La mujer, la memoria histórica y las dos caras de la moneda.

julio 20, 2013

Dos historias diferentes, un mismo padecer y sufrimiento. ¿Quién es el culpable? Da lo mismo, lo importante ahora es escucharlas a ellas para poder entenderlas; y quizás, los demás aprendamos algo y nos sirva para empatizar e iniciar ese proceso tan esperado de reparación, reconciliación, pero sin odios, sin olvido y con perdón. Dos mujeres dos historias, mil mujeres mil historias, millones de mujeres son la historia de un país, de nuestro país.

Hay un hecho innegable en la historia de nuestro país, hay una época de la misma a la que podemos considerar la etapa más oscura de ella; y eso, que ya desde tiempos pretéritos nuestra historia se escribe con sangre.

La “Guerra Civil” (a mí siempre me pareció un eufemismo y prefiero denominarla la…”Guerra incivilizada”) como todas las historias tiene un hechos irrefutables, los que sucedieron; pero los motivos, circunstancias, implicaciones y las visones que llevaron a esos acontecimientos pueden variar según le haya ido el baile a unos u otros, lo que sí está claro, es que hay como en casi todas las cosas de la vida difeerntes lecturas o  visiones, es como una moneda; y por tanto siempre hay dos caras. Pero, al fin y al cabo, la historia siempre la escriben los vencedores y,  los vencidos son las víctimas de estos mismos. Aún así, eso no significa que no hayan damnificados en ambas facciones, las vencidas y leales a la legitimidad vigente lo fueron en mayor número y forma y los partidarios de los golpistas salvapatrias también sufrieron en las zonas dominadas por el ejército popular republicano su particular calvario. Ambos sufrieron en sus propias carnes la insidia de la violencia, la sinrazón y el oscurantismo del ser humano, sea por interés, por dogma o váyase usted a saber el porqué ; y lo que es peor, por sendas partes se cometieron injusticias en inocentes, entre ellos los niños y, sobre todo las mujeres de este país. Eso no exime de responsabilidad a ninguno de los dos bandos, el golpista, y el gubernamental que tuvo el soporte de una mayoría de la población civil. La barbarie y la injusticia no entienden de colores.

Pero la “ilegitimidad del golpe de Estado”, la “represión salvaje” llevada a cabo durante y posteriormente a la Guerra Civil por los vencedores créó un nuevo orden con la instauración de un sistema de control civil basado en la falta de libertades, miedo, represión, adoctrinamiento  y el sistema de imposiciones entretejido en todos los estratos del poder por el llamado Movimiento Nacional, que han dejado a España sin poder cerrar una de sus etapas históricas más lamentables. No pretendo hacer juicio de valor al respecto, aunque haya dado mi visión a favor de la República de soslayo; entre otras cosas, porque el vencido es el que paga los platos rotos y el número de casos de violencia, represión, vejaciones, adoctrinamiento, exiliados, encarcelados, etc., ya sabemos a quién le corresponde por desgracia en saldo mayoritario y negativo. Ésa, también es una realidad. Como las de las cuentas, barrancos y fosas comunes sin reconocer todavía. Eso crea un hecho diferencial y agravio comparativo entre unos y otros que hay que solventar para pasar página.

Pero hoy os voy a presentar dos historias de las muchas que acontecieron en aquella España desde los fatídicos 17 y 18 de julio de 1936 y que se engloban en el período del enfrentamiento entre el bando sublevado y los defensores del gobierno legal de la II República (no voy a entrar a analizar las circunstancias, modos y formas que llevaron a tales hechos, simplemente me remito a lo objetivamente acontecido y demostrado por los datos y los hechos históricos); ya que posteriormente, el intervalo de espacio que supuso la posguerra con sus diferentes ciclos; desde la dictadura más cruel a la mal llamada «dictablanda» o era menos represiva del régimen franquista y que fue un intento aperturista del régimen caudillista de Franco que coincidió con su declive y final hasta llegar a la muerte del dictador y posterior transición a la democracia. Acciones que dejaron su impronta hasta el día de hoy.

Teniendo al día de hoy esta  cuenta pendiente por saldar todavía, me refiero al Estado con TODAS las víctimas de la Guerra, posguerra y represión franquista o republicana (aunque en este caso casi fue saldada). Y que nunca se saldará, ni habrá perdón si no se inicia un verdadero proceso de reparación y reconciliación con voluntad política. El tiempo ha pasado y todos nos merecemos descansar en paz, libertad y fraternalmente, pero sin olvidar lo acontecido. Es el único modo de que no vuelva a repetir.

Como siempre la moneda tiene dos caras, pero en esta moneda memorialista ambas caras son femeninas, quizás sea el modo de comprender mejor que la guerra las hacemos los hombres y que el coste lo pagan nuestras hacedoras. Insisto, la memoria no puede ser recuperada sino es completamente, y para ello, se deben reconocer y juzgar los hechos desde las dos facciones independientemente del resultado final que fue muy desfavorable por goleada al gobierno tricolor.

La memoria histórica en boca de las mujeres que la padecieron tanto o más que los combatientes, la memoria de las olvidadas, sufridas, vejadas, abandonadas, olvidadas, violadas, encarceladas, maltratadas, asesinadas, asustadas, huídas, etc., etc. Nuestras bisabuelas, abuelas, madres, tías, hermanas, las de ellas… las que en tiempo de guerra son dobles víctimas, las mujeres. ¡Por la justicia, verdad, reparación y la memoria…! Vaya en esta fecha tan señalada después de 77 años del alzamiento o golpe de Estado, del inicio de la “Guerra Incivil” mi más sincero y sentido homenaje a ellas, a todas las que fueron víctimas sin importarme si fueron rojas o azules, sólo el daño que padecieron. A ellas la historia no las juzgará, los juzgará a ellos, y con alguna excepción algunas serán oídas y recordadas, pero la mayoría seguirán olvidadas y muchas de ellas morirán en el silencio de sus malos sueños y temores sin que nadie se lo haya reconocido.

Soy memorialista, republicano confeso; pero ante todo soy un ser humano que cree en la libertad, la justicia y la igualdad, y hasta en esto, ellas pierden… ¡Por las mujeres, por todas las mujeres que padecieron la crueldad e inconsciencia del hombre! Sirva esto como mi pqueño homenaje a todas.

Jordi Carreño Crispín

Vicepresidente de la Memoria Viv@

1ª HISTORIA:

Ibón S.Rosales jueves, 18/07/13

La niña de la Guerra Civil que creció haciendo de espía para los franquistas…

  • A sus 93 años, María José del Pino recuerda el inicio de la Guerra Civil Española en el 77 aniversario del alzamiento nacional.
  • Llevó información a un prófugo franquista, soportó bombardeos y lo que llama «el amor libre de la República», esta es su historia.

 

Maria José del Pino Ferrer a los 17 años

María José del Pino tiene 93 años, pero aún recuerda con nitidez cómo un día hace hoy 77 años vio que, con patadas y empujones, sacaban de casa a sus vecinos en Málaga para nunca volver a verlos. Se los llevaron a dar ‘el paseo’. Su destino, una cuneta. Su final, una bala en la nuca. Había comenzado la Guerra civil.

El ejército liderado por el General Francisco Franco, que se levantó en armas contra el gobierno de la II República entre el 17 y el 18 de julio de 1936. Málaga pasó los nueve primeros meses con el bando republicano, nueve duros y catastróficos meses para esta abuela de familia conservadora.

«Mataron a dos amigos, los Barceló. Les pillaron repartiendo propaganda falangista y no lo dudaron ni un momento. Tenían solo 17 años», cuenta tranquila sentada en el sillón del salón de su casa en Madrid, donde lleva viviendo en Madrid desde que se casó con su ya fallecido marido, un oficial del ejército del aire.

Poco a poco, el miedo se fue extendiendo por las calles de la ciudad andaluza. María José tenía pavor dentro y fuera de casa. No había apenas comida. Los milicianos habían robado todas las gallinas de su casa para alimentar al ejército republicano. Ella y sus hermanos caminaban hasta la playa para coger los peces que se salían de las redes de los pescadores, los llevaban a su casa en cubos y su madre los cocinaba.

Además, estaban los bombardeos. «Íbamos a casa de nuestros vecinos los holandeses. Era el sitio más seguro al que podíamos acudir porque tenían la bandera holandesa». A María José aún le brillan los ojos, al recordarlo. «Empezábamos a sentir un ruido, y mi madre ya no soltaba el rosario en toda la noche…».

María José del Pino Ferrer en su casa de Moncloa

Durante aquellos meses María José, que aún no había cumplido la mayoría de edad, incluso tuvo que hacer de espía para el bando Nacional. “Mi padre tenía un amigo escondido en un bidón de agua que solo podía salir de noche. De día le buscaban para matarle», recuerda.

Todas las noches, apagaban las luces de casa y su padre se ponía los cascos de galena para escuchar la radio franquista, con extrema precaución, si te cogían los republicanos te mataban.

Su padre tomaba nota de los sitios por donde estaban pasando las tropas sublevadas y qué zonas de España estaban ya tomadas por el ejército. Después, le daba esas notas a su hija que se las escondía en el escote. Su cometido al día siguiente era llevarlas hasta el bidón de agua donde estaba el amigo de su padre escondido.

El ‘amor libre’ de la República

María José sufrió también en sus carnes lo que llama «el amor libre de la República». Según cuenta, consistía en que, si a un chico le gustabas, éste te llevaba consigo y te convertías en su propiedad, obligada a todo lo que él quisiera.

Un día se encontraba sentada en el tranvía cuando un joven miliciano comenzó a mirarla. Los ojos del chico recorrían su cuerpo de arriba abajo y su sonrisa la asustó. Comenzó a ponerse muy nerviosa. Se cambió de asiento, pero la persiguió, y comenzó a decirle que se fuera con él.

Asustada pero valiente, esperó a que el tranvía redujera la velocidad en una curva y saltó. No miró atrás, comenzó a correr todo lo que sus piernas le dejaron.

Una liberación

Pero el momento en el que más miedo pasó, y vio la muerte más de cerca, fue el día en que los nacionales ‘liberaron’ Málaga. Queipo de Llano, locutor de la radio franquista, anunció que las tropas estaban ya a las puertas de Málaga. A la anciana todavía se le ponen los pelos de punta cuando lo cuenta: «Nuestro mayor miedo era que hicieran la guerra dentro de la ciudad».

Estaba toda su familia con sus amigos holandeses, esperando. Empezaron a escuchar un ruido extraño. No eran bombas ni disparos. El ruido se hizo cada vez más audible y fue entonces cuando escucharon unos gritos: ‘¡Viva España, malagueños salgan de sus casas!’. Eran tanques, el ejército de Franco estaba entrando a la ciudad.

http://www.lainformacion.com/

2ª HISTORIA:

‘Las silenciadas’, la otra voz de la guerrilla antifranquista…

  • El documental ‘Las Silenciadas’ rescata a las mujeres de la resistencia
  • El director Pablo Ces da protagonismo a seis de ellas y a sus familias
  • La figura femenina fue clave tanto como enlace como de guerrilleras armadas
  • La Historia de España obvia la contribución de la mujer a la guerrilla
  • La historiadora Aurora Marco ha recogido sus testimonios en un libro

Natalia Puga | Vilagarcía de Arousa

Actualizado domingo 01/05/2011

Consuelo Rodríguez López, ‘Chelo’, pertenecía a una familia gallega de nueve miembros: sus padres y siete hermanos. La represión franquista posterior a la Guerra Civil le arrebató a sus padres (fueron asesinados tras la contienda) y a cuatro hermanos. Estas dramáticas circunstancias le hicieron reaccionar y pasarse al otro lado, al de la resistencia. Se convirtió en un enlace entre la ‘guerrilla’, que permanecía oculta en el monte con el resto de los opositores al régimen, pero acabó siendo identificada también por la Guardia Civil, de forma que se vio obligada a huir y esconderse en las montañas de Lugo. Allí le esperaban más desgracias. Participó en varios tiroteos y en uno de ellos falleció en sus brazos su ‘marido del bosque’. Después se exilió en Francia, donde vivió oculta hasta el fin de la dictadura.

‘Chelo’ tiene 91 años y sigue viva, pero no ha vuelto a Galicia. Sigue viviendo en Francia y allí le ha trasladado a su hijo sus experiencias y sufrimientos. Los testimonios de ambos son el nudo central del primer largometraje documental que se ha atrevido a narrar esa parte oculta de la historia de España, la de la resistencia, desde la óptica de la mujer. Porque ellas también jugaron un papel muy importante para que en Galicia los opositores al régimen mantuviesen una guerrilla activa hasta bien entrados los años 50, pero «apenas existe documentación sobre estas figuras claves en este momento histórico». A partir de las investigaciones de Aurora Marco, su madre, el joven director Pablo Ces les ha dado voz en un audiovisual con un título que resume perfectamente cómo fue la vida de estas mujeres, ‘As Silenciadas’ (‘Las Silenciadas’).

