“‘La Pirenaica’ informaba sobre lo que el franquismo escondía; hoy debería existir algo similar” Entrevista a Victoria Pujolar, exlocutora de Radio España Independiente, ‘La Pirenaica’…

julio 17, 2009

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En medio potente para las ideas de izquierda, aplacadas por el pensamiento único. Eso fue La Pirenaica. Desde Radio España Independiente (La Pirenaica), entre los años 50 y 70 y de manera clandestina, Victoria Pujolar llenó centenares de horas de noticias y programas radiados en catalán. No sólo fue una batalla por la lengua catalana. Fue una batalla por la liberación de todo el país, entonces bajo el puño de hierro de una dictadura patronal nacionalcatólica. Había que hacer información de resistencia antifranquista, para dar cuenta de la lucha interior con que entregaban, a Cataluña y a España, los que soñaban por la libertad, la democracia y la República, es decir los derrotados de la Guerra Civil, brutalmente reprimidos -tanto moral como físicamente- por el franquismo. Victòria Pujolar, pintora y licenciada en Bellas Artes en su madurez, escapó dos veces de la prisiones del fascismo. Ahora vive en Madrid, de donde era su compañero, Federico Melchor, que también trabajó a La Pirenaica. Y sigue militando en el PCE y en el PSUC, desde una perspectiva ideológica que demuestra una clarividencia crítica difícil de escuchar en las nuevas generaciones de políticos. Su caso está perfectamente recogido en el libro de Teresa Pàmies Radio Pirenaica, la historia de Radio España Independiente.

¿Usted cree que ésta radio tendría que haber continuado después de la muerte de Franco?

Nuestra misión era cubrir una necesidad que tenía el pueblo. En España no existía libertad de expresión. Sólo nosotros ofrecíamos “la otra versión de las cosas”. La prueba de nuestro éxito es que nos escuchaba gente que no sólo era comunista: teníamos una misión amplia, internacional. Eramos una voz que daba noticias interiores de España, con una parte semanal en catalán de la que me encargué yo durante un tiempo (después de que lo hiciera Jordi Solé Tura). Dábamos informaciones que el régimen escondía y que la gente quería oír, porque no se sabía nada de lo que pasaba verdaderamente. Era una necesidad de la población y en cuánto hubo más o menos libertad de expresión creímos que la cosa ya no tenía sentido.

Pero hoy no hay ningún medio masivo con la orientación de ’La Pirenaica’, suficientemente crítico los poderes fácticos…

Debería existir algo, pero tendría que ser otra cosa, diferente de la radio clandestina. Llegada la democracia, teníamos ‘Mundo Obrero’ y ‘Treball’, pero sin la misma capacidad de expansión, aunque entonces, cuando todavía no estábamos legalizados ambos medios eran leídos por mucha gente. Teníamos un partido de masas, pero ahora ya no lo somos… con eso quiero decir que sin un partido de masas fuerte es difícil tener un medio potente. Es lo que pienso.

¿Cómo era su trabajo en la Pirenaica?

Yo era la voz catalana de la REI. Había muchos espacios que cubrir, sobre todo cuando se fue Jordi Sole Tura. Hacía un trabajo de militante. Necesitaban una voz, yo servía y punto. Pero no era mi único trabajo puesto que no cobraba nada. Tenía cuatro hijos y además estudiaba Bellas Artes en Bucarest.

¿Cuántos trabajadores tenía ’La Pirenaica’?

No lo sé. Era una radio completamente clandestina, incluso allí mismo, en el bloque socialista. No nos podíamos relacionar ni con los ex brigadistas internacionales rumanos.

¿Por qué?

Porque aquello estaba lleno de espías, que siempre hay. Nuestro trabajo era tan secreto que ni en casa nuestra, en Bucarest, sintonizábamos la Pirenaica. Fíjate que no sabíamos ni la dirección de los estudios desde donde retransmitíamos. Era un edificio del siglo XIX, de la burguesía, pero no sabíamos ni dónde estaba porque el coche oficial nos venía a buscar y nos dejaba in situ.

