Ahora que nombras esta unión sindical, con respecto a los sindicatos actuales, ¿crees que ya no sirven?

Los actuales no. Las centrales sindicales deberían romper con el sistema. Si IU o los sindicatos quieren defender a la clase trabajadora, tienen que posicionarse desde la clase trabajadora frente a un poder que está sirviendo a los mayores capitales. Los sindicatos, CCOO y UGT, están a medio camino, y lo están desde la Transición. Están a todo, con los trabajadores y con la CEOE. Y han firmado muchas reformas laborales. Y cuando se les dice, “montad una huelga general potente”, te dicen que no tienen fuerza. Y, ¿por qué no la tienen? Porque no se cree en ellos. La Patronal quiere la destrucción de los sindicatos, y si desde el poder se les ha dejado espacio no es para que se desarrollen sino para que disminuyan hasta desaparecer. Tienen que aclararse, ¿seguir en el sistema o arriesgarse? Ahora bien, creo que una organización sindical es absolutamente necesaria.

Otro lema que está en la calle: ¿todos los políticos son malos, son corruptos?

No, no diría eso en ningún caso. Malo es una palabra que no utilizaría porque una cosa es que una persona haga el mal, pero los malos solo existen en los cuentos. Pero sí hay personas que hacen el bien y otras que hacen el mal. Yo creo que políticos somos todos, incluso los que dicen que pasan de política. Pero los profesionales para mí es un gremio muy dudoso. Para mí la política la tendrían que hacer los ciudadanos, arquitectos, ingenieros, albañiles, pescaderos… No entiendo la profesión de político. El ingeniero que deje la ingeniería para dedicarse a la política, mientras lo haga tiene que ganar un sueldo por ello, un sueldo digno, sin ningún privilegio. Pero creo que las administraciones actuales están secuestradas por el poder económico. Y la clase política profesional son los funcionarios de ese secuestro.

¿Te gustaría que fuera a verte al teatro Ana Botella?

Me da un poco igual. Me gustaría charlar con ella, pero como estudio antropológico. Viene gente que me interesa mucho. Gente del mundo académico, periodístico o político. Y creo absolutamente en diálogo como forma resolver las cosas. Pero para mí el ejemplo de acción es la PAH porque llevan la acción al extremo de la transgresión. Están planteando que las leyes son injustas y que hay que desobedecerlas, y lo hacen desde el pacifismo. Cuando ocupan una sede no pegan a nadie, les pegan a ellos en todo caso. Y donde no hay una sola Ada Colau sino cientos. Son gente que no repiten un discurso de libro sino que hablan de lo que les pasa y lo que necesitan. Y lo que necesita uno es lo que necesitamos todos.

Esta apertura de nuevas salas, el movimiento ciudadano… Recuerda un poco a lo que hemos leído sobre lo que ocurría en los setenta.

La efervescencia de los años setenta es brutal y se acabó con la llegada de PSOE al poder. Hay una relación entre la España de la II República, la Transición y ahora. Un contexto de crisis económica fuerte, una deslegitimización de la clase política,  y una efervescencia social diciendo a ver cómo vivimos. La II República terminó a sangre y fuego, la Transición se disolvió porque se traicionó en la izquierda, y ahora vamos a ver qué pasa. La llegada del PSOE al poder hizo desaparecer la cultura crítica. Esto ya lo dice Sánchez Ferlosio de finales de los ochenta. El PSOE atrajo a una serie de intelectuales a su órbita de influencia anulando su capacidad crítica y colmándolos de parabienes, y a los que no anuló su capacidad crítica los marginó, como por ejemplo Javier Krahe.

¿Añoras la época de Animalario, los premios, los aplausos?

Añoro Animalario. Muchísimo. Animalario ha tenido dos etapas. En la primera todo lo hacíamos sin un duro y no cobrábamos casi nunca. Y éramos felices. En la segunda etapa nos alegrábamos mucho que nos dieran premios y nos llamaran del CDN o del Festival de Mérida. Pero sabíamos que hoy eran unos y mañana serían otros. Era algo caprichoso. Lo que añoro es Animalario, a las personas, a Andrés Lima, Willy Toledo, Roberto Álamo… Pero ya volveremos a trabajar juntos.

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Esperanza Aguirre, los mártires y hasta un azafato…

julio 31, 2011

El ‘Diccionario biográfico’ cabalga sobre el trato desmesurado a políticos del PP como la presidenta de Madrid, la crónica de sociedad y un relato nada neutral del siglo XX.