Esta mujer y sus desgarradores testimonios pueden aportar mucho a la historia de España. «Yo tengo 32 años y lo que me enseñaron en la escuela no tiene nada que ver con lo que aprendí ahora, a mí me enseñaron que la guerra en Galicia había sido rápida, pero fue uno de los sitios en donde más duró, hasta bien entrados los 50«, relata Pablo Ces, que da a una de las pocas guerrilleras que siguen vivas un protagonismo especial no sólo en su documental, sino también su página web. Una frase de ‘Chelo’ es su carta de presentación.

Familia de Consuelo Rodríguez López, 'Chelo', en O Barco de Valdeorras.

Familia de Consuelo Rodríguez López, ‘Chelo’, en O Barco de Valdeorras.

«Para mí fue un orgullo participar en aquella lucha. Fui varios años enlace y después pase a la guerrilla del monte, con armas y luchando con ellos. No queríamos el fascismo, luchábamos por la libertad, contra Franco. Los fascistas nunca nos pondrán en el lugar que nos corresponde, siempre nos rebajarán. Las guerrilleras éramos como todas las mujeres y nada teníamos que ver con la imagen que tenían de nosotras. Sabíamos cuál era nuestra lucha. Éramos dueñas de nuestros actos y no teníamos que dar explicaciones a nadie», describe esta particular heroína que se integró en el primer grupo organizado de guerrilleros que surgió en la España de la época: la Federación de Guerrillas León-Galicia.

Historias de vida

Su vida no es la única que protagoniza ‘Las Silenciadas’. Pablo Ces, que ha visto realidad su proyecto gracias a la productora gallega Mr Misto Films, ha querido recuperar «historias de vida de numerosas mujeres que vivieron en la clandestinidad y apoyaron el movimiento guerrillero. Por defenderlo, fueron duramente represaliadas: muerte, cárcel, tortura física y psicológica, exilio…». Recoge tres perfiles: «las que sufrieron la represión por ser la mujer de, las que eran enlaces o guerrilleras de llano y las que se echaron al monte y cogieron las armas».

Antonia Rodríguez y Clarisa Rodríguez, violada y asesinada estando embarazada.

Antonia Rodríguez y Clarisa Rodríguez, violada y asesinada estando embarazada.

La familia Valle Valle es otra de las protagonistas. Clotilde Valle, la cuñada del guerrillero ‘Bailarín’ cuenta la historia de la mujer del combatiente, su suegra, sus tres hermanas y su prima, que sufrieron represalias por estar emparentadas con él. «Sufrimos mucho, pasábamos mucho miedo porque cuando nos mandaban ir al cuartel ya pensábamos que podía pasar cualquier cosa», describe.

Dos enlaces de la zona de Meira, Clarisa Rodríguez y Carmen Geres, son las siguientes protagonistas. Una de ellas fue asesinada en unas circunstancias escalofriantes: «La llevaron para interrogarla y cuando apareció el cadáver estaba embarazada, la violaron y luego la mataron y dejaron en una cuneta. Nos cuenta la historia su hijo», explica el director.

Borradas de la historia

«Hubo un gran sector de la población que apoyó a esta guerrilla, si no no habría durado lo que duró y todo esto se desconoce. Mucho menos se sabe de las mujeres, que hicieron tanto labores de intendencia (trasladaban cartas, notas, armas; avisaban de los movimientos de la Guardia Civil, abrían casas de apoyo…) como algunas llegaron a coger los fusiles. A pesar de ser la columna vertebral de la resistencia antifranquista, siguen siendo ignoradas o olvidadas», indica. En este sentido, el documental, además de innovador, es pionero, pues hasta el momento la documentación que había en Galicia al respecto se limitaba a un libro reciente sobre la guerrillera Enriqueta Otero Blanco, María Dolores, y a algunas notas sueltas sobre otras resistentes.

Carmen Fernández Seguín, en la cárcel de Segovia.

Carmen Fernández Seguín, en la cárcel de Segovia.

«No hay ningún trabajo de conjunto que aborde su participación en aquellos años de la década de 1940, porque el silencio y los condicionantes de género ocultaron o borraron su historia», indican desde Mister Misto, por eso Pablo Ces ha querido aportar «un granito arena para que salga a la luz la historia, para que se sepa lo que ocurrió, sin levantar polvaredas, no para levantar heridas, sino para cerrarlas».

Carmen Rodríguez Nogueira es otra de sus historias. En su caso, «no fue enlace, pero le fusilaron al marido por ser republicano y los amigos del marido empezaron a ir por su casa para esconderse», cuenta. «Al final sufrió torturas y estuvo en la cárcel. Entrevistamos a su hijo y a sus nietas y fue muy emotivo, en especial cuando nos cuentan que de las palizas que le dieron tenía el cuerpo tan destrozado que con solo tocarle le salían cardenales».

El hijo de Carmen Fernández, enlace y guerrillera, relata los 13 años de su madre en prisión. Y el hermano pequeño de la familia de Os Buzos de Mugardos, Guillermo Gallego Abeledo, cuenta cómo sus tres hermanas mayores y su madre colaboraron con la guerrilla y acabaron pasando diez y doce años en la cárcel, para luego exiliarse.

El hilo conductor de todas estas historias son los historiadores Bernardo Maiz y Aurora Marco, que van hilvanando estas vidas con los acontecimientos ocurridos en la época de la posguerra en Galicia. La cinta se proyectó este sábado 30 de abril en la sede de la productora Mr Misto en el municipio de Vilagarcía de Arousa. La entrada era gratuita, «al terminar la proyección pone a disposición del público la ‘caldereta’, para aportar la cantidad de la entrada voluntaria según el gusto del espectador», cuenta Ces.

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/05/01/galicia/1304248966.html


Amelia Valcárcel cree que para conseguir una memoria histórica «unificada» en España «hay que perdonar mucho»…

julio 31, 2011

SANTANDER, 27 (EUROPA PRESS)

Amelia Valcárcel cree que para conseguir una memoria histórica "unificada" en España …

La catedrática de Filosofía Moral y Política de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y miembro del Consejo de Estado Amelia Valcárcel, ha afirmado este miércoles en Santander que en España «no existe» una memoria histórica «unificada y compartida» y que, para alcanzarla, «hay que perdonar mucho».

En este sentido, Valcárcel explicó que una Guerra Civil como la que vivió España hace 75 años es «muy dura» y, por ello, «nunca va a desaparecer» de la memoria de los españoles aunque se debería «limar» ese recuerdo. En su opinión, el principal inconveniente es que esa memoria depende de las vivencias y experiencias familiares de cada individuo.

«¿Cuánto dura la memoria de una guerra?», se preguntó la catedrática en una rueda de prensa en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) con motivo del Curso Magistral ‘El perdón’ que dirige desde el 25 hasta el 29 de julio, y que está patrocinado por Santander Universidades.

«Lo que no podemos es pedir a alguien que aguante que su abuelo o su tía estén enterrados en un camino», apuntó la también miembro del patronato de la UIMP, quien agregó que «todos los muertos deberían tener el mismo honor» y, de lo contrario, «no se habrá hecho verdaderamente el perdón».

La vicepresidenta del Real Patronato del Museo del Prado señaló que la sociedad del perdón empezó «muy tarde» y es «una enorme novedad en los últimos años», que comenzó a gestarse en el siglo III antes de Cristo. Hasta entonces el perdón no existía y los agravios se resolvían tan solo «con la justicia».

Valcárcel se refirió también a la «psicología del perdón» y se preguntó si realmente las personas son capaces de perdonar y olvidar y, en esta línea, comentó que «influye mucho» el temperamento, el carácter y la forma de ser de cada individuo y, por ello, «algunos seres humanos olvidan plenamente y otros.

Europapress vía Yahoo noticias


Rivas crea un parque temático para inculcar Memoria Histórica a niños…

mayo 22, 2011

El Ayuntamiento comunista de Rivas-Vaciamadrid lleva más de una década buscando fórmulas para glorificar la memoria de los combatientes republicanos que, en febrero de 1937, se enfrentaron a las tropas del general Varela en la Batalla del Jarama. La idea ha cuajado finalmente con la expropiación de unos terrenos en el cerro Los Migueles, frente al kilómetro 17 de la A-3, donde se han reconstruido unas trincheras republicanas. Poco importa que esas trincheras no tengan nada que ver con la Batalla del Jarama, que, como su propio nombre indica, no tuvo lugar a orillas del Manzanares, río que se une al Jarama en el Espolón de Vaciamadrid.

Aunque el Espolón fue tomado por las tropas de Varela el 8 de febrero de 1937, el grueso de la Batalla tuvo lugar varios kilómetros al sur, cuando los franquistas cruzaron el Jarama por los puentes Pindoque y de San Martín de la Vega (11 y 12 de febrero), enfrentándose a las brigadas internacionales. Aunque los de Varela ganaron terreno, no consiguieron el objetivo principal de cortar el abastecimiento de Madrid por la carretera de Valencia, aislando por completo a la capital.

Adoctrinamiento

Aunque los terrenos de la Batalla no están en su municipio, y el contraataque republicano se dirigió desde Arganda del Rey y Morata de Tajuña, el alcalde de Rivas, José Masa, no desaprovecha oportunidad de apadrinar, cada mes de febrero, las actividades en honor de los brigadistas internacionales que murieron al enfrentarse a legionarios y regulares en el lugar conocido como Colina del Suicidio o en el Pingarrón, en el camino entre San Martín y Morata.

En las trincheras del Parque temático de Los Migueles, el Ayuntamiento de Rivas lleva a los escolares –incluso a los extranjeros que llegan a los colegios de la localidad en intercambios– para adoctrinarles en su programa, que pretende fomentar “los valores de democracia y antibelicistas” y demonizar el “régimen dictatorial y privador de las libertades más elementales” instaurado por Franco.

Este proyecto de fines “didácticos” está apoyado por el Ministerio de la Presidencia, que en el ámbito del Jarama ha financiado otros más serios, como el descubrimiento, en febrero pasado, de tres grandes fosas en la zona del Pingarrón, con restos de cientos de muertos de las Brigadas Internacionales, marroquíes de Regulares e irlandeses que combatían en las filas de Franco. En virtud de la Ley de Memoria Histórica, sólo a los primeros –los del bando republicano– se les reconocen derechos, y a sus descendientes, la nacionalidad española.

Revolución en Rivas

De quienes no se acuerda para nada el Ayuntamiento de Rivas es de las víctimas de la revolución en zona republicana que fueron asesinadas en esa localidad. El único residente víctima de esos desmanes fue el sacerdote Luis Rodríguez Castro, de 30 años, asesinado el 25 de julio de 1936 en la Finca El Parral, donde se instaló el Comité y Casa del Pueblo de la Sociedad de Trabajadores de la Tierra.

Quienes en la postguerra fueron señalados como autores del crimen (legajo 1508 de la Causa General), Eustaquio de Bustos Rozalén y Eladio García Aparicio, así como el resto de personas que intervinieron en la quema de las tres iglesias del pueblo, aparecen hoy en el Memorial de víctimas de la guerra del Ministerio de Cultura como personas a las que se debe honrar “para siempre” por haber sido perseguidas por el franquismo.

Además del sacerdote, fueron asesinadas en Rivas 228 personas a partir del 20 de octubre de 1936, por obra de los chequistas que liquidaban a las personas sacadas de las cárceles de Madrid. La memoria del Ayuntamiento de Rivas no alcanza a recordarlas, aunque fueron enterradas en su cementerio.

La Gaceta (Intereconomía) vía google noticias



‘El holocausto español’

mayo 16, 2011


JOSEP FONTANA

La proximidad de la fecha en que se cumplen 75 años del inicio de la Guerra Civil española ha estimulado la publicación de una serie de estudios que enriquecen nuestro conocimiento no solo de su génesis, sino también de su naturaleza. Tal es el caso de La conspiración del general Franco, de Ángel Viñas, que complementa la gran trilogía sobre la República en guerra que publicó de 2006 a 2009. O el de Violencia roja y azul, el estudio colectivo dirigido por Francisco Espinosa, que ha venido a dejar establecida la cifra de los muertos por la violencia en 50.000 para el bando republicano y 150.000 para el franquista.

Entre todos estos libros, sin embargo, me parece que conviene destacar El holocausto español, de Paul Preston, que culmina con esta obra cuarenta años de dedicación al estudio histórico de España, desde The Spanish
Right under the Second Republic: an Analysis, aparecido en Reading en 1971, que sería un anticipo de su Spain in Crisis de 1976, hasta su biografía de Franco, que sigue siendo una obra de referencia
indispensable.

Preston describe y estudia la represión en uno y otro bando, pero sus objetivos van más allá: una vez averiguado lo que les sucedió a las víctimas civiles, nos dice, es necesario averiguar por qué, establecer las causas últimas de la violencia que sufrieron y sacar a la luz las razones que guiaban a sus verdugos. Que una vez desencadenada una guerra se produzcan actos de ferocidad en uno y otro bando es algo que ha sucedido siempre y en todas partes, y que no requiere mayor explicación. Como decía hace muy poco Luke Mogelson “hay una bestia en el corazón de cada combatiente”, sin olvidar que cada muerte se convierte en la semilla de una venganza. Lo que es más importante, porque ahí reside la mayor de las responsabilidades, es determinar los motivos y el propósito de quienes han escogido el camino de la guerra, y está claro que la única forma en que podemos entender la que se inició en 1936 debe basarse en el análisis de lo que sucedió desde 1931.