¿Cómo operaban?

Todo estaba muy bien organizado. Había una estructura con un director, Ramon Mendezona, y redactores. Cuando yo llegaba ya estaba todo escrito y preparado encima de la mesa para ser leído. Los locutores éramos españoles. Pero los técnicos eran rumanos, de la Securitate, o sea policías. Ellos procuraban que no conociéramos nada, no se fiaban. Estábamos en plena guerra fría y existía una batalla entre bloques por cortar las o­ndas de radio. ¡Había que extremar la seguridad para poder asegurar que aquella radio se escuchara permanentemente!

¿Los norteamericanos intentaron cortar las emisiones de la radio?

Sí. Intentaban localizar el punto exacto desde donde se retransmitía y entonces cortar el éter. Al principio ’La Pirenaica’ se hacía desde la URSS, en una ciudad interior muy alejada de Europa. Era más difícil cortarla. Pero al pasar a Rumania las cosas se ponían más fáciles para aquellos que no querían que entrara un poco de luz en Cataluña y España.

¿Porque se retransmitía desde Rumanía?

Porque había un repetidor muy potente. Los gastos de la Pirenaica se los repartían Rumanía y la URSS. Rumanía nos ofrecía conseguir equipamientos para la radio. Nos hizo falta una mampara muy cara que se fabricaba en Checoslovaquia. Y nos la enviaron sin que nosotros pagaramos nada.

¿Cada país del bando occidental tenía su radio independiente?

Sí, pero en Francia por ejemplo la propia Radio Nacional ya era suficiente. No necesitaban estar a fuera, en el exilio.

¿Les llegaban muchas cartas desde aquí?

Sí, muchas. Eran informaciones desde el interior. De esta tarea se encargaba mi marido.

¿Le gustaba el trabajo, se lo tomaba con militancia?

Era difícil, porque tenía hijos que mantener y además estudiaba. Pero cuando has estado en la prisión con otras mujeres republicanas todo lo que hacía lo hacía pensando en ellas, en las compañeras antifascistas aprisionadas.

En el libro ‘Radio Pirenaica’ de Teresa Pàmies se explican sus dos huidas de la prisión.

La primera vez no fue una fuga de prisión. Estaba en un campo de concentración en Francia, en 1939. Allí, a los refugiados republicanos españoles nos trataron peor que a cualquiera. Yo era jovencita, trabajaba en una fábrica de género de punto, en Toulouse. Y un día los alemanes entraron en la zona libre de Francia, que no era libre porque estaba bajo el Gobierno de Vichy. Y una de las primeras leyes que promulgaron fue la prohibición de dar trabajo a los españoles. Al empresario que nos contrató le confiscaron los papeles. Y al salir de la fábrica nos cogieron. ¿Y sabe a dónde nos llevaban?

A algún campo de exterminio…

A Mauthausen. Yo iba con mi madre, a quien también cogieron. A las seis de la mañana nos metieron en un tren de carga y a las 12 del mediodía estabamos ya en un campo francés, que era el paso previo para que nos llevaran a Alemania. Al bajar del tren, el gendarme nos llamó para que fuésemos hacia un barracón. Entonces, dos jóvenes que estaban con nosotros en nuestra casa, y que ya habían pasado por un campo -del cual habían conseguido salir gracias al Partido Comunista y a los sindicatos franceses, sin los cuales muchos no estariemos vivos hoy- nos zafamos discretamente. Caminamos y caminamos durante horas hasta llegar nuevamente a Toulouse. Yo ya era militante de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Después de este episodio vi claro que tenía que volver a Barcelona.

¿Y no era arriesgado volver en aquel momento, tan pronto?

Yo era joven y además parecía más joven todavía. Barcelona era mi ciudad. Yo no tenía aspecto de obrera. Había estudiado en el Instituto-Escuela de la Barceloneta. ¿Por mi aspecto nunca me cogerían, eso está claro, comprendes? Teniamos técnicas para no caer en cadena cuando la policía de la dictadura nos perseguía.