JOAQUÍN PRIETO 31/07/2011

Y qué fue del Diccionario biográfico español? La Real Academia de la Historia mantiene cerrada la distribución a las librerías, y la oferta al público está limitada a la que pueda hacer la propia institución. Pero 22 de los 50 tomos previstos se encuentran ya disponibles en la Biblioteca Nacional. Se descubre ahí que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, tiene derecho a una biografía de nada menos que ocho columnas y media, incluida una relación de «obras» que consisten en discursos, intervenciones parlamentarias, palabras en el Foro de Abc… El espacio reservado a Aguirre es casi tan grande como el de Francisco Franco (10 columnas), pese a que la vida militar y dictatorial de este último da para bastante más, en teoría, que la de una política democrática que no ha alcanzado las máximas responsabilidades.

Pinchar enlace para accder a Biografías sesgadas y GALERÍA FOTOS – – 29-07-2011

El ‘Diccionario’ da por archivada la causa contra Camps. Arzallus es un «frío oportunista» en su relación con ETA

Aparecen biografías múltiples de católicos «martirizados» por los republicanos. Una de ellas lleva adosadas 11 más

Un diccionario plantea los problemas de cuáles son los criterios para incluir a unas personas y a otras no, la proporción entre los nombres y el rigor de lo que se dice. ¿Cuál puede ser la clave del peso concedido a la presidenta madrileña? El biógrafo seleccionado, Manuel Jesús González y González -secretario de Estado con Aguirre, siendo ella ministra de Educación, y presidente de la Cámara de Cuentas de la Comunidad de Madrid desde 2006-, se muestra impresionado no solo por la «dilatada carrera» de aquella, sino porque saliera ilesa de un accidente de helicóptero con Mariano Rajoy, en 2005. Al año siguiente sobrevivió a un atentado terrorista en Bombay. «En estos episodios», explica el biógrafo, «no pocos observadores vieron, al lado del beneficio de la suerte, una capacidad especial para adoptar decisiones rápidas en situaciones críticas o para adaptarse a lo inesperado».

De persona tan «especial» se recogen y glosan cada uno de sus pasos: la educación bilingüe recibida, el desempeño de la jefatura de publicidad de un ministerio, la masa forestal con que Madrid se enriqueció durante su etapa de concejala: «Se plantaron mil setecientos árboles, dos millones de plantas de flor y trescientos cincuenta mil arbustos en las calles de Madrid», enumera el autor. Y la gestión como ministra de Educación y Cultura en el primer Gabinete de Aznar, y su envío posterior a la Cámara Alta: «Según parece, el presidente Aznar quería en ese puesto un baluarte contra la reforma subrepticia de la Constitución, pretendida por los nacionalistas al hilo de la reforma del Senado». A este parecimiento sucede un paso de puntillas por el oscuro tamayazo (el episodio por el que el PSOE perdió la Comunidad a favor del PP de Esperanza Aguirre), que el biógrafo atribuye a «tensiones internas en el socialismo madrileño, incumplimiento de promesas electorales y la intención de asignar demasiadas consejerías a Izquierda Unida (IU)». Hale, circulen, en este punto no hay más que contar.

El estudio sobre Aguirre cuadruplica en extensión el dedicado, por ejemplo, al socialista Manuel Chaves, de biografía bastante paralela en cuanto a cargos gubernamentales y autonómicos (y triunfador electoral muchas más veces que Aguirre). También es cuatro veces mayor que el de Fernando Abril Martorell, vicepresidente económico del Gobierno de Suárez y clave en la negociación final de la Constitución.

Un correligionario de Aguirre -y figura autonómica como ella-, Francisco Camps, cuenta con bastante menos presencia que la presidenta madrileña. Además, su biografía ya está incompleta, antes de que la obra en cuestión se ponga a la venta. Se menciona, desde luego, la imputación judicial en el caso Gürtel por el asunto de los trajes, y el archivo de la causa por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana en 2009; pero no recoge la reapertura posterior del procedimiento judicial. Ni ha dado tiempo, lógicamente, a reflejar su dimisión como presidente de la Comunidad Valenciana. La chocante inclusión en el Diccionario de personas con historias tan abiertas como la de Camps juega estas malas pasadas.