Preston, cuyos primeros trabajos estuvieron dedicados precisamente al estudio de las derechas españolas en los años de la República, está especialmente calificado para analizar el enfrentamiento social que se inició con motivo de los programas de reforma de los dos años de gobierno republicano-socialista, y para mostrarnos la reacción que llevó a los “teóricos del exterminio” a preparar desde entonces una represión sistemática, encaminada a destruir hasta sus raíces la trama social en que se había asentado el proyecto republicano.

Entre las primeras víctimas de lo que Queipo de Llano llamaba el “movimiento depurador del pueblo español” figuraron los alcaldes, los concejales y los sindicalistas, pero también los maestros. Porque, como se decía en un artículo publicado en la prensa de Sevilla en los primeros días del “alzamiento”: “No es justo que se degüelle al rebaño y se salven los pastores. Ni un minuto más pueden seguir impunes los masones, los políticos, los periodistas, los maestros, los catedráticos, los publicistas, la escuela, la cátedra, la prensa, la revista, el libro y la tribuna, que fueron la premisa y la causa de las conclusiones y efectos que lamentamos”. Tantos eran los enemigos que había que depurar.
Haber desentrañado los orígenes de este proyecto genocida de los sublevados, que desde los primeros días expresaron su voluntad de “aniquilar” a todos estos enemigos, es uno de los grandes méritos del libro de Preston, que lo elevan por encima de la mayor parte de la abundante literatura que se ha dedicado a la represión.

Arrinconada, por haber agotado su credibilidad, la visión franquista de la Cruzada, lo que en la actualidad la sustituye es el revisionismo del “todos fueron igualmente culpables”, en la línea de Ernst Nolte con el nazismo, del que pueden ser ejemplo el libro de Fernando del Rey, Palabras como puños: la intransigencia política en la Segunda república española, o la feroz crítica contra el de Preston que Jorge M. Reverte publicó en El País el 12 de mayo, con más exabruptos que argumentos, y en un tono que no parece que corresponda al crédito personal que Reverte puede oponer a la trayectoria académica e investigadora de Preston.

Uno de los fallos esenciales de su crítica es que se limita a lo sucedido desde julio de 1936, cuando Preston ha dedicado cuatro de los 13 capítulos de su libro a los antecedentes. Déjeme decirle además que lo de la “liquidación sistemática de pequeños comerciantes en Cataluña” es un camelo. Mi padre era un pequeño comerciante, que no solo no fue liquidado, sino que no sufrió más molestia que la de los bombardeos, frecuentes en el barrio en que vivíamos, que nos obligaron a muchas huidas nocturnas en busca de un refugio (bien el de la Generalitat, bien los túneles de las estaciones de metro de la plaza Catalunya). La librería de mi padre estaba en la calle Boters, y no recuerdo que ni el dueño del “colmado” de al lado, ni el de la “mercería” de enfrente sufrieran daño alguno; ni siquiera los de una “cerería” y una “estampería” vecinas, negocios que respondían a la cercanía al palacio episcopal y a la catedral.

Sacar la Guerra Civil del contexto del enfrentamiento social que se produjo como consecuencia del proyecto reformista de los republicanos de izquierdas implica condenarse a no entender su misma naturaleza.

Josep Fontana es historiador

Ilustración de Javier Olivares

Público.es google noticias


Situación de la investigación sobre la represión franquista en Madrid: Pereza o miedo intelectual…

abril 20, 2011
Santiago de Córdoba Ortega, 16 de abril de 2011 – 19 Abril 2011

Intervención en el Homenaje a las víctimas de la represión franquista en Madrid

 Amigos, amigas,… familiares de las víctimas de la represión franquista en Madrid.

Mi participación en este acto no es por méritos propios, sino por una invitación generosa de Tomás Montero, que agradezco porque me permite estar en el V aniversario del homenaje a las víctimas del franquismo y volver a veros en este lugar para la memoria después de casi un año.

Sólo soy un historiador provinciano y un viejo socialista que en 1966 se comprometió con los exiliados españoles al Sur de Francia, formó parte de la oposición sindical al franquismo en Madrid hasta 1976 y retornó a Andalucía para reconstituir con otros socialistas las organizaciones de UGT y PSOE en pueblos y aldeas de la provincia de Jaén.

Desde hace tres años vengo a Madrid, sintiendo Madrid como una nueva etapa de mi vida. Fue el 22 de septiembre de 2008 cuando comencé esa etapa. Tomás Montero lo puede atestiguar. Nos conocimos cuando en aquel día ilusionante, hoy tachado por la injusticia de la Justicia contra Baltasar Garzón, llegaba a Madrid con mi investigación bajo el brazo y registraba en el Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional la documentación de 3.253 jienenses desaparecidos entre 1936 y 1952:

  • 2731 habían sido víctimas de la represión franquista en Jaén.
  •  388 en otras provincias y
  •  134 en Francia y Austria por el exterminio nazi.

Desde entonces mi investigación ha sido un éxodo buscando a republicanos y republicanas jiennenses desaparecidos por la represión franquista no sólo en Andalucía, sino en otras Comunidades, como la de Madrid. Han pasado casi tres años y al 31 de marzo de 2011 el número de víctimas documentadas se han incrementado en 339 nombres, de las que ahora 15 sus familiares no sólo han conseguido conocer el lugar de la muerte y circunstancias, sino que 5 han sido exhumadas y enterradas en los pueblos de origen, junto a sus familiares queridos, mientras que el resto esperan los resultados de ADN para volver después de 70 años a casa.

En 1977, cuando Gil Robles volvió del exilio dijo: “En los cuarenta años pasados hay muchos españoles culpables como el dictador o quizás más”. A esta verdad habría que añadir que hoy la democracia española también es culpable por haber olvidado no sólo a los franquistas culpables en cada uno de los pueblos de España, sino también a sus víctimas…Creo que este es uno de los objetivos que nos reúne aquí, porque no hay mayor homenaje a las víctimas del franquismo que conocer sus nombres para la historia. Es lo que Julia Conesa, una de las Trece Rosas, pidió a su madre en la carta que escribió antes que la fusilaran el 5 de agosto de 1939 en este cementerio: “que mi nombre no se borre en la historia”.

Antes de seguir quería decirle a Mirta Núñez, la admiración que siento por ella como mujer e intelectual. Desde hace años y años si se quiere conocer “Los años del terror” franquista en Madrid, ella es su principal y única referencia.

No voy a citar ahora la extensa bibliografía de Mirta, aunque sí una de sus obras, la que compartió con Antonio Rojas “Consejo de Guerra: Los fusilamientos en el Madrid de la posguerra, 1939-1945″. El conocimiento nominal de las víctimas que nos facilita es uno de los motivos por el que estamos aquí una vez más.

Según mis datos, en Madrid se conocen hasta ahora los nombres de 3.188 víctimas del franquismo. Tomando como fuente la información que facilita la Web MEMORIA Y LIBERTAD, los lugares de muerte de estas 3.188 víctimas fueron:

Lugar del fallecimiento Nº

Cementerio del Este 2 684

Cementerio de Alcalá de Henares 299

Cementerio de San Lorenzo del Escorial 79

Carabanchel – Campamento 18

Colmenar Viejo 11

Varios (cárceles, cuartelillos, etc) 97

TOTAL…………………………………………………..3.188

 A este número habría que sumar muchos nombres más, como los fusilados en las cabezas de los partidos judiciales de Madrid, que fueron muy numerosos, como en Aranjuez y en Arganda del Rey

Hace unos días intercambiando datos de investigación con mi amigo e historiador José María García Márquez, comentábamos la situación en la que se encuentra la investigación sobre la represión franquista en la Comunidad de Madrid. Entre otras cosas le decía:

“…la investigación sobre la represión franquista en Madrid se encuentra en cuna por la desidia de historiadores de Madrid. Es una vergüenza que en esa Comunidad uniprovincial, con 15 universidades (7 públicas y 8 privadas), no se haya investigado el grado y naturaleza de la represión franquista, salvo Mirta Núñez. Creo que a este estado de cosas es a lo que se refiere Miguel Artola cuando afirma: “No es que la historia de España cuente con grandes lagunas, en realidad son auténticos agujeros negros”.

“Tengo la impresión de que las 15 universidades de la Comunidad de Madrid tienen pereza o miedo intelectual a investigar la represión franquista. Les falta el compromiso social con Madrid, porque no creo que este agujero negro sea por la sorprendente conclusión a la que recientemente ha llegado Damián González, profesor de la Universidad Castilla-La Mancha. Según él «La historiografía española hace tiempo que superó la fiebre cuantificadora (absolutamente necesaria por otra parte) y ha sabido dirigir su atención hacia aspectos más cualitativos que trascienden la mera represión física de posguerra. No obstante, la asociación entre violencia franquista e inmediata posguerra continúa excesivamente asentada en el imaginario colectivo e incluso predomina en las declaraciones políticas de condena a la dictadura. Eso es algo que debe cambiar”.

“Creo que Damián González desconoce el grado de la represión física del franquismo, porque ésta aún está sin cuantificar documentalmente según los hechos y no según las impresiones. Si todos coincidimos que desde que se gestó el golpe de estado por Franco y su tropa de generales, la base en la que se sustentó la guerra civil y la posguerra fue en la represión y la eliminación del enemigo, o como afirma Mirta «La estrategia tenía como puerto final el silencio y el aislamiento para los supervivientes», el objetivo debiera ser conocer con máxima aproximación esa represión física. Si no se cuantifica hasta dónde llegó el grado de violencia, ¿qué rigor científico tendrán las investigaciones sobre represión durante la guerra civil y la posguerra?

“Hoy, después de más de 70 años, se desconocen aún las cifras de fallecidos por la represión franquista en muchas provincias y comunidades, como es el caso de Madrid. Lo peor de este desconocimiento es que allí donde eso sucede, las cifras que se conocen son las que han publicado los historiadores propagandistas del franquismo, como los generales Rafael Casas de la Vega y Ramón Salas Larrazábal, o del sacerdote Ángel David Martín Rubio. Por ejemplo, Ramón Salas, que ha tenido una gran influencia sobre los historiadores neofranquista, toda su investigación sobre la represión republicana y nacionalista se basa en interpretaciones estadísticas del INE y cuando las fuentes son los registros civiles duplica las inscripciones del lugar de la muerte con el de la naturaleza de la víctima, sobre todo si esta es nacionalista.

“Tomando como fuente la publicación «Violencia roja y azul: España, 1936-1950”», coordinada por Francisco Espinosa y editada el pasado año por Crítica, los datos de la represión republicana y franquista en Madrid es la siguiente: 3.204 víctimas por la represión franquista y 8.815 por la represión republicana.

Represión republicana: Rafael Casas de la Vega,

Represión franquista: Mirta Núñez, Antonio Rojas y Tomás Montero

“Tengo la impresión de que los historiadores y el Departamento de Historia Contemporánea de las Universidades de Madrid tienen miedo a investigar la represión franquista en esta Comunidad Autónoma. Posiblemente sea porque el estigma de la matanza de Paracuellos sigue siendo ayer como hoy la bandera del franquismo y del neofranquismo que rige los destinos de un Madrid tan universal como preso por la propaganda

“No quiero resaltar mi investigación, sólo pretendo comparar Madrid con una investigación del casi 100% del total posible de víctimas del franquismo, como es el caso de Jaén.

“Al 31 de marzo de 2011, en mi base de datos tengo 2.753 víctimas en la provincia de Jaén por las siguientes causas:

 CAUSA DEL FALLECIMIENTO EN LA PROVINCIA DE JAEN         NÚMERO

Fusilado en aplicación del bando de guerra………………………………………………..59

Fusilado en aplicación de sentencia del consejo de guerra……………………………..1.959

Fallecido por armas de fuego de la Guardia Civil……………………………………………73

Fallecido por armas de fuego de la Guardia Civil en aplicación de la “ley de fugas” ……….53

Muerte violenta……………………………………………………………………………..19

Muerte violenta por arma de fuego…………………………………………………………37

Fallecimiento en prisión por enfermedad debido a las condiciones carcelarias…………….310

Muerte violenta en prisión por torturas……………………………………………………222

Fallecimiento en prisión sin datos de su causa………………………………………………21

TOTAL………………………………………………………………………………………………………………2.753

 “Si el aparato represivo en la provincia de Jaén se montó como en Madrid, a partir del 1 de abril de 1939, y comparamos la represión en Jaén con la conocida en Madrid, deduzco que la investigación en la capital de España tiene auténticos agujeros negros. Para confirmarlo basta con conocer la estadística del aparato represivo y control franquista en el municipio de Madrid desde 1939 a 1950. Este agujero negro en la investigación, como diría Miguel Artola, sería mayor si también se sumara el de toda la Comunidad.

