Homenaje al poeta Miguel Hernández…

junio 28, 2009

Fuenlabrada (Madrid). Noviembre 2009

MIguel Hernández

MIguel Hernández

El Ateneo convoca y anima a todos aquellas personas, actores o no, que estén interesadas en participar y/o colaborar como actores, figurantes y colaboradores en la preparación y representación del homenaje al poeta Miguel Hernández que se realizará en Noviembre.

El Ateneo Republicano de Fuenlabrada se ha propuesto representar en Fuenlabrada la inédita obra teatral “SINO SANGRIENTO, homenaje a voz ahogada para Miguel Hernández en una cárcel de España”.Escrita y realizada por los presos del Penal de Burgos en el año 1960. Esta ingeniosa obra fue dirigida por el poeta Marcos Ana tal y como cuenta en su libro autobiográfico “Decidme cómo es un árbol”.

La obra es un homenaje solidario derecuerdo y reconocimiento a un compatriota, un compañero, un republicano comprometido y gran poeta: Miguel Hernández y fue representada en su día por los propios presos de dicho penal franquista a pesar de las estremecedoras e inhumanas condiciones de su encarcelamiento y a pesar también de los terribles riesgos y castigos a los que se enfrentaban por ello si hubieran sido sorprendidos.

CONTACTO:

Dirigirse a la sede del Ateneo Republicano Fuenlabrada, enel Consejo de Barrio “El Arroyo – La Fuente”C/Ilustración S/N (bajos de la Biblioteca) los martes a las 20:00 h

o enviando un correo a atrefu@yahoo.es

ATENEO REPUBLICANO DE FUENLABRADA

http://atrefu.wordpress.com


El trotskista Eugenio F. Granell…

junio 28, 2009

La fundación compostelana que lleva su nombre edita los artículos políticos del pintor y las cartas a sus camaradas del Partido Obrero de Unificación Marxista.

Eugenio Fernández Granell

Eugenio Fernández Granell

Fue uno de los grandes pintores surrealistas de su tiempo, pero escribió contra el «gran cerdo Dalí». Militó en la izquierda marxista, pero nunca perdonó a Pasionaria «su gran traición». «La responsabilidad del partido comunista español por la pérdida de la guerra civil es inmensa», redactó para la revista España Libre en 1976. A Eugenio Fernández Granell (A Coruña, 1912 – Madrid, 2001) le pasó el siglo en un exilio permanente. Trotskista irredento y vanguardista comprometido, la fundación que lleva su nombre en Santiago de Compostela acaba de editar dos volúmenes con sus artículos políticos y con las cartas cruzadas con militantes de la organización de la que formaba parte, el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM).

La noticia en otros webs

Granell ya se había implicado en actividades a favor de la República

«Mantuvo hasta el final el cariño por Trotsky como su maestro político»

«La militancia de Granell no fue casual», explica el historiador Pello Erdoziain, «ya procedía de finales de los años 20, cuando llega a estudiar a Madrid y se implica en las actividades a favor de la República». Al poco tiempo, el pintor aparece inscrito en la Oposición Comunista de España, los seguidores de las tesis de Leon Trotsky en la Península. Justo entonces comienzan sus contribuciones teóricas y circunstanciales, las que recoge en Artículos políticos (1932-1990), y que vieron la luz en revistas como El Soviet Juvenil, Comunismo o La Batalla. «En sus primeros textos criticaba la disciplina en las Juventudes Comunistas, el seguidismo borreguil, y argumentaba a favor del centralismo democrático», relata Erdoziain. Granell escribía, en 1932, desde la Prisión celular de Madrid, donde había ingresado tras participar en la fundación de Izquierda Comunista.

«Granell escribía desde el punto de vista de los jóvenes de los 30», describe el también presidente de la Fundación Andreu Nin, «en plena crisis revolucionaria de Europa». Y a pesar de que, arrimado a las posiciones trotskistas, defendía la alianza obrera frente a los frentes populares -consignados por Stalin-, el pintor se sumó a las izquierdas españolas en febrero de 1936. El recién fundado POUM procuraba la amnistía para los presos de la Revolución de Asturias de 1934.