Lo que no se puede negar a la Real Academia de la Historia es el amplio criterio con que ha aceptado la inclusión de biografías. Lo había prometido ya su director, Gonzalo Anes, en los momentos iniciales de la magna obra: «Estará todo el que haya influido en la marcha histórica de España, desde Pelayo hasta Arzalluz» (EL PAÍS, 4 de abril de 1999). Y en efecto, el expresidente del PNV aparece. Con un texto menos amable que los comentados sobre figuras del PP, que en el caso de Arzalluz comienza así: «Hijo de un chófer de familia carlista que en la Guerra Civil (1936-1939) militó en el ejército nacional como requeté». Y sus relaciones con ETA aparecen valoradas como ambiguas «y del más frío oportunismo». Más extensos y matizados son los estudios dedicados a Lluís Companys o a Francesc Cambó. (En la Biblioteca Nacional no han entrado aún los tomos en los que deben de figurar los principales políticos catalanes del presente).

Y conste que el Diccionario va mucho más allá de los próceres. Pueden leerse cuatro columnas enteras sobre el primer azafato de Iberia, Fernando Castillo, contratado por la compañía aérea después de trabajar en establecimientos prestigiosos (bar Chipén, hotel Ritz). «No se puede decir que el primer contacto con sus ya compañeras, las azafatas, fuera muy placentero», cuenta el biógrafo. «Cuando recogió la masita (tela para uniformes, etcétera) fue presentado a las azafatas, siendo el recibimiento de estas escasamente cordial, ya que una de ellas, Marichín, tuvo el gesto despectivo de negarle el saludo y espetarle: ‘No sé para qué se va usted a hacer el uniforme, porque no le va a dar tiempo a usarlo’. Una actitud que a Castillo le pareció gratuita e inexplicablemente cargada de mala leche». La biografía del primer varón que fue tripulante de cabina en España aparece mucho más desarrollada en el Diccionario que las de la actriz y cantante Sara Montiel, el futbolista Agustín Gaínza o el cocinero Juan María Arzak, por citar ejemplos.

Se dedican 16 columnas a explicar detalles personales, ascendientes, títulos e iniciativas de los hermanos Falcó y Fernández de Córdoba. En el caso de María del Rocío Falcó, condesa de Berantevilla, aprendemos que «cazó en 171 cotos diferentes de España, (…) en 9 de Europa (…) y, además, 4 safaris en Mozambique, en África. La relación de reses que cobró fue de 535 venados, 336 cochinos, 368 ciervas, 7 gamos, 17 corzos, 3 rebecos, 1 urogallo, 1 cabra hispánica, que conformaban 1.268 reses, que, junto a las 39 reses de 16 especies distintas africanas, hacían un total de 1.307 reses, de las cuales 279 fueron en berrea (75 venados, 195 ciervas y 9 cochinos) y 972 en montería y rececho, además de las 39 reses batidas en África». Y que los socialistas, empujados por el «atávico afán» (sic) de expropiar grandes fincas, pusieron sus ojos en la de la noble cazadora:»La Junta de Extremadura, con su presidente Rodríguez Ibarra a la cabeza, se encaprichó de la finca de la condesa de Berantevilla y de manera coactiva se propuso expropiar el uso de la propiedad para parcelar la tierra e instalar en ella colonos». El Supremo falló en contra de la Junta cuando la dueña de la finca acababa de fallecer.

La Comisión de Cultura del Senado, con el voto en contra del PP, pidió la rectificación del Diccionario por el sesgo ideológico de algunas de las biografías. Esto dio ocasión a aclarar que el criterio seguido para seleccionar a los autores había sido la proximidad al biografiado, tanto en el caso de Franco como en los de muchos personajes de izquierda. La consulta de los tomos disponibles (que comprenden desde la A hasta parte de la G) no disipa la idea de un tratamiento desigual. Así, el estudio sobre José Calvo Sotelo, el político derechista asesinado en los días previos al golpe militar de julio de 1936, ocupa 17 columnas; más del doble que el del presidente de la Segunda República, Manuel Azaña. No es solo un problema de espacio. En otras entradas resulta machacón el uso de los términos «rojo» y «enemigo» para designar a autoridades y combatientes leales al régimen legal de aquellos tiempos.