“Con los datos que facilita Antonio Ortiz Mateos en “Lugares de la Memoria: Las cárceles de Madrid en la posguerra”, he elaborado una estadística con el número de centros de represión y muerte en Madrid durante la posguerra. No sería descabellado afirmar que la cifra de víctimas por la represión franquista pueda superar las cuatro mil, pero ahí que demostrarlo:

 CENTROS DE REPRESIÓN Y MUERTE EN EL MUNICIPIO DE MADRID   Nº

Campos de Concentración…………………10

Comisarías de Distrito……………………..11

Cuarteles de la Guardia Civil……………….8

Delegaciones de Falange en Distritos…….10

Otros centros de detención y tortura…….10

Cárceles de mujeres……………………….6

Cárceles de hombres……………………..15

Cementerios………………………………14

TOTAL………………………………………………..84

 Hasta aquí mi exposición a José María García Márquez cuando hace unos días le pasaba por correo los nombres de 22 sevillanos fusilados en este Cementerio. Ahora no sólo confirmo mi preocupación, sino que creo que cuando la investigación del franquismo está aun en ciernes, la enseñanza de nuestra historia del pasado más próximo sigue contaminada con la enseñanza heredada del franquismo. No es una afirmación gratuita, sino una situación real. He observado en los medios de comunicación y en la calle que en las provincias donde la investigación sobre la represión franquista no ha sido objeto de un proyecto total del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad, o de algún historiador, el subconsciente colectivo de sus habitantes siguen bajo la enseñanza de “La Causa General” y de la historiografía neofranquista, Por el contrario, donde la investigación ha dado a conocer la magnitud exacta de la represión no sólo franquista, sino también la republicana, se terminó la manipulación e incluso el miedo al pasado.

Para terminar y confirmar lo anterior, compararé los datos que facilitaba el general Ramón Salas en su libro “Pérdidas de la Guerra” (1977) para Huelva, Córdoba y Jaén, provincias andaluzas cuyo grado de investigación actual sobre la represión republicana y franquista es casi del 100%:

En Huelva, una publicación reciente de Francisco Espinosa y José Mª García Márquez (“La desinfección del solar patrio. La represión judicial-militar en Huelva (1936-1945)”, ha desmontado la fábula estadística de Ramón Salas: Las víctimas del franquismo son 4.422 más que las facilitadas por él, pero en contra las víctimas por la represión republicanas son 336 menos:

Represión en Huelva:

Represión  franquista –  Represión republicana

Ramón Salas Larrazábal 1.597 437

F. Espinosa y José Mª García 6.019 101

Diferencia……. – 4.422 + 336

La diferencia es abismal entre la hipótesis estadística de Salas y la investigación sobre fuentes primarias de Francisco Espinosa y José Mª García Márquez.

En Córdoba, Francisco Moreno Gómez ha investigado la represión franquista en la provincia desde 1936 a 1950 (“La Guerra Civil en Córdoba, 1936-1939”, “Córdoba en la posguerra”,1939-1950” y “La resistencia armada contra Franco. Tragedia del maquis y la guerrilla”). Los resultados han sido muy semejantes a los de Huelva. Las víctimas del franquismo son 7.717 más que las facilitadas por Ramón Salas, mientras que las víctimas por la represión republicana son 582 menos:

Represión en Córdoba:

Represión  franquista –  Represión republicana

Ramón Salas Larrazábal 3.864 2.642

Francisco Gómez Moreno 11.581 2.060

Diferencia……- 7.717 + 582

Finalmente, Jaén. Mi investigación ha tenido como fuente los registros civiles de la provincia, libros de enterramientos, archivos municipales y el histórico de Jaén. Los datos de mi investigación (Todos los nombres. Borrador para un estudio de la tragedia en la provincia de Jaén, 1939-1952”) y los de Luis Miguel Sánchez Tostado (“La guerra civil en Jaén: Historia de un horror inolvidable”), demuestran una vez más la manipulación de Ramón Salas Larrazábal, cometiendo en Jaén los mismos errores intencionados que en Huelva y Córdoba: 2.147 víctimas republicanas menos y 1.790 más en el bando nacional:

Represión en Jaén:

Represión  franquista –  Represión republicana

Ramón Salas Larrazábal 606 3.509

Santiago de Córdoba (1) y

Sánchez Tostado (2) 2.753 (1) 1.719 (2)

Diferencia………… – 2.147 + 1.790

Cuando Tomás Montero me invitó a participar en este acto de homenaje a las víctimas de la represión franquista en Madrid, de las que 53 son naturales de Jaén, entre ellas Ana López Gallego, una de las TRECE ROSAS, le expuse mi preocupación sobre el estado actual de la investigación en Madrid. No comprendía los motivos por los que teniendo tan cerca tantos archivos, ahora abiertos, y la concentración de 15 universidades, la investigación sobre la represión franquista se encontrara tan lejos de los hechos, sabiendo que aquí en Madrid como en toda España, cuando el 1 de abril de 1939 cayó la II República no terminó la guerra, porque como dijo Saint-Exupéry, ilustre poeta, aviador y corresponsal de guerra francés: “aquí se fusila como se tala árboles”.

No sé si he sabido exponer bien mi preocupación sobre la investigación y la represión franquista en Madrid. No soy comunicador y me cuesta exponer en directo mi trabajo. No obstante, este era mi compromiso para con las víctimas del franquismo y sus familiares y lo he cumplido.

Gracias por vuestra atención.

Santiago de Córdoba Ortega

Madrid, 16 de abril de 2011

http://www.facebook.com/notes/ja%C3%A9n-v%C3%ADctimas-del-franquismo/situacion-de-la-investigaci%C3%B3n-sobre-la-represi%C3%B3n-franquista-en-madrid-pereza-o-m/10150153432976292


Ian Gibson: «El Holocausto español»

abril 11, 2011

10 abr 2011

Llega la primavera y, con ella, editado por Debate, el nuevo libro de Paul Preston, El Holocausto español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después. Se trata de un grueso tomo de 859 páginas, producto de diez años de trabajo, que, sin lugar a dudas, va a ser objeto de apasionada discusión a lo largo de los próximos meses y años. Empezando, claro, con el título, justificado, a juicio del gran historiador inglés, por el “afán exterminador” y la dimensión alucinante de la represión, premeditada y fría, ejercida por Franco y los suyos contra quienes no pensaban como ellos.
Preston no minimiza las cifras de la represión llevada a cabo en el otro lado, por más señas muy inferiores a las de la “nacional”, pero tiene claro que no es lo mismo una masacre promovida por quienes se levantan contra la legalidad vigente como la reacción popular consiguiente. “Resulta difícil concebir –escribe– que la violencia en la zona republicana hubiera existido siquiera de no haberse producido la sublevación militar, que logró acabar con todas las contenciones de una sociedad civilizada”.
El libro, de lectura muy amena pese a su ingente documentación, no podría llegar en un momento más oportuno, cuando el Partido Popular se empeña en culpar a quienes quieren exhumar a las víctimas de estar “reabriendo heridas”; parecen cada vez más evidentes las deficiencias de la Ley de la Memoria Histórica; y estamos en vísperas del juicio contra Garzón por haberse atrevido a aceptar investigar jurídicamente los crímenes del franquismo. Hay que leerlo.

Público.es


Paul Preston: «Las mentiras de Carrillo sobre Paracuellos son infantiles»

abril 11, 2011

Ha publicado ‘El Holocausto español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después’

EUROPA PRESS MADRID 11/04/2011 14:11 Actualizado: 11/04/2011 14:48

Paul Preston, antes de comenzar la presentación de su libro.

Paul Preston, antes de comenzar la presentación de su libro.DANI POZO

El nuevo libro de Paul Preston, El Holocausto español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después detalla las masacres cometidas por el ejercito franquista y las matanzas del bando republicano durante la Guerra Civil, como la cometida en Paracuellos del Járama y la directa implicación de Santiago Carrillo.

«Sus mentiras son tan infantiles, es una ridiculez decir que no sabía nada de los hechos», alega Preston y explica que Santiago Carrillo era el responsable de Orden Público y nombró a como director de Seguridad a Segundo Serrano Poncela, quien «organizó a diario las sacas». «Es inconcebible que Carrillo no lo supiera y encuentro absurdo que durante todos estos años haya estado mintiendo», alega Preston, y asegura que tras leer todas las entrevistas que ha concedido Santiago Carrillo, ha encontrado «deslices» en donde cuenta «toda la verdad».

«Es la mayor atrocidad cometida en territorio republicano»

Para Paul Preston, las ejecuciones de Paracuellos constituyen «la mayor atrocidad cometida en territorio republicano durante la Guerra Civil española» y denuncia las miles de vidas que se cobraron ambos bandos y de ahí que el título de su libro sea El Holocausto español porque «describe el sufrimiento de cientos de miles de inocentes».

No obstante, en su libro, Paul Preston precisa que la represión organizada, por uno y otro bando, fue muy diferente tanto de manera «cualitativa» como de forma «cuantitativa». Así cifra en 20.000 los muertos republicanos a finales de marzo de 1939 y alude a las cifra de 130.000 nombres de víctimas obtenidas por los «investigadores locales».

En total, Paul Preston asegura que hubo cerca de 50.000 muertos en la zona republicana, un cifra que es «bastante exacta», matiza, e indica que las grandes autoridades republicanas hacían un esfuerzo por identificar a las víctimas.

Preston espera que sus páginas sean un «grano de arena» para la reconciliación

En esta misma línea, señala que la represión orquestada por los militares insurrectos fue una operación «minuciosamente» planificada con mucha «disciplina» y recuerda las palabras del general Emilio Mola que llamaba a «eliminar sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no sean como nosotros». Según Preston, la represión en la zona republicana fue mucho más «impulsiva» y se «intensificó a medida que los refugiados traían noticias de las atrocidades del Ejército y los bombardeos rebeldes».

No obstante, Preston aclara que con este libro, editado por Debate, no pretende subrayar la idea de que los españoles eran «especialmente violentos» y espera que sus páginas sean un «grano de arena» para la reconciliación y no se utilicen como «arma política». «Cualquier sociedad necesita conocer su pasado», subraya este historiador, quien defiende la identificación de los muertos y no está de acuerdo con quienes aseguran que identificar a las víctimas sea «remover las cenizas».

En esta misma línea, critica que muchas investigaciones, de uno y otro lado, «son muy sesgadas» y están hechas en ocasiones para utilizarse como «arma política».

Preston, Príncipe de Asturias de Historia Contemporánea española y director del Centro Cañada Blanch para el Estudio de la España Contemporánea de la London School of Economics ha redactado casi 900 páginas para analizar la represión de ambos bandos durante la guerra e inmediata posguerra.

Más de un millar de libros leídos y casi 20 años de trabajo han sido necesarios para publicar este volumen que se inicia con un capítulo dedicado a los años 30 y concluye con la represión que impuso Franco tras el fin de la guerra, con un ritmo de ejecuciones de «proporciones increíbles».

Público.es


Los obispos de Franco bajo palio, ahora atacan a ZP y guardan “injustificable silencio” sobre el asesinato de curas vascos…

abril 5, 2011

¿Y que dirá Martínez Camino que hace dos años se lavó las manos?

¿Y ahora qué dirá usted, monseñor Martínez Camino, portavoz de la Conferencia Episcopal? Hace un par de años, en el transcurso de otra multitudinaria selección de mártires de la Cruzada de Liberación Nacional -a punto entonces de ser beatificados cerca de 500 asesinados más-, lo que por otra parte ha venido haciendo de forma incansable la cúpula de la Iglesia católica, desde los tiempos de Juan Pablo II hasta estos años de Benedicto VI, le preguntaron a Martínez Camino, en rueda de prensa, por los otros mártires, los clérigos y religiosos curas vascos, fusilados por los facciosos -militares, carlistas, falangistas y otras gentes cavernarias-, sublevados contra la II República.

Martínez Camino, obispo reaccionario en estado puro, es uno de los capellanes de confianza del cardenal Rouco Varela, el hombre fuerte de la Iglesia española; el protector durante años de Federico Jiménez Losantos y de otros profesionales propicios al catastrofismo, al insulto y a la crispación permanente. Rouco Varela los amparaba en la COPE. Aquel día, poco antes de la nueva oleada de beatificaciones, Martínez Camino se salió por la tangente. Utilizó una vez más la restricción mental y escapó del mal trago. Interrogado acerca de los curas vascos, asesinados por los franquistas, afirmó que desconocía si era cierta o no semejante historia y se lavó las manos.

Valentía evangélica
Los obispos vascos –eso sí, setenta años después de los hechos- han tenido el coraje civil y la valentía evangélica de pedir perdón a causa del “injustificable silencio de la Iglesia” respecto a los catorce sacerdotes de Euskadi, matados en nombre de Dios y de España. ¿Qué Dios y qué España, monseñor Martínez Camino? ¿Por qué los clérigos católicos que -sin renunciar a su fe- se mantuvieron fieles al Gobierno republicano y al Gobierno vasco fueron abatidos por un pelotón de fusilamiento? Y no sólo fueron asesinados. Su memoria fue proscrita por la Dictadura y por la jerarquía eclesiástica. Nunca habían nacido, no se registró su muerte y no se celebraron funerales por ellos. Imposible imaginar que ellos también hubieran podido subir a los altares.