Los escritos, recogidos por la directora de la fundación Granell e hija del propio Eugenio, Natalia Fernández Segarra, muestran, a decir de Erdoziain, «a uno de los cuadros intelectuales y militares más importantes del partido». Organizador de la Brigada Motorizada que participó en la Defensa de Madrid o teórico contrario al ejército regular que armaba el Partido Comunista en el bando republicano, desde su éxodo en Centroamérica continuó compaginando la pintura con intervenciones políticas en publicaciones periódicas: La Nación de la República Dominicana o la España Libre que impulsaba Joaquín Maurín en Nueva York.

«Las cartas forman participan en la recuperación de la memoria», explica Fernández Segarra, «y presentan la vida de muchos españoles que siguieron la lucha por la libertad en el exilio». A través de las más de 600 páginas de Correspondencia con sus camaradas del POUM (1936-1999) continúa el relato de la vida política de Eugenio Granell. «No me extrañaría que cuando empecemos a mirar con más calma, aparezcan cartas de otros militantes», admite la hija. Las intercambiadas con el poeta francés Benjamin Peret, brigadista internacional del POUM, se reservan para un futuro volumen de «correspondencia con otros surrealistas».

En el epistolario, el artista gallego reivindica hasta el final la memoria de su partido y ese «enorme humanismo» que, según Pello Erdoziain, caracterizó a sus integrantes. «Y aunque algunos de ellos acabaron en el PSOE y otros en el anarquismo», comenta, «siempre se sintieron vinculados al POUM». Las misivas también sirven para situar el peregrinaje de Granell tras la derrota en la Guerra Civil, y que lo llevó de Francia a Santo Domingo, Guatemala, Puerto Rico y Nueva York. «España tiene una historia muy larga de gentes que han tenido que exiliarse», recuerda Natalia Fernández, «es importante saber qué les ha pasado».

Al trotskista Eugenio Fernández Granell, aquel que «no confiaba ni en la burguesía ni en la socialdemocracia», le sucedieron, entre otros asuntos, la persecución del fascismo y después del estalinismo. Pero, se advierte a través de los Artículos políticos, nunca retrocedió. «Hasta el final de su vida mantuvo el cariño por Trotsky como su maestro político», concluye Erdoziain.

Obra de Granell

Obra de Granell

Fuente: El País / Edición impresa Galicia. – DANIEL SALGADO – Santiago – 28/06/2009


Hans J. Massaquoi, nieto de un cónsul de Liberia, relata en sus memorias su infancia y juventud en la Alemania de Hitler…

junio 28, 2009

UN NEGRO ENTRE NAZIS|TESTIMONIO DE UN SUPERVIVIENTE…

Hamburgo, 1933. Massaquoi luce la esvástica en el jersey. Foto: COLECCIÓN DE H.J. MASSAQUOI / GLOBAL RHYTHM

Hamburgo, 1933. Massaquoi luce la esvástica en el jersey. Foto: COLECCIÓN DE H.J. MASSAQUOI / GLOBAL RHYTHM