No menor es la preocupación por asegurar el paso a la Historia de católicos «martirizados» durante la contienda civil. El afán de exhaustividad es tal, que se aprovecha la biografía de una de estas personas para incluir junto a ella hasta 11 más. Es el caso de la entrada dedicada al dominico Alfredo Fanjul Acebal, «sacerdote, teólogo, mártir y beato», cuya biografía va seguida de las de otros 11 religiosos asesinados en Paracuellos (Madrid) en 1936. La misma técnica se utiliza con militantes de Acción Católica: tras explicar que Amalia Abad Casasempere «fue una mujer toda de Dios, que sabía ordenar y distribuir provechosamente el tiempo en los quehaceres de su casa y en obras de la gloria de Dios y bien del prójimo», se insertan otras nueve biografías de mujeres asesinadas en parecidas circunstancias.

Personas exaltadas por el «martirio», que mueren perdonando, heroicas hasta la proclamación de la fe en el momento de sucumbir a las balas. Por ejemplo, Francisco Castelló Abreu: «El 1 de julio de 1936 ingresó en el Ejército como soldado de complemento. Cumplidor de sus deberes militares, no tuvo inconveniente en manifestar su condición de cristiano comprometido que después le llevó al martirio. (…) El día 29 de septiembre fue sometido a un juicio sumarísimo donde dio a conocer su condición de católico. Sabedor ya de su próxima muerte escribió tres cartas: a su novia, a sus hermanas y tía, y a su amigo jesuita Román Galán. En ellas manifiesta su sentimiento, su grandeza de espíritu y su convicción de que moría por su condición de católico. (…) Francisco dirigió su palabra a los que iban a disparar: ‘Yo os perdono’. Los disparos ahogaron el grito de ‘Viva Cristo Rey».

Ese tono de escritura contrasta con el empleado respecto a víctimas de los rebeldes en aquella guerra. La biografía publicada del contralmirante Antonio Azarola roza el insulto. Este marino, jefe del Arsenal de El Ferrol cuando estalló la Guerra Civil, se negó a declarar el estado de guerra, «conforme le solicitaban varios de sus colegas sublevados, adoptando una actitud por entero pasiva que indignó a sus camaradas alzados en armas». Estos camaradas le sometieron a un consejo de guerra sumarísimo, donde Azarola «daría pruebas de la delicadeza de sus sentimientos, así como de su débil carácter», escribe el biógrafo; que, sin más, consigna la pena de muerte dictada contra el marino y su inmediata ejecución.

Con los militares sublevados todo es diferente. Se exalta el valor del aviador Juan Antonio Ansaldo a lo largo de cuatro columnas. Se dedican siete columnas y media al marino Fernando Abárzuza Oliva y al combate de su barco, Vulcano, contra el republicano José Luis Díez en el Estrecho de Gibraltar. Nueve columnas y media para Emilio Barrera Luyando: qué menos para un hombre que participó en todas las sublevaciones militares del siglo XX -la de Primo de Rivera, la de Sanjurjo, la de Franco- y en «todas las intrigas políticas y militares contra la Segunda República». En cuanto al general Fidel Dávila: «Fue decisivo en la idea del mando único y en la elección de Franco (…) sus cañones hicieron saltar por su punto más débil el Cinturón de Hierro de Bilbao, rompiendo el mito de inexpugnable y disolviendo con rapidez al ejército vasco (…) al anochecer del 26 de enero de 1936, Dávila fijaba en Barcelona su bando ‘reintegrándola al Estado español»…

Y en el caso de Maximino Bartomeu González-Longo, el tono de lo publicado es el siguiente: «El 17 de julio de 1936 tuvo una destacadísima actuación en el alzamiento, coadyuvando decisivamente a su triunfo en Melilla, (…) deteniendo a las autoridades civiles, agentes de policía y fuerzas de asalto que cercaban la Comisión de Límites (…) formó parte del Tribunal Marcial establecido en dicha plaza (Melilla) buscando y deteniendo a los elementos destacados del marxismo local (…) tomó el pueblo de Campanario y aniquiló la bolsa del Valle de la Serena, dejando sobre el campo más de doscientos cadáveres (…) sin restablecerse de la herida sufrida volvió al frente de Madrid, donde intervino al mando de su 11ª división en la batalla de Brunete, rechazando los múltiples ataques del ejército rojo…».