¿Pero la volvieron a pillar y volvió a escapar?

Sí, nos caímos. Y me torturaron brutalmente, concretamente los hermanos Creix, dos policías muy sádicos al servicio del franquismo. Después fui a la prisión de Las Ventas, en Madrid. Una prisión de monjas para mujeres, muy dura, pero donde las republicanas estuvimos bien organizadas para apoyarnos unas a otras. Resistíamos allí a dentro, celebrábamos el 14 de abril -día de la República- y nos negábamos a besar la bandera de los nacionales. Me volví a zafar, a la altura de Zaragoza, cuando me trasladavan para hacerme el consejo de guerra. Entre los del partido, por recomendación de la Tomasa Cuevas, sabiamos que para poder escapar en una ciudad era clave conocer alguien que te pudiese ayudar. ¡Pero yo sólo conocía Barcelona! Tuve la suerte de que nadie me siguiera. Así que escapé a pie y atravesé los Pirineos.

Increíble historia

Y era la segunda vez que atravesaba a pie los Pirineos. La primera, huyendo de la entrada de los nacionales, por el Pertús. Años más tarde de esta segunda fuga volví a Barcelona. Pero con una vida como la que he llevado, yo no he podido pensar de otra forma.

¿Cómo vivió en la Barcelona de los 40?

Pues conseguí trabajar en el Diccionario Vox, que era de la Iglesia. Y después en la Editorial Bruguera, que se portó muy bien conmigo. Había bastante gente afiliada. Recuperación de gente que había sido de la JSU, jóvenes que habían vuelto de Francia y alguna gente nueva. Había buena organización en todos los distritos. Yo fui dirigente de la JSU en Cataluña e iba por los pueblos a contactar con gente. Era assiesgado y una vez estuvieron a punto de volverme a pillar.

¿Lo puede explicar?

Un día fuimos a buscar a las seis de la mañana a un preso a la Modelo. Un preso del Partido, pero su salida se estaba retrasando. Es un poco complicado de explicar, pero era un tiempo con muchos, muchos, muchos policías por todas partes. Me di cuenta que me seguían unos Guardies Civiles. Me que subí a un taxi y cuando iba a bajar, repentinamente, vi como un Guardia Civil venía hacia mí. Salí corriendo, me metí en el Metro de Lonja, en el Pla Palau, al lado de Correos, y tuve la suerte que justo pasaba un tren. Llegué hasta las afueras de Barcelona y telefoneé a un compañero del Partido para decirle que me comprara un billete de primera clase para ir a Figueres. Dos compañeras más vinieron, me cambiaron totalmente el aspecto, me dieron un salvoconducto y, finalmente, el contacto de un contrabandista para cruzar la frontera. Fueron muchos días andando sin cesar. ¡El Partido era rapidísimo en estas cosas! El régimen ni lo sospechaba. Esta vez sí que salí definitivamente de España.

¿Cayó mucha gente en los años 40?

Sí. Había mucha actividad, también guerrillera, de maquis. Mucha gente y muy joven cayó, sobre todo raíz de la desarticulación del Partido en Reus. En la Francia de después de la Segunda Guerra Mundial la prensa hizo campañas a favor de los detenidos y se hicieron manifestaciones para impedir que se fusilase a muchos comunistas, a gente como el Sisquet que era el responsible de la JSU en Cataluña, un chico que conocía. Lo fusilaron cuando sólo tenía 23 años. Pobre compañero.

¿Y después, qué hizo?

Bien, primero volví a Toulouse con mis padres y después me fui a París, gracias a la JSU. Un día vino Dolores Ibarruri a pasar el verano y ella me invitó a la Unión Soviética donde pasé tres días, para el Primero de Mayo. Yo me fui convirtiendo en una persona de contrastada confianza para el Partido, hecho que me permitió hacer lo que hice a lo largo de toda mi militancia.