ANNA ABELLA
BARCELONA

Un día de 1934, Hitler visitó Hamburgo. Hans-Jürgen Massaquoi tenía entonces 8 años y era uno más entre los 600 chicos de su escuela que aclamaron en la calle al líder nazi. Nada tendría esto de extraño sino fuera porque él era «un niño de cabello crespo y piel oscura, en un mar de muchachos rubios y de ojos azules, pletórico de un patriotismo infantil que aún se escudaba en una dichosa ignorancia». Así lo cuenta en sus memorias, Testigo de raza. Un negro en la Alemania nazi, publicadas recientemente en España por la editorial Papel de liar.
Massaquoi (Hamburgo, 1926), nieto del cónsul de Liberia e hijo de un galán que se encaprichó de una guapa enfermera alemana, relata cómo siendo un niño negro fascinado por el Führer intentó entrar en las Juventudes Hitlerianas, que le rechazaron, cómo lució la esvástica en su jersey y cómo sufrió humillaciones de profesores, compañeros y fanáticos nazis. Hoy vive retirado en Estados Unidos, donde llegó en 1950, tras una larga carrera como periodista de la prestigiosa revista Ebony, dirigida a público negro.
«Yo pude sobrevivir y salir bastante indemne gracias a algunos de esos ciudadanos que no sucumbieron a la tentación de seguir la corriente de locura racial imperante», escribe. Evitó la muerte y la esterilización sobre todo porque «a diferencia de los judíos, los negros éramos tan pocos que fuimos relegados a un segundo lugar en la cola del exterminio».
Ser hijo de un africano
¿Qué ocurrió durante esos años? La situación política en Liberia obligó a su padre y a su abuelo a volver a su país siendo él un niño. Su madre se quedó con él en Alemania y el bienestar que habían disfrutado bajo el amparo diplomático se esfumó. Ella volvió a trabajar en un hospital hasta que la despidieron por «concebir un hijo de un africano» y se mudaron a una miserable buhardilla. De repente, mientras sus profesores judíos de-
saparecían, Massaquoi recibía insultos, miradas hostiles y amenazas, no le dejaban jugar en los columpios porque era un «no ario» y le gritaban que ni en Alemania ni en las Juventudes Hitlerianas había «lugar para un negro». Pese a todo, relata: «Me aferraba desesperadamente a la imagen que, alentada por el régimen le presentaba [a Hitler] como un semidiós benévolo, salvador del pueblo alemán».
En 1936, el pequeño Massaquoi halló sin embargo a dos nuevos héroes que le alimentaron el orgullo de su herencia africana: el boxeador Joe Louis, y el atleta negro Jesse Owens, triunfador de los Juegos Olímpicos de Berlín. Se entrenaba en un equipo de boxeo y, a los 14 años, ya iniciada la guerra, entró a trabajar en una fábrica tras serle vetada la enseñanza secundaria. Militó en las filas de los swingboys, jóvenes amantes del jazz, que fueron perseguido por los nazis; muchos acabaron en el frente y en los campos.
Massaquoi fue llamado a filas y rechazado por «inservible» pese a su perfecta salud. En 1943 evitó milagrosamente la muerte en los bombardeos aliados sobre Hamburgo, que mataron a 40.000 civiles. «Desde pequeño aprendí que lo importante es sobrevivir». Y lo hizo.

Fuente: El Períodcio de Cataluña.


Rescatados de las cunetas…

junio 28, 2009

Un equipo de investigación del Proyecto de la Memoria ha recuperado los cuerposde seis fusilados enterrados al pie de la carretera de Villasbuenas de Gata.

Desenterrando los últimos restos hallados hasta el momento, también cerca de la carretera. / ANDY SOLÉ
Desenterrando los últimos restos hallados hasta el momento, también cerca de la carretera. / ANDY SOLÉ