La falta de neutralidad y el tono hagiográfico usado en ciertos casos va más allá de los errores señalados sobre Francisco Franco o Manuel Azaña, que provocaron protestas parlamentarias y un anuncio de revisión de ciertos contenidos. ¿Es serio que del fundador del Instituto Religioso de los Esclavos de María y de los Pobres y de la Congregación de las Hijas de la Virgen para la Encarnación Cristianas se cuente esta respuesta a insultos atribuidos a unos milicianos?: «Debajo de esta sotana hay unos pantalones, y debajo de los pantalones hay un hombre, y ahí queda la cosa» (Texto sobre Leocadio Primitivo Galán Barrena).

No todo es así. Otras biografías consultadas en la parte disponible del Diccionario son ecuánimes y ponderadas. Pero las discutibles son demasiadas como para reducirlas a problemas aislados. La necesidad de revisar a fondo las del siglo XX es patente. A esta situación se ha llegado con una obra financiada en gran parte por los contribuyentes.

El País.com

 


La clase política y las víctimas del franquismo…

julio 31, 2011

Manuel Fraga Iribarne, fundador de AP durante la Transición, considerado como uno de los padres fundacionales de la Constitución española y ex- Ministro del régimen franquista

por Antxon Gómez, Iñaki Astoreka, Andoni Txasko, Gotzon Garmendia, Manuel Sainz, Miembros de Lau Haizetara Gogoan – Viernes, 29 de Julio de 2011.

eN los últimos días se han desarrollado, en ámbitos parlamentarios, varios episodios que requieren la atención de quienes defendemos los derechos de las víctimas del franquismo y el terrorismo de Estado.

El primero sucede el 13 julio en el Congreso de los diputados. La Ley Integral de Víctimas del Terrorismo excluye a las causadas por el terrorismo de Estado, la violencia policial y las organizaciones de extrema derecha. Y esto, pocas semanas después de que Antonio Hernando, portavoz de interior del PSOE, manifestase que las víctimas de la violencia policial iban a ser contempladas en esta ley. Una nueva palabra incumplida, un engaño histórico más. El PSOE sigue dando la espalda al sacrificio de los miles de militantes que, en su día, le dieron aliento y forma. La ley sigue la estela de otras que discriminan a las víctimas según el origen de la violencia que han sufrido, lo que, en la práctica, supone legitimar el terrorismo de Estado y la violencia policial.

Mientras esto pasa en el parlamento español, comienza el segundo episodio. Entra en escena la consejera de Justicia del Gobierno Vasco, Idoia Mendia, que publica, el 16 julio, un artículo de opinión titulado «Memoria compartida», en el que pone al mismo nivel a los responsables del golpe militar de 1936 y a los defensores de las libertades.

El tercer episodio se produce en una fecha tan significativa como el 18 de julio. El señor Bono, presidente del Congreso, se niega a condenar el alzamiento del 36, a sus responsables y las consecuencias genocidas del mismo, en una línea muy similar a la del artículo de la señora Mendia. En ambos casos quienes hacen distinciones cuando se trata de la violencia política de los últimos 40 años (cientos de muertos) para «no equiparar a víctimas y verdugos», no tiene ningún problema al equiparar a víctimas y verdugos de la rebelión militar de 1936 (cientos de miles de muertos).

Episodio cuarto: una nueva esperanza defraudada. Solo un día después, en el mismo escenario, la clase política vuelve a dar la espalda a las cientos de miles de víctimas al no aprobar una propuesta del BNG que pretendía modificar la ley de amnistía de 1977 (en la práctica, una ley de punto final). Esta vez la culpa es compartida por PSOE, PP, CIU y PNV. Cabe destacar el papel de este último, que no rectifica su error de hace 35 años, ni salda la deuda de justicia que tiene con las víctimas. Justifica su negativa aduciendo que los responsables de los crímenes han muerto. Esto solo es cierto si nos referimos a los dirigentes de la rebelión militar de 1936, pero no si hablamos de muchos de los responsables de la dictadura y el terrorismo de Estado que siguieron a la victoria de los sublevados. Algunos partidos utilizan su pasado antifascista como parapeto en el que cobijarse para negar su responsabilidad por no establecer, en su momento, las vías de superación de las vulneraciones de los derechos humanos. Una vez más esto significa dejar a las víctimas en la cuneta del olvido.