¿Cómo valora la caída del bloque socialista de Europa del Este y la URSS?

Ya hacía mucho de tiempo que se veía que íban subiendo los arribistas, los que no eran comunistas. Y la cosa se iba aguantando mal. Y ya se vio que los que han traído el capitalismo y ahora controlan esos países eran aquella gente sin escrúpulos que iba subiendo en aquellos años. Las cosas habían ido empeorando y además había gente que vivía en un régimen de privilegios con respecto a buena parte de la población, y aquello no tenía nada que ver ni con el comunismo ni con la revolución. Rumania, que era el país que más conocí, era un país muy atrasado. Los campesinos eran como los haiduk, los «bandidos» de las películas. Era un país antiguo. También había una minoría muy inteligente en Bucarest, afrancesada, muy leída, ingenieros, literatos. Pero había una gran diferencia de clase. En los pueblos, la gente era muy primitiva, era como volver 200 años atrás. Me encantaban sus trajes y su arte. Pero meter el socialismo allí era muy difícil, aunque algunas cosas sí que funcionaban. Recuerdo, específicamente, a una amiga mía que era mujer de la limpieza que pudo cuidar las enfermedades de sus niños y llevarlos a todos a la Universidad. Y yo, por ejemplo, pude estudiar Bellas Artes, con facilidades. El Estado facilitaba que todo el mundo estudiara tuviera la edad que tuviera.

Sin embargo, por ejemplo, en la URSS sí que se pudo hacer una socialismo a raíz de una revolución a pesar de tener un contexto social como el de Rumania

Sí, pero los bolcheviques no eran bastante gente como para poder abarcarlo todo en un país tan enorme y culturalmente variado como la URSS. Sucedió que había mucha fe, una fe de cariz casi religioso. Mucha teoría que no acababa de casar exactamente con el marxismo, con un marxismo emancipador, abierto. Durante años hubo adoctrinamiento para la gente de base, que era gente muy buena, pero que hacía un análisis que no era como el mío. Yo en el partido discutía muy a menudo al respecto de que cada persona no fuese como la pieza de un reloj. Nuestra idea, la de los marxistas, es más amplia, porque queremos la liberación de la persona y abolir la explotación del hombre por el hombre, sobre todo eso.

Usted hacía patente los valores avanzados de la II República …

Para personas como yo, formadas en la educación de la República, una educación integral, buena, sin ningún resentimiento, el comunismo era una cosa más amplia, las barreras nacionales no existían. Toda la generación de la República tenía una formación liberadora. Eramos conscientes de ser ciudadanos. Nos sacaron de la cabeza la idea de élite, de la minoría que lo tiene todo, que se impone a los demás, que es el mundo que tenemos ahora. Lejos de eso, a nosotros, a mi generación, nos abrieron la puerta de la libertad.

Cosa que es muy importante

Era una educación muy amplia, la de la Segunda República. En el Instituto incluso hacíamos un diario. El deporte, las ideas, la igualdad. Todo eso era la sociedad que iba subiendo y que el franquismo cortó de raíz

http://www.larepublica.es/spip.php?article16280


Muere el luchador antifascista José Gros: El combatiente comunista fue héroe de tres guerras

julio 17, 2009

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La República.

Después de una larga enfermedad ha fallecido el luchador antifascista José Gros.

Soldado del ejército republicano español en la lucha contra la sublevación fascista, desde 1936 a 1939, guerrillero en el país soviético, desde 1942 a 1945, combatiente en las guerrillas antifranquistas en Aragón y Cataluña, desde 1946 a 1951.

Por méritos en combate recibió condecoraciones como la medalla del Valor, la de la Guerra Patria, o la orden de la Bandera Roja.

Militante del Partido Comunista de España, José Gros publicó, en 1977, con prólogo de Dolores Ibarruri, el libro Relatos de un guerrillero comunista español, en el que ambos homenajean a los guerrilleros.