El embajador norteamericano
¿Cómo alegó ignorancia, en 2007, Martínez Camino y la inmensa mayoría de los prelados españoles? Una ignorancia culpable porque esas muertes y las de algunos sacerdotes de distintas regiones, o naciones, o comunidades de España, las sabía todo el mundo. La lista de los curas vascos asesinados la publicó nada menos que el embajador de Estados Unidos en España, Claude G. Bowers. Enumeró a los asesinados y dio nombres y apellidos a los curas antifranquistas. Buceó en el País Vasco y se enteró de que la barbarie de Gernika y la de Santoña se cobró la vida de otros curas y algunas monjas. Bowers –que era periodista- fue el embajador en España entre 1933 hasta 1939. Su libro, Misión en España, censurado por el Régimen franquista a lo largo de muchos años, es una joya admirable. Bowers era un demócrata, amigo del presidente Roosevelt. Franco y sus aliados –Hitler, Mussolini y Oliveira Salazar- eran antidemócratas. O sea, eran totalitarios y odiaban la libertad. El Gobierno vasco del PNV estaba integrado básicamente por católicos. Franco aparecía de cuando en cuando bajo palio. Pero persiguió y ejecutó a aquellos católicos que eran demócratas. Como los del PNV, por ejemplo.

El brazo a la romana
La Iglesia católica española no ha pedido aún perdón por haber borrado del mapa a los sacerdotes aludidos. Lo han hecho los obispos vascos. El mutismo ante tamañas salvajadas continúa envolviendo al Vaticano. Y por supuesto tiene atrapados a los monseñores españoles. Su portavoz, Martínez Camino, debería explicar de una vez las razones de unas situación tan vergonzosa, consentida desde hace 70 años – de modo hipócrita y fariseo- por unos prelados que levantaban el brazo a la romana, eran cómplices de la Dictadura y sostenían que Franco era Caudillo de España ¡por la gracia de Dios! Pero los obispos actuales siguen callados y tampoco han pedido perdón por el infausto papel de la Iglesia con Franco en el poder y no desaprovechan la ocasión para torpedear al Gobierno socialista y a su presidente, Rodríguez Zapatero.

Enric Sopena es director de El Plural

http://www.elplural.com/politica/detail.php?id=35940

 


«El debate sobre la memoria histórica no se ha abierto bien»…

abril 3, 2011

03/04/2011 F.E.

MÁS INFORMACIÓN

Edición impresa en PDF

Página 19 edición papel

Esta noticia pertenece a la edición en papel.

Ver archivo (pdf)

 

–¿Qué le parece el debate abierto sobre la memoria histórica?

–Creo que hay que encauzarlo para analizar por qué se produjeron aquellos hechos y aquellos errores para no volverlos a cometer. Pienso que no se ha abierto bien el debate, porque nos seguimos comportando igual, aunque ahora no hay hambre. El debate no se debe centrar en el insulto. En aquella época los insultos surgían de la lucha de clases, de los pobres con los ricos. Eso está superado hoy, pero el odio y los insultos ad hominen , no dialogar con argumentos, es de seres irracionales, de seres emocionales. Eso sí me preocupa. Es cuestión de educación.

–¿Tuvieron problemas políticos sus padres?

–Mi padre fue una persona muy equilibrada y fue capaz de compaginar muy bien con todos. Mi madre vivía en un barrio jornalero y también fue muy capaz de equilibrar el tema. A mi madre la expedientaron, junto a otra profesora (Ana Moreno), porque no llevaba los niños a misa. Cuando recurrió, mandó un informe la Delegación de Educación en la que se decía que los niños, hasta que no hicieran la primera comunión, no tenían que ir a misa. Mi padre fue muy equilibrado y tuvo muy buenas conexiones con los alcaldes de entonces.

–Su familia también sufrió la irracionalidad de la guerra. ¿Quiénes se vieron afectados?

–En la familia materna sí hubo víctimas. A un primo hermano de mi abuela, que era cura de Alcaracejos, lo acribillaron a balazos los milicianos y lo tiraron a un pozo. Mi abuela, que era la que me contaba algo más, tampoco me decía mucho. No he vivido eso en mi familia. Ni ha habido rencor contra Franco, porque mataron a mi abuelo, ni rencor contra la otra parte, porque mataron al primo hermano de mi abuela por ser cura. Eso no se trasladó y lo agradezco.

–¿Cómo fue su educación?

–Para aquella época fue muy liberal. Tuve una formación religiosa, pero no dogmática, muy liberal en lecturas. Mis padres procuraron que, si podía salir de Baena, lo hiciera. Iba a los campamentos que organizaba el Frente de Juventudes. El tiempo que estuve en Baena tuve una educación muy normal.

–¿Llegaron a pasar hambre?

–No, porque mi padre dio clase particulares y se las pagaban en especie. Teníamos en la casa dos patios que dedicábamos a criar cerdos y gallinas. Hacíamos la matanza en el segundo patio. Además, con motivo de la fiesta del gallo, había regalos de los padres de los alumnos al maestro. Pese a que había dos sueldos, no se podía vivir solo con eso porque eran muy pequeños.

Diario Córdoba vía google noticias


España masacrada…

marzo 27, 2011

 

Detención de un oficial sublevado en Guadalajara (Fotografía de Albero y Segovia, Ministerio de Cultura (AGA)).

 

La mayoría de los crímenes en la zona republicana se concentraron entre julio y diciembre de 1936, hasta que el Estado recuperó cierto control sobre la justicia y la represión. En la imagen, dos asesinados en una calle de Barcelona (Fotografía: Agustí Centelles, Ministerio de Cultura (CDMH).-

TEREIXA CONSTENLA 27/03/2011

 

Los horrores de la guerra civil siguen saliendo a la luz. Lejos del frente hubo casi tantos muertos como en las batallas. Una represión salvaje contra inocentes que Paul Preston denuncia ahora en ‘el holocausto español’.

El capitán Manuel Díaz Criado no admitía peticiones de clemencia. Admitía, eso sí, la visita de mujeres jóvenes. En la aterrorizada Sevilla de agosto de 1936, tomada ya por tropas sublevadas contra el Gobierno republicano, Díaz Criado disfrutaba a sus anchas día y, sobre todo, noche. «Después de la orgía, y con un sadismo inconcebible, marcaba a voleo con la fatídica fórmula ‘X2’ los expedientes de los que, con este simplicísimo procedimiento, quedaban condenados a la inmediata ejecución», relató un antiguo gobernador civil. Quienes pululaban a su alrededor le consideraban «un degenerado» que rentabilizó su misión represora para «saciar su sed de sangre, enriquecerse y satisfacer su apetito sexual».

    Paul Preston

    Paul Preston


    Preston:

    «Un holocausto es la masacre de un pueblo. El dolor del español justifica el título»

    Milicianos llevan en un camión a un grupo de condenados a muerte en Mérida en agosto de 1936 (Fotografía de Iberfoto).
  • «Por cada muerte en zona republicana se registraron tres en la rebelde».
  • «Falangistas y militares usaron la violencia sexual alentados por sus mandos».
  • «La crueldad hermanó a individuos enfrentados, pero no igualó acontecimientos».
  • Carrillo estuvo implicado en la autorización de Paracuellos, según Preston.
  • En las zonas ocupadas por los rebeldes se creaban campos de concentración para alojar prisioneros. Hubo campos de internamiento, clasificación, reeducación y explotación laboral. Fotografía del campo francés de Bram (Fotografía de Agustí Centelles)

    Ese mismo agosto, Pascual Fresquet Llopis, matón de la anarquista FAI, se afanaba en ser digno merecedor del nombre de su patrulla: la Brigada de la Mort. Desde Caspe (Zaragoza) comandaba operaciones de limpieza ideológica en el Bajo Aragón, Teruel y Tarragona, rastreando derechistas a los que ejecutar. La brigada se desplazaba en un autobús de 35 plazas, conocido como el cotxe de la calavera, el mismo símbolo que lucían sus ocupantes en las gorras. Donde los inocentes veían matanzas, Fresquet veía actos de «justicia» revolucionaria. Cuando la CNT decidió frenar sus crímenes, en octubre de 1936, habían asesinado a 300 personas.

    Díaz Criado y Fresquet son algunos de los numerosos depravados con poder que entre 1936 y 1939 contribuyeron a que ocurriese algo salvaje: las víctimas causadas lejos del frente (200.000) casi se equipararon con las bajas del campo de batalla (300.000). La crueldad hermanó a individuos enfrentados, pero no igualó los acontecimientos. Ni por alcance, ni por duración, ni por origen. El alcance: por cada muerto en zona republicana (casi 50.000) se registraron tres en la franquista (entre 130.000 y 150.000). La duración: los crímenes rojos se concentraron en los primeros cinco meses de la guerra, hasta que el Gobierno se rehizo y recobró las riendas, mientras que el terror franquista siguió hasta el final y se adentró en la posguerra. El origen: el exterminio del enemigo -o del sospechoso de serlo formaba parte del plan de los golpistas para doblegar a la población y arrancar la raíz del mal; por el contrario, las autoridades republicanas combatieron a los colectivos extremistas que ajusticiaban por su cuenta aprovechando el colapso del Estado ocurrido tras el 18 de julio. Huelga añadir que unos habían dado un golpe de Estado y otros defendían un Gobierno democrático.

    Al espanto de la retaguardia durante la Guerra Civil viaja el hispanista Paul Preston(Liverpool, 1946) en su nuevo libro, El holocausto español (Debate), donde se recogen las fechorías del capitán Díaz Criado y el matón Fresquet. Y, aun sin conocerlo, el ensayo de Preston también habla de la vida de Valentín Trenado Gómez (Puebla de Alcocer, Badajoz, 1917), que pagó su paso por la milicia republicana con 12 años de encierro en campos de concentración y cárceles. En 1936, el joven Valentín tenía más deseos de divertirse que de hacer la revolución. Hay acontecimientos que, sin embargo, no preguntan. Así que, tras el golpe, recibió un fusil y la orden de dirigirse al frente. «No había cogido un fusil en mi vida», revive ahora en su piso de Sevilla. Pasó la guerra en Extremadura, le hicieron sargento y, cuando recibió la orden de rendirse, caminó igual de obediente hasta Ciudad Real, donde entregó un fusil que para entonces era un viejo conocido. Tras un consejo de guerra, en Sevilla le destinaron a la construcción de un gigantesco canal para regar latifundios de amigos de la causa franquista. Pasaba hambre y miedo, dormía en barracones. En Tetuán le hicieron picar piedra para una carretera. «No había más paga que la comida: lentejas, patatas y calabaza», recuerda Valentín Trenado, consciente de una etiqueta que incomodaría a otros: es ya uno de los pocos supervivientes de la guerra, «el último rojo», le dice su médico.

    Presos en el de Miranda de Ebro, Burgos (Fotografía perteneciente al libro 'Historia del campo de concentración de Miranda de Ebro')

    La biografía de Valentín demuestra que, para los vencidos, no hubo paz, ni piedad, ni perdón. El ensayo de Preston delata la fragilidad de la capa civilizada que recubre a una sociedad. Incomodará, empezando por su título («Un holocausto es la masacre de un pueblo. Y yo diría que el sufrimiento y el dolor del pueblo español justifican ese título», defiende) y siguiendo por su contenido: los teóricos y los ejecutores del exterminio de las izquierdas, los robespierres revolucionarios, los alimentadores de checas (centros de detención y tortura en zona republicana) y los pequeños héroes tienen nombre y apellidos. Una gran síntesis histórica sobre el drama de la retaguardia que, poco a poco, se va desvelando sin miradas parciales. La dictadura aireó los excesos republicanos y silenció los suyos. Tras la muerte de Franco, en 1975, los historiadores comenzaron a buscar otras piezas del puzle para recomponer los hechos. Con dificultades: faltan documentos y abundan fosas cerradas. Pero el puzle, empujado por investigadores y asociaciones de memoria histórica, progresa. Lo que aflora, estremece. «Dejando de lado la guerra civil rusa y las dos guerras mundiales, en términos relativos, la española fue una sangría sin paralelo en Europa», subraya el historiador Ángel Viñas.

    Lo averiguado hoy nada tiene que ver con la verdad oficial asentada cuando Preston era un estudiante que sobornaba a bedeles de la hemeroteca en Madrid para leer diarios de la Segunda República para su tesis. El fantasma de la represión le rondó en sus investigaciones sobre el siglo XX español hasta que en 1998, el año en que publicó Las tres Españas del 36, comenzó a recopilar material y tejió una red de contactos con los historiadores que le han mantenido al día de cada avance. Desde 2003, el libro se ha comido toda la energía del profesor de la London School of Economics. También sus emociones. En su casa de Londres, mientras toma café en una taza donde se puede leer «No pasarán», en honor de las Brigadas Internacionales, el hispanista confiesa que lloró a menudo. «La inmensa mayoría de los que murieron, donde fuera, no tenían que haber muerto. No me había dado cuenta hasta este libro de la represión en zonas donde no hubo resistencia. Hay una crueldad tan gratuita que el coste emocional ha sido altísimo». «Mi esperanza», añade, «es que se pueda leer como una contribución a la reconciliación, lo que no quiere decir olvido, sino comprensión».