Hasta aquí los hechos consumados, la fotografía que muestra la falta de dignidad de la mayor parte de la clase política. El pasado día 26 de julio volvió a hablarse, en el Parlamento Vasco, sobre las víctimas del terrorismo de Estado (aunque no se les llamará por este nombre, sino víctimas de violencia de motivación política. En un Parlamento Vasco (que, dicho sea de paso, tampoco ha llevado a cabo ningún tipo de mención ni condena en este 75 aniversario del 18 de julio) llegamos a este debate en una situación en la que los partidos políticos que negaron a las víctimas su derecho a la verdad, la justicia y la reparación, siguen instalados en un discurso y unas prácticas que no buscan superar la dualidad entre vencedores y vencidos que se inició aquel 18 de julio de 1936, sino que, por la vía de los hechos, la consolidan.

Es hora ya de que los partidos políticos que han contado en sus filas con militantes antifascistas represaliados rompan con sus dependencias e hipotecas adquiridas durante la transición y reconstruyan un discurso y una práctica política coherente con sus orígenes. Porque, en todo este proceder, los únicos coherentes, en el discurso y los hechos, son los representantes de la derecha heredera directa del franquismo, quienes ejercieron el control efectivo sobre todo el proceso, amparados por el ruido de sables, que tantas veces ha sido utilizado como excusa por los partidos de origen antifranquista para justificar su actuación durante aquel periodo.

En tanto no se supere la situación de discriminación jurídica, en tanto solo se reconozcan las consecuencias de la violencia sobre una parte de la sociedad, mientras se niega la existencia de las mismas consecuencias para otros sectores sociopolíticos, se estará dando continuidad a la misma dualidad establecida por el franquismo: privilegios para unos, represión y marginación para otros.

http://www.noticiasdenavarra.com/2011/07/29/opinion/colaboracion/la-clase-politica-y-las-victimas-del-franquismo


La memoria como ética colectiva…

julio 24, 2011

Es de agradecer que José Bono diga lo que piensa. La sinceridad ideológica supone una rara virtud en la vida política española, marcada por dos partidos mayoritarios que necesitan mentir y exagerar para mantener la táctica de los enfrentamientos crispados y la estrategia de las coincidencias profundas. Ese fue, en resumen, el pacto bipartidista de la Transición y el sentido de la Ley Electoral vigente.

Pero utilizar un discurso de Azaña para eludir la condena explícita a los golpistas de 1936 es un grave error histórico. Al suplicar paz, piedad y perdón, Azaña no sugería equidistancia entre los dos bandos a la hora de interpretar las responsabilidades de la Guerra Civil. Son numerosas las reflexiones del autor de La velada en Benicarló que no admiten duda al diferenciar entre una República democrática, basada en la legitimidad de las urnas, y un bando golpista, dispuesto desde el principio a imponer el terror como procedimiento oficial.

El escritor Francisco Ayala compuso en París, en el inicio de su exilio, un emocionante Diálogo de los muertos. El bando franquista había ejecutado a su padre y a uno de sus hermanos. Los muertos hablan bajo tierra, estremecidos por la catástrofe. Ayala llama a la conciencia individual para evitar el espíritu de venganza. En absoluto quiere obviar la condena a un golpe de Estado que siempre denunció como un acontecimiento injustificable y causa de la violencia posterior desatada en España. La filosofía que subyace en su diálogo, muy parecida a la de Azaña, es otra. Una vez producida la tragedia, con unos responsables claros, hay que buscar una solución colectiva.

Azaña y Ayala fueron testigos de la barbarie. Desde el punto de vista de la condición individual, no les resultó difícil admitir que en los dos bandos hubo víctimas y verdugos, personas decentes y canallas. El excelente libro de Paul Preston, El holocausto español (Debate, 2011), ofrece muchos testimonios en este sentido. Es significativa la evolución del padre Huidobro, golpista de primera hora, que se vio obligado por conciencia a protestar ante Franco de los horrores cometidos por su Ejército. El Vaticano abrió a su muerte un proceso de beatificación, que cerró de forma inmediata al descubrirse que lo había asesinado por la espalda una bala franquista interesada en cerrarle la boca. Si hablamos de individuos, hubo personas generosas y asesinos en los dos bandos.