José Gros también conocido como Antonio «el Catalán» estaba casado y tenía dos hijos.

http://www.larepublica.es/spip.php?article16248


Tardá cree que la Ley de Memoria «consagra el modelo de impunidad»…

julio 17, 2009

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«Es una vergüenza y un insulto a la memoria de los antifascistas». El portavoz de ERC en el Congreso

EUROPA PRESS – San Lorenzo de el Escorial

El portavoz de ERC en el Congreso, Joan Tardá, considera que la Ley de Memoria Histórica supone la consagración «del modelo de impunidad español», y manifestó su indignación por el hecho de que Manuel Fraga siga teniendo «en el Parlamento español» una sala que lleva su nombre.

Esta ley «es una vergüenza y un insulto a la memoria de los antifascistas y, de hecho, es una ley que no ha sido homologada por ninguna institución no gubernamental de prestigio internacional», argumentó el político catalán antes de intervenir en los Cursos de Verano de El Escorial, organizados por la Universidad Complutense.

«Metabolizar el pasado»

Asimismo, Tardá, que participó del seminario sobre Memoria Histórica, apuntó que todas las democracias que han vivido etapas de fascismo han sabido «metabolizar el pasado», mientras que «el Estado español no lo ha hecho».

«La prueba es que una sala del Parlamento español está dedicada a un señor como Fraga Iribarne, que participó en Consejos de ministros de la dictadura en donde se firmaron penas de muerte contra demócratas», dijo

http://www.publico.es/espana/238739/tarda/cree/ley/consagra/modelo/impunidad

censura que Fraga tenga una sala en el Parlament»



La Junta de Andalucía abrirá la fosa de Lorca tras el verano. El procedimiento «respetará» a la familia del poeta si no quiere identificarle

julio 17, 2009

PURA RAYA – 15/07/2009

El Estado toma cartas en el esclarecimiento de un suceso convertido en símbolo de la represión franquista. La Consejería de Justicia de Andalucía abrirá en otoño la fosa situada en el barranco de Víznar, en Granada, donde supuestamente se encuentran los restos del poeta Federico García Lorca, asesinado en julio de 1936, junto a los de otras tres personas. «La Junta asume la competencia de recuperar la memoria histórica porque la tiene y puede abordar las excavaciones de las fosas localizadas», afirmó ayer la consejera del ramo, Begoña Álvarez, que hizo una puntualización: «No vamos a actuar en aquellos casos en que no sea solicitado», en referencia a la postura de los familiares de Lorca.

«Hay que respetar tanto a las familias que quieren reparar su dolor como a las que no quieren que se haga la identificación de las víctimas», añadió. En la fosa se encuentran, supuestamente, los cuerpos de Lorca, los banderilleros Francisco Baladí y Joaquín Arcollas y el maestro Dióscoro Galindo. La Junta pretende dar respuesta a las demandas realizadas por los descendientes de Galindo, Baladí y Arcollas, que sostienen puntos de vista que difieren del dominante entre los familiares del poeta.

La Cconsejería ultima ahora un protocolo de actuación que aporte un marco jurídico para iniciar tras el verano las excavaciones de la fosa, situada entre los municipios de Víznar y Alfacar. Para ello, partirá de una adhesión al protocolo de exhumaciones del Gobierno y elaborará luego uno propio que permita abrir este tipo de enterramientos y que podrá aplicarse otras solicitudes de colectivos y familiares.

Laura García Lorca, sobrina-nieta del poeta, valoró ayer con diplomacia las intenciones de la Junta. «Respetaremos cualquier decisión judicial», afirmó. Y añadió: «No seremos un obstáculo para aquellas familias que quieran recuperar los restos, pero pedimos el mismo respeto».

Serio y riguroso

Nieves Galindo, nieta del maestro fusilado, confesó sentirse «un tanto alucinada» por la decisión del Gobierno andaluz. «Estoy contenta, pero temo sufrir otro desengaño», explicó. A su juicio, «todo se hará de forma más seria y rigurosa» a través de la Administración.