    Coche de Los Guerrilleros de la Noche, de la CNT (Fotografía: Agustí Centelles)

    Preston cree que un historiador suma varias actitudes. Una es la detectivesca, otra, la de empatizar con los demás. Sabiendo esto es fácil entender por qué su esposa, Gabrielle, le encontraba llorando con frecuencia al volver del trabajo. ¿Qué otra cosa puede hacer alguien cuando se pone en la piel del doctor Temprano o de Amparo Barayón para reconstruir el derrumbe de sus vidas?

    Tras la ocupación de Mérida por los rebeldes, se dejó en manos de Manuel Gómez Cantos, un brutal guardia civil, la supervisión de la limpieza. Preston narra su retorcida triquiñuela: «A diario, durante un mes entero, Gómez Cantos recorrió el centro de la ciudad en compañía del doctor Temprano, un republicano liberal, para tomar nota de quienes lo saludaban. De esta manera identificó a sus amigos y pudo detenerlos, tras lo cual él mismo mató al doctor».

    Ramón J. Sender, escritor de éxito y de izquierdas, y su esposa, Amparo Barayón, estaban de vacaciones en Segovia con sus dos hijos en julio de 1936. El novelista regresó a Madrid. Amparo y sus hijos se refugiaron en su Zamora natal por considerarlo un lugar más seguro. El 28 de agosto, Amparo, junto a Andrea, su bebé de siete meses, fue encarcelada por el delito de protestar por la ejecución de su hermano. La maltrataron, la vejaron y, el día antes de ejecutarla, le arrancaron a su hija de los brazos para internarla en un orfanato católico.

    Es probable que el historiador también hubiera llorado con el testimonio de Mercedes, el nombre falso de una anciana real que perdió a 18 familiares. En el pueblo de Toledo donde ocurrieron los hechos, hace unas semanas revivía lo ocurrido: «En el 36 yo tenía 12 años. Echaron al río Tajo a los dos primeros tíos que mataron, pero el cuerpo de mi tío médico orilló en un pueblo y el forense lo reconoció porque habían sido compañeros de estudio. Al terminar la guerra nos lo entregó. Eran forasteros los que venían a asesinar a la gente que señalaban los del pueblo. A otros tíos los mataron detrás del cementerio. A mi padre lo dejaron morir desangrado, después de tirotearlo por intentar escapar. Yo creo que Dios quiso mucho a mi abuela porque murió el 22 de enero de 1936 y no vio lo que les esperaba a sus 14 hijos».

    Las mujeres de la familia sobrevivieron con el alma en vilo, entre amenazas y humillaciones. «Nos llamaban los cuervos negros porque íbamos de luto, a veces venían milicianos a exigir que les diéramos cena y cama, y acabaron echándonos del pueblo». Salieron adelante gracias a gestos solidarios (recibían pan gratis a hurtadillas) y a bordados a destajo de hoces y martillos para la ropa de hombres que odiaban.

    No hay duda de qué causa abrazó la Iglesia, que alentó la violencia contra los republicanos, a los que responsabilizaba del clima de anticlericalismo que había arraigado entre parte de la población. Un sacerdote da la comunión a presos republicanos en la cárcel Modelo de Madrid en 1940 (Fotografía de Juan Guzmán)

    Al final de la guerra volvieron al pueblo, enterraron con honores a sus muertos y acudieron a los consejos de guerra como espectadoras. A veces, Mercedes se encuentra a cómplices de los verdugos en el centro de salud o en la carnicería.

    Los vencidos no pudieron enterrar a sus muertos ni pedir justicia. Ya con Franco en el poder, unos 20.000 republicanos fueron ejecutados, entre ellos Lluís Companys, a pesar de que había salvado a millares de religiosos y otros amenazados por la furia revolucionaria mientras presidió la Generalitat de Cataluña (10.000 personas salieron en barco gracias a sus pasaportes). Después de muerto, un tribunal confiscó los bienes de la familia Companys y se los adjudicó al Estado. La represión se heredaba. Una anomalía que ya habían anticipado los rebeldes durante la guerra en Burgos, donde Preston ubica el fusilamiento de varias mujeres por el «derecho de representación» de sus maridos huidos.

    A las mujeres no bastó con matarlas. Falangistas y soldados usaron con saña la violencia sexual, aunque resulta imposible delimitar su impacto: la violación se borraba a menudo con el asesinato. Preston diferencia la actitud en zona republicana, donde las agresiones sexuales fueron aisladas, y en zona rebelde, donde los mandos militares alentaron los abusos. «Legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y a la vez a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estos comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen», inflamaba en sus discursos radiofónicos Queipo de Llano.

    Nada más represivo que asumirlo como una actitud desde pequeños, que modele inconscientemente nuestros cerebros. En la famosa fotografía de Centelles, unos niños juegan a fusilar a sus amiguitos como entretenimiento de una plácida tarde infantil

    «La colosal diferencia entre ambas zonas», señala Preston, «tiene que ver con que uno de los principales fundamentos de la República era el respeto hacia las mujeres. En la zona rebelde, la violación sistemática por parte de las columnas africanas se incluye en el plan de imponer el terror». Durante dos horas, las tropas disponían de libertad plena para dar rienda suelta a instintos salvajes en cada localidad conquistada. Las mujeres entraban en el botín. Preston describe la escena que presenció en Navalcarnero el periodista John T. Whitaker, que acompañaba a los rebeldes, junto a El Mizzian, el único oficial marroquí del ejército franquista, ante el que conducen a dos jóvenes que aún no habían cumplido 20 años. Una era afiliada sindical. La otra se declaró apolítica. Tras interrogarlas, El Mizzian las llevó a una escuela donde descansaban unos 40 soldados moros, que estallaron en alaridos al verlas. Cuando Whitaker protestó, El Mizzian le respondió con una sonrisa: «No vivirán más de cuatro horas».

    El periodista John T. Whitaker escribió sobre algunos de los episodios más salvajes del avance rebelde: la matanza de 200 heridos indefensos en un hospital de Toledo o la masacre de la plaza de toros de Badajoz. Preston recupera la respuesta del general Yagüe a Whitaker, que dio la vuelta al mundo: «Claro que los fusilamos. ¿Qué se esperaba usted? ¿Cómo iba a llevarme a 4.000 rojos, cuando mi columna avanzaba contrarreloj? ¿O habría debido dejarlos en libertad para que volvieran a convertir Badajoz en una capital roja?».

    Al otro lado: Paracuellos. Las conclusiones de Paul Preston no gustarán a Santiago Carrillo. «Decir que no tiene nada que ver es tan absurdo como declararle el único responsable», resume el hispanista en Londres. Tras un denso capítulo dedicado a las sacas de prisioneros militares para ser ejecutados mientras las tropas de Franco asediaban un Madrid rebosante de ira contra el enemigo, el historiador concluye que Carrillo estuvo «plenamente implicado» en la decisión y la organización de las ejecuciones, a pesar de sus desmentidos. En sus memorias, Carrillo asegura que se limitó a ordenar la evacuación de presos para evitar que se perdiese Madrid (los rebeldes habían llegado a la Ciudad Universitaria) y que el convoy fue asaltado. El odio a los militares hizo el resto.

    Pero los grandes perseguidos en la zona republicana fueron los curas. «Vestir sotana era suficiente para acabar ante un piquete en alguna tapia o cuneta», escribe José Luis Ledesma en Violencia roja y azul (Crítica). Casi 6.800 religiosos fueron asesinados, a los que se sumaron un sinfín de ataques contra templos y conventos, que fueron incendiados y profanados. «Las iglesias eran saqueadas en todas partes y como la cosa más natural del mundo, puesto que se daba por supuesto que la Iglesia española formaba parte del tinglado capitalista», escribió George Orwell, tras su experiencia como combatiente en las filas del POUM. En Homenaje a Cataluña (1938) relata que durante sus seis meses de estancia en la zona de España donde también se ponía en pie una revolución solo vio dos iglesias intactas. Los clérigos sufrieron a veces torturas, amputaciones y agonías feroces. Para medir el impacto de esta persecución, el historiador Stanley G. Payne recurre a una comparación: «La fase jacobina de la Revolución Francesa acabó con la vida de 2.000 sacerdotes, menos de un tercio del número de asesinados en España».

    El anticlericalismo fue un rasgo específicos del conflicto. El brote no fue espontáneo, claro. «La Iglesia católica, que agita la revolución, era vista como parte del statu quo», señala Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea. Para entender esta persecución son esenciales los capítulos que Preston dedica a describir la placenta del golpe de 1936. La República había aprobado leyes que relegaban a la Iglesia, aliada histórica de la oligarquía y freno modernizador, al plano privado. Se les retira de los colegios y se establecen normas laicas. Amparados en ellas, algunos alcaldes imponen tasas por tocar las campanas o multan por lucir crucifijos. En respuesta a estas provocaciones, la represión del bienio negro (1934-1936) contra la izquierda es jaleada desde los púlpitos, así que los extremistas se van cargando de plomo.

    Casi un millar de religiosos asesinados han sido ya beatificados por el Vaticano, que los honra como «mártires». Es una memoria selectiva, sin embargo. La Iglesia sigue sin pedir perdón a las víctimas de los curas que empuñaron armas. Unos cuantos. Preston señala que al comienzo de la guerra en numerosas localidades de Navarra faltaban sacerdotes para decir misa porque se habían largado al frente. La violencia de falangistas y militares recibió bendiciones a tutiplén. Entre las rescatadas por el hispanista figura la del canónigo de la catedral de Salamanca, Aniceto de Castro: «Cuando se sabe cierto que al morir y al matar se hace lo que Dios quiere, ni tiembla el pulso al disparar el fusil o la pistola, ni tiembla el corazón al encontrarse cara a la muerte».

    A Unamuno, que había apoyado en las primeras horas el golpe en Salamanca, le horrorizó: «A alguno se le fusila porque dicen que es masón, que yo no sé que es esto, ni lo saben los bestias que fusilan. Y es que nada hay peor que el maridaje de la dementalidad de cuartel con la de sacristía».

    Vencidos los ateos, anticlericales y masones, la Iglesia se afanó en salvarlos a partir de 1939. Incluso contra su voluntad. Marcos Ana (Alconada, Salamanca, 1920), que se convertiría a su pesar en el preso político más veterano del franquismo, asistió a escenas dantescas en la cárcel: «Vi a un capellán golpear con un crucifijo a un condenado a muerte porque no quería confesarse». Ninguna superó, sin embargo, lo que vio en el puerto de Alicante el 31 de marzo de 1939, cuando 20.000 desesperados republicanos se descubrieron atrapados en una ratonera, entre las ametralladoras de la División Littorio en tierra y dos minadores en el mar: «Había gente que se tiraba al agua y otros que se saltaban la tapa de los sesos».

    Escuchando a Marcos Ana y leyendo a Preston cobra todo su sentido lo escrito por Arthur Koestler en Diálogo con la muerte (1937) mientras esperaba en una cárcel franquista una ejecución por espionaje que finalmente esquivó: «Otras guerras consisten en una sucesión de batallas, esta es una sucesión de tragedias».

    «El holocausto español», publicado por la editorial Debate, sale a la venta el próximo 8 de abril.

    El País.com


    La hebilla abierta de la memoria histórica…

    enero 8, 2011

    PEDRO CORRAL

    Día 08/01/2011

    El Ministerio de la Presidencia aprobó en 2010 una ayuda de 57.000 euros para el proyecto de localización, exhumación e identificación de los restos de al menos cuarenta soldados republicanos ejecutados por orden de sus propios mandos, el 20 de enero de 1938, en la localidad de Rubielos de Mora, durante la durísima batalla de Teruel, en la guerra civil española. Fue el primer proyecto que obtiene financiación del Gobierno socialista, en virtud de la Ley de Memoria Histórica, cuyo objetivo es la búsqueda de víctimas de la represión republicana, en este caso dirigida contra sus propios combatientes: los miembros de la 84.º Brigada Mixta del Ejército Popular, castigada y disuelta después de insubordinarse en Rubielos de Mora ante la suspensión de un permiso por su decisiva intervención, unas semanas antes, en la conquista de la ciudad de Teruel.

    ABC
    Los esqueletos en la fosa de Rubuelos.

    La localización de la fosa donde se encontrarían los restos de tres sargentos, doce cabos, treinta soldados y un tambor de esta unidad republicana, ejecutados sin mediar juicio alguno a causa de su insubordinación, se puso en marcha en 2009. La voluntad de los descendientes de tres de los masacrados, el cabo Salvador Martínez Tarazona, el ametrallador Victoriano Alegre Navarro y el tambor Anacleto Esteban Mora, logró sortear el desinterés, cuando no el rechazo, de algunos a que estos 46 soldados republicanos se beneficiaran también de la Ley de Memoria Histórica.