CELIA HERRERA | VILLASBUENAS DE GATA
S IMÓN Montero Mangas era zapatero en Villasbuenas de Gata en 1936. También era hermano del segundo alcalde republicano de la localidad. Porque a ambos los mataron después de torturarlos en la plaza del pueblo, y porque su nieto José Ignacio Camisón Montero quiere recuperar su memoria y su dignidad, ahora buscan sus restos por las cunetas de la carretera Ex-205, que llega desde Hoyos y continúa hasta Santibáñez el Alto.
Durante su búsqueda, los especialistas del Proyecto de la Memoria Histórica de Extremadura se han encontrado con lo que no esperaban: otros seis cuerpos, cinco hombres y una mujer, que corrieron el mismo destino.
Sin juicio, y sin que se registrara después oficialmente su muerte, terminaron arrojados a las cunetas de Villasbuenas, que se convirtieron en el cementerio y lugar de fusilamiento para los represaliados de toda la comarca, al encontrarse justo en el centro de la sierra de Gata, según recuerda el historiador Julián Chaves, director del Proyecto.
Tesis confirmada
«Esta afirmación no tardamos en verificarla», destaca Cayetano Ibarra, coordinador de esta iniciativa y el responsable de organizar las tareas de búsqueda de Simón Montero en el pueblo.
Al poco de llegar, y mientras rastreaba en el Archivo Municipal todos los datos posibles, empezó a recoger numerosos testimonios de vecinos del pueblo que aseguraban conocer los sitios y parajes en los que se encontraba seguramente Simón y otros más.
«La ubicación de las fosas las sabemos todos en el pueblo», confirma con naturalidad Luis Mariano Martín, alcalde de Villasbuenas de Gata. «Yo las conozco desde pequeño e iba al campo con los pastores. Cuando pasábamos por estos sitios, ellos nos decían dónde estaban unos y otros. Esta información se ha pasado de padres a hijos. Mi hija, de 11 años, por ejemplo, lo sabe también. Pero a ella le sonaba todo esto a una leyenda antigua hasta que han empezado a descubrirse los restos», asegura.
La Charca de la Gitana
La búsqueda de los retos de Simón Montero parecía fácil. Todo el mundo en el pueblo sabía que su padre había señalizado su fosa con unas marcas en un olivo, en el paraje de La Charca de la Gitana.
Un vecino del pueblo de 74 años, Eleuterio Antúnez, aseguró a los investigadores que en ese lugar había tres cuerpos, uno de ellos de una mujer, conocida como Isabel, la Cubana, que había regresado recientemente a Gata, su pueblo natal, tras emigrar a Cuba.
«Los del pueblo sabían que en este olivar había cuatro cuerpos: el de Simón, el de Rufino, posiblemente el obrero Rufino González, que había denunciado poco antes a un terrateniente del pueblo por represalias políticas, el de la Cubana, y el de Justo Roma Salvador, otro vecino de Gata», explica Cayetano Ibarra.
Tras realizar prospecciones con el georadar, que confirmaron la existencia de indicios geológicos relacionados con enterramientos, el equipo dirigido por la arqueóloga y paleopatóloga Laura Muñoz, encontró dos fosas: una en la que se hallaban los restos óseos de una mujer, con el cráneo destrozado, y otra de un joven, que se piensa que es Justo Roma.
El hermano de Simón, el alcalde republicano Albino Montero, de 35 años, también fue enterrado en el mismo lugar, pero sus restos fueron recuperados por su hijo, y ahora descansan en el cementerio municipal de Villasbuenas de Gata junto a sus familiares.
De Simón, por el que se inició la investigación, ni rastro hasta el momento, aunque se ha ampliado la zona de búsqueda en el olivar, e incluso se ha cruzado la carretera por si se encontrara al otro lado. La ampliación y reforma de la carretera hace sospechar que quizás su cuerpo se encuentre debajo, ya que los otros restos aparecieron a pocos metros de la vía.
Su nieto José Ignacio, que se emociona al hablar del sufrimiento que arrastró durante toda la vida su abuela, ya fallecida, asegura que no parará hasta encontrar sus restos y llevarlos al cementerio, para que su madre pueda cumplir el deseo de llevarle flores a su tumba.
Por ahora no está previsto detener la búsqueda, advirtió Laura Muñoz. Por ello se ha pasado de nuevo el georadar por la zona, y se está a la espera de los resultados para ver si aparecen nuevos indicios de más fosas.
Los Romeros
Otra zona en la que se tenía claro que iban a aparecer restos de fusilados es en otra cuneta de la misma carretera, en el paraje de Los Romeros. El testimonio de dos vecinos del pueblo, Francisco González García y Eleuterio Antúnez Pérez, fue fundamental para localizar los restos de dos hombres que habían traído de Robleda (Salamanca), una localidad situada apenas a 20 kilómetros de distancia de Villasbuenas de Gata.
Casi todos en el pueblo sabían que allí estaban los restos de José Prieto Martín y Eduardo Gutiérrez Roncero, ambos de 29 años, y vecinos de Robledas, de donde fueron trasladados por la fuerza hasta Villasbuenas de Gata.
Fueron asesinados el 28 de septiembre de 1936, justo cuando José Prieto celebraba su cumpleaños, y cuatro días después de la boda de Eduardo Gutiérrez.
José Prieto era conocido en el pueblo con el apodo del ‘Camioneto’, por llevar y traer mercancías en un camión, y por tener un socio en Villasbuenas, al que le dejaba algunos materiales para que éste los vendiera.
Al parecer, y según asegura la familia, que lleva años recopilando datos y detalles relacionados con su vida y su muerte, su asesinato podría deberse a un puro ajuste de cuentas por una deuda que mantendría este socio con él.
Así lo explica su nieta Ester Prieto Gómez, dedicada desde hace tiempo a la tarea de recuperar la memoria de su abuelo. «Desde que éramos pequeños sabíamos que el abuelo estaba en Villasbuenas, pero sin más detalle. Y lo sabemos porque a los pocos días de que se lo llevaran, alguien llegó a la casa de mi abuela y le entregó el reloj y la cartera, diciéndole que no se preocupara, que estaba en Villasbuenas».
En aquellos tiempos era «impensable» buscar a José Prieto, recuerda su nieta. De hecho, a los hermanos de su mujer les dieron varias palizas y les hicieron beber aceite de ricino, y todos en el pueblo sabían quiénes habían sido los matones que se lo llevaron de su casa y cogieron el camión.
Por las fotos y datos conservados de José Prieto, se cree que la fosa más grande de las dos encontradas es la que albergaba su cuerpo. En el interior de la tumba, aparecieron en perfecto estado sus zapatos, de gran tamaño y confeccionados con un material de goma, lo que ha permitido su buena conservación. Su familia está deseando que terminen las tareas de excavación y estudio de los restos óseos para iniciar los trámites de identificación con pruebas de ADN.
Laura Muñoz limpia y estudia los restos encontrados. / ANDY SOLÉ