La semana pasada, la titular de Cultura, Rosa Torres, enfrió las expectativas de los que deseaban la apertura al señalar que «en ningún caso» correspondía a su departamento al tratarse de un enterramiento contemporáneo y no arqueológico. «Primero que hablen los jueces», dijo la consejera, para enfado de varias asociaciones memorialistas, hartas de varapalos judiciales.

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Granada inició en abril un proceso administrativo paralelo al judicial para obtener los permisos de exhumación. Lo hizo al constatar que la vía judicial se estrechaba cuando el juzgado de instrucción 3 de Granada rechazó asumir la causa sobre las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo que había instruido Baltasar Garzón hasta su inhibición.

El caso volvió así a la Audiencia Nacional, donde el propio Garzón planteó al Tribunal Supremo un conflicto de competencias.
http://www.publico.es/espana/239045/junta/andalucia/abrira/fosa/lorca/verano


Injusticia a la vista: La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica desentierra en una fosa en Milagros (Burgos) 42 cuerpos fusilados y ocultados por los falangistas en 1936

julio 17, 2009

DIEGO BARCALA – MILAGROS (BURGOS) – 17/07/2009

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No es envidia, rencor rural o rivalidad familiar. Lo que representan 42 esqueletos superpuestos en dos filas paralelas de 15 metros junto a una carretera es la imagen de la injusticia. La investigación de la fosa común abierta el pasado lunes en Milagros (Burgos) revela que la violencia desatada en la comarca de Ribera del Duero en el verano de 1936 tuvo un objetivo claro: matar y rematar para vencer por mucho tiempo. Y esa victoria de los asesinos sobrevuela todavía hoy. A pesar de que en apenas una veintena de pueblos hay 1.200 alcaldes, concejales o destacados sindicalistas fusilados en dos meses, la versión popular castellana mantiene que en la guerra hubo más venganzas personales que asesinatos políticos.

A los nietos de Jacinto Herráiz les han contado durante toda su vida que fue la envidia lo que dejó a su abuela viuda, embarazada y con seis hijos. «En nuestra casa no se ha contado nunca nada. Lo que dicen de la victimización social es verdad. En mi casa ocultaban que el abuelo había sido fusilado, porque ser de izquierdas era más deshonroso que haber robado», cuenta a pie de fosa, como portavoz familiar, José Ángel Herraiz, acompañado de su hermano y su primo. La versión familiar heredada de la muerte de su abuelo en 1936 decía que a Jacinto Herráiz le habían fusilado por estar pluriempleado.

«Era muy alto y eso le servía para limpiar cubas grandes. Al parecer era un trabajo de especialistas, porque sólo había cinco en Aranda de Duero. Era muy trabajador y resulta que le acusaron de acaparar trabajo. Eso, según mis tías, le creó envidias», relata Ángel Pérez, primo de José Ángel, que le interrumpe: «Eso nos dijeron, pero cuando tiramos del hilo, descubrimos que era sindicalista. Rascamos un poco más y resulta que tuvo un papel destacado en la defensa de los trabajadores. Y preguntando otro poco, resulta que el abuelo estuvo en primera fila en la manifestación del primero de mayo. Vamos, que era más rojo que rojo. ¿Y cómo no iba a trabajar mucho, con seis hijos?».

Tirados en grupos a la zanja

El despliegue montado por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) junto a la sociedad científica Aranzadi para la excavación ha llamado la atención de vecinos y curiosos. La fosa está junto a un pequeño camino asfaltado que hasta bien entrada la década de 1960 era la N-I. La carpa sobre el agujero y la veintena de colaboradores a las órdenes del médico forense Francisco Etxeberria denotan un trabajo intenso, que ya en la primera mañana de trabajos destapó casi 23 esqueletos.