    Apoyados desde el primer momento por Luis Avial, técnico en geo-radar que ha ayudado a localizar más de noventa fosas, y por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, cuyo riguroso equipo multidisciplinar encabeza el catedrático Francisco Etxeberría, estos familiares vieron cómo al fin, en la primavera pasada, se daba inicio a la búsqueda de los restos de sus seres queridos, como ya informó ABC.

    La búsqueda en un paraje de rocas y pinares conocido como Piedras Gordas se antoja una de las más complejas para los investigadores, tanto por la extensión como por lo abrupto del terreno. En mayo pasado, gracias al testimonio de un agricultor que recordaba haber visto de niño unos cadáveres arrojados a una balsa de riego en las tierras de su familia, se localizaron dos esqueletos.

    Según las primeras estimaciones de los profesionales de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, se trata de dos varones jóvenes, muertos ambos de un disparo a quemarropa en la cabeza, si bien en uno de los esqueletos se halló una pequeña bola de plomo utilizada como metralla en proyectiles de artillería. Los restos de sus vestimentas indican su condición de militares: uno portaba cinturón con el emblema de la infantería española y el otro, además de un capote impermeable, llevaba otra hebilla, de nácar, grabada con una imagen que se antoja insólita para un supuesto soldado de una unidad mayoritariamente anarquista como fue la 84.ª Brigada: el emblema de los Santos Corporales de Daroca, un milagro eucarístico sucedido en la Edad Media en dicha localidad zaragozana, que quedó en zona nacional durante la Guerra Civil.

    Todas las hipótesis están abiertas, incluso la de que un soldado de la 84.ª Brigada republicana tuviera la osadía de lucir tan piadoso cinturón a comienzos de 1938. Tampoco se descarta que los restos pertenecieran a dos combatientes franquistas de la guarnición de Teruel, ejecutados durante su marcha hacia el cautiverio, puesto que Rubielos fue uno de los itinerarios de traslado hacia Valencia de los miles de soldados nacionales apresados por el Ejército Popular en Teruel. Una tercera hipótesis es la de que fueran desertores del Ejército franquista, ajusticiados en la misma línea del frente por orden de sus mandos, como fue tan habitual en ambos bandos contendientes.

    La posibilidad de que estos dos esqueletos no guarden relación con las ejecuciones en el seno de la 84.ª Brigada Mixta permite confiar de nuevo en la posibilidad de que los 46 soldados muertos en aquella masacre se encuentren en una sola fosa, y no en varias desperdigadas por aquel paraje. De hecho, una reciente inspección en otro lugar de Piedras Gordas ha arrojado el hallazgo de nuevas evidencias, como cartuchos, balas e insignias, que indican la posible localización de esta única fosa.

    Una sencilla hebilla de cinturón ha venido a ahondar, aun más si cabe, la complejidad de este riguroso proyecto de búsqueda de los restos de 46 combatientes ejecutados sin juicio alguno por sus mandos, doce días después de haber tomado Teruel para la República. Aunque las piezas no encajen, por las dudas de que las dos víctimas por ahora exhumadas sean de un bando o de otro, todas ellas componen un mismo cuadro de barbarie y crueldad que invita a una misma piedad por todos los que sufrieron las consecuencias de aquel conflicto.

    ABC.es vía google noticias.


    «Nombrar a Carrillo hijo predilecto reabre viejas heridas»

    diciembre 21, 2010

    Los concejales del PP que han rechazado esta distinción concedida al histórico líder comunista no acudieron a la votación «por criterios éticos y de coherencia»

    PATRICIA CAMPELO Madrid 20/12/2010

    Santiago Carrillo - foto archivo Google Images

    NOTICIAS RELACIONADAS

    Dorinda García y Pablo González (concejales del PP en el ayuntamiento de Gijón) trasladaron a la portavoz de su grupo político en el consistorio su rechazo al nombramiento de Santiago Carrillo como hijo predilecto de la ciudad. Esta designación ha sido votada hoy en el Pleno municipal y ha contado con el respaldo de todos los partidos con representación en el ayuntamiento.

    Los ediles ausentes basan las razones de su disconformidad en «criterios políticos» que responden a la animadversión que, según Dorinda García, tiene Carrillo «hacia el presidente nacional del PP». «Carrillo critica duramente a Rajoy con escritos en periódicos de ámbito nacional donde le calumnia constantemente», ha denunciado la concejala a Público.es.

    Según García, nombrar a Carrillo hijo predilecto es «remover viejas heridas»

    Pablo González no ha querido hacer declaraciones y se ha limitado a indicar que suscribía «todo lo que aclarase» su compañera, quien ha argumentado que otro de los criterios que les han movido a la abstención tiene que ver con el «respeto personal»: «No es necesario abrir heridas ni urgar en el sentimiento de tantas familias».

    La concejala del PP en el ayuntamiento de Gijón, que también es senadora por Asturias del Grupo Parlamentario Popular en el Senado, considera que nombrar a Santiago Carrillo hijo predilecto de la ciudad es «remover viejas heridas para muchas personas».

    La crisis como alegato

    Dorinda García define como «innecesaria» la situación polémica que reconoce haberse creado en su partido «en el ámbito local, autonómico y nacional». «En un momento de crisis económica y desempleo como el que vivimos, tenemos que hablar y preocuparnos de otras cosas», ha señalado.

    Los concejales también han explicado su rechazo a la designación honorífica de Carrillo por «criterios de coherencia». «No ha hecho absolutamente nada por Gijón», alegan.

    «Carrillo ya tiene una calle, y es suficiente»

    García indica que, ya en 2005, la portavoz del PP en el ayuntamiento de Gijón rechazó la propuesta de nombrar hijo predilecto al histórico dirigente comunista, precisamente, por lo que ellos alegan ahora: no haberse destacado en nada por esta ciudad. Después de cinco años, la concejala conservadora no cree que la situación haya cambiado «como para merecer esta distinción». «Ya tiene una calle, y es suficiente», sentencia.

    Ambos concejales pretendían obtener la «libertad de voto» por parte de su grupo político en el ayuntamiento pero, al no concedérselo, decidieron no acudir al pleno celebrado hoy y justificar su ausencia por «disciplina de partido». «Pretendíamos poder votar lo que entendemos que por criterios éticos y de conciencia teníamos que votar», ha subrayado García.

    Respecto al nombramiento de Rodrigo Rato como hijo predilecto y a cuya votación no han acudido por celebrarse en la misma sesión que la designación de Santiago Carrillo, la edil del PP no admite «discusión alguna» sobre la «trayectoria personal y política» del exministro, circunstancia que justifica su distinción. «Rato sí ha hecho muchas cosas por Gijón y por el Principado, su historia está ahí y sus méritos justifican su nombramiento».

    http://www.publico.es/espana/352655/carrillo/hecho/absolutamente/gijon/nombrado/hijo/predilecto


    Canalejo, ¿colaborador franquista o conspirador?

    diciembre 5, 2010

    Documentos históricos atestiguan que el jefe coruñés de la Falange trabajó con la conjura que preparó el golpe del 36

    Juan Canalejo - Falangista (Fotografía novashistoria.blogspot.com)

    PAOLA OBELLEIRO – A Coruña – 05/12/2010

    Está aún por escribir la biografía de Juan Canalejo (1897-1936), uno de los jefes de la Falange en Galicia más insignes y activos en los meses previos al Golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Conspirador violento para el Gobierno de la República, mártir para la dictadura franquista, el militar coruñés que dio nombre durante más de medio siglo al hospital de su ciudad natal y que fue reiteradamente honrado por su Ayuntamiento tuvo, sin embargo, un papel relevante en la preparación de la sublevación que derivó en la Guerra Civil. Así lo atestiguan documentos históricos, informes de la Falange guardados en el Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares, informaciones de prensa y testimonios varios.

    Para la comisión de expertos sobre cuyo informe se basó el Ayuntamiento coruñés para retirar a Canalejo los títulos honoríficos de hijo predilecto y concejal honorario (concedidos en 1943) así como su nombre a la calle en la que sus padres habían tenido una panadería, no hay duda: el jefe provincial de la Falange y jefe territorial de las milicias armadas «cuyo objetivo era derribar el régimen republicano» estuvo «implicado en la conjura previa a la sublevación militar».

    Juan Canalejo, según consta en la Comisión Municipal permanente de agosto de 1939, es honrado por ser «precursor del Movimiento, maestro en doctrinas nacional-sindicalista y conductor de juventudes». El historiador Luis Lamela, uno de los expertos que asesoró al Ayuntamiento, saca a relucir un informe oficial de la Falange en el que se desgrana la acción de José Laciana, uno de los más próximos colaboradores de Canalejo. En uno de los múltiples pasos de este último por la cárcel, Laciana lo sustituyó en vísperas de la sublevación. «Durante ese tiempo, lleva personalmente la dirección y el enlace de la Falange con el Alzamiento colaborando con los mandos militares comprometidos y recibiendo instrucciones de Madrid». Para Lamela, está claro que Canalejo sí colaboró, como dirigente de la Falange, «en la fase previa al llamado Movimiento Nacional».

    Pero su familia, encabezada por su única hija, María del Carmen, lo niega y recurrió la decisión municipal ante los tribunales. Un juez, tras admitir el caso, será el encargado de decidir si hay realmente datos históricos, cuya veracidad contestan rotundamente los descendientes de Canalejo, para aplicar en este caso, como acordó el Ayuntamiento, la ley de Memoria Histórica que obliga a retirar de calles y edificios públicos «toda exaltación» a los colaboradores del golpe de 1936, de la Guerra Civil y la dictadura.

    Para la hija de Canalejo, religiosa en A Coruña, los expertos e historiadores que asesoraron al Ayuntamiento se basaron en «razones falsas, inciertas y sin apoyo fático» para recomendar la retirada de honores a su padre. la Falange nunca fue ilegalizada, arguye, y su padre estaba en la cárcel cuando se produjo el Golpe de Estado.

    Canalejo, teniente de Intendencia y amigo personal de José Antonio Primo de Rivera, comenzó una activa carrera política, centrada en acciones violentas para desestabilizar el Gobierno republicano tras acogerse a la ley de Azaña que permitía a mandos militares contrarios a la República retirarse con paga del Ejército. Se libró de la cárcel, gracias al chivatazo de un amigo, cuando la cúpula de la Falange fue detenida en abril de 1936. Pero fue apresado dos meses después en Madrid, junto a otros destacados dirigentes falangistas. Y en noviembre, ya iniciada la Guerra Civil, fue ejecutado sin llegar a ser juzgado en el violento suceso de Paracuellos del Jarama (Madrid).

    El País.com (Galicia)


    Mitos y leyendas de la España roja: «Un libro revisa el papel del PCE en la Guerra Civil y desmonta parte de los argumentos incendiarios de las memorias escritas por franquistas y exiliados»…

    noviembre 28, 2010

    CARLOS PRIETO MADRID 26/11/2010

    Manifestación comunista en Madrid, a finales de julio de 1936. EFE

    Manifestación comunista en Madrid, a finales de julio de 1936. EFE

    Se abre el telón y aparecen un tertuliano conservador, un cenetista y un republicano exiliado debatiendo en televisión sobre la Guerra Civil. Los antidisturbios rodean el plató. De pronto, contra todo pronóstico, los invitados comienzan a darse la razón compulsivamente. ¿Cómo se llama la película? El oscuro papel del Partido Comunista durante la Guerra Civil. En sus mejores librerías desde 1939.

    Las memorias escritas tras la guerra, marcadas por «la autojustificación, el ajuste de cuentas y un subjetivismo lacerado por la derrota y el exilio», tenían algo en común: suataque al PCE. O al menos eso sostiene el historiador Fernando Hernández en Guerra o revolución (Crítica), un ensayo monumental sobre el papel del PCE durante el conflicto que llegó ayer a las librerías.

    El anticomunismo franquista «bebió de las querellas del exilio»

    Un libro destinado a convertirse en el texto de referencia sobre un tema vapuleado históricamente por la información de mala calidad, el sectarismo y un extraño consenso entre grupos antagónicos. «La guerra terminó con la división de las izquierdas. Había que echar la culpa a alguien del desastre colectivo. Se produjo cierta unanimidad entre socialistas, anarquistas y parte de los republicanos: la culpa la tuvo el PCE por su afán proselitista, su búsqueda de la hegemonía y su sumisión a intereses foráneos», cuenta Hernández aPúblico.

    Experimento estalinista

    Este caldo de cultivo se renovó con la Guerra Fría. Empezó a propagarse la idea de que en España no había tenido lugar exactamente una guerra contra el fascismo, sino un intento de implantar una democracia popular como la que se había impuesto a los países del Este a partir de 1945. Moscú había utilizado la guerra de España como campo de pruebas de un experimento político en tres fases: alcanzar la hegemonía, someter al resto de partidos e implantar la dictadura del proletariado.

    El partido pasó de fuerza marginal a hegemónica en apenas un año

    Como se hartaron de contar historiadores conservadores como Julián Mauricio o Ricardo de la Cierva, en España se había librado de forma exitosa la primera batalla contra el comunismo mundial. «Las historias del PCE son el resultado de los ajustes de cuentas del exilio, por un lado, y de la Guerra Fría, por otro. Sobre esas dos patas se inserta una tercera: la lucha ideológica del franquismo. El franquismo, además de su viejo mensaje anticomunista, no aporta nada nuevo; bebe fundamentalmente de las querellas del exilio», dice el autor.

