Invitados por Fausto Canales Bermejo, hijo de Valerico Canales Jorge (ver anteriores artículos en este blog relacionados con el Valle de Los Caídos), este 30 de agosto 2009 hemos tenido el honor de poder acompañar a los familiares de las victimas en un acto homenaje en el cementerio de Pajares de Adaja.

Es relevante constatar la unidad solidaria al ser representadas tres asociaciones diferentes de recuperación de la memoria y personas de diferentes partes del país quienes arroparon a los familiares.

Reproducimos aquí el resumen que nos envía nuestro amigo Paco González de Tena, un poema suyo y también un texto que preparé para el acto.
Las fotografías que publicamos no llevan pié de foto voluntariamente, son simplemente un texto silencioso y respetuoso.


En la placa de granito rosado se recuerda a:
Angel Maroto Saéz
Antonio Garcia Martín
Gerardo Ruiz Martín
Celestino Puebla Molinero
Emilio Caro García
Flora Labajos Labajos
Pedro Ángel Sanz Martín
Román González Enríquez
Valerico Canales Jorge
Víctor Blázquez del Oso
De ellos diez, los restos mortales de los siete últimos son reclamados por sus familiares al estar trasladados, sin su consentimiento, en la caja 198 en la Cripta Derecha, piso 1º de la Basílica ( Capilla del Sepulcro ) del Valle de los Caídos desde marzo del 59, habiendo sido expoliado el pozo-fosa de Aldeaseca donde sus asesinos les abandonaron el 20 de agosto de 1936.

Foto agencia Efe, marzo 1959
Desde La Memoria Viva, nuestro solidario apoyo a la lucha que Fausto, en representación de las otras familias, lleva con los juzgados y el Estado Español intentando recuperar lo que una Democracia debería darle como un derecho legitimo y básico: los restos mortales de su padre.
Un abrazo fraternal. Pedro Vicente Romero de Castilla Ramos.
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Encuentro en Pajares de Adaja
Hoy, día 30 de agosto, es el Día Internacional de los Desaparecidos. Argentina, Chile y Uruguay afrontan, con más o menos fortuna, el reto de dignificar la memoria de los desaparecidos. España, que pareció en un momento que podía abanderar la justicia frente a esta responsabilidad colectiva, ha levantado un muro leguleyo, al parecer infranqueable, con una vergonzante Ley de la Memoria Histórica llena de lagunas que nadie parece dispuesto a rellenar de contenido satisfactorio para cientos de miles de españoles.
Es domingo y el sol parece aliarse con lo más retrógrado de este país, pues cae a plomo sobre la treintena de personas que nos hemos reunido a la entrada del pequeño cementerio municipal de Pajares de Adaja (Ávila). Es un encuentro anual emocionado para rendir un humilde homenaje a la decena de asesinados cuyos nombres aparecen grabados en una placa de granito rojo, precedida por otra similar en la que se puede leer un verso de Neruda. Luis, el concejal local que ejerce de maestro de la ceremonia, recuerda brevemente el objeto de este acto. En un silencio respetuoso suena la grabación original del himno oficial de la II República Española. Es la legitimidad contra la que se sublevaron unos militares facciosos en el verano de 1936. Sus crímenes de Lesa Humanidad, amparados con la consigna sin sonrojo de limpieza ideológica sistemática, no pueden prescribir, aunque algo llamado Ley nos obligue a buscar los cuerpos de los asesinados como si fuesen restos arqueológicos con destino a las vitrinas de un museo.
Suenan después las palabras de Martín Garzo, de su artículo “Las enseñanzas de Antígona” (El País, 24/08/2009) leídas por Luis. Y la voz inconfudible de Pedro Guerra nos recuerda dolorida a nuestros “abandonados huesos, acariciados huesos”, que esperan con pocas esperanzas, entre las cobardías políticas y las zancadillas fiscalizadoras, las manos que los saquen de ignominiosas cunetas de la vergüenza.
Fusilados, Desparecidos (Mario Benedetti) y La memoria silenciada, son los tres poemas leídos en honor de los asesinados y como aliento en la continuidad de su búsqueda. Pocas veces el sentido de las figuras poéticas encuentra oídos más atentos ni corazones más emocionados. Cierra el acto las notas de la canción Al alba. En la grabación se percibe nítidamente algún ahogado sollozo, mientras una voz acompaña quedamente las estrofas de una canción compuesta para recordarnos a los últimos fusilados del franquismo en este acto por los primeros que les precedieron en una salvaje orgía de sangre.
Pajares de Adaja, 30 de agosto, 2009.
Francisco González de Tena
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LA MEMORIA SILENCIADA
Sobre el aire, la nada;
bajo la tierra, estrellas;
tras nuestra palabra, la noche
con filo de guadaña.
No resiste el plomo de ayer
vuestros bellos sueños truncados,
ni nuestro vacío, la espera sin mañana.
Un rumor sordo,
terremoto sin descanso ni atalayas;
nos falta vuestra memoria dañada
tras los infinitos soles inútiles.
El abono fértil de vuestras pequeñas
y sorprendidas muertes,
tras el calor de una noche
sin auroras ni esperanzas,
aún es taponado tras los muros
de los que guardan su vergüenza
con yugos, lápidas, cruces y espadañas.
Al aire traidor reclamo
el aliento que nos quiebra con saña,
ciega, estéril y asesina
dejándonos silenciada
la roja sangre de España.
Francisco González de Tena
Villamanta (Madrid), 28 de agosto, 2009.

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«Una fachada de una casa blanca de zócalo gris con una papelera verde en un extremo.
En esa casa caben muchas emociones.
Han vivido seres queridos, su pérdida es irremplazable, su memoria flota en el aire fresco que se mantiene en verano.
Los retratos encima de una cómoda componen un altar: siempre el recuerdo.
Atrás, en las alcobas del fondo, se escuchaba bajo una manta el antiguo aparato que emitía Radio Pirenaica.
El abuelo sufrió la cárcel franquista, el resto de la familia las penurias del único sueldo de carpintero que no podía ejercer.El otro abuelo no estuvo en esa casa, no le dejaron tiempo, le asesinaron en su ciudad natal, más lejos, al sur de Extremadura.
Los hombres que aquí recordamos han tenido también sus casas con el mismo frescor en verano y sus familias también han sufrido penurias y destierro.
A esos hombres mi mas alto respeto.
A sus familias aquí presentes mi admiración y cariño por seguir luchando con ahínco para que el olvido no anestesie nuestras mentes.
Por ellos, por los familiares estamos aquí desde varios colectivos y puntos de España.
Que todas las memorias se unan y sean la fuerza que nos mantiene vigilantes y exigentes con los poderes que no les quieren escuchar.
Somos su memoria, viva.»
Pajares de Adaja, 30 de agosto de 2009.
Pedro Vicente Romero de Castilla Ramos