Laura Muñoz limpia y estudia los restos encontrados. / ANDY SOLÉ

Los Barrancos
Otro lugar en el que se rastreó fue también al pie de la carretera de Villasbuenas, en el paraje conocido como Los Barrancos, ya cerca de La Fatela. Un vecino del pueblo señaló el lugar casi exacto, porque recordó haber visto dos cuerpos, tirados en el suelo, una noche de septiembre de 1936 durante la que él asistía al velatorio de una niña.
De repente, oyó unos disparos, se asomó, y vio a los dos jóvenes ya muertos. A la mañana siguiente, seguían en el mismo lugar, por lo que vecinos del pueblo decidieron enterrarlos allí mismo, sin saber siquiera con seguridad de quiénes se trataba. Sobre sus tumbas colocaron unos promontorios de piedras que, con el paso del tiempo, fueron cubiertos por la tierra rojiza de la sierra. Al desenterrarlos, han aparecido casquillos de balas, y uno de los dos cuerpos tenía los pies atados con un alambre.
El Proyecto de la Memoria investiga ahora su identidad. La pista más fiable con la que cuentan es que se trata de dos hermanos, posiblemente traídos desde San Martín de Trevejo. Precisamente esta semana ha terminado la excavación de los restos óseos de otro hombre en el paraje de Valle Horno, al lado también de otro camino y cerca de la carretera.
Esta persona fue asesinada bastantes años después, en 1941, y en Villasbuenas aseguran que se trata del padre de los dos hermanos, que llegó al pueblo haciendo preguntas sobre el lugar en el que pudieran encontrarse enterrados sus hijos.
Fuente: Hoy.es
Cayetano Ibarra observa las dos fosas encontradas en Los Barrancos, al pie de la carretera. / A. SOLÉ
Cayetano Ibarra observa las dos fosas encontradas en Los Barrancos, al pie de la carretera. / A. SOLÉ
Moneda hallada en uno de los hermanos de Los Barrancos. / A. SOLÉ

Moneda hallada en uno de los hermanos de Los Barrancos. / A. SOLÉ