Los cuerpos están agrupados y fueron tirados a la zanja en grupos. A la hora de comer, Etxeberria decide hacer un resumen de lo hallado: «Vamos a dar algún dato de esta historia que, a simple vista, refleja una gran injusticia. Hemos encontrado objetos significativos, como un lápiz, unas gafas y munición de fusil y de pistola

A Ángel Pérez le da un vuelco al corazón: «Me gustaría añadir una historia que podría ser útil. A mi abuela le contaron que el barrendero municipal fue obligado a venir a echar cal sobre los cadáveres a la mañana siguiente. Cuando llegó, al parecer mi abuelo estaba vivo y pedía agua y uno le remató. ¿Eso lo harían con pistola, no?». Etxeberria calla. Desde su punto de vista científico, duda de todo aquello que no se pueda probar. Sin embargo, a los nietos de Jacinto, los huesos de los muertos, entre ellos, su abuelo, les han sacado las lágrimas. «No pedimos nada. Nos conformábamos con un monolito, pero esto ya es increíble», expresa José Ángel.

En sus cabezas aparecen las historias del sufrimiento de su abuela, que sus padres les contaron a hurtadillas. «Cuando se enteró de que lo iban a matar, recurrió al cura. Al parecer este religioso era sensible a lo que estaba ocurriendo e intentó parar los fusilamientos. Le llamaban el cura bolchevique. Un día les dijo a los falangistas que se estaban llevando a las mejores familias de Aranda. Y le tiraron por las escaleras. Cuando fusilaron a mi abuelo le ofrecieron una pensión y ella respondió: La sangre de mi marido no se paga con dinero. Mi abuela, con seis hijos, se tuvo que poner a vender arena para lavar ropa», recuerda con congoja José Ángel.

Denuncia por expolio

Los restos encontrados por el equipo de Etxeberria están incompletos. Falta un cráneo y una tibia. Los tiene desde hace dos años en su casa el miembro de la ARMH José María Rojas. En el proceso de búsqueda de la localización exacta de la fosa, Rojas acudió con un pico y una pala al lugar al que llevaban todas las pistas. Sobre todo, el testimonio de la hija viva del caminero de Milagros que cavó las zanjas. «Me dijo que eran tan profundas que si se metía dentro no se le veía, así que no hay duda de que fue él quien cavó», explica. En el proceso de esa primera prueba se topó con los huesos. A los pocos días apareció una pareja de la Guardia Civil con una denuncia del Ayuntamiento de Milagros por «expolio arqueológico». Tomaron el cráneo y la tibia y después de hacer la prueba del carbono 14 y comprobar que eran de la Guerra Civil, le devolvieron los huesos.

La denuncia del alcalde de Milagros demuestra la animadversión que las exhumaciones de la ARMH provocan aún en algunos burgaleses. Más difícil de explicar es que los impedimentos los ponga un juzgado. Antes de abrir la fosa, la asociación denunció el hallazgo ante el juzgado. Tras aceptar la denuncia, ningún juez se ha pasado por el lugar donde aparecen 42 cuerpos con heridas de bala. La ARMH quiere ejemplificar con la exhumación de Milagros el desamparo que viven las familias de las víctimas del franquismo, a pesar de la aprobación de la Ley de la Memoria en 2007. Por eso han convocado hoy en el lugar a los diputados miembros de la comisión de Justicia del Congreso de los Diputados. Quieren demostrar la ineficacia de la ley para la recuperación de los restos de los fusilados.

El equipo científico de Aranzadi, todo un lujo por su preparación y experiencia, apenas cobra la estancia de 10 días por la costosa exhumación. La subvención que la ARMH ha recibido del Ministerio de Presidencia no alcanza para más. Para la identificación con ADN de los cuerpos tendrán que pedir otra ayuda. Será el año que viene, cuando muchos de los hijos de los fusilados ya habrán fallecido, por su avanzada edad.