    La contrapartida a esta oleada de visiones anticomunistas la puso el PCE en la hagiografía Guerra y revolución en España, redactada en los sesenta por una comisión del Comité Central que vino a concluir que el partido había encarnado como nadie la resistencia antifascista y que el resto de las izquierdas habían propiciado el desastre por sus intereses mezquinos.

    Hernández se ha propuesto ir más allá de las «interpretaciones interesadas y los estudios polemistas basados en fuentes secundarias» para analizar qué hay de cierto en los mitos que circulan sobre el PCE. Leyendas alimentadas por hechos de difícil comprensión, como el meteórico ascenso del partido durante la guerra. En efecto, sólo una gigantesca maquinación ruso-masónica podía haber logrado que el PCE pasara de grupúsculo extraparlamentario a aspirante a fuerza hegemónica de la izquierda en cuestión de meses.

    El PCE tomó decisiones cruciales a espaldas de Moscú

    De la nada al infinito

    La cosa, desde luego, tenía una pinta extraña. El PCE era una organización tan pequeña durante la dictadura de Primo de Rivera que su dirección llegó a camuflarse como la directiva de un equipo de fútbol. Y ocupó un lugar «marginal» en el sistema de partidos mientras mantuvo un discurso «esencialista, radical y sectario», según el autor del libro. «En las condiciones de legalidad de la República apenas incrementó sus filas», cuenta Hernández sobre una organización radicalizada que denunciaba el «socialfascismo» de los republicanos y apenas contaba con un millar de militantes en 1931. Su ascenso empezó a fraguarse tras la fallida revolución asturiana de octubre de 1934, gracias a su campaña por la amnistía de los presos políticos y el apoyo a huérfanos y detenidos.

    Con todo, el PCE sólo contaba con 46.000 miembros en febrero de 1936. Poco más de un año después, tras los éxitos de la defensa de Madrid y la batalla de Guadalajara, «alcanzó los 350.000 afiliados», aunque la mitad se limitó a tener el carné. «Numéricamente no tenía fuerza para imponer su hegemonía a las dos grandes corrientes, socialismo y anarquismo, que habían monopolizado la izquierda durante el primer tercio del siglo», razona. Su número de afiliados se desplomó a la mitad según se fueron deteriorando las expectativas de victoria en 1938. Números, en cualquier caso, alejados del millón de militantes que se le llegó a adjudicar.

    «Su mayor éxito fue convertirse en el mejor partido republicano»

    El partido se nutrió principalmente del aporte de dos corrientes:»Los jóvenes sin experiencia militante previa, radicalizados en los años de la República y fascinados por los mitos de la revolución soviética, y los afiliados a la UGT», explica Hernández. Pero también de una gran cantidad de mujeres jóvenes, que vieron en la militancia comunista «su acceso a la modernidad y su oportunidad de jugar un papel en la sociedad». La mayor controversia giró en torno a la supuesta obediencia ciega del PCE a las órdenes que emitía el padrecito Stalin. En realidad, la cadena de mando no era tan unidireccional como parecía, aunque sólo fuera porque la guerra obligó a tomar decisiones urgentes en clave nacional que escapaban a la lógica de la geopolítica internacional.

    Hernández enumera las decisiones más cruciales tomadas por el PCE a espaldas de Moscú. Como la entrada en el Gobierno del socialista Largo Caballero en 1936. «La estrategia de Moscú estaba clara. En Francia, el PCF apoyaba al Frente Popular en el Parlamento, pero no estaba en el Gobierno. La idea era acercarse a Francia e Inglaterra para defenderse de Alemania. Moscú no quería que los comunistas accedieran a los gobiernos para no asustar a las cancillerías occidentales», dice. No obstante, en septiembre de 1936, dos ministros comunistas entraron en el Gobierno de Caballero. «La decisión la tomaron los dirigentes nacionales. Luego se lo comunicaron a Moscú», añade.

    El PCE también actuó por su cuenta durante la caída de dicho gobierno en 1937. Moscú quería que Caballero dejara de ser ministro de la Guerra, pero continuara como presidente del Gobierno. «Stalin le dijo a Alberti que quizás Caballero no era un buen ministro, pero sí un presidente a conservar», relata. Con todo, una fuerte campaña del PCE llevó al derribo total del político.

    También, dice, se produjeron divergencias sobre el acoso de los trotskistas del POUM. «Moscú se quejó de la tibia implicación del PCE en la campaña para su liquidación total». El POUM había sido el invitado sorpresa en los enfrentamientos de mayo de 1937 entre anarquistas (CNT) y comunistas (PSUC).

    Choque de trenes

    Los anarquistas habían aprovechado el semiderrumbe del Estado en el 36 para impulsar una revolucionaria colectivización del campo y la industria en sus zonas de influencia. Para los comunistas, lo más importante era «oponer a un golpe de Estado de un ejército centralizado con un mando único y apoyos exteriores, una maquinaria de guerra similar», explica el autor. Concentrados en poner en marcha un «esfuerzo de guerra total contra un proyecto de guerra total», los comunistas cargaron contra la fragmentación en proyectos locales que, decían, detraían energías para el mantenimiento del esfuerzo bélico. En última instancia, lo que se puso en juego en mayo del 37 fue el choque entre dos conceptos antagónicos: «La necesidad de culminar un proceso de centralización y reconstrucción del Estado o el mantenimiento del poder colectivo de la calle», afirma.

    Sobre este conflicto emergió el periférico POUM, que acabaría pagando los platos rotos de la división de las izquierdas. «No se ha divulgado suficiente que una parte de la CNT estuvo en contra del estallido. Los hechos de mayo, en parte, son el resultado de una escisión en el seno de la CNT, que tenía tres ministros en el Gobierno, pero cuyas bases no renunciaban a su proyecto libertario y antiestatalista», cuenta. Por esta rendija se coló el POUM, que pretendía «explotar estas contradicciones para sacar rentabilidad política en Catalunya». Paradójicamente, su aparición «sirvió de pretexto a los comunistas, que presentaron al POUM como un agente del enemigo que había montado una guerra civil dentro de la guerra civil».

    Los tentáculos comunistas eran alargados, sí, pero no tanto como para imponer la cacareada dictadura del proletariado. En marzo de 1939, durante la última reunión de la dirección del PCE en España, Palmiro Togliatti, de la Internacional Comunista, le preguntó a Enrique Líster si habían podido tomar el poder. La respuesta fue un no rotundo. «Nunca se planteó realmente esa posibilidad. Ni se formuló una estrategia para logra el objetivo de tomar el poder», dice el historiador.

    El mayor éxito del PCE, según Hernández, fue ir más allá de la retórica marxista-leninista para «asumir un ideario republicano de izquierdas» que hacía hincapié en «la justicia social, el federalismo, el laicismo, y la necesidad de extender la educación». Las organizaciones que habían blandido antes esa bandera no estaban preparadas para afrontar los desafíos del 36. Mientras que los viejos partidos republicanos «no tenían un potente aparato organizativo» y «dependían de la valía intelectual de sus líderes», el PCE creó un partido republicano de masas gracias al uso de»técnicas aprendidas de la propaganda bolchevique», conjugando «el ideario popular con las métodos modernos de agitación y propaganda. El éxito del PCE fue convertirse en el mejor partido republicano conocido hasta entonces», concluye.

    ¿Su mayor fracaso? Su imagen «vanidosa, prepotente y arrogante», propia de las organizaciones que crecen muy rápido e intentan «apropiarse del ideario popular». «Los demás partidos vieron al PCE como una fuerza avasalladora», zanja.

    Las polémicas cifras del ‘caso Paracuellos’

    El contexto

    Entre octubre y noviembre de 1936, los bombardeos aéreos sobre Madrid se cobraron 2.000 muertos. «La aproximación del enemigo, la intensificación de que la sensación de derrota iría acompañada de una brutal represión, acentuó la ola de terror depurador en la retaguardia».

    Los fusilados

    El número de presos fusilados en Torrejón y Paracuellos (incluidos oficiales del ejército nacional) entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre fue de 2.400.

    La orden

    «La responsabilidad por las sacas correspondió a un sector neocomunista y otro anarquista de las organizaciones madrileñas. Pero si a ellos compete la ejecución material, la incitación tuvo un origen externo», escribe Hernández.

    La papeleta

    La orden la dieron miembros del comisariado ruso del NKVD, posiblemente sin consultar a Moscú. «No era fácil, en aquella dramática situación en la que se debatía la capital martirizada por los bombardeos, discutir las orientaciones de un camarada que hablaba con la autoridad de su condición de agente soviético».

    Público.es


    La Diócesis de Mérida-Badajoz culmina el proceso de canonización de 35 mártires del periodo de la Guerra Civil española…

    octubre 2, 2010

    BADAJOZ, 1 (EUROPA PRESS)

    El arzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil, ha informado de que ha culminado la fase diocesana del proceso de canonización de 35 mártires del siglo XX, de la época de la Guerra Civil española.Seguir leyendo el arículo

    Así, ha informado de que, para celebrar la clausura de este proceso, este sábado, día 2, a partir de las 10,00 horas, en el Claustro de la Catedral de Badajoz tendrá lugar «una misa de acción de gracias» y «la ordenación de tres nuevos diáconos».

    A la presentación de esta clausura también han asistido la delegada episcopal para las Causas de los Santos, María Jesús Gragera, y el delegado episcopal para la comisión Jurídica de la Causa, Rafael Julián Rey.

    Sobre el proceso de canonización, el arzobispo ha destacado que «no es un proceso que haya tenido nada que ver con la memoria histórica» sino «un proceso religioso» según el cual se pretende «tener justicia» con los 35 mártires y «con la fe que procesaron».

    Entre los mártires se encuentran 27 sacerdotes diocesanos, dos seminaristas, cuatro religiosos y un matrimonio de laicos que murieron en la provincia pacense en el año 1936.

    Por último, cabe destacar que, tras la clausura de este proceso diocesano, el estudio realizado se enviará a Roma para que allí sea estudiada y se tome la decisión de declarar a los 35 mártires como beatos.

    Europa Press via Yahoo! España Noticias

    NOTA DEL EDITOR:

    «CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO…muertos de primera y segunda clase»

    Quizá uno, por aquello de la deformación profesional (en mi caso ésta, es puro interés y afición como estudiante de Geografía e Historia e Historia del Arte), la historia no puede estar completa si no se cuenta toda, o al menos así lo vemos desde un punto de vista científico. Ahora bien, en este caso concreto volvemos sobre lo mismo de siempre. Unos sí y  otros no, y con la Iglesia hemos topado. La Iglesia victima de casos de represión por parte de grupos exaltados afines al republicanismo, también fue cómplice total y en algún caso mano ejecutora del régimen asesino de Franco, y amparada en éste,  y como poder fáctico de esa época,  ha vivido exenta de responsabilidades, como parece ser que actualmente también lo hace en casos como la pedofilia al abrigo de no sabemos que ley y justicia superior.

    Mientras miles de familias no pueden recuperar los cuerpos de sus amados familiares, mientras todo tipo de trabas frenan las posibles reparaciones de los represaliados por el régimen franquista, nosotros, los familiares de las mismas debemos soportar los continuos agravios comparativos entre nuestros muertos y los suyos. Unos bendecidos y otros olvidados. La Iglesia pidió perdón sí, pero con la boca chica como se dice popularmente. Todavía muchos de sus miembros dan consignas fascistas desde sus púlpitos, rememoran y conmemoran sus fechas y bendicen a aquellos que proclaman sin tapujo alguno el genocidio franquista; mientras tanto, a nosotros se nos niegan los registros eclesiásticos, se nos dificulta la labor de corroborar o confirmar datos a través de sus archivos y encima en algún caso como el de mi familia, debemos soportar que sacaran a nuestro familiar de una fosa común del cementerio de Martinet por orden del Obispado del la Seu D’ Urgell (no quería rojos en tierra santa) y fuese enterrado en un terreno fuera de los muros del campo santo.  Mientras la Iglesia no actúe con la consideración y respeto  debidos a los otros muertos, los suyos al menos son tan despreciables como los nuestros, y no se debería permitir que con nuestro dinero se permitan estos lujos…., honrar a los suyos olvidándose de los nuestros.

    La Iglesia demuestra que una vez más su caridad es tal, que se ciñe a aquello de…» a los míos con razón o sin ella» y lo de la otra mejilla dejémoslo para los infieles. Así nos va, anclados todavía en la época de Torquemada, con modernos inquisidores como el Sr. Rouco. Quemando  inocentes y santificando tanto a indignos como algunos dignos. Pidiendo por pobreza mientras nada en la opulencia. Predicando aquello que ni ellos creen, excepto algunos dignos hombres de bien que andan entre miserias mundanas, mientras otros llenan sus panzas purpuradas.

    Jordi Carreño Crispín

    Vicepresidente de la A. I. La Memoria Viv@