Ocho décadas para el olvido

julio 17, 2016

Hace tiempo que dejé el activismo memorialista. No porque no crea en su fundada reivindicación histórica, en la justicia y en el derecho de las víctimas del franquismo, sino porque nunca consideré que tal causa estuviera basada en la venganza, en el no perdón que no olvido, en la politización y abanderamiento exclusivo de facciones que pelean por la supremacía y control de la misma, como si hubieran categorías de víctimas por colores y símbolos entre los asesinados impunemente en paseos al infierno, masacrados en fosas multitudinarias, fusilados en soledad por la sinrazón en tapias, cunetas y barrancos, en los expoliados de sus bienes y vidas, mujeres y niñas violadas y enajenadas en nombre de Dios y la patria, exiliados de la vergüenza y la desidia, niños robados del vientre de sus madres para vivir con sus secuestradores en el  total desconocimiento y pérdida de identidad e historia, en los juzgados sumariamente sin más defensa que la marcada por estrellas y galones salvapatrias, encarcelados por ser homosexuales, o, por el mero hecho de ser padre o madre, hermano o hermana, hijo o hija y/o familiar de… Tanta aberración borrada de un plumazo por una Transición que permitió clausurar esta siniestra etapa mediante un ejercicio cobarde excusado en la estabilidad y de total irresponsabilidad de la izquierda y de una derecha cómplice que permutaron una falsa democracia por migajas de libertad, por el chantaje del continuísmo preparado bajo el dictamen del sátrapa dictador. Pues de aquellos lodos estos barros. Y sí, el vencedor escribe la historia, o más bien la reescribe porque no cabe duda que el 17 de julio se iniciaba el parto del golpe de Estado gestado contra la disgregada y mal organizada II República y, de aquél hecho hasta hoy parece que poco haya cambiado. Sólo hubo héroes y mártires en el bando nacional, el golpista. Nunca existieron los no reconocidos, los ajusticiados, los abandonados y los olvidados.

Viewty

Como Vicepresidente de La Memoria Viv@  en una concentración en Palma de Mallorca

Ocho décadas y España, aunque muchos pretendan lo contrario y excusen con el olvido, si es que lo excusan, sigue sangrando bajo la piel de toro por todos sus hijos e hijas cubiertas de tierra, piedras, asfalto y polvo y cada vez que alguien pisa sobre ellos la tierra sangra y humilla a sus descendientes; ésa, esa es la verdad de la historia. Un golpe de Estado, cuarenta años de represión y dictadura y treinta y ocho años de Democracia descafeinada mirando hacia otro lado mientras ellos andan cubiertos por la vergüenza histórica… ¡Qué la tierra os sea leve compañeros!

Ayer todo el mundo democrático se escandalizaba por el pretendido golpe de Estado en Turquía y se preguntaban qué hubiera sucedido de haber sido concluido. La respuesta a esa pregunta nosotros no la podemos dar porque fuimos y somos incapaces de cerrar nuestra propia página histórica como hicieron Chile y  Argentina.

El Estado tiene la obligación de devolver los familiares mal enterrados, reconocer a las víctimas históricamente, enseñar esa historia sin tapujos, condonar y anular las sentencias sumarias, pedir perdón a todas las víctimas y eliminar los símbolos de la represión tal y como hizo Alemania con los suyos. Eso sí, creando un museo que recuerdo lo acontecido.

Ocho décadas dan tiempo suficiente para hacer las cosas bien y no guardar el polvo debajo de la alfombra. Ocho décadas ya.

Jordi Carreño Crispín @JordiCris.