Pero si hablamos de historia, la equidistancia es un sinsentido, como demuestra también el libro de Paul Preston y el trabajo de muchos historiadores que están analizando de forma minuciosa la Guerra Civil. El franquismo nació de un golpe de Estado que se preparó con un odio ideológico basado en mentiras, utilizó el terror durante la guerra e impuso la represión más cruel en la posguerra. La voluntad de no condenar el franquismo es un despropósito. Resultaría inconcebible que el presidente del Parlamento alemán intentase equilibrar las responsabilidades de los demócratas con el nazismo. Eso es lo que ha hecho Bono.
Como no ha brillado nunca por su cultura, sería irrelevante su despropósito, si no fuese por la significación política. Es grave confundir la defensa de las víctimas y el movimiento de memoria histórica con un deseo de no piedad, no paz y no perdón. Y resulta grave también que Bono prefiera en 2011 sostener las tesis oficiales de la Transición, en vez de condenar un golpe de Estado. Ya no estamos en 1975. Lo que hubo que callar entonces por miedo y correlación de fuerzas, hoy puede explicarse con naturalidad, respondiendo a los valores de la verdad, la justicia y la reparación como voluntad de un sentimiento democrático colectivo. Los historiadores franquistas que nos escandalizan todavía con sus diccionarios se aprovechan de otro tipo de historiadores, podemos calificarlos de palaciegos, que han creado falsas equidistancias para defender una Transición pura, no mediatizada por la extrema derecha, y un monarca limpio, heredero directo de Franco, pero muy demócrata.

A esos historiadores palaciegos se suma Bono. Cuando Rubalcaba está montando la táctica de la gran regeneración democrática y social, un compañero empuja de nuevo las siglas de su partido al corazón de las corrupciones del sistema.

Píblico.es vía Google noticias: enlace: Público.es blog «La realidad y el deseo»


El abuelo y el padrino…

mayo 11, 2011

Los votos no lavan la corrupción…

Hay algunas declaraciones que demuestran el estado de bajeza al que puede llegar la condición humana. Más que ofender, dejan un sentimiento de desolación. En la inercia de una campaña electoral, la pregunta generalizadora, ¿hasta dónde podemos llegar?, se concreta en una inquietud política: ¿pero en manos de quién vamos a estar? Al votante perplejo le ha molestado profundamente el chiste de Francisco Camps, presidente de la Generalitat valenciana, sobre la ternura y el cariño que no pudo darle a Rodríguez Zapatero su abuelo. Teniendo en cuenta que el capitán Juan Rodríguez Lozano fue fusilado en 1936 por ser un militar demócrata, la broma nos acerca al estado más puro de la indignidad.

Pero al votante perplejo le molesta todavía más que alguien intente imponerle las cuestiones sobre las que interesa pensar. Así que se ha levantado esta mañana más dispuesto que nunca a denunciar la corrupción. En vez de facilitarle al PP que se sienta unido a su candidato valenciano en los asuntos de la memoria histórica, la Guerra Civil y la simpatía ante la herencia franquista, debates en los que muestra poca incomodidad, quiere recordarle a Mariano Rajoy que la lista encabezada por Francisco Camps es el más vergonzoso testimonio de convivencia política con la corrupción que se ha dado nunca en la democracia española.

Camps representa la debilidad del PP para combatir la corrupción

En todas las organizaciones hay sinvergüenzas. Las tentaciones personales son un peligro del que nunca estará a salvo ninguna sigla. Pero la dinámica protagonizada por Camps representa otra cosa: la debilidad del PP a la hora de combatir la corrupción, el pecado mortal democrático de creer que los resultados electorales justifican la indecencia de cerrar los ojos ante una trama de financiación ilegal, apoyada por una televisión autonómica escandalosamente manipulada, que se concreta en regalos personales, ingresos partidistas y la degradación absoluta de la vida cotidiana de una comunidad. Cayo Lara ha denunciado que el caso Gürtel puede ser la gran cagada de la gaviota. Y tiene mucha razón. No por lo que hayan robado los responsables, sino por el daño que sus políticos afines pueden hacerle a la sociedad.

Francisco Camps ha jugado a unir su figura con la identidad valenciana. Eso, que le da muchos votos a él, significa también que la imagen de Valencia se acerca demasiado a una música siciliana. Pretender que los ciudadanos laven públicamente con sus votos lo que es asunto de los tribunales de Justicia, nos acerca no ya a la Italia de Berlusconi, sino a la idea de familia que Francis Ford Coppola inmortalizó en El Padrino. No se lo merecen los votantes del PP, que tienen derecho a votar en favor de una ideología conservadora sin santificar con su papeleta la corrupción. No se lo merece la democracia. Y no se lo merece tampoco la memoria del abuelo de Zapatero. No todos los inconscientes familiares, por complejos que sean, están relacionados con un concepto mafioso de la memoria y de la vida cotidiana.

El abuelo y el padrino Publico.es vía google noticias
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