Los enterrados en Milagros provenían de la cárcel de Aranda. No hay muchos documentos que ayuden a su identificación, pero hay la certeza sobre el nombre de alguno de los presos que aquellos días fueron llevados a su fusilamiento. Entre los nombres aparece el de Marino Vela Arroyo, de 25 años, vecino de Pardilla. Marino era abogado, militante del Partido Comunista. Su nombre aparece en un libro editado en 1973 de Pablo A. Cobos, Antonio Machado en Segovia, vida y obra. Vela es descrito por Cobos como un alumno aventajado del poeta, matrícula de honor en todas las asignaturas, al que Machado dedicaba un trato preferencial por sus dotes artísticas. En una antigua fotografía que se conserva de Marino aparece con Machado y el resto de alumnos de su clase de bachillerato.

Socialistas, comunistas, políticos o simples trabajadores. Todos republicanos y caídos en zona rebelde y violenta, pese a que el frente no estuvo en ningún momento cerca de la capital de los autodenominados «nacionales» en Burgos. «Lo que ocurrió aquí no fueron venganzas. Todos a los que mataron estaban relacionados con el Frente Popular. Alcaldes o concejales, se los cargaron a todos», explica el miembro de la ARMH José Ignacio Casado.

Como ejemplo, Casado cita la historia de otro de los posibles miembros del grupo fusilado en Milagros, Ricardo Aguayo. «Era el presidente provincial de los jurados mixtos que mediaban las relaciones contractuales entre los sindicatos y la patronal. Por su posición era un objetivo y le mataron junto a sus dos hijos. ¿Venganzas? Es posible, pero hay casos en los que está claro cuál era el objetivo».

Del exilio al éxito artístico

De los Aguayo sólo se salvó Fermín, de 13 años, uno de los hijos de Ricardo. Acabada la guerra, Fermín huyó del pueblo con su madre y su hermana. Su huida le llevó a París, donde cursó estudios de pintura que le condujeron al éxito como pintor.

La obra de Fermín Aguayo fue expuesta en 2007 en el Centro de Arte Reina Sofía. Poco antes de morir, decidió enfrentarse a su pasado, en la década de 1970. Volvió al pueblo de su padre, Sotillo, y el parecido físico con sus hermanos fallecidos hizo correr el rumor en el pueblo de que uno de los hijos de Ricardo Aguayo se salvó del fusilamiento.

Aguayo perdió de forma prematura a su madre y su hermana, pero pudo huir del pueblo y rehacer su vida. No tuvo la misma suerte la familia de Gonzalo Martínez, de 51 años, vecino de Vadocondes. Es muy probable que un esqueleto encontrado en la excavación, cuyos huesos denotan que estaba en crecimiento en el momento de morir, sean los de su primo, Fidencio Martínez, que tenía 16 años cuando fue fusilado. «Lo único que queda de él es una carta que envió el 28 de agosto desde la cárcel de Aranda en la que pide ropa y un peine», explica Martínez. Los únicos que se salvaron de su familia fueron los que aceptaron ir al frente. «Se ve que cambiaron el chip y decidieron que era más útil llevarlos a primera línea del frente de Teruel. Allí no se salvaba nadie. En mi pueblo, Vadocondes, mataron al 3% de una población de 500 habitantes», explica.

El porcentaje de fusilados en cada pueblo de la comarca oscila entre el 1% y el 3% de las poblaciones. Los datos y la imagen de la fosa abierta son lo que mejor refleja la magnitud de aquella matanza.

La visión extranjera también ayuda. Toda la excavación es filmada y registrada por periodistas de medios extranjeros. «Es increíble que esta imagen se vea en un país europeo en pleno siglo XXI. Es propio de Guatemala o de Kosovo», reflexiona la periodista de la televisión pública británica BBC Sue Lloyd-Roberts. Durante un mes prepara un reportaje sobre las dos caras que para los británicos tiene la España de 2009. La visita a Milagros estuvo precedida de otra a los San Fermines. «Hemos estado en Torremolinos, donde van un montón de británicos en busca de fiesta, sol y mar, y al día siguiente hemos filmado la exhumación de San Rafael. Queremos mostrarles la parte de atrás de la fiesta», explica la periodista.

http://www.publico.